La virginidad era muy valorada, razón por la que se le enseñaba a los jóvenes a no tener relaciones sexuales antes del matrimonio.
El matrimonio se festejaba con sacrificio de equinos y con bailes, al igual que las otras ceremonias, ocasión en que no se daba carne a los perros, ya que se consideraba un mal augurio.
Antes de iniciar la vida en pareja a la novia se la iniciaba en la ceremonia de La Casa Bonita.
La extracción de la sangre, el saludar a los espíritus, encarnados en determinadas formas de la naturaleza o el murmurar de deseos, al aparecer la luna nueva y la creciente, eran otras prácticas rituales cotidianas.