La cultura agrícola de El Molle (300 d.c.), tuvo una gran influencia en las etnias aledañas, como Diaguitas y Pikunches.
Se ubicó en los valles transversales del norte chico de Chile, entre el valle de Huasco y la ciudad de Coquimbo. Ejerció gran influencia sobre los pueblos de la zona central, en la cerámica especialmente, tales como Pitrén, Tirúa y la Cerámica Blanca de Valdivia.
Se cree que es originaria del Chaco, zona tropical de Argentina.
Se caracteriza por el uso del tembetá, una piedra que se incrustaba en la boca como forma de adorno o status social, práctica común en las selvas tropicales de Asia, Africa y América.
También el desarrollo de la metalurgia en oro y la confección de cerámicas pintadas, dan cuenta de su refinada artesanía.
El paso de la elaboración de puntas de proyectil a morteros, piedras para moler semilla y granos, son una clara manifestación de su evolución de cazadores a agricultores.