LA TEJEDORA

«Mi mamá contaba que antes a la mujer mapuche le colocaban una lanita que se encuentra en un árbol -me parece que es hualle-, es una lanita especial, está en las montañas; pero la encuentra sólo la que tiene suerte, es una lanita bien finita. De guagüitas a las niñas mapuche le envolvían la muñeca de la mano, entonces ellas iban a ser como arañas para hilar o para tejer, salían expertas en tejido. Yo le decía a mi mamá, que por qué no me buscaba una, que por qué no me buscó cuando era guagüita. Yo soñé que iba a hilar algún día; pero pensaba que iba a ser más lenta porque no me puso la telita. Ella me decía: "Ya de grande es difícil, de guagüita es bueno, hay que buscarlo en el monte, es un poco difícil; pero se encuentra. (Margarita Painequeo, Temuco, 1988)» (Op,cit:7)

El aprendizaje de la textilería, dentro de la cultura mapuche actual, ocupa un lugar importante. De abuelas a madres e hijas, se va transmitiendo una sabiduría que es el legado de antiguas generaciones, y que ha permitido la continuidad de una tradición cultural que identifica a los mapuche y en particular a sus mujeres.

Así, las mujeres mapuche desde pequeñas se muestran interesadas en aprender el arte del tejido; para ello tendrán como referente a las mujeres adultas de su familia y poco a poco irán imitando y reproduciendo los gestos de este complejo entramado. La observación y la práctica cotidiana, incorporándose a tareas menores de preparación de la lana, marcarán el inicio de este proceso de aprendizaje.

Existen dos modalidades en cuanto a la forma en que las mujeres logran el conocimiento y aplicación de las distintas técnicas y procedimientos textiles. La primera, consiste en la observación cotidiana de las labores de hilado, teñido y tejido que realizan su abuela, madre o hermanas mayores y es lo que comúnmente ellas denominan "aprender mirando", porque sólo en algunas ocasiones recibe la ayuda o guía de parte de alguna de sus parientes.

En el segundo caso se recurre a la enseñanza especializada de una maestra o ñimife. El método empleado por la ñimife, consiste en la aplicación práctica de los conocimientos. Es decir, va elaborando un tejido y la joven lo realiza paralelamente en su telar. La maestra la guía y sigue atentamente todo el proceso de aprendizaje, el cual finaliza cuando la joven logra confeccionar un muestrario o una prenda tejida con la técnica de su maestra. En ese momento se debe realizar el pago a la ñimife, el cual puede ser en dinero o en especies.

Durante la etapa de aprendizaje, los sueños también van a jugar un rol importante. El vínculo que se establece entre lo humano y lo divino a través de los mensajes oníricos tendrá múltiples significados: estos pueden ser reveladores en el sentido que a través de ellos Ngenchen (Dios) entrega sabiduría, o premonitorios de cómo las mujeres van a realizar el oficio. Por ejemplo, Rosa Rapimán expresa:

«Soñé que iba un hombre subiendo por una montaña, iba con una manta cacique. Además llevaba un trarilonko (cintillo) igual ¡y se veía tan bonito! que yo decía: igual puedo hacer esa manta. Yo pienso que Dios me dice que yo no tengo que quedarme con lo que sé no más, si . no seguir creando y viendo. Yo pienso que Dios transmite cosas por intermedio de sueños, porque creo que uno es predestinado; por ejemplo, en mi casa no querían que yo estudiara esa especialidad de tejidos y yo sola no más lo hice». (Op,cit:8)

El desarrollo de la actividad textil contempla una serie de etapas sucesivas, que van desde la obtención y preparación de las materias primas, siguiendo con el hilado, teñido de las lanas, hasta llegar a la etapa final de tejido.

En este proceso intervienen aspectos importantes de la creatividad femenina, que van más allá de la aplicación práctica de los conocimientos técnicos. Eso se manifiesta en la forma particular en que cada artesana selecciona la técnica de tejido que va a utilizar, y a través del modo en que une y combina los distintos diseños y coloridos. Para ello, la artesana crea un modelo mental de su tejido que le sirve de referente en la ejecución de las distintas etapas del trabajo. Este ejercicio mental y creativo, se sustenta en la existencia de una tradición textil que actúa en la memoria de las mujeres como depósito de conocimientos o matriz común, desde la cual emergen infinitas creaciones.

De este modo, encontramos que las técnicas, instrumentos y procedimientos utilizados por las mujeres mapuche en el proceso de producción textil, son los mismos. Sin embargo, cada tejido denota ciertas particularidades impresas por su realizadora, asociadas a la "especialidad" textil que posee, tanto en términos del dominio de una técnica y de la estética de su tejido, así como, del tipo de prenda que prefiere tejer.

También observamos que en las distintas etapas del proceso textil, entran en juego otros aspectos importantes de la existencia de las mujeres que se vinculan a una cosmovisión específica, donde todas las acciones de la vida están integradas. Por ejemplo, es común escuchar a las mujeres decir que han soñado, o que le cantan y rezan a su tejido, para que les salga bien, para que quede bonito, para tener suerte en la venta. Margarita Painequeo lo expresa así:

"Mi mamá contaba que cuando la tejedora se ponía a tejer, lo hacía así cantando, tenía una canción para tejer. que Dios quiera que le resulte bien -pero todo en una melodía de canción-. Siempre las abuelitas lo hacían así, se ponían a cantar tejiendo."

A través de estos relatos, podemos darnos cuenta que con el solo hecho de realizar un tejido, entran en juego otras aspectos de la vida como lo religioso, lo económico, lo social y lo cultural.

Texto obtenido del Libro Arte de Mujeres

por Angélica Wilson A.; 1992.

Ediciones CEDEM, Colección Artes y Oficios N°3

 

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