Aunque los Aonikenk no fueron exterminados como sus vecinos Selk'nam, sufrieron un proceso de aculturación o pérdida de su cultura originaria.
Al pasar el tiempo, mundo espiritual y aspectos de la vida cotidiana se fundieron con elementos de la religión católica y la cultura del colonizador.
Lo más dañino fue la introducción del alcohol y las enfermedades contagiosas, tales como la viruela, el sarampión y la sífilis.
Relatos de cronistas los describen como una nación cuyos individuos eran:
«de buen aspecto físico, complexión robusta, estatura aventajada, saludables formas y hasta agradable presencia (...). Visten con piel de animales, con el pelaje vuelto hacia adentro (...) gustan de adornos de sus personas y caballos (...) no tienen un carácter feroz y que hasta puede considerárseles amistosos».