LENGUAS INDÍGENAS DE CHILE por Adalberto Salas

Ver el mundo a través de las palabras

Sobre la existencia de varias lenguas en el territorio informa, tempranamente, el cronista Gerónimo de Bibar (1558). Los valles de Atacama, Copiapó, Huasco, Coquimbo, Limarí y Combarbalá hasta el de Aconcagua poseían sus propias lenguas, no habiendo grandes diferencias entre algunas de ellas. Así, refiriéndose a los habitantes del valle de Huasco, expresa: "Estos indios difieren de la lengua de Copiapó como byscainos e navarros" (Bibar, 1979:40) Es decir, presentaban diferencias dialectales no muy pronunciadas. Desgraciadamente, no quedaron documentadas.

En Chile, actualmente solo es posible encontrar cuatro lenguas Amerindias sobrevivientes al igual que otros países de América, el nuestro ha sido y es multilingüe, pero en menor proporción. En el presente sobreviven -en diferentes condiciones- sólo cuatro en Chile continental (aymara, quechua, mapuche y kawésqar) y una no amerindia en la Isla de Pascua (rapa nui); seis se han extinguido (chango, atacameño, diaguita , selk'nam, yagán y chono), algunas prácticamente sin dejar huellas.

 

 

 


Introducción

1.1 Las lenguas indoamericanas chilenas. Presente y pasado.

1.2 El Pascuence, un vernáculo chileno no indoamericano.

1.3 La lingüística indígena de Chile.

1.4 Una visión panorámica de las lenguas indígenas chilenas.

1.1 LAS LENGUAS INDOAMERICANAS CHILENAS PRESENTE Y PASADO

Dentro del territorio de Chile continental existen hoy tres grupos indígenas, descendientes directos de los habitantes prehispánicos de América. Son los aymaras, los mapuches o araucanos y los alacalufes o kawésqar. Las otras poblaciones autóctonas que residieron en el suelo americano que hoy es Chile, no pudieron sobrevivir como entidades lingüísticas y socio-culturalmente diferenciadas, ante el absorbente modo de vida europeo-occidental. El proceso de extinción de los grupos aborígenes se prolongó hasta las primeras décadas del siglo XX, cuando desaparecieron los atacameños del Gran Salar de Atacama, los onas o selk’nam de Tierra del Fuego, y los yámanas o yaganes de los canales australes.

En la zona norte del país, al interior de Antofagasta, vivieron los atacameños, agrupados en pequeños caseríos de barro, madera de quisco y piedra volcánica, situados en los oasis, quebradas y valles regados, donde cultivaban sus huertos y chacras y criaban su ganado. Su lengua es conocida en la literatura especializada con los nombres de atacameña, kunza, likanantai y (u)lipe. A la llegada del conquistador, la población atacameña estaba reducida a las áreas periféricas, a lo largo del borde oriental del Gran Salar de Atacama, adonde había sido empujada por la llegada a su territorio de pueblos invasores. La pequeña y disgregada sociedad atacameña no pudo resistir el impacto e inició su proceso de extinción, el que concluyó a mediados del siglo XX.

En la fecha de su extinción como minoría lingüística, los atacameños estaban concentrados en los pueblos que bordean el Gran Salar de Atacama, entre otros: Caspana, San Pedro de Atacama, Toconao, Peine y Socaire. Los habitantes actuales hablan castellano, pero mantienen la tecnología agraria tradicional

especialmente en lo que respecta a la manipulación del agua-, el estilo de vida agrario-pastoril, y algunas prácticas ceremoniales relevantes. Entre éstas es muy prominente la ceremonia de limpiado de acequias, llamada talátur. Entre los componentes verbales de esta ceremonia figuran canciones en kunza junto a fórmulas de salutación y brindis en castellano. En la década del cincuenta la lengua kunza ya no se usaba en absoluto como lengua de comunicación, de modo que el texto de las canciones de talátur era simplemente “ejecutado” de memoria. En otras palabras, el kunza había pasado a funcionar solamente como una lengua ritual, algo así como el latín en la liturgia católica anterior al Concilio Vaticano II.

El kunza alcanzó a ser descrito en gramáticas y vocabularios preparados por los grandes polígrafos chilenos del siglo pasado: San Román 1890, Echeverría y Reyes 1890, Vaisse et al. 1895 y Schuller 1908.

Al sur del territorio atacameño, en los valles regados del Norte Chico, vivieron los diaguitas. Tal como los atacameños, eran agricultores y pastores, asentados en pequeñas aldeas, aisladas unas de otras, sin una estructuración social superior a los pequeños grupos locales.

Diversos factores históricos desencadenados por la llegada del conquistador español, fueron determinantes de la desaparición total de la etnia diaguita. Hacia 1600 los diaguitas chilenos estaban totalmente extinguidos. De su lengua sólo quedaron rastros en la toponimia del área.

Al otro extremo del país, en las estepas y bosques de la Isla Grande de Tierra del Fuego, vivieron los onas o selk’nam. Estos eran cazadores nómadas. Organizados en pequeños grupos familiares, recorrían a pie grandes extensiones de territorio dedicados a la caza de mamíferos y aves.

Al parecer nunca fueron los onas un grupo numeroso (unos 4.000 individuos a mediados del siglo pasado; V. Clairis 1985: 16, nota), y rápidamente desaparecieron durante el proceso de colonización moderna de las tierras australes. Para todos los efectos prácticos, el ona es hoy una lengua extinguida.

En el confín sur de América, en los archipiélagos que van desde la península de Brecknock hasta el Canal de Beagle, vivió el grupo humano más austral del mundo: los nómadas canoeros conocidos en la literatura antropológica como yámanas o yaganes. De una población, calculada para el siglo pasado, en unos 3.000 individuos (y. Clairis 1985: 16, nota), sobreviven hoy solamente tres mujeres, radicadas en Ukika, una pequeña aldea situada, en las cercanías de Puerto Williams, en Isla Navarino. Por haber pasado ya la edad reproductora, por su matrimonio con colonizadores hispanohablantes, por haber criado a sus hijos y nietos como hispanohablantes, estas mujeres son claramente hablantes terminales de la lengua yámana.

Entre 1919 y 1924, el misionero austriaco Martín Gusinde, de la Congregación del Verbo Divino, realizó cuatro expediciones a Tierra del Fuego. Reunió sus observaciones sobre la lengua y la cultura de los indígenas australes -los onas o selk’nam, los yámanas o yaganes y los alacalufes o kawésqar- en una monumental obra en tres volúmenes (Gusinde 1931, 1937, 1974), hoy un clásico de la lingüística y antropología fueguinas

1.2 EL PASCUENSE, UN VERNÁCULO CHILENO NO INDOAMERICANO

A las tres lenguas vernáculas indoamericanas conservadas hasta hoy -aymara, mapuche, alacalufe hay que añadir el pascuense o (vaná a) rapa nui, incorporado al paisaje lingüístico chileno en 1888, cuando Policarpo Toro tomó formalmente posesión de isla de Pascua a nombre del gobierno chileno.

1.3 LA LINGÜÍSTICA INDÍGENA EN CHILE

En Chile el interés académico universitario por el estudio de las lenguas vernáculas autóctonas, es relativamente reciente. De hecho, fue en 1964 que apareció el primer estudio de una lengua indoamericana chilena preparado con la metodología de la lingüística descriptiva moderna. Es la descripción fonológica del mapuche preparada por Max Sergio Echeverría Weasson, 1964. En 1973 apareció la primera descripción fonológica del pascuense (Salas), en 1976 la del aymara chileno (Clair-Vasiliadis) y en 1982 la del alacalufe (Aguilera 1982 y 1983). Desde entonces hasta ahora estas lenguas están siendo objeto de intensivos proyectos de investigación en las diversas universidades chilenas.

Al momento del desarrollo en Chile de la lingüística descriptiva, el kunza del Salar de Atacama y las lenguas fueguinas, con excepción del alacalufe, se encontraban en las etapas finales de su proceso de extinción. La situación fue mejor en Argentina, donde el ona o selk’nam alcanzó a ser descrito por Najlis en 1973, 1975 y el yámana o yagán por Golbert 1977, 1978. La fonología de la variedad chilena del yagán está descrita en Guerra 1989 y 1992; en Salas y Valencia 1990 viene una descripción de la pronunciación yagán, complementada con una lista léxica.

1.4 UNA VISION PANORAMICA DE LAS LENGUAS INDÍGENAS CHILENAS

En las páginas que siguen se presenta un bosquejo de cada una de las lenguas vernáculas habladas hoy en Chile. Cada bosquejo incluye información sobre la situación del bilingüismo vernáculo castellano, clasificación tipológica y filiación genética de la lengua, pronunciación y características morfosintácticas más prominentes. A modo de ilustración se ha incorporado, para cada lengua, una pequeña lista léxica. En el texto y en las notas viene una información bibliográfica destinada a servir de orientación al lector interesado en profundizar alguno de los aspectos presentados.

Información sobre la distribución territorial de las minorías que hablan estas lenguas, estimación de su masa poblacional, características ecológicas de las áreas que ocupan, subdivisión en parcialidades étnicas, etc., se encuentra en Dannemann y Valencia 1989, única obra de conjunto de orientación etnográfica y lingüística sobre los grupos autóctonos de Chile.

 


EL AYMARA

Adalberto Salas

2.1 El bilingüismo aymara- castellano

2.2. Filiación genética

2.3. La fonología

2.4. División dialectal

2.1 EL BILINGÜISMO AYMARA- CASTELLANO

Durante las últimas décadas, la sociedad global hispano-chilena ha quebrado el aislamiento geográfico de la minoría aymara, mediante mejoras sustantivas en la red vial, en los sistemas de intercomunicación radiotelefónica, en el alcance de la radio y televisión, en la creación de escuelas, y muy especialmente, mediante reformas en la organización y funcionamiento de escuelas especiales situadas en puntos clave del territorio aymara.

Como consecuencia directa de la intensificación del contacto con la sociedad hispánica, los aymaras chilenos han tenido que aprender a comportarse en más y más contextos sociales nuevos que exigen el uso del castellano. En otras palabras, el castellano ha pasado a ser una condición dada en el ambiente social que ningún individuo aymara puede proscribir o ignorar completamente.

La sociedad aymara chilena actual vive, entonces, una situación de bilingüismo. En términos generales, se desenvuelve en castellano en actividades orientadas hacia la sociedad global y en aymara en actividades orientadas hacia su cultura tradicional andina.

Siendo el castellano función del inevitable contacto con la sociedad global-prestigiosa y atractiva -niños son tempranamente iniciados en su uso en la casa, por sus propios padres. Posteriormente la escuela sistematiza y formaliza la enseñanza del castellano, tanto en lo que respecta al sistema lingüístico en sí, como a sus contenidos culturales y su visión del mundo. El predominio del castellano en los niños, muchas veces concomitantes con la relegación o la postergación del aymara, observado por Harmelink (1985:18, 27-28, 29-31), por Grebe (1986: 43-45), y por Gundermann (1986: 169-170, 173), puede ser explicado en términos de una preparación deliberada para el contacto, primero en el hogar y luego en la escuela.

En el mismo sentido, los segmentos poblacionales en los que se aprecia más claramente el predominio del español, son precisamente aquellos que tienen a su cargo la mayor parte del contacto: hombres maduros, adultos y jóvenes. En los ancianos de ambos sexos el predominio del Aymara es claro: ellos se han retirado a la vida intrafamiliar y aparentemente su ámbito más amplio de acción es el grupo vecinal, en tanto que sus actividades rutinarias están orientadas hacia la cultura tradicional. En edades comparables, en las mujeres predomina el Aymara, y en los hombres el castellano como lo nota Grebe 1986: 44. (y. también Valencia 1984: 54. Las actividades laborales femeninas se ejercen más bien en el ámbito doméstico interno, el más tradicionalista e inaccesible al contacto. Es en vista de esta orientación del trabajo que los aymaras dan menos escolaridad a sus hijas que a sus hijos: son éstos -no aquéllas- los que van a tener a su cargo la mayor parte del contacto con los hispanohablantes.

Grebe (1986: 43) vincula además el predominio del castellano con la localización en la precordillera: “Son monolingües de castellano los pueblos cordilleranos (cos tinos), quienes hace tiempo perdieron la lengua aymara. Sólo algunas personas de edad avanzada pueden hablarla o comprenderla un poco...En su opinión, sólo hay bilingüísmo en el altiplano, pero con notorio predominio del castellano.

Harmelink (1985:18-29) presenta la situación en forma más matizada y realista que Grebe. Dado un continuo entre dos extremos -probablemente inexistentes- constituidos por aymaras monolingües de aymara y aymaras monolingües de castellano, el predominio de una u otra lengua parece depender de varios parámetros:

-distancia relativa con respecto a los centros urbanos mayores del área (Arica e Iquique);

-tamaño del poblado, principalmente el estatus de poblado en oposición al de simple caserío (o estancia);

-facilidad de acceso, o sea el tiempo y la dificultad involucrada en un viaje a un pueblo en particular” (1985: 20);

- importancia política, dependiente de “si un pueblo cumple alguna función oficial”

(1985: 20);

-grado de influencia externa, manifestado por la presencia de la institucionalidad nacional en un poblado dado.

El tamaño del poblado parece ser decisivo, ya que de él dependen los otros paráme

tros: los poblados más grandes tienen mejores caminos, son elegidos como sedes de los servicios públicos nacionales, tienen siempre escuela, etc.

La operación de estos parámetros hace necesario distinguir entre poblado (“pueblo” en la denominación de Harmelink) y caserío; entre altiplano y cordillera; y además, separar la provincia de Iquique en términos del mayor aislamiento geográfico de su enclave aymara. Se obtiene así el siguiente diagrama que ilustra el patrón general de uso de la lengua aymara (1985: 21):

Mínimo - precordillera: pueblo

- precordillera: caserío y altiplano: pueblo

Grado de uso del aymara - altiplano: caserío

- Iquique: pueblo

Máximo - Iquique: caserío

Dentro de este patrón general entran a funcionar las variables individuales de sexo y grupo de edad; predominio del aymara en los ancianos y del castellano en los niños, predominio del castellano en los hombres y del aymara en las mujeres.

En último término, los parámetros de Harmelink apuntan a que en los lugares en los cuales el contacto con la sociedad hispánica es más consistente y permanente, antiguo y arraigado, predomina el castellano, e inversamente, donde el contacto es más bien esporádico y reciente, predomina el aymara. Por otra parte, las relaciones comerciales de los aymaras chilenos con los aymaras bolivianos, se manejan normalmente en aymara (V. Harmelink 1985: 23, 31-34), lo que contribuye a mantener equilibrada la situación de bilingüismo.

En general el castellano hablado por los aymaras es acentuado. En algunos casos puede llegar a ser tan fluido como el de un hispanohablante nativo, pero siempre marcado por algunas desviaciones en la pronunciación y en la estructura gramatical.2 Algunas de estas desviaciones están motivadas por interferencia del aymara, en tanto que otras reflejan simple falta de conocimiento y dominio de la estructura fonológica y gramatical del caste2 Urquhart, 1987, ha descrito algunas de las características desviantes del castellano aymara, especialmente las relativas al uso del artículo y el pronombre.

2.2. FILIACIÓN GENÉTICA

Según Hardman (1978) y Hardman et al. (1988), el aymara pertenece a la familia lingüística ja ql.7 En importancia numérica, ésta es la segunda de las familias lingüísticas andinas, después de la quechua.

En el mismo sentido apuntan algunos pasajes de Gundermann (1986: 167, 169, 170) y Harmelink (1986: 26).

Harmelink (1985:1-4) discute brevemente las limitaciones de la entrevista directa como procedimiento para recopilar información relativa al uso del lenguaje. Dadas las condiciones de la entrevista con preguntas directas, ésta es recomendable más bien para el estudio de sistemas de actitudes.

La mejor presentación de la situación sociolingüística actual en el dominio aymara. es de Gundermann (1988), al que tuve acceso cuando ya este artículo estaba en proceso de impresión.

Pronunciado táqe, que significa “persona, ser humano”. Los detalles de la transcripción vienen más adelante, en la sección “La fonología”.

Tres son las lenguas jaqi existentes hoy:

1. El kawki, hablado hoy por unas doscientas personas ancianas en la provincia de Yauyos, departamento de Lima, en Perú;

2. El jaqaru, hablado en la misma área por unas dos mil personas; y

3. El aymara, cuyo centro territorial es el altiplano andino en el área circundante al lago Titicaca. Cuenta con unos tres millones de hablantes (Hardman et al. 1988:1, 13n.), distribuidos en Bolivia y Perú, a los que hay que añadir núcleos más pequeños situados en Argentina y en Chile.

Todas las lenguas jaqi se carácterizan por la simplicidad de su sistema vocálico, de sólo tres unidades: i, a, u (aun cuando 1/u suelen presentar variantes no significativas algo más bajas, e/o respectivamente). También es característica la gran riqueza y complejidad de su consonantismo: 36 en kawki y en jaqaru la misma cantidad, pero las consonantes en sí no son completamente congruentes. El aymara, como se verá en detalle más adelante- tiene un sistema consonántico más simple, de sólo 26 unidades.

También estas lenguas se caracterizan por la complejidad de su morfología verbal y por su sintaxis relativamente simple. Esto significa que los enunciados están compuestos mayormente por una larga palabra, el verbo, el cual expresa, mediante partículas sufijadas a su raíz, todos los contenidos necesarios para que la enunciación tenga sentido completo en sí misma. Por ejemplo, en aymara, una sola palabra:

parlakipasipxañanakasakipunirakispawa

es una unidad comunicativa completa, equivalente a todo un período oracional complejo en castellano: Yo sé que es deseable y que es necesario que nos comuniquemos entre todos siempre no más” (Yapita 1972, citado en Hardman 1978: 9). En castellano la sintaxis (combinación de palabras entre sí formando frases, cláusulas, oraciones, períodos, etc.) es compleja y la morfología (estructura interna de la palabra) es más bien simple. En las lenguas jaqi la situación es exactamente inversa.

Uno de los puntos más discutidos en la literatura especializada es la relación entre el aymara y el quechua, o para decirlo más exactamente, entre la familia jaqi y la familia quechua.

La posición clásica, formulada inicialmente por Orr y Longacre (1968), sostiene que las lenguas jaqi y el quechua están genéticamente vinculadas, o sea, son el resultado actual de la fragmentación de una sola lengua anterior, el quechumara.

 

2.3. LA FONOLOGÍA

En el aymara hablado en Chile hay tres vocales: i, e, a, u, o; veinticuatro Consonantes: p, p",t,t",k,k´,k", q, q", q´, ĉ, ĉ", ĉ´, s, ´x, x, m, n, ñ, l, λ, p ; y dos semiconsonantes: y, w.
La vocal a tiene siempre una pronunciación similar a la del castellano en palabras como paño, tarro.
Las vocales i, u se pronuncian como en castellano pilla, pulla. Las variantes e, o son similares al castellano pesa, poza.
Las variantes e y o aparecen en dos formas:

-en contacto -inmediato o distanciado- con alguna de las consonantes llamadas post -velares (q, q", q’, x);
-en posición final de la palabra, alternando con las vocales básicas i y u. En el área sur del territorio aymara se prefieren en posición final las variantes e y o (ie-io-ue-uo). En el area norte se prefieren en esta posición las vocales básicas i y u (ei-eu-oi-ou).

Las siguientes consonantes son muy similares al castellano:

- p como en pasa;

- t como en tapa, pero el ápice lingual debe estar apoyado en los alvéolos superiores (y no en la cara interna de los incisivos superiores);

- k es igual a la qu del castellano en palabras como quizás, queso: el dorso de la lengua debe tocar la parte posterior del paladar duro;

- Ĉ es igual a la ch castellana en chapa;

- s es siempre igual a la s del castellano, como en sal;

- ´X es igual a la j en la pronunciación del castellano de Chile de palabras como jirafa, jefe: el dorso de la lengua debe estrecharse contra la parte posterior del paladar duro;

- m es igual al castellano: masa;

- n igual al castellano: nada;

- ñ igual al castellano: ñato;

- l igual al castellano: lado;

- r es siempre igual a la r castellana en palabras como pera;

La consonante λ se pronuncia como la ll en el castellano del centro y norte de España:
llave, lluvia.
Las siguientes consonantes no existen en castellano: q, p", t", k", q", p’, t´, k’, q´, ĉ"´, ĉ´, x.
La consonante q es parecida a la c en el castellano casa, pero durante su articulación el postdorso de la lengua debe tocar la parte posterior del velo del paladar.

La consonante x es parecida a la j castellana en palabras como jarro, jota, jugo, pero durante su articulación el postdorso de la lengua debe aproximarse a la parte posterior del velo del paladar.

Las consonantes p", t", k", q", ĉ" son "aspiradas". Los órganos de la cavidad oral toman la misma posición que para p, t, k, q, ĉ pero la articulación de cada consonante debe finalizar en un soplo de aire. El soplo debe tener la consistencia necesaria como para mover una hoja de papel puesta frente a la boca o hacer oscilar "o incluso, apagar" la llama de una vela situada a unos 5 centímetros de la boca.

Las consonantes p’, t’, k’, ĉ´ son "glotalizadas". Los órganos de la cavidad oral toman la misma posición que para p, t, k, q, c respectivamente, pero simultáneamente se retiene la respiración en la garganta. Al mismo tiempo que se articula la consonante, se libera bruscamente el aire retenido, el que egresara con un chasquido glotal.

La semiconsonante y se pronuncia como la i castellana en piano, aire. La semiconsonante w se pronuncia como la u castellana en cuando, causa. Lo más característico de las semiconsonantes en su comportamiento silábico es que nunca forman sílaba por sí solas: cuando aparecen entre una vocal y una consonante, forman sílaba con la vocal siguiente. Se comportan, entonces, como consonantes.
Teniendo en cuenta que las semiconsonantes están pautadas como consonantes, se puede decir que la frontera silábica aymara depende de dos reglas:
- toda consonante forma sílaba con la vocal que la sigue; y
- dos consonantes contiguas pertenecen a sílabas diferentes.
Por ejemplo:

ropa
sol
hombre
luna

í-si - i-se
in-ti - ín-te
ĉá-ĉa
páq-si - páq-se

Los siguientes ejemplos contienen semiconsonantes:

carne
padre
dos
coba (un arbusto)

áy-ĉa
áw-k"i
pá-ya
qó-wa

En su forma básica las palabras aymaras pueden ser de dos, tres y cuatro sílabas, de las cuales siempre es tónica la penúltima:

muela
rabo

á-qo
ĉ"i-ĉ"i-lín-k"a cola,

Son muy características las palabras -mayormente de dos sílabas-que tienen sus vocales iguales ("reduplicación vocálica") como:

este (demostrativo)
noche
cuero
gato
día

áka
aráma
lip´íĉi
míĉi
úru

Cuando las palabras están iniciadas por vocal, ésta se pronuncia como en alemán, con "ataque duro", esto es, conteniendo brevemente la respiración antes de pronunciar la vocal en sí. El efecto práctico del ataque duro es que no habrá liaison o enlace entre la consonante final de una palabra y la vocal inicial de la palabra siguiente.
Todas las consonantes pueden aparecer en posición inicial de sílaba, pero r sólo ha sido registrada iniciando sílabas intermedias. En posición final de sílaba no han sido encontradas las siguientes consonantes: p, t, k", t", k", q", p’, k’, q’, ĉ, ĉ", ĉ’, salvo cuando ocurre el fenómeno de elisión de vocales.
La siguiente lista léxica ilustra los rasgos más prominentes de la pronunciación del aymara:

1 agua
boca
brazo (y. mano)
uma
laka
ampara
4. cara
cabeza
ceniza
cielo
axanu
p’ eqe
q"eλa
arax-paĉa
8. corazón
día
diente/muela
espalda / hombro
ĉima ĉuyuma
úru
aqo
kaλaĉi
12. estrella
fuego
guata
hombre
warawara
nina
poraqa
ĉaĉa
16. hueso
humo
lengua
luna
ĉ``ak``a
xewq`e
laxa
paqse
20. lluvia
mano
monte
mujer
xaλu
ampara
qoλo
warmi
24. nariz
niebla / camanchaca
noche
ojos
nasa - ñasa
urpu
arama
nayra
28. orejas
pecho
pelo
pené
xinĉu
pira
lak´uta
aλu
32 .perro
pie
piojo
pierna
anoqara - anoxara
kuyo
lap´a
ĉara
36. sangre
senos
sol
uña
wila
ñuño
inti
siλu
40. vulva ĉenque

2.4. DIVISIÓN DIALECTAL

En el área sur del territorio aymara tienen lugar las siguientes particularidades en la pronunciación de las consonantes:

- p se pronuncia como la b del castellano ámbar, tambor, cuando está precedida de m:
ampara se pronuncia ambára: ‘mano’

- t se pronuncia como la d del castellano andar, candor cuando está precedida de n:
inti se pronuncia inde: ‘sol’
(recuérdese que en el área sur se prefieren las variantes e / o en la posición final, en tanto que en el área norte se prefieren las vocales básicas 1/u).

- k se pronuncia como la g del castellano cuando está precedida de n, como en manga, gringo. Se marca así en la transcripción: g
p"atanka se pronuncia p"atan'ga: ‘guatitas’

- g se pronuncia como la g del castellano manga, gringo, pero articulada con el postdorso lingual apoyado contra la parte posterior del velo del paladar. Se marca así en la transcripción: 'g
tonqu se pronuncia tongo

En el área norte tiene lugar la siguiente peculiaridad de pronunciación: la consonante q en posición no inicial puede pronunciarse como la j del castellano ajo, pero articulada con el postdorso lingual apoyado contra la parte posterior del velo del paladar. Se la marca así en la transcripción: x.

paqsi puede pronunciarse paxsi: ‘luna’

Las peculiaridades de pronunciación examinadas sugieren que desde el punto de vista lingüístico el territorio aymara chileno se divide en dos áreas: una septentrional o nortina, y otra meridional o sureña. Todo parece apuntar a que las diferencias entre ambas áreas son más bien menores: detalles en la pronunciación —como los ya expuestos— o preferencia por una palabra frente a otra. El aymara chileno tampoco parece tener grandes diferencias con el boliviano.
En enunciados pronunciados a velocidad normal es muy característica la elisión de la vocal final de algunas de las palabras del enunciado, pero no la de la palabra final. Como el acento conserva su lugar, cuando hay elisión de la vocal final esta resulta con acentuación aguda, en vez de la acentuación normal grave. La elisión vocálica más consistente es la de la última vocal del complemento directo.
También es consistente la elisión de la última sflaba en los numerales maya, ‘uno’ y paya, ‘dos’, con alargamiento de la vocal remanente.
En la conjugación verbal es frecuente la caída o pérdida de algunas vocales —y hasta de sílabas completas— internas, lo que deja como resultado grupos de dos y más consonantes en el interior de la palabra.
Descontada la elisión vocálica, las palabras del enunciado retienen claramente su identidad fonológica, sin fusionarse unas con otras.
En enunciados normales, todas las sílabas se pronuncian con la misma intensidad y altura de tono, con excepción de la sílaba tónica de cada palabra, que es ligeramente más alta y tensa, y de la última sílaba de todo el enunciado, que es ligeramente más baja y laxa. El descenso tonal final aparece no sólo en afirmaciones, sino también en enunciados interrogativos, ya que parece que la diferencia entre aseveración e interrogación se expresa no por la entonación, sino más bien por medio de palabras interrogativas o de sufijos (nominales o verbales) o por una combinación de ambos recursos.

La expresión de valores oracionales por medio de recursos morfológicos bien puede considerarse una característica tipológica de la lengua aymara. Claramente es ésta una lengua polisintética sufijante. Otra manifestación de esta característica tipológica es la retención de la identidad fonológica de las palabras en el enunciado y de los componentes de palabras (raíces y distintos tipos de~sufijos). Aun cuando la gramática del aymara hablado en Chile está por investigarse, los materiales ya reunidos,12 permiten visualizar una rica y compleja sufijación nominal y especialmente verbal que, como vimos, es una característica de las lenguas jaqi que diferencia el aymara del castellano por la simpleza de la estructura morfológica de este último. Por medio de estos sufijos se expresan en aymara en una sola larga palabra (verbo o sustantivo) relaciones, matices, detalles físicos, espirituales, afectivos, cognitivos y pragmáticos del ser y del acontecer, que en castellano expresamos mayormente por varias palabras organizadas en frases y oraciones. El material reunido muestra también que el aymara hablado en territorio chileno no es sustancialmente diferente al hablado en Bolivia, aun cuando ya han sido detectados algunos puntos bien específicos de variación fonológica y léxica.13 Que haya variación de vocabulario no tiene nada de sorprendente, pero la variación fonológica, en cambio, es importante puesto que le sugiere a Harmelink (1985: 12-13) --basándose en sus propios datos y en observaciones de Hardman (1983)- que el aymara chileno representa un estadio arcaico de la lengua, en comparación con el aymara central de Bolivia, más innovador.

 


 

3. MAPUCHE O ARAUCANO (mapudungu)
Adalberto Salas *

3.1. El bilingüismo mapuche-castellano

3.2. La lengua mapuche. Denominaciones

3.3. La División dialectal

3.4. La Filiación genética

3.5. La fonología

3.6. La morfosintaxis

3.7. La literatura oral tradicional

3.8. Influencia del mapuche en el castellano de Chile

3.1. EL BILINGUISMO MAPUCHE-CASTELLANO

Hasta fines del siglo pasado, las exitosas guerras defensivas dejaron a la sociedad mapuche en una situación de aislamiento cultural que favoreció el monolingüismo de la población. De hecho, en la época de la incorporación, la mayor parte de la población era monolingüe de mapuche. A lo largo de los últimos cien años esta situación ha cambiado en el sentido de que el castellano se ha impuesto casi universalmente entre los mapuches, de modo que hoy la población es mayoritariamente bilingüe.

El bilingüismo mapuche-castellano aparece como un continuum entre dos extremos: mapuches monolingües de mapuche y mapuches monolingües de castellano. Los ancianos, especialmente los que viven en los sectores más alejados de los centros poblados, están en un punto que se aproxima al monolingüismo mapuche. Por su parte, los que han emigrado de las comunidades y residen en ambientes urbanos, están en un punto del continuum que se aproxima al monolingüismo castellano. En otras palabras, el uso predominante del castellano parece ser función del grado de participación en la vida nacional, en tanto que el uso predominante del mapuche parece ser función del grado de retención de la cultura vernácula.

Grueso de la población mapuche está en los puntos intermedios del continuum. Algunos mapuches hablan predominantemente mapuche y reservan el castellano sólo para sus contactos con la población hispana. Otros hablan predominantemente castellano y usan el mapuche sólo cuando no tienen otra alternativa. Los mapuches residentes en las comunidades suelen estar en el primer caso: hablan castellano sólo cuando viajan a las ciudades y deben interactuar con hispanos para comprar, vender, hacer trámites civiles o comerciales, requerir servicios, etc. Los emigrados de data más o menos reciente suelen estar en el segundo caso: hablan mapuche sólo con ocasión de sus periódicas visitas a sus parientes de las comunidades, especialmente cuando éstos son ancianos. Esto significa que para los mapuches el mapuche es la lengua para la vida comunal tradicional y el castellano es la lengua para el contacto con la sociedad hispánica y la participación en la vida nacional. Una situación tal de bilingüismo es inestable en el sentido de que la supervivencia de la lengua mapuche depende de la supervivencia de esta cultura.

La población no mapuche residente en la Araucanía es monolingüe de castellano: no habla ni entiende mapuche. No tiene la necesidad de hacerlo, ya que como grupo dominante. puede prescindir de la sociedad mapuche. En cambio, ésta no puede marginarse totalmente de su participación en la vida nacional, y la participación implica necesariamente el uso del castellano. En otras palabras, la necesidad de interacción viene desde la sociedad mapuche, motivada siempre por su inserción en la sociedad chilena, que es la que impone las reglas de la interacción; entre otras, hablar castellano.

Así las cosas, la lengua mapuche es hablada siempre por personas mapuches cuando interactúan entre ellas en situaciones referidas a la cultura mapuche tradicional, lo que normalmente ocurre en el ambiente interno de las comunidades. Si hay un hispanohablante involucrado en la interacción, o si ésta está motivada por el contacto con la sociedad hispánica, se habla castellano, aun cuando el tema de la conversación sea la cultura mapuche tradicional. Por ejemplo, dos mapuches que están comentando las incidencias del último partido de palin ("chueca") hablan mapuche, pero si están conversando sobre los precios del lupino en los poderes compradores, hablan en castellano. Un mapuche describiéndole a un etnógrafo un mito mapuche, o a un médico los síntomas de una enfermedad, o a un funcionario sus necesidades crediticias, habla en castellano. Más aún, la sola presencia (real o potencial) de un hispanohablante en la escena del diálogo, fuerza el uso del castellano.

En estas condiciones, la lengua mapuche es la marca objetiva más clara de tal identidad sociocultural: lo habla solamente quien es mapuche, vive como mapuche, y se expresa en relación a los aspectos mapuches de su existencia personal.

Como el castellano es la lengua auxiliar para las interacciones con hispanohablantes, los segmentos poblacionales más afectados por el contacto son los que presentan un mayor grado de bilingüismo: niños en edad escolar, jóvenes y adultos de ambos sexos. A medida que la gente envejece tiende a espaciar sus viajes a la ciudad, permaneciendo la mayor parte de su tiempo en las comunidades, con lo cual revierte al monolingüismo mapuche, ya que allí el castellano es superfluo. En las comunidades los ancianos conviven con los niños preescolares, a los que transmiten el mapuche. Pero los niños son tempranamente

-aun antes de alcanzar la edad escolar- iniciados en el bilingüismo por sus propios padres, quienes suelen visualizar el buen dominio del castellano como un poderoso instrumento de promoción social en el mundo externo a las comunidades.

La escuela chilena ha jugado un rol central en la adquisición del castellano y de las formas básicas del comportamiento urbano moderno por parte de la población mapuche. Aun cuando las escuelas de la Araucanía están pautadas según el modelo único para todo el país, y, en consecuencia, no tienen ni planes ni programas especiales para la atención lingüística y cultural a las minorías vernáculas, ellas representan una inmersión significativa en la lengua y la cultura de la sociedad dominante. En la escuela el niño queda expuesto a la lengua y los contenidos culturales hispánicos. Allí se asienta su bilingüismo, logrando un aceptable equilibrio entre el mapuche y el castellano. Más tarde, a partir de la edad juvenil, este equilibrio se romperá según la orientación de la vida individual.

El joven que emigra a la ciudad está, muy probablemente, destinado a salir del bilingüismo en favor del uso predominante del castellano. En cambio, el que queda en las comunidades, mantiene más bien el uso predominante del mapuche, mientras que su castellano queda restringido al estatus de lengua auxiliar para el contacto. Al quedar inmerso en el medio hispanohablante, el mapuche emigrado a la ciudad mejora notablemente su nivel de dominio del castellano, pero el desuso deteriora su dominio del mapuche. El mapuche residente en las comunidades, en cambio, no desarrolla su castellano más allá de los niveles comunicativos mínimos.

Por lo general, las personas en las que predomina el mapuche presentan un castellano muy característico, con notorias interferencias del mapuche en la pronunciación y en la gramática, con estructuras gramaticales relativamente simples y un vocabulario más bien limitado. Suelen tener serias dificultades de comprensión y de expresión en esta lengua. Muchos manejan muy mal los aspectos pragmáticos de la comunicación lingüística, de modo que su comportamiento verbal resulta insatisfactorio o chocante para la población hispanohablante.

La ruptura más dramática del bilingüismo tiene lugar cuando en el ambiente familiar y comunal, los mayores les hablan a los niños solamente en castellano, prohibiéndoles sistemáticamente el uso del mapuche. En estos casos, la única lengua que los niños aprenden es el castellano precario y aberrante que hablan sus padres. No hablan mapuche ni hablan un castellano satisfactorio para el mundo hispánico. Ultimamente esta situación se ha extendido tanto en la Araucanía, que ya se puede hablar de la existencia de un verdadero dialecto regional del castellano, hablado por la población mapuche y al que los especialistas llaman "castellano mapuchizado" (Hernández y Ramos 1978, 1979), caracterizado por palabras castellanas, pero pronunciadas, estructuradas y organizadas al modo mapuche, y muchas veces usadas con un contenido semántico mapuche. Este dialecto es visualizado por la población hispanohablante como una manifestación lingüística de segundo orden, frecuentemente ridiculizada en conversaciones privadas y hasta en espectáculos públicos.

En las escuelas los niños mapuches se enfrentan a serios problemas derivados de su particular estatus lingüístico. Como ya quedó dicho, las escuelas de la Araucanía están pautadas sobre el patrón general para todas las escuelas chilenas: la misma organización institucional, los mismos planes y programas, el mismo tipo de personal docente. La enseñanza se imparte, por supuesto, en castellano, porque presupone un educando hispanohablante. A este niño hispanohablante nativo se le enseña a leer y escribir en castellano, y en castellano se le enseñan los contenidos culturales hispánicos, entre otros, castellano culto, gramática formal y apreciación de obras literarias chilenas, sudamericanas y españolas. Está claro que en una escuela así no hay lugar para un niño mapuche, que no habla castellano o que habla un castellano mínimo. Es ilusorio pensar en que un sistema educacional tan desajustado lingüística y culturalmente con su población, pueda cumplir adecuada y eficientemente sus objetivos específicos y generales. La escuela rural en la Araucanía debiera estar programada sobre el principio básico de que nadie puede ser alfabetizado en una lengua que no habla; o, formulado en términos más generales, nadie puede ser educado en una lengua que no entiende ni habla. Diversas configuraciones programáticas y curriculares surgen de la aplicación de este principio, pero pueden reducirse a dos posibilidades extremas:

a) la población mapuche deberá ser alfabetizada y educada en mapuche, en tanto que se le enseñará gradualmente el castellano con la metodología de la enseñanza de las lenguas extranjeras; o

b) la población mapuche deberá ser alfabetizada y educada en castellano, después de un intensivo período de preparación en la lengua oral que deje a los niños a un nivel de competencia lingüística equivalente al que tienen los niños hispanohablantes al incorporar-se al sistema educacional.

La aplicación de estas soluciones y, sobre todo, sus consecuencias para la vida de la sociedad mapuche y de la sociedad nacional, tendrían que ser objeto de cuidadosos estudios de planificación lingüística y educacional.

Ya se dijo que los mapuches emigrados a las ciudades tienden a salir de la situación de bilingüismo, orientándose hacia el uso predominante del castellano. A la larga, inevitablemente, llegan al deterioro o a la pérdida de su competencia lingüística en mapuche. Sin embargo, durante la última década se aprecia entre algunos mapuches de residencia urbana el surgimiento de una muy definida actitud de lealtad hacia su lengua nativa, cuya manifestación más relevante ha sido el propósito deliberado de cultivar el mapuche como lengua escrita.

Muchos líderes intelectuales mapuches visualizan el cultivo escrito del mapuche como un medio para asentar ante la comunidad hispanohablante el prestigio de la lengua y de la identidad sociocultural mapuche, y para preservar en textos escritos la cultura vernácula tradicional, afectada -cuando no directamente amenazada- por el impacto de la sociedad hispánica.

En respuesta a este interés, la Sociedad Chilena de Lingüística ha llegado recientemente a la proposición de un alfabeto mapuche, en cuya elaboración trabajaron equipos de lingüistas profesionales, líderes intelectuales, escritores y profesores mapuches. Se aprovechó la experiencia obtenida en la realización de talleres de lectoescritura en mapuche llevados a cabo á partir de 1980 en la Universidad Católica de Temuco y en el Instituto Lingüístico de Verano (Metrenco).

El alfabeto propuesto trata de conciliar la fidelidad en la representación de la pronunciación mapuche con las prácticas ortográficas del castellano, con el propósito de minimizar la interferencia del alfabetismo en mapuche con el alfabetismo en castellano. Especial cuidado han tenido los proponentes en obtener un alfabeto de uso cómodo para los efectos de la escritura a máquina y de imprenta. Dentro de lo posible, han procurado no alejarse mucho del sistema ortográfico en que están escritas las grandes obras clásicas sobre la lengua y la cultura mapuches, escritas desde fines del siglo pasado por el padre capuchino Félix de Augusta y sus cohermanos'.

3.2. LA LENGUA MAPUCHE. DENOMINACIONES

Los mapuches se denominan a sí mismos mapuche, que significa literalmente "gente de la tierra", compuesto de mapu "tierra" y ce "gente, persona". La palabra araucano con que se los conoce en la literatura histórica y antropológica, no existe en la lengua mapuche. En realidad es un gentilicio formado en castellano a partir de Arauco, nombre que el conquistador español dio a la cuenca inferior del río Biobío. A su vez, la etimología de Arauco es incierta, posiblemente se trate de una temprana castellanización del mapuche ragko "aguas gredosas", compuesto de rag "greda" y ko "agua". Se ha señalado también como étimo posible de Arauco al quechua awka "rebelde, salvaje", calificativo que los soldados y funcionarios del imperio incaico habrían aplicado a los mapuches por su belicosidad.

El nombre araucano se impuso en Chile hasta bien entrado el siglo XX, posiblemente por influencia del poema épico de Alonso de Ercilla, que tan marcada importancia ha tenido en la formación de la conciencia histórica del país. Modernamente, los antropólogos y los lingüistas tienden a utilizar la denominación vernácula (mapuche), en tanto que los historiadores tienden a usar la denominación hispánica (araucano). Fuera de los círculos académicos, la denominación mapuche es normal en la Araucanía, donde la gente vive en contacto cotidiano con la población mapuche actual. En el resto del país predomina la denominación libresca araucano, mayormente aplicada a la población autóctona de la época heroica de las Guerras de Arauco, cantada en la epopeya de Ercilla. Los campesinos hispánicos de La Araucanía llaman paisanos a sus vecinos mapuches. Estos, por su parte, llaman wil)ka, literalmente "ladrón, asaltante, usurpador", a los hispanochilenos.

La nomenclatura refleja la tensión entre los grupos. Los mapuches aceptan bien la palabra mapuche, pero son sensibles a los matices despectivos de los derivados mapuchón o mapuchito. La denominación que sienten como más ofensiva es indio. Los hispanohablantes más sensitivos la evitan y recurren eufemísticamente a alternativas como indígena o aborigen.

Los mapuches llaman a su lengua mapuθuŋu, literalmente "habla de la tierra", formado sobre mapu "tierra" y θuŋu "habla". Algunos prefieren la denominación de tipo verbal mapuθuŋun. Al castellano lo llaman wiŋkaθuŋu (n) "el habla (o el hablar) de los chilenos".

3.3. LA DIVISIÓN DIALECTAL

La población mapuche actual es sensiblemente uniforme desde el punto de vista lingüístico. Las diferencias en el habla de las distintas regiones son insignificantes: unos cuantos detalles de pronunciación y de vocabulario. El núcleo de la estructura fonológica y gramatical y del vocabulario, es el mismo a través de todo el territorio mapuche.

A fines del siglo XIX, Rodolfo Lenz distinguió, desde el punto de vista lingüístico, cuatro grupos mapuches, que él denominó picunche, moluche, pehuenche chileno y huiluche, distribuidos así:

- picunche, hablado en llano central hasta la provincia de Malleco, IX Región;

- moluche, hablado en el área llamada Araucanía Central, más o menos correspondiente a la provincia de Cautín, IX Región;

- pehuenche chileno, hablado por la población residente en la precordillera y vertiente occidental de la Cordillera de los Andes, entre las provincias de Biobío (VIII Región) y de Valdivia (X Región);

- huilliche, hablado en la X Región.

Según Lenz, los grupos menos diferenciados entre sí son el moluche y el pehuenche. Estos tienen pocas diferencias con el picunche. El grupo más divergente es el huilliche.

Hoy, a casi cien años de la división de Lenz, el grueso de la población mapuche es moluche. Los grupos picunche y pehuenche son definitivamente minoritarios, en tanto que los huilliches están prácticamente extinguidos, a excepción de algunas pequeñas agrupaciones en el área de San Juan de la Costa, en la provincia de Osorno, X Región.

Los grupos distinguidos por Lenz no corresponden a parcialidades lingüísticas o culturales internamente reconocidas por los mapuches mismos. Con la sola excepción de pehuenche, los nombres elegidos por Lenz son deícticos en mapuche, no nombres de grupos definidos. Así, picunche es una castellanización de pikumĉe "nortino", formado por pikum "norte" y ĉe "gente". Del mismo modo, huilliche procede de wiλiĉe"sureño", compuesto de wiλi "sur" y ĉe "gente". Por su parte, pehuenche viene de peweλĉe "gente del piñón" (de peweŋ"piñón" y ĉe "persona"), que es el nombre que los mapuches del llano central dan a los mapuches cordilleranos, entre quienes es característica la recolección para consumo y venta del fruto ("piñón") del pino araucaria. A su vez, desde el punto de vista de los pehuenches, los mapuches del llano central son ŋoluce (o moluce) "gente del occidente", formado de ŋolu (o molu) "occidente" y ĉe "gente".

3.4. LA FILIACIÓN GENÉTICA

Tradicionalmente se ha considerado que el mapuche es una lengua aislada, "sin relación directa de parentesco" con ninguna de las lenguas del cono sur (Lenz 1896: XXII). Para Englert (1936: 80), en cambio, hay "un probable parentesco, aunque lejano, entre el mapuche, el quechua y el aymara".

En la clasificación de Tovar (1961:194-199) el mapuche aparece en el tipo II ("andino") junto al quechua, aymara, huarpe (allentiac y millcayac), lule-tonocoté, tehuelche, ona y yámana. Según la clasificación estándar, el mapuche pertenece a la subfamilia araucana (familia araucano-chon), del grupo andino, tronco andino-ecuatorial (Greenberg 1960: 794, cit. en Key 1979: 42).

3.5. LA FONOLOGIA

El sistema fonológico del mapuche consta de seis vocales: a, e, i, o, u, ï; tres semiconsonantes: y, w. g; y 18 consonantes: ĉ,θ, f. k, l, λ, m, n, ņ, ñ, ŋ, p, r, s, t ,ţ, tr.

La pronunciación de las vocales es la siguiente:

-a es similar a la a castellana en aro;
-e es similar a la e castellana en eso;
-i es similar a la i castellana en hipo;
-o es similar a la o castellana en osa;
-u es similar a la u castellana en uso.

La sexta vocal, ï, es desconocida en castellano. Se puede pronunciar:

1) Como una u, pero con los labios puestos en la posición de una i; en posición inicial absoluta puede estar precedida de una g muy breve y poco audible; en posición final puede estar seguida de esta g, por ejemplo:

muchacha
nube
ïλca o giλĉa
tromï o tromïg

2) como una e muy breve y poco audible, pero articulada con el dorso de la lengua (no el ápice) ligeramente arqueado hacia arriba; ésta es la pronunciación normal con posición media como en:

pareja

mïr par

Las semiconsonantes y, w, se pronuncian respectivamente como la i en tienda, peine, y la u, en puente, causa. La semiconsonante g se pronuncia como la g castellana en lago pero bastante más relajada. Ejemplos:

nariz
maíz
treile


yegua
siete

yu
wa
tregil

eymi
awka
regle

La pronunciación de las consonantes es la siguiente:

- ĉ como en castellano chapa;
- k como la c en castellano casa, cosa, cuna y como la qu en queso, quizás;
- l como en castellano lado;
- m como en castellano mano;
- n como en castellano nada;
- n como en castellano ñato;
- p como en castellano pasa;
- t como en castellano tasa

La consonante θ se pronuncia de dos maneras:

1) como la z o la c (en los grupos ce, ci) del castellano de Castilla, por ejemplo en zorro, cerca;
2) como la d en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:
θomo "mujer"

La consonante f se pronuncia:

1) como en castellano;
2) como la y en inglés vein "vena" o la w en alemán Wein "vino":
folil raíz

La consonante λ se pronuncia como la ll en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:

abuelo, nieto patrilineal

laku

La consonante λ se pronuncia como la ll en castellano de Castilla:

tibio

λako

La consonante ņ se pronuncia como la n en castellano, pero con el ápice lingual ligeramente apoyado entre los incisivos superiores e inferiores:

pie, pata

ņamuņ

La consonante tr se pronuncia como el grupo tr del castellano chileno vulgar, por ejemplo en trampa; o como la tr del inglés trip "viaje":

ají

trapi

Alguna de las seis vocales debe aparecer en toda sílaba. Las vocales pueden estar solas o precedidas o seguidas de una consonante o semiconsonante. Sin embargo, en posición
postvocálica no aparecen las consonantes ĉ, k, p, ţ, t, tr.
Las palabras mapuches simples pueden tener una, dos o tres sílabas, como en:

soga
madre
golondrina
θef
ñuke
piλmaykeñ

Pero dada la índole de la lengua son frecuentes las palabras largas, sustantivos compuestos o formas verbales ricamente flexionadas o una mezcla de ambos, como en:

Fítrapïtraŋerumekey

gran-panza-tener- de repente-siempre-él
de repente se pone panzón

El acento mapuche no es contrastivo, o sea, su posición no está vinculada con un significado dado. De hecho, el acento puede desplazarse dentro de una palabra, sin que se produzcan cambios de significado o distorsión de la palabra. Las palabras terminadas en consonante o semiconsonante tienden a ser agudas; las palabras terminadas en vocal pueden ser agudas o graves, como en:

mar, lago
mentira

Lafkéņ
Kóyla / koylá

Cuando en una palabra hay mucha distancia entre la sílaba inicial y la sílaba tónica, aparece un acento secundario en la primera o segunda sílaba, como en:

estrella
esta nadando

Wáŋilén
Weyúlkïléy

La siguiente lista léxica ilustra el fonetismo mapuche:

1. agua
boca
brazo
ko
wïņ
lipa
4. cabeza
cara
ceniza
cielo
loŋko
aŋe
trufken
welu
8. corazón
día
diente
espalda
piuke
aņţï
foro
furi
12. estrella
fuego
guata, vientre
hombre
waŋïlen
Kïtral
pïtra
wentru
16. hueso
humo
lengua
luna
foro
pitrum
kewüņ
kïyeņ
20. lluvia
mano
montaña
mujer
mawíņ
kuwï
mawiθa
θomo
24. nariz
niebla
noche
ojos

yu
trukïr
puņ
ŋe

28. oreja
pecho
pelo lo
pené
pilum
ruku
ko
pïnïn
32. perro
pie
piojo (de la ropa)
pierna
trewa
ņamuņ
tïņ
caŋ
36. sangre
senos
sol
uña
moλfï
moyo
aņtï
wili
40. vulva kutri

3.6. LA MORFOSINTAXIS

En mapuche los sustantivos no están agrupados en géneros, ni varían formalmente por número. Cuando se trata de animados, la palabra en sí implica un sexo dado y excluye al otro, como en:

padre
tía
puma (macho)
puma (hembra)
ĉao
palu
pa ŋi
pa ŋki λ

O incluye ambos sexo, como en:

perro/ a
trewa

Para expresar formalmente el número se puede utilizar una partícula libre pu, que indica plural, como en:

los perros/ as
pu trewa

O se puede indicar la cantidad precisa por medio de los numerales:
1 (kiñe), 2 (epu), 3 (kila), 4 (meli), 5(kechu), 6 (kayu), 7 ( regle), 8( pura), 9 (ayλa), y para 10(mari), 100( pataca), y mil (waraŋka)

las decenas se obtienen así:

la unidad x 10 = decena
kiñe diez
epu mari veinte
kila ´´´´ treinta

las centenas se obtienen así:

lunidad x 100 = centena
kiñe cien
epu doscientos
kila pataka trescientos

el mismo procedimiento permite formar los numerales de mil:

unidad x 1000 = milena
kiñe mil
epu dos mil
kila waranka tres mil

y las unidades se añaden a los numerales así formados por ejemplo:

(2 X 10) + 9 = 29
epu man ayλa

El sistema puede recurrir hasta formar 9.999.

(9 X1.000)+ (9 X 100) + (9X10)+9
ayλa waranka ayλa pataka ayλa man ayλa

Al no haber géneros, los adjetivos tienen una sola forma, como puede apreciarse en:

-kiñe ĉoθ alka
un amarillo gallo
un gallo amarillo

-kiñe ĉoθ aĉawaλ
una amarilla gallina
una gallina amarilla

pero los adjetivos pluralizados están marcados por el sufijo -ke, como puede apreciarse en:

-kiñe kïme mansun
un buen buey
un buen buey

-epu kime-ke mansun
dos buenos buey
dos buenos bueyes

La mayor parte de los sustantivos son simples, pero es posible hacer composiciones, en las que el primer elemento modifica al segundo, como puede verse en:

piĉi θomo
chico mujer
niña

-plata -ĉemkïn
plata cosas
platería

Hay también sustantivos derivados. Por ejemplo el sufijo -we "lugar lleno de..." se puede añadir a otro sustantivo:

miλa
miλa-we

oro
yacimiento aurífero

o el sufijo homófono -we "instrumento para..." se puede añadir a una raíz verbal:

lepï-we
barrer-instrumento
escoba

o el sufijo -fe "actor, agente" se puede añadir a una raíz verbal:

weñe-fe
robar-gente
ladrón

El verbo mapuche es formalmente muy complejo. Mínimamente presenta diferencias por modo, persona y número. Hay tres modos: real (o indicativo), hipotético (o subjuntivo) y volitivo (o imperativo):

trabajaste (real)
si trabajas (hipotético)
¡trabaja! (volitivo)

Kiθawimi
kïθawilmi
kiθawiŋe

Hay tres personas: 1ª, 2ª y 3ª Las dos primeras están marcadas por número: singular, dual y plural. La 3ª persona no está afectada por la distinción de número. Por ejemplo, en modo real se encuentran las siguientes siete formas:

Sgl.1ª tripan salí
Sgl.2ª tripaymi saliste
Dl. 1ª tripayu salimos (dual)
Dl..2ª tripaymu salisteis (dual)
Pl. 1ª tripaiñ salimos (plural)
Pl..2ª tripaymin salisteis (plural)
Pl. 3ª tripay salió, salieron (Sin expresión de número:)

y hay otra serie comparable en modo hipotético y otra en modo volitivo. Si es necesario, puede precisarse el número de la 3ª persona por medio de dos palabras sueltas: eŋu "dual de 3ª persona", eŋïn "plural de 3ª persona":

tripay ruka meo eŋu
salió casa dé dual
ellos dos salieron de la casa
tripay ruka meo eŋïn
salió casa de plural
varios de ellos salieron de la casa

Las palabras eŋu y eŋïn pueden fusionarse la forma vebal, como en:

koniŋu ruka meo
entró dual casa a
ellos dos entraron a la casa
koniŋïn ruka meo
entró plural casa a
varios de ellos entraron a la casa

De acuerdo con las distinciones de persona y número en el verbo, hay pronombres personales para 1ª y 2ª persona en singular, dual y plural:

Singular Dual Plural
1ª persona iñĉe iñĉu iñĉñ
2ª persona eymi eymu eymin

pero no hay pronombres para la 3ª persona. Cuando es necesario, puede recurrirse al demostrativo fey "ése, ésa, ésos, ésas". Ni los pronombres personales ni el demostrativo fey son obligatorios, ya que la persona y el número, cuando corresponde, están claramente marcados en la forma verbal.

Uno de los rasgos más prominentes del verbo mapuche es su capacidad para expresar varias personas interactuantes entre sí, como puede apreciarse en:

yo miré leli-n
tú me miraste leli-e-n

la desinencia -n indica que ambas formas están conjugadas en 1ª persona singular. Esta es la "persona focal" de la forma verbal. En lelin la 1ªpersona focal es el agente y no hay otra persona interactuante con ella. En cambio, en lelien hay una 2a persona singular comportándose como agente. Es la "persona satélite". Como ésta es agente, la persona focal corresponde al paciente de la interacción:

leli mirar
-e persona satélite 2ª sgl. agente
-n persona focal 1ª sgl. paciente tú me mirastesgl. agente

En cambio en:

lelifiñ yo lo (la, los, las) miré
la persona focal 1ª singular (-ñ, una variante de -n) es agente, y la persona satélite3ª (-ñ,una variante de-n ) es paciente
elieneo él (ella) me miró,
ellos (ellas) me miraron
a persona focal 1ª singular (-n) es paciente, y la persona satélite 3ª (e...eo) es agente
leliŋen alguien me miró
la persona focal 1ª singular (-n) es paciente, y la persona satélite3ª indefinida (-ŋe) es agente.

El sistema entero es muy complejo: cada verbo transitivo (o transitivizado) contiene una treintena de formas que expresan una completa red de interacciones personales.

Si la forma verbal contiene un paciente, éste puede ser directo, como en:

lelien tú me miraste (a mí)

o indirecto, lo que se logra por medio de un tipo de sufijos "indirectizantes", como en:

leli-ñma-e-n ñi ñawe tú me miraste eso mi hija

el sufijo -ñma indica que la persona focal paciente 1ª singular (-n) es paciente indirecto de
la acción de mirar (leli) realizada por la persona satélite 2ª singular (-e). El paciente directo de la acción es una persona, animal o cosa perteneciente al paciente indirecto: ñi ñawe "mi hija". En el siguiente ejemplo:

leli-ñma-fi-ñ ñi ñawe yo lo miré eso su hija

(compárese leli-n "yo miré", leli-fi-ñ "yo lo miré a él") la gente es la persona focal 1ª singular (-ñ, una variante de -n), el paciente es la persona satélite3ª (-fi); es paciente indirecto, lo que está marcado por -ñma. El paciente directo es ñi ñawe "su hija (de él, el paciente indirecto)".

3.6. LA MORFOSINTAXIS (continuación)

El sistema tiene una complejidad adicional. Si la acción implica alejar al paciente directo de la esfera del paciente indirecto, se usa el sufijo -ñma, pero si implica acercamiento del paciente directo hacia el paciente indirecto se usa el sufijo -lel, como puede apreciarse en los siguientes ejemplos:

kintu-n mamiλ yo busqué leña
kintu-e-n tú me buscaste (a mí)
kintu-ñma-e-n mamiλ tú me buscaste eso leña
kintu-lel-e-n mamiλ tú me buscaste eso leña

La diferencia entre los dos últimos enunciados es la siguiente: el sufijo -ñma es separativo e indica que la leña era del hablante y que el oyente la buscó para sí; el sufijo -Iel es aproximativo e indica que el oyente buscó leña para llevársela al hablante. En el siguiente ejemplo:

ŋi a-fi-ñ kaweλo yo lo compré caballo
compré el caballo

ŋiλa-ñma-fi-ñ Antonio ñi kaweλo

yo lo compré eso Antonio su caballo
yo le compré su caballo a Antonio
ŋiλa -lel-fi-ñ Antonio ñi kaweλo yo lo compré eso Antonio su caballo
yo le compré su caballo a Antonio

la forma ŋiλ añmafiñ indica por medio del indirectizante separativo -ñma que el caballo era de Antonio, quien lo vendió al hablante. La forma ŋiλ alelfiñ indica por medio del indirectizante aproximativo -lel que el hablante fué quién compró el caballo y se lo dio a Antonio.

En el modo real el verbo mapuche presenta cuatro matices temporales. La forma básica corresponde a un presente o a un pretérito indefinido:

nie-n kiñe tralka tengo una escopeta

Este sufijo sirve para expresar acciones pasadas anuladas por una acción posterior, como en:

kuyθa-fu-n waka, welu weñeñmaŋen cuidé vaca pero alguien me robó eso
cuidé la vaca, pero me la robaron

Otro sufijo de tiempo es -a que tiene el valor de futuro, como en:

kon-a-n ruka meo entraré casa a
entraré a la casa

que es muy usado para dar órdenes suavizadas como:

kiθaw-a-ymi ¡trabajarás!

es una forma de mandato más suave que el imperativo kiθaw- e ¡trabaja!
El último sufijo de tiempo es -afu que expresa acciones futuras condicionadas, como en:

θunu-afu-n pile ñiθol yo hablaría si desea jefe si el jefe quiere, yo hablaré

Dos son los tiempos más usados en modo hipotético: la forma básica y el pretérito remoto (-fu) la forma básica indicada acción hipotética vigente, como en:

θu ŋu-fu-li (aλkïtu ŋea ) si hablo (alguien me escucha)

Las formas en pretérito remoto indican hipótesis no cumplidas en el pasado, como en:

θu ŋu-fu-li (aλkïtu ŋea fun) si yo hubiese hablado (alguien me habría escuchado))

Las formas verbales en modo real se niegan por medio del sufijo -la, como en:

tripa-n salí
tripa-la-n no salí

En modo hipotético se niega por medio del sufijo-no, como

θu ŋu- lmi si hablas...
θu ŋu-no- lmi si no hablas...

Y en modo hipotético se niega por medio del sufijo -kil, como en:

kon- ŋe ¡entra!
kon-kil- ŋe ¡no entres!

El verbo mapuche es muy rico en la expresión de detalles físicos y espirituales de la acción, expresados por medio de sufijos, entre otros los siguientes:

-por medio del sufijo -rke el hablante puede indicar que la información es nueva para él, como en:

kewaymi peleaste
kewa-rke-ymi peleaste (ahora que me lo dices lo sé)

o que había pasado inadvertida para él como en:

ŋoλimi te embriagaste
ŋoλi-rke-ymi te embriagaste (ahora recién me di cuenta)

o que la información no es de su responsabilidad, como en:

ïrarïmi gritaste
ïrarï-rke-ymi dicen que gritaste

-el sufijo -ke indica acción acostumbrada, como en:

ŋoλimi te embriagaste
ŋoλi-ke-ymi siempre te embriagas

-el sufijo -tu indica que la acción representa una vuelta a un estado originario de cosas, como en:

kïpaymi viniste
kipa-tu-ymi viniste (volviendo)

-el sufijo -pe indica acción reciente, como en:

lefimi corriste
lef-pe-ymi recién corriste

Hay una serie completa de tres locativos:

ïrarïmi gritaste
ïrarï- pa- ymi gritaste acá
ïrarï- pu- ymi gritaste allá
ïrarï- me- ymi fuiste allá a gritar

que se pueden combinar con dos sufijos adverbiales: -yeki "acción gradual" -r "acción puntual", como en:

i-yekï-me-ymi fuiste comiendo
i-yeki-pa-ymi viniste comiendo
i-r-pu-ymi hacia allá pasaste a comer
i-r-pa-ymi hacia acá pasaste a comer

Varios de estos sufijos pueden ocurrir en una sola forma verbal, siguiendo un orden rígidamente pautado.
La lengua mapuche no sólo dispone de un rico inventario de verbos, sino que, además, cualquier palabra puede transformarse en verbo por medio de diversos sufijos de función verbalizadora. Por ejemplo, mediante el sufijo -tu la palabra nuka "casa" puede transformarse en rukatu "edificar una casa", como en:

rukaturkeymi dicen que edificaste una casa

o la palabra ilo "carne" puede dar o rigen a ilotu "comer carne", como en:

ilotulan no comí carne

Por este procedimiento hasta frases completas pueden transformarse en verbo, como en:

Fitrakepolaynatuley
grandes-polainas-verbalizador-durativo-él-real él usa grandes polainas
kïmewentruŋelaymi
buen-hombre-verbalizador atributivo-negativo-real-tú tú no eres un hombre bueno

En mapuche es muy característica la llamada "incorporación del complemento directo". Esta funciona así: el verbo y el complemento directo se juntan entre sí y el conjunto resultante se conjuga como si fuera un verbo simple. Por ejemplo: λasu "lacear" y kawe λu "caballo" forman el verbo λasukawe λu "lacear el caballo", como en:

λasukawe λupïθan
lacear-caballo-por no dejar no más-yo real
por no dejar no más le eché el lazo al caballo.

Se pueden juntar dos verbos para formar uno nuevo. Por ejemplo: awkantu "hácer travesuras" y meke "ocupar tiempo en algo", pueden unirse en awkantumeke "estar durante un tiempo haciendo travesuras", como en:

kom antï awkantumekey pu trewa todo día está traveseando pl. perro los perros pasan el día haciendo travesuras

Los verbos mapuches presentan un conjunto de seis o siete formas equivalentes al modo infinitivo de los verbos castellanos (infinitivo, gerundio, participio), mediante las cuales se pueden expresar finas relaciones de subordinación. Por ejemplo, el sufijo -lu, combinado con el sufijo -a de futuro (-alu), indica la finalidad o el propósito de una acción, como en:

tripay kintuafilu ta ĉi ŋïrï
salió a buscarlo el zorro Salió a buscar el zorro

en tanto que el sufijo -el, combinado con el sufijo -a de futuro (-ael), expresa la finalidad o el propósito de todo un evento, como en:

konkeïŋin paliwe meo ta ñi paliael eŋin
entran ellos pl. cancha a su jugar ellos pl.
Ellos entran a la cancha a jugar.

3.7. LA LITERATURA ORAL TRADICIONAL

Las artes verbales ocupan un lugar destacado en la cultura mapuche. Se cultivan las adivinanzas (kuņeo o kuņew), la. oratoria ritual y ceremonial (wewpin), la narrativa histórica (ņítram), y la narrativa de ficción (epeo o epew).

Los epeo son la manifestación más prominente de la literatura oral tradicional mapuche. Se polarizan alrededor de dos temas clave: los epeo míticos y los epeo de animales. Los primeros son de tono tétrico y sombrío, su universo es el de los hechiceros, las creaturas demoníacas, los difuntos. Los epeo de animales son de tono liviano y de sentido fabulesco: los animales reales del territorio mapuche interactúan antropomorfizados como estereotipos conductuales, tales como la astucia, la fuerza física, la ingenuidad, etc.

3.8. INFLUENCIA DEL MAPUCHE EN EL CASTELLANO DE CHILE

Rodolfo Lenz estableció lo que se podría llamar el enfoque clásico de las relaciones entre el mapuche y las características más prominentes del fonetismo del castellano de Chile:

pronunciación alveolar de t/d ante r (como en entre, liendre), pronunciación asibilada (o sea, sin vibración del ápice lingual) de r en posición inicial (como en ropa), y tras l/n (como en alrededor, enredo) y en los grupos rr y dr (como en trapo, droga); pronunciación asibilada de rr (como en perro), pronunciación bilabial de f, aspiración de s final, etc. Estas características fueron atribuidas por Lenz a influencia mapuche, hasta el punto en que llegó a afirmar que el castellano vulgar en Chile "es principalmente español con sonidos araucanos" (1940: 249). Partiendo de argumentos histórico-demográficos y dialectológicos, Amado Alonso (1953) ha demostrado que la posición de Lenz es insostenible: ni en la pronunciación ni en la estructura gramatical del castellano de Chile hay un solo rasgo que pueda ser atribuido con cierta seguridad a influencia del mapuche.

En lo que respecta al léxico, la influencia del mapuche en el castellano chileno es también mínima en cantidad e importancia: las únicas palabras de origen mapuche de uso general en Chile, son nombres de lugares y algunos relativos a la flora y fauna autóctonas.

La nula o mínima influencia del mapuche en el castellano de Chile sugiere por lo menos la necesidad de volver a plantearse el problema de la importancia del componente mapuche en la formación de la identidad sociocultural chilena. En todo caso, desde el punto de vista de la lengua -con toda su carga cognitiva y cultural- la incidencia del mapuche no es significativa.

 


 

6. EL YÁMANA O YAGÁN (háusi kút~)

Adalberto Salas *

6.1. La Fonología

6.6. El vocabulario yámana-yagán. Perspectiva etnográfica

El yámana o yagán, la lengua más austral del mundo, fue hablada hasta fines del siglo pasado por un grupo de canoeros nómades extendido a lo largo de los archipiélagos y canales del confín mismo de América, entre la Península de Brecknock y el Cabo de Hornos. Actualmente se encuentra en los momentos finales del proceso de extinción. En la aldea de Ukika, cercana a Puerto Williams, en Isla Navarino, viven cuatro mujeres -todas de más de sesenta años- hablantes terminales de la lengua. Tres de ellas son yaganas y una es alacalufe, criada en la comunidad yagana. Hablaron yagán de niñas, pero ya en edad juvenil se integraron a la cultura hispánica y abandonaron el uso real de la lengua vernácula. Se casaron con colonos hispánicos del área y criaron a sus hijos y nietos como monolingües de castellano. Dos de ellas recuerdan muy bien palabras aisladas en yagán, pero no presentan mayor competencia real en la lengua. La descripción de la pronunciación del yámana-yagán presentada por Salas y Valencia 1990 fue preparada a partir de listas léxicas producidas por estas dos mujeres. Ellas llaman a su lengua háusi kút', y al castellano póla kút'.

6.1. LA FONOLOGÍA

Hay siete vocales: i, e, æ, ', a, o, u; dieciséis consonantes: p, t, k, tr, ĉ,s, ŝ, h, y, r, w, m, n, l, ř. Hay además un golpe glotal (?) similar al descrito más arriba para el alacalufe y el pascuense.

Las vocales i, e, a, o, u se pronuncian aproximadamente como en castellano. La vocal æ, se prónuncia como la a del inglés cat (gato); la vocal ' es parecida a la u del inglés cup (taza).

La pronunciación de las consonantes es la siguiente:

p se pronuncia como en inglés paper (papel); t como en inglés tape (cinta); k como en inglés key (llave); fr como en inglés travel "viaje"; ĉ como en castellano chapa; f como en castellano farol; s se pronuncia mayormente como en castellano, pero a veces presenta una variante retrofleja, o sea, durante su articulación, el ápice lingual está curvado hacia el fondo de la boca; s como la sh en el inglés shower (ducha); h como en inglés house (casa); y como la i en castellano piel; r es siempre retrofleja; w como la u en castellano puente; m como en castellano mano; n como en castellano nada; l como en castellano lado; y ř como la r en castellano cara.

La sílaba puede estar formada por una vocal sola, como en:

á-nan

canoa

o por una vocal y una consonante, como en:

an-táe-pa

carne

o por una consonante y una vocal, como en:

m'-t'n

tres

o por una consonante, una vocal y una consonante, como en:

píh

animal, pájaro

Las palabras pueden ser de una sola sílaba, como:

Yáes

mano

de dos sílabas, como:

sú-sa

pingüino

de tres sílabas, como:

tah-ká-fi

congrio negro

de cuatro sílabas, como:

kin-hin-té-ka

aguilucho

de cinco sílabas, como:

tu-ma-l'h-t'-ra

fogata

y de seis sílabas, como

tu-ma-l'h´-ke- lón-ka-ra

patalarga

pero los dos últimos tipos son poco frecuentes.

La sílaba tónica es la más audible; la sílaba o sílabas átonas son breves, relajadas y difusas, lo que da a la palabra un marcado ritmo acentual.

Hay palabras agudas, como:
ha-ka- cír zorzal

graves, como:
lá-k's concha

o esdrújulas, como:
sá-k'-t'h martín pescador

En palabras largas, si hay mucha distancia entre la sílaba inicial y la sílaba tónica, aparece un acento secundario sobre la sílaba
inicial, como en:
tü-ma-loh-t'-ka fogata

donde la sílaba tu lleva un acento de menor intensidad que el que va en la sílaba tónica t'.

Las siguientes palabras ilustran el fonetismo del yámana-yagán:

1. agua
boca
brazo
sima
yá?
kaméin
4. cabeza
cara
ceniza
cielo
lam'na
céisa
áfua
wákul
8. corazón
día
diente
espalda
sáeskin
maóla
tún
usuála
12. estrella
fuego
vientre
hombre

ahpérnih
pusáki
wéina
yámana

16. hueso
humo
lengua
luna
hátug
úsku
l'n
hanúha
20. lluvia
mano
montaña
mujer
paléna
yáes
tulára?
kípa
24. nariz
niebla
noche
ojos
kásus
fóka
láek'h
t'lla
28. orejas
pecho
pelo
pene
uhkír
kayápas
ústa
pínu~
32. perro
pie
piojo
pierna
yasála
káuya
w'm
lát's
36. sangre
senos
sol
uña
sápa
tápas
l'm
káluh
40. vulva wáhar

6.6. EL VOCABULARIO YÁMANA-YAGÁN. PERSPECTIVA ETNOGRAFICA

El vocabulario yagán está muy bien adaptado a la naturaleza austral, lo que se refleja en distinciones que normalmente no se hacen en castellano. Así, hay tres palabras para el caiquén:

kímua caiquén (de pampa)
lúrh caiquén (colorado)
áekus caiquén (de playa)

Al castellano pingüino corresponden dos palabras en yagán:

ŝúŝa pingüino corriente
kalaóina pingüino emperador

Al castellano congrio corresponden dos palabras en yagán:

tahkáfi congrio negro
imahára congrio colorado

Hay palabras para animales marinos que en castellano distinguimos muy superficialmente, como:

tapáera lobo marino de dos pelos
áma lobo marino corriente
kéikus leopardo marino

Se aprecian pocas palabras de origen hispánico. La mayor parte de los objetos de la cultura europea tienen nombre tomado del inglés, como:

páeti cama, en inglés bed
síp oveja, en inglés sheep
sóspi cacerola, en inglés stew-pan
wínt' ventana, en inglés window
wúl lana, en inglés wool
húka anzuelo, en inglés,fish-hook

En algunos casos no es claro si el anglicismo desplazó a una palabra tradicional o si vino a llenar un concepto nulo en la cultura vernácula, como ocurre en:

rót'na podrido, en inglés rotten
líf hoja de árbol, en inglés leaf
táel cola, en inglés tail
ráunta redondo, en inglés round
fáta grasa, en inglés fat
húka flor, en inglés flower
hórna cuerno, en inglés horn

A veces el anglicismo y la palabra autóctona quedaron en contraste parcial, como en:

uhfién puerta (de la casa tradicional)
tuár puerta (moderna), en inglés door
láina hilo de pescar
uŝuámi hilo (tradicional, hecho de nervio de ballena o guanaco)
ĉituft'ka frazada (tradicional)
plánk'n frazada (moderna), en inglés blanket
á?mi aguja (tradicional, de hueso)
nísel aguja (moderna), en inglés needle

En muchos casos hay conciencia del anglicismo, como en tí (té, en inglés tea) kofí (café, en inglés coffee) o móns (mes, en inglés month); pero en otros casos no, como en rót'na (podrido, en inglés rotten) o fóka (niebla, en inglés fog). La gran cantidad de anglicismos y la notoria ausencia de hispanismos, sugieren que el primer contacto con la cultura europea tuvo lugar a través de anglohablantes, probablemente marinos y misioneros. Durante este período se dio el proceso común y corriente de recepción selectiva de objetos culturales. Cuando sobrevino el poblamiento moderno del área, a fines del siglo pasado, el castellano y la cultura hispánica desplazaron y sustituyeron integralmente a la lengua y la cultura tradicionales, llevándolas a la situación de colapso final.

 


 

4. EL ALACALUFE (kawésqar)
Adalberto Salas

4.1. El bilingüismo alacalufe-castellano

4.2. Denominación y división dialectal

4.3. La investigación lingüística del alacalufe

4.4. La fonología

4.5. El vocabulario alacalufe. Perspectiva etnográfica

4.6. La morfosintaxis

4.7. La investigación lingüística del alacalufe.Estado actual

4.1. EL BILINGÜISMO ALACALUFE-CASTELLANO

Dentro del contexto actual de desintegración de su cultura tradicional, los últimos alacalufes conservan su lengua vernácula, la que utilizan en todas las actividades internas de su grupo. En sus contactos con miembros de los otros dos segmentos poblacionales de Puerto Edén, funcionarios y colonos -o incluso en la sola presencia de éstos -utilizan invariablemente el castellano (Clainis 1985: 28; Aguilera 1978: 22). Esto significa que los alacalufes deben someterse a hablar castellano, o sea, darse el trabajo de ser bilingües. Los funcionarios y los colonos chilotes son monolingües de castellano. Simplemente, ellos dan por sentado, como cosa obvia, fuera de toda discusión o cuestionamiento, que son los alacalufes los que deben acomodarse a sus interlocutores hispanohablantes en la situación comunicativa. Queda muy bien reflejado un hecho fundamental: la identidad alacalufe, con todos sus atributos -entre ellos su lengua -es visualizada por los miembros de los otros grupos como un agregado insignificante, cuando no definitivamente indeseable. Los chilenos no tienen ninguna necesidad de aprender la lengua de los alacalufes. En cambio éstos no pueden sustraerse a la necesidad de hablar castellano. Ellos dependen de los hispanos, no a la inversa. De hecho, las interacciones entre alacalufes e hispanos están siempre referidas a la cultura nacional amplia o a la subcultura chilota y motivadas por la necesidad alacalufe de incorporarse a éstas, aunque sea superficial y momentáneamente, por ejemplo para vender botecitos a los pasajeros de un barco de línea, engancharse como tripulante de un barco pesquero o pedir una donación de ropa o víveres a una institución de beneficencia.

Los alacalufes adultos hablan un castellano mínimo (Clainis 1985: 28), mayormente modelado sobre el castellano chilote, y apenas suficiente para interacciones pragmáticas elementales con los hispanohablantes, tales como comprar, vender, trocar y recibir instrucciones simples. La competencia de los niños alacalufes es algo mejor, principalmente por acción de la escuela, pero como contrapartida, se aprecia algún deterioro en su dominio de la lengua vernácula (Aguilera 1978: 23). Por otra parte, el desaparecimiento o la disminución de los contextos sociales tradicionales, por ejemplo, de las grandes partidas colectivas de caza, tiene que haber tenido algún efecto destructivo o desintegrador sobre la lengua vernácula de los adultos mismos. Si la situación se agudiza, podría eventualmente desembocar en la extinción de la lengua vernácula.

4.2. DENOMINACIÓN Y DIVISIÓN DIALECTAL

Los alacalufes de Puerto Edén se llaman a sí mismos kawésqar literalmente "ser humano, persona, gente". La denominación alacalufe, generalizada en Chile, les es completamente desconocida.33 Dividen terminológicamente a la población no autóctona en yemmá (kawésqar) "(gente) blanca"y kstapón "chilote"o su variante despectiva kstaporáy (Aguilera 1978: 20). La palabra general para "extranjero" es palsĉéwe No se aprecia la existencia de un nombre específico para su lengua, la que es referida simplemente como afséksta "habla, hablar".

Aguilera (1978: 41-42 y 1982: 21) sigue la división clásica de Martín Gusinde, la que distingue tres grupos alacalufes, según su área de dispersión:

1)meridional, entre la península de Brecknock pon el sur y el cabo laman por el norte;

2)central, "...islas y canales que se extienden comenzando pon la boca meridional del canal Smith hasta su salida septentrional incluyendo el amplio territorio oriental de Ultima Esperanza";

3)septentrional, desde la "boca meridional que conduce al canal Sarmiento, finalizando en la margen sur del golfo de Penas".

La mayor parte de los alacalufes de Puerto Edén pertenece al grupo septentrional, aunque al menos uno, Celia Navanino (Nº 26 en el censo de Clainis 1985: 33), es tawóksers, literalmente "gente del sur", correspondiente al grupo central de Gusinde (V. Aguilera 1978: 31). Aparentemente, las diferencias entre la lengua de los kawésqar y los tawóksers, se manifiestan más bien en el léxico.

4.3. LA INVESTIGACIÓN LINGUISTICA DEL ALACALUFE

Aguilera (1978: 32-46) presenta un panorama completo de la historia de la investigación lingüística sobre el alacalufe, desde 1688 -1689 hasta 1977, o sea, desde el vocabulario de 225 palabras y algunas frases, recogido en Puerto Galland, pon el navegante francés buhan de la Guilbaudiéne,35 a lo largo de diez meses entre 1688 y 1689, hasta el artículo "Lingüística fueguina"de Chnistos Clainis, de 1977. Con posterioridad a 1978 han aparecido los siguientes estudios:

1) Aguilera y Brito (1980-1981) presentan un relato mítico, en un formato muy elaborado, que incluye: a) dos versiones producidas pon el narrador, una en castellano y otra en alacalufe (en transcripción fonética amplia); b) una traducción en la que se consignan los equivalentes castellanos de cada una de las palabras y componentes de palabras del texto alacalufe; c) una traducción literal al castellano, en la que se conserva el orden del texto original alacalufe; d) una traducción libre al castellano; y e) un análisis sintáctico y estilístico del relato;

2) Aguilera (1982) presenta una breve descripción del fonetismo alacalufe y del vocabulario correspondiente a préstamos culturales recientes;

3) Aguilera (1982 y 1983) trae una descripción completa de la fonología de la palabra en alacalufe;

4) Clainis (1985) entrega una descripción completa de la lengua, en la que reúne y amplía información dispersa en 15 artículos suyos publicados entre 1972 y 1985 (para los detalles bibliográficos de estos artículos V. 1985: 513-514); la parte propiamente descriptiva del libro, (1985: 357-502) está dedicada a la fonología, la morfología y la sintaxis;36 entre el material complementario aparece un vocabulario alacalufe-español (1985: 317-355), los apuntes lingüísticos inéditos de José Emperaire (1985: 223-316), la transcripción de 17 textos en alacalufe (1985: 69-222), las páginas introductorias al vocabulario recolectado en el siglo XVII pon buhan de la Guilbaudiére, y una breve introducción etnográfica complementada con un censo de la población alacalufe de Puerto Edén al año 1971 (1985:13-39).

4.4. LA FONOLOGÍA

El alacalufe hablado en Puerto Edén tiene seis vocales: i, e, æ, a, o, u. De ellas, i, e, o y u tienen aproximadamente la misma pronunciación que tienen en castellano. La vocal representada pon ae se pronuncia como la a en el inglés cat, "gato". La a en alacalufe se pronuncia normalmente como en castellano, pero cuando está en contacto con la consonante q su sonido se parece más bien al del francés páte, "pasta", al inglés card, "tarjeta".
Hay 16 consonantes: p, t, k, q, p’, t’, k’, ĉ ,ĉ‘, f, s, h, m, n, 1, r; y dos semiconsonantes: y, w.
La pronunciación de las consonantes es la siguiente:

p como la p en castellano paño; a veces se pronuncia ligeramente aspirada como en inglés papen, "papel";
t como la t en castellano taza; peno pronunciada con el ápice lingual apoyado en los alvéolos superiores;
k como la c en castellano casa, cosa, cuna. Se trata de una consonante velan, o sea, durante su producción el postdorso lingual obstruye momentáneamente la cavidad oral en la zona del velo del paladar. En castellano de Chile, la qu en palabras como quizás, queso, y la k, en palabras como kilo, kerosene, es postpalatal, o sea, la obstrucción tiene lugar en la zona posterior del área palatal. La k alacalufe es siempre velar, cualquiera que sea la vocal que la sigue;
f como en castellano faro, feo, filo, foso, fusil.
s como en castellano saco, seco, silla, sopa, suyo; peno en posición final de sílaba se pronuncia a veces como la sh en inglés cash (al contado).
Ĉ como en castellano chapa;
m como en castellano masa;
n como en castellano nariz;
l como en castellano lado;
r como en castellano caro; en posición intenvocálica se puede pronuncian además como la nr en castellano carro.
Las consonantes q, p’, t’,ĉ, k’, h no tienen correspondiente en la fonética castellana:
q se pronuncia como la c en castellano casa, cosa, cuna, pero con el postdorso lingual obstruyendo la cavidad oral en la zona uvular. Debe distinguirse cuidadosamente de la velar k. lambién puede pronunciarse “aspirada”, esto es, seguida de un soplido producido en la laringe. Una tercera posibilidad es pronunciarla como una j castellana (como en ja-nro, jota, julio), pero articulada en la zona uvular.
Las consonantes p’, t’, k’y Ĉ’ son "glotalizadas" o "leyectivas". En lo que respecta a la cavidad oral, la articulación es igual a la de p, t, k, y ĉ respectivamente. La diferencia está en que simultáneamente se retiene la respiración en la garganta; al mismo tiempo que se articula la consonante se libera bruscamente el aire retenido, el que egresa con un chasquido glotal.
h es aspirada como la h en inglés house, "casa"o en alemán Haus, "casa". Ocasionalmente se pronuncia como la j castellana (en palabras como jarro, julio).
Las semiconsonantes y y w se pronuncian respectivamente como las vocales i, u de palabras castellanas como piano, puente, aire, causa, o sea, en una sola emisión de voz con la vocal contigua, formando una sola sílaba con ésta.

Además de las consonantes propiamente tales, existe un golpe glotal (?) de estatus dudoso. Un golpe glotal se produce reteniendo momentáneamente el aire en la laringe y liberándolo bruscamente.
El acento alacalufe es libre y puede desplazarse a lo largo de las tres últimas sílabas de una palabra, sin producir alteración en la percepción de la palabra: en cualquier distribución acentual (esdrújula, grave, aguda), la palabra mantiene su significado.
En alacalufe son muy característicos los grupos consonánticos: hasta tres consonantes agrupadas pueden aparecer en posición inicial o final de palabra, en tanto que en posición intermedia pueden aparecer grupos de hasta cuatro consonantes.38 En general, las consonantes aisladas o agrupadas se pronuncian con bastante tensión articulatoria, en tanto que las vocales son más bien relajadas y difusas.
Las siguientes palabras ilustran el fonetismo alacalufe:

1.


agua
boca
brazo
ĉafaláy
afkstáy
arktésqar
4. cabeza
cara
ceniza
cielo
taskár
taskál
aymakás
árka
8. corazón
día
diente
espalda
ĉenáks
aswál
serékte
taqáyte/taqáytqal
12. estrella
fuego
guata/vientre
hombre
ĉ’elasáwe
afĉár
ówskstay
aksánas
16. hueso
humo
lengua
luna
qar
ayékyu
qaláktaes
akéwek-sélas
20. lluvia
mano
montaña
mujer
áperk
terwá
wésqar
asátap
24. nariz
niebla,neblina
noche
ojos
nóws
k’eplás/áyqen
ak’yáwe
tás
28. orejas
pecho
pelo
pene
k´yáwe
kyepqárpe
tasĉar-éyok
hayéso
32. perro
pie
piojo
pierna
kyóro
qát
qamálay
qát
36. sangre
senos
sol
uña
kstánkse
ĉeqyáw
arkák-sélas/aswél-sélas
ksteyésqar
40. vulva k’yót

4.5. EL VOCABULARIO ALACALUFE. PERSPECTIVA ETNOGRAFICA

El vocabulario alacalufe es muy sensible a las condiciones del ambiente patagónico. Por ejemplo, dispone de palabras específicas que establecen distinciones en la flora y fauna -especialmente marina- que en castellano no se hacen o se hacen de un modo superficial por medio de perífrasis. Por ejemplo, para el mamífero marino que en castellano se llama lobo marino, con una perífrasis que indica que no se trata de una denominación básica, hay en alacalufe cuatro palabras:

lobo marino común
lobo marino fino
lobo marino macho lobo toruno

ĉekéya
arkáse
yekentáwan
ĉeĉenákar

Del mismo modo, hay palabras específicas para los distintos tipos de patos marinos que en castellano se distinguen perifrástica-mente -sólo cuando es necesario-, por medio de adjetivos aplicados al sustantivo pato:

pato anteojillo
pato barrero
pato lile
pato quetro
pato volador

qarqáyes
wasána/qaltálk
ayyárak
qánwes
yéryen

Esto evidencia una manera diferente de ven el mundo: en castellano se trata de diferentes clases de patos, en alacalufe son aves marinas completamente diferentes entre si.
La cultura tradicional de canoeros nómadas cazadores y recolectores marinos se refleja en un matizado vocabulario vinculado a la embarcación tradicional (káyef). Por ejemplo:

a) maniobras, tales como ahálay "achicar la embarcación", asákyar "arriar la vela", yekólay "empujan la embarcación", o kersákta "izar la vela".

b) implementos y partes, tales como ahásqe "achicador"con su arqár "asa"y su kyótqal "base"; ĉepkenáhar "anda"; ĉ‘afasktéhar "brasero de barro para llevar fuego en la canoa"; tafáqay o kĉewéskar "remo corto antiguo"; o ĉersákta "vela de embarcación";

c)desplazamientos pon vía marítima, tales como ĉelkokénar "encontrar navegando"; ĉelhóhoy "llegar navegando"; aqakénak "salir al encuentro navegando"; o ĉelkwáyeks zarpar

La riqueza del vocabulario alacalufe también se aprecia cuando se encuentra vinculado a las actividades de caza y recolección marinas, por ejemplo: kwátal "anzuelo", yewayóhar "arpón para cazar lobos"; t’ánt’ar "arpón de varios dientes"; ama "arpón doble para pescar ĉ‘áwes "fisga"; e ekwák "garrote, para matar lobos"; senékste "honda para cazar pájaros"; diversos tipos de lazos, como féyĉek "lazo de cuero de lobo", táy "lazo de yoqui", tánqe "lazo para cazar patos quetno", arkás "lazo múltiple"; kĉ‘awéskar "lienza de pesca ; feytĉétqal "red para cazar lobos".

4.6. LA MORFOSINTAXIS

En general, los sustantivos y adjetivos alacalufes no presentan variaciones formales de género y número, pero en los sustantivos que implican la noción de persona, puede especificarse el femenino por medio del sufijo -sé-las. Por ejemplo:

ayhyól hijo (en general, hombre o mujer)
ayhyól-sélas hija (mujer)

La hembra de algunos animales puede especificarse por medio de la yuxtaposición de la palabra wálak "hembra". Por ejemplo:

k’eyéto gato (en general, macho o hembra)
k’eyéto-wálak gata (hembra)

El minificador -yeké y el femenino -sélas pueden combinarse entre sí, como en:

yemmá
persona blanca (no alacalufe/no chilota)
yemmá-sélas-yeké
persona blanca -femenino-minificador niña blanca

Hay un sufijo -s de valor posesivo-partitivo (genitivizador o partivizador). tiene significado posesivo en:

kyóro-s tasqár
perro-genitivo cabeza
la cabeza del perno

El significado de partitivo (parte de un todo, explícito en el enunciado o implícito en la cultura), puede apreciarse en el siguiente ejemplo de Aguilera y Brito (1980-1981: 309):

yála kawesqár arksá-s wa
antiguo persona joven-partitivo
Antiguamente un joven cuando
Kyus ĉaĉár askét’ laálte kuteké
su padre nutnia y
su padre nutrias y

kayésqa léyes ksepĉes-asos...
pájaro buscar irse- pretérito
pájaro buscar pájaros se había ido a cazar...

El posesivo-partitivo -s, sufijado a arksá "joven" indica "...la pertenencia del protagonista a un grupo o un clan, en el cual él integra el subgrupo de los más jóvenes"(Aguilera y Brito
1980-1981: 316).
A partir de raíces verbales pueden formarse sustantivos por medio de sufijos:

-ap "agente", por ejemplo, de leyes "ver, cuidar"se forma leyés-ap "cuidador, guardián";
-har "instrumento", por ejemplo, de yemó "bogar"se forma yemóhar "remo".

El alacalufe forma sustantivos compuestos con mucha facilidad; los compuestos son de dos miembros, como en:

káwés + éyok = káweséyok
piel pelo vello corporal

o de tres miembros, como en:

tas + kstáy + ĉafaláyhar = taskstayĉafalayhar
ojo canal botella anteojos
(Nótese que el último componente, cafaláyhar "botella", contiene a su vez dos elementos: ĉafaláy "agua"y -har "sufijo instrumental".)

La facilidad con que el alacalufe forma palabras nuevas por medio del recurso de la derivación o la composición puede explicar la relativa falta de préstamos del castellano en su vocabulario: frente a un objeto inexistente en la cultura tradicional, el alacalufe prefiere formar un término nuevo desde su interioridad a acomodar la palabra castellana a su fonetismo. Por ejemplo:

kyuyés + har
relámpago + sufijo instrumental = ampolleta

Sin embargo, el recurso del préstamo no está ausente del todo, como puede apreciarse en:

asúiska (del castellano azúcar)
azúcar
kyapitán (del castellano capitán)
capitán, patrón de lancha

a veces el préstamo castellano alterna con la voz tradicional:
apala- wayena (del castellano ballena)
ballena

En los pronombres personales propiamente tales hay formas para 1ªy 2ª persona, sin contraste por número, pero finamente matizados desde el punto de vista de la vinculación entre persona y acción. Así, para la 1ª persona existen una forma "simple"o "trascendente", ce (o ces), que no marca el tipo de vinculación entre persona y acción, y dos formas "compuestas"(coco):

1) forma simple ce-es-ce (apocopada: ces), que tiene valor atributivo, como en:

asúiska (del castellano azúcar)
azúcar
kyapitán (del castellano capitán)
capitán, patrón de lancha

a veces el préstamo castellano alterna con la voz tradicional:
apala- wayena (del castellano ballena)
ballena
ĉe-es-ĉé af-kyáwelna
yo estoy sano
ĉes yenák asár
yo soy malo

o valor de agente, como en:
ĉes kskená kekyáyeks-pas
yo huí corriendo

o valor de experimentador, como en:
ĉes talks kehéna-yenák
yo cigarrillos quiero

2)forma compuesta ¿óco (apocopada: ¿o) de valor autoactivante, como en:

ĉóĉo káyef yéksor
yo mismo bote veo

Dos formas han sido registradas para la 2ª persona: una simple o trascendente, caw, y una exhortativa, ĉaws o ĉaes, como en:

ĉaws yémo kehená-ka
tú (invitado) remar deseas
¿quieres remar?
asá-qey
comer él
él comió

Para la 3ª persona se usa el demostrativo tow "ése"o se sufija al verbo la forma -qey, como en:
ĉóĉo káyef yéksor
yo mismo bote veo

aparentemente, la presencia del sufijo verbal
-qey de 3ª persona es opcional: no aparece si el sujeto está mencionado en el enunciado. Así en:
..kyus ĉaĉár askét’ laálte kuteké
su papá nutnia y kayésqa leyes ksepĉés-asos...
pájaro buscan irse-pretérito

(Aguilera y Brito 1980-1981: 309) la marca de 3ª persona, qey, no aparece en la forma verbal porque el sujeto ya está expresado en el enunciado (kyus cazar "su papá").
No se han registrado sufijos verbales para la 1ªo 2ª persona. Al parecen, basta la aparición en el enunciado del pronombre personal correspondiente donde no se aprecian marcas de persona en la forma verbal (táwon-yenák):

ĉaws káyef arláy táwon-yenák
tú bote grande tener-presente
tú tienes un bote grande

El enunciado está atribuido al oyente, 2ª persona singular, por medio del pronombre personal respectivo (ĉaws, "tú").
Si bien el verbo alacalufe se ve relativamente insensible a la variación por persona, parece estar bien diferenciado desde el punto de vista del tiempo (ubicación en un punto de la línea temporal) y del aspecto (duración en el tiempo).

Para Aguilera (1978: 56-57), las distinciones temporales se expresan de dos maneras:

1) por medio de una partícula, -asós, "pretérito", que aparece como nexo conjuntivo en las oraciones compuestas, por ejemplo:

kwosá kawésqar kwos laálte
después persona después nutria
...después de que el joven

qar-ker-asós
matar durativo- pretérito
estuvo matando la nutnia...

2) por medio de sufijos opcionales que establecen las siguientes distinciones temporales:

- presente -yenák
- pretérito puntual -pas
- pretérito reciente -áfqat
- pretérito remoto -hóraras
- futuro -sékwe

Se ha registrado un sufijo opcional, -ker, que expresa aspecto durativo, o sea, presenta la acción o el evento como prolongándose en el tiempo, por ejemplo en:

ĉo laáltes yeksór-pas
yo nutria ver pretérito reciente
recién vi una nutnia
la duración del "ver"no está expresada, pero más bien se entiende como acción concluida.

En cambio en:
ĉo laáltes yéksor-kér-pas
yo nutria ver-durativo-pretérito-reciente
recién estuve viendo una nutria
la acción del "ver"está presentada en su duración temporal: vi (concluido o perfectivo) vs. estuve viendo (durativo o imperfectivo).

Aguilera y Brito (1980-1981: 305 y 313) presentan otros dos sufijos verbales vinculados al
modo, o sea, al grado de consistencia y realidad atribuidos a la acción o al evento del verbo:

-ay "imperativo", como en:
seĉéwor-aĉá?-ay
traen-referencial-imperativo
¡trae eso!

y -aekstá, "hipotético", como en:
?eyekwákyan-sekwé-aekstá-ket
matan con garrote-futuro-hipotéticoreforzativo
matarás (al coipo) con el garrote

Este único ejemplo sugiere más que un sentido hipotético, un valor de evento o acción condicionada al cumplimiento de una hipótesis: "dado que el coipo entre, lo matarás a garrotazos"o "si el coipo entra, lo matarás a garrotazos".

También está descrito en Aguilera (1978:56) un prefijo verbal, ĉeĉáw-, de sentido "reflejo"o "reflexivo", como puede apreciarse en:

ĉeĉáw-séyes-yenák
reflejo peinar presente
peinarse (uno mismo)

En el texto presentado por Aguilera y Brito 1980-1981 se puede constatar la aparición, en el discurso alacalufe, de una serie de partículas, algunas pertenecientes al ámbito del verbo ("partículas verbales") y otras pertenecientes más bien al ámbito de la oración completa ("partículas irrestningidas"), cuya función es-aparentemente- la de vincular al hablante con su enunciado. Por ejemplo, la partícula irrestningida -Sa tiene como función subrayar la información focal del enunciado, y la partícula verbal hoyok, llamada "narrativa", tiene como función indicar que el contenido del enunciado procede de relato tradicional, y no de la experiencia directa y personal del emisor.

4.7. LA INVESTIGACIÓN LINGUÍSTICA DEL ALACALUFE. ESTADO ACTUAL

La lengua alacalufe ha sido estudiada, desde la década del ‘70, por dos lingüistas profesionales:

Oscar Aguilera y Christos Clainis. Trabajando separadamente, ambos investigadores han venido entregando a la comunidad científica sus observaciones en artículos publicados en revistas especializadas nacionales y extranjeras. En1985 Christos Clainis publicó una descripción completa de la lengua (Clainis 1985: 357-502).

Las publicaciones de Aguilera y de Clains son altamente especializadas, en el sentido de que están dirigidas a un público lector preparado en lingüística descriptiva. Hasta el momento no se ha escrito en Chile una obra de divulgación, que ponga al alcance del público no especializado el conocimiento que los profesionales han acumulado en dos décadas de investigación de la lengua alacalufe.

 


 

5. PASCUENCE (vaná a rápa núi)

Adalberto Salas *

5.1. El bilingüismo pascuense-castellano

5.2. La lengua pascuense. Clasificación y tipología

5.3. La fonología

5.4. Gramáticas, diccionarios y obras de consulta

5.1. EL BILINGUISMO PASCUENSE-CASTELLANO

La población isleña nativa es bilingüe de pascuense y castellano. El pascuense es la lengua normal de la vida intrafamiliar y, en general, de las interacciones cara a cara entre isleños. El castellano es la lengua de las interacciones con los continentales y de las situaciones producidas por el contacto con la cultura europeo-occidental, incluido el contacto epistolar entre isleños (Gómez Macker 1982: 95).

Dadas estas condiciones, el comportamiento bilingüe aparece mayormente en la población adulta. Los niños en edad preescolar y los ancianos tienden al monolingüismo en pascuense, ya que su dominio interaccional suele estar limitado a la familia y a pequeños grupos de panes. El niño todavía no se ha incorporado al contacto y el anciano ya se ha retirado de él.

Para los niños, la adquisición masiva del castellano empieza en la primera institución de contacto con la sociedad hispánica: la escuela, que es el factor más eficiente en la adquisición de la lengua y la cultura hispánicas. En términos de la inmersión escolar, el niño aprende el castellano, aun cuando la escuela, por su diseño mismo, no incluye la enseñanza formal y sistemática del castellano como segunda lengua. Gómez Macker dice al respecto que en la escuela el aprendizaje del castellano “... se ha visto tradicionalmente entorpecido pon múltiples circunstancias...” entre las cuales destaca el que se utilice “...en la enseñanza del castellano, las mismas metodologías y los mismos textos elaborados para hispanohablantes monolingües”; para concluir evaluando el proceso completo de enseñanza del castellano como “...asistemático, inadecuado y, a menudo, contraproducente a juzgar por los resultados deficientes”. (Gómez Macker 1982: 98).

La severidad de la crítica de Gómez Macker está objetivamente motivada por el desempeño, en general pobre, de los pascuenses en castellano. En efecto, la población nativa isleña sabe sólo el castellano mínimo suficiente para manejar interacciones elementales con los hispanohablantes. Las interacciones que requieren el uso del castellano cultivado e intelectualizado, tanto oral como escrito, caen completamente fuera de la competencia lingüística de los nativos. Gómez Macker considera que ésta “. . .podría ser una de las principales causas —si no la principal— del constante fracaso escolar de la población estudiantil isleña que año tras año viaja al continente para continuar sus estudios. Su deficiente dominio del castellano les [sicl impide competir exitosamente con otros alumnos chilenos”

(1982: 98).

En un pasaje, Gómez Macker afirma que

"la lengua castellana al alcance de los isleños es ya una de las variedades más dialectalizadas del castellano hablado en el país" (1982: 96), lo cual sugiere que el castellano hablado por los pascuenses presenta masivamente rasgos fonológicos, gramaticales y léxicos típicos, divergentes del castellano estándar chileno, algunos atribuibles a interferencia de las pautas fonológicas, gramaticales y léxicas de la lengua pascuense, y otros atribuirse a internalización deficiente de las pautas del castellano. Gómez Macker no hace esta última distinción, sino que vincula directamente todos los rasgos del castellano isleño a influencia de la lengua pascuense: "El español isleño corresponde a una variedad dialectal con fuerte influencia de la lengua rapa nui". (1986: 60, lo destacado es mío). Aduce ejemplos, entre los que se encuentran algunos que efectivamente pueden atnibuirse a interferencia del pascuense, como “inseguridad en la realización de fonemas del castellano inexistentes en lengua rapanui, tales como /~/, /g/, /1/, /i/, /s/” y otros que pueden atribuirse a limitaciones en el modelo castellano aprendido, como ".. .utilización de léxico rudimentario cotidiano... predominio de formas orales coloquiales".

Aun cuando el castellano isleño está siendo investigado desde 1973 por Gómez Macker (1982: 97-98), no han aparecido trabajos descriptivos que entreguen información factual sobre el dialecto. La única referencia con-creta es el siguiente párrafo (parcialmente citado más arriba) de Gómez Macken:

[el castellano pascuense presenta inseguridad en la realización de fonemas inexistentes en lengua napa nui, tales como /g/, /1/, /r/, /s/; tendencia a agregar vocales en silaba final abierta; eliminación de grupos consonánticos; destrucción del diptongo; introducción de préstamos léxicos rapa nui; utilización de léxico rudimentario cotidiano; alteración del orden estructural de la oración; inseguridad en el uso de las concordancias; predominio de formas orales coloquiales. (1986: 60).

Desde 1976 el Ministerio de Educación ha puesto en marcha un Nuevo Plan Educacional Experimental y Laboral para la Isla de Pascua, “en el cual se contempla, por primera vez, la enseñanza oficial de la lengua pascuense en la Escuela de la Isla” (Gómez Macker 1982: 96), como una asignatura del plan de estudios en los primeros seis años de la educación básica, con cuatro o cinco horas semanales (y. Gómez Macken 1986: 58).

La enseñanza oficial del pascuense en la escuela isleña está inserta en el contexto de un proyecto global de cultivo de la lengua pascuense, el que también incluye alfabetización vernacular de isleños adultos y la formación de escritores nativos.

El programa está siendo implementado por personal del Instituto Lingüístico de Verano en convenio con la Universidad Católica de Valparaíso. Inicialmente, Roberto Weber y Nancy lhiesen de Weber prepararon un sistema ortográfico alfabético adecuado a la expresión escrita del pascuense (Weber y Thiesen 1985), y han dirigido la preparación de material didáctico para la enseñanza del vernáculo en la Escuela de Isla de Pascua (y. Gómez Macker 1982: 96) y dos Talleres de Escritores Rapa Nui, uno en 1984 y otro en 1985. Los textos producidos en el Taller de 1984 fueron reunidos posteriormente en un volumen publicado por la Intendencia de la V Región (1986) y vienen presentados en pascuense y castellano. Algunos son de orientación folclórica (relatos, leyendas), y otros se vinculan con la experiencia individual del escritor (poemas, anécdotas)

5.2. LA LENGUA PASCUENSE. CLASIFICACIÓN Y TIPOLOGÍA

La lengua pascuense pertenece a la rama polinésica de la familia austronésica, hablada desde el sudeste asiático hasta la Isla de Pascua (Comnie 1981: 236). Desde el punto de vista tipológico, estas lenguas son aislantes. En las lenguas aislantes -a veces llamadas también analíticas-las palabras son invariables, y las categorías gramaticales y las relaciones sintácticas se expresan por medio de palabras independientes ("partículas"), y no por variaciones formales de las palabras de contenido, como ocurre en las lenguas flexivas. Por ejemplo, en castellano, el plural de los sustantivos está marcado por una variación formal en el sustantivo mismo: la adición del sufijo -s o -es, como en hombre / hombre-s; árbol / árbol-es; en cambio, en pascuense se recurre a la partícula a, como en:

taŋáta hombre
ŋa taŋáta hombres
túmu árbol (tronco)
ŋa túmu árboles (troncos)

Otro ejemplo. En una lengua altamente flexiva, como el latín, la relación de poseedor (o genitivo) se expresa por medio de una variación formal en el sustantivo: terra (tierra) vs. terrae(de la tierra), como en:

terrae umbilicus de la tierra el ombligo
el ombligo de la tierra

En cambio, en pascuense esta misma relación se marca por medio de la partícular o como en:

Te píto o te henúa El obligo de la tierra

La misma situación se da en el verbo. Por ejemplo, en castellano el tiempo, el modo, la duración y la persona (con su número) están marcados en la terminación verbal, por ejemplo en nadaste se puede reconocer la raíz nad, la vocal temática de 1ª conjugación -a, y la marca de pretérito perfecto (indefinido) y la 2ª persona singular -ste. En cambio, en pascuense, estas mismas nociones se expresan por medio de partículas separadas:

i káu kóe pretérito nadar tú

Todo esto significa que en una lengua aislante como el pascuense -y todas las demás lenguas polinésicas- la morfología (o sea, la estructura interna de las palabras) es sencilla, en tanto que la sintaxis (o sea, la pauta de combinación de palabras y partículas en la oración) es compleja.
Los pascuenses llaman a su lengua vanáiŋa rápa núi (abreviado rápa núi), literalmente "el habla (o el hablar) de rápa núi". Por su parte, rápa núi es el nombre nativo de Isla de Pascua. Fuentes (1960: 309) discute así su significado:

....nombre dado a la Isla de Pascua en la mitad del siglo diecinueve por los navegantes procedentes de Tahiti. Su etimología no es pascuense, ya que si así fuera, su traducción sería: brillo grande. Es más posible que sea netamente tahitiana, en cuyo caso podría traducirse por: Piedra grande. En tahitiano, rápa: piedra plana. También tiene un paralelo en: pápa núi, de pápa: tierra en neozelandés, y piedra plana o superficie plana en tahitiano. Sin duda se alude a la poca altura que tiene Pascua sobre el nivel del mar, en comparación con Isla de Tahiti, o con las más próximas islas, todas ellas con grandes elevaciones sobre el mar.

5.3. LA FONOLOGÍA

En pascuense hay cinco vocales i, e, a, o, u; y diez consonantes: p, t, k, y, fr, m, n, ŋ, r.
Las vocales se pronuncian aproximadamente como en castellano. Entre las consonantes las siguientes:

P t k m n

son muy parecidas al castellano, aunque las tres primeras tienen una ligera aspiración, como en inglés pea (arveja), tea (té) y key (llave). Además, la consonante t se pronuncia mayormente con el ápice lingual apoyado en los alvéolos superiores, no tanto en la cara interna de los incisivos superiores.

Las siguientes consonantes no existen en castellano:

-v se pronuncia siempre con el labio inferior ligeramente apoyado en el borde de los incisivos superiores ("labiodental");

-h es igual a la h inglesa en house (casa) o alemana en Haus (casa) (h aspirada);

-? es un sonido llamado "golpe glotal". Se puede obtener una imitación pasable conteniendo momentáneamente el aire en la boca entreabierta y dejándolo salir todo de una vez, sin mover para nada la boca. Se debe oír un ruido parecido al que se produce cuando uno se adara suavemente la garganta; la pronunciación más enfática del golpe glotal se da entre dos vocales idénticas (como en ra?á, sol) y entre dos vocales una de las cuales sea i o u (como en Ká?i-Ká?i, afilado o Kapú?a, (niebla). Entre otras vocales se oye muchas veces como un simple corte en la corriente de voz (hiato). En posición inicial puede reducirse hasta un simple ataque vocálico duro;

-ŋ se pronuncia como la ng del inglés long (largo); se puede imitar pronunciando una como en gato, pero con el velo del paladar muy bajo, de modo que el sonido egrese por la nariz ("n velar"). Una alternativa más fácil, pero menos correcta, es pronunciar muy juntas una n y una g;

-r se pronuncia en toda posición igual al castellano cero, pero, moro.

La mayor parte de las palabras pascuenses tienen silabas formadas por una consonante
-incluido el golpe glotal- y una vocal, como en:

pí-ro hediondo
tú-mu árbol, tronco de árbol
ká-ru semilla
?á-ka ancla
mó-tu islote
pó-ki niño, niña
tá-ne hombre (varón)

Dos vocales contiguas se pronuncian en diptongo, o sea, en la misma sílaba. Así:

kái comer
káu nadar

Ambas son monosílabas. Así, en kauháŋa (ingle) hay tres sílabas (kau-há-ŋa) con los segmentos vocálicos au formando diptongo; en cambio, en ka?-ŋuá (fila, hilera), también hay tres sílabas (ka-?ú-ŋa), pero los dos segmentos vocálicos, a y u, están en sílabas diferentes, por efecto del golpe glotal, el que realiza aquí como un simple "corte"entre vocal y vocal.
Del mismo modo, henúa, tierra, tiene dos sílabas (he-núa), en oposición a matú?a, padre, madre, que tiene tres sílabas (ma-tú-?a).
Lo normal es que la segunda vocal de la secuencia se pronuncie relajada. Así, en téa (rubio) la a es laxa ("desilabizada"); en cambio en te?a, flecha, la a tiene articulación normal, plenamente silábica.43
En una misma silaba pueden concurrir dos vocales iguales, la segunda de ellas laxa, como éepe, macizo, corpulento (vs. épe, lóbulo de oreja).
Una alternativa viable para estos casos es postular la existencia de vocales breves (i, e, a, o, u), opuestas a vocales largas (i:, e:, a:, o:, u:), de modo que "macizo, corpulento" es
pe, con e: larga, en oposición a "lóbulo de la oreja" ?épe, con e breve. Esta es la alternativa elegida por Weber y Thiesen (1982 y 1985) y Guerra et al. (1984).

Las palabras pascuenses pueden tener dos sílabas, como:

ŋútu boca
háŋa bahía, caleta

tres sílabas, como:

va-hí-ne mujer
ti-ŋá-?i matar

o cuatro sílabas, como:

ma-ta-hí-ti año
ha-?a-tá-?a aislado

La mayor parte de las palabras son graves, pero hay algunas palabras agudas, como:

matá obsidiana
maŋó tollo
pahí barco
?ananá piña

Son muy frecuentes las palabras reduplicadas. Los componentes de la reduplicación conservan su acentuación individual, como en:

páka-páka seco
?íti-?íti pequeno
?ópa-?ópa balanceo
néhe-néhe bonito

Claramente la lengua es de ritmo silábico. Esto significa que la diferencia de perceptibilidad entre sílabas tónicas y sílabas átonas es poca, de donde las palabras retienen su identidad fonológica y su audibilidad cuando se combinan unas con otras para formar unidades morfológicas (compuestos) y sintácticas (frases, oraciones). Guerra et al. (1984) registran unos pocos casos excepcionales de pérdida de sonidos en habla rápida.

La siguiente lista léxica ilustra el fonetismo pascuense:

1. Agua
boca
brazo
vái
háha-ŋútu
keké?u
4. cabeza
cara
ceniza
cielo
pu?óko
ariŋa
e?o-é?o
ráŋi
8. corazón
día
diente
espalda
mahátu
mahána
ního
tú?a/-ívi
12. estrella
fuego
guata, vientre
hombre
hetú?u
áhi
manáva
taŋáta
16. hueso
humo
lengua
luna
ívi
áu
aréro
maahína
20. lluvia
mano
montaña
mujer
úa
ríma
ma? ŋa
ví?e-vahíne
24. nariz
niebla
noche
ojo
íhu
kapú?a
póo
máta
28. oreja
pecho
pelo
pene
taríŋa
úma
rau?óho
?úre
32. perro
pie
piojo
pierna
paihéiŋa
vá?e
kútu
horéko
36. sangre
senos
sol
uña
tóto
?ú?u
ra?á
maikúku
40. vulva komári

5.4. GRAMÁTICAS, DICCIONARIOS Y OBRAS DE CONSULTA

Se han escrito dos descripciones completas del pascuense, que incluyen pronunciación, gramática y vocabulario: Englert, 1978; y Fuentes, 1960. Las dos son obras preparadas dentro de la tradición de estudios gramaticales y lexicográficos anteriores al desarrollo en el país de la lingüística descriptiva. Ambas están basadas en la observación directa de la realidad lingüística pascuense. Englert es de gran interés por su cuidadoso registro de usos antiguos. Fuentes trae una enorme cantidad de material -su diccionario registra 4.300 ítemes léxicos- mayormente recogidos de informantes nativos.

 

 

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