Los cronistas dejaron la huella de este pueblo nómade marino en sus relatos y testimonios:
«No tienen casas ni poblaciones, tienen canoas de cáscaras de cipreses y de otros árboles. En ellas traen a sus mujeres e hijos, y con unas varas delgadas y cáscaras de árboles que traen en sus canoas, donde quiera que llegan hacen un rancho pequeño donde se abrigan del agua y la nieve. No les vimos armas...»
Ladrillero, 1880,
Por otra parte el cronista Diego de Rosales, (1877) describe así las canoas kawésqar:
«Son de cortezas de árboles, cosidas con nervios de ballena, unas sobre otras y a modo de concha.»