Las armas originarias de los Aonikenk eran la boleadora, la lanza y, en menor medida, el arco y la flecha.
Para la defensa y la caza utilizaban la boleadora.
Esta es un arma constituida por piedras del tamaño de un huevo cubiertas por una funda de cuero, y atadas a un lazo hecho con nervaduras de guanaco o avestruz. Aún en uso en la Patagonia por estancieros y ganaderos, se blande en el aire en forma de círculos y luego se lanza a los pies del animal que se quiere capturar.
Había tres tipos de boleadoras: chumé, yachiko, y bola perdida.
La chumé, tenía dos bolas y estaba hecha especialmente para la caza del avestruz.
La boleadora yachiko, tenía tres piedras y era usada en la caza del guanaco.
La bola perdida, un tipo de honda en la que no se recuperaba el proyectil.
Las armas de fuego, el caballo y el alcohol fueron incorporados a sus costumbres, con la llegada del hombre blanco.