Saire - Agua de Lluvia
Adaptación de leyenda sobre el diluvio atacameño.
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Guión
1. Cuentan los vecinos de la puna que en un comienzo todo era noche: oscuridad... como cuando la neblina invade la quebrada... Nada iluminaba la existencia de los hombres. Los que deambulaban por cerros, vegas y quebradas buscando los esquivos alimentos.
.... Dicen que la falta de luz y calor impedía la germinación de las semillas... el crecimiento de las plantas... Solo existía lo que ya estaba ahí.
2. El agua caía copiosamente. Llovía y llovía. La tierra comenzaba recién a adquirir su forma actual... aparecían planicies y volcanes. Ríos caudalosos descendían desde lo alto, desgastando los cerros, arrastrando grandes rocas que abrían profundas grietas en el llano.
3. Frío, hambre y soledad eran los compañeros de los hombres. Los que para sobrevivir tuvieron que ocultarse en cuevas cerca de Socaire, camino a las lagunas y en la Quebrada del Encanto, cerquita de Toconce.
.... Y dicen que en las noches de luna sus sombras pueden ser vistos por los caminantes solitarios que se atreven a incursionar por allí.
4. De estos primeros hombres se cuenta que los de la cuenca del río Salado murieron por no resistir la presencia del sol... los de Socaire debido a la intensidad de las lluvias con truenos y relámpagos. De ellos sólo perduran pueblos en ruinas y tumbas saqueadas. Hoy aún es posible ver sus grandes huellas marcadas en las blandas rocas, en un lugar llamado Patillón, a medio camino entre Linzor y Toconce.
5. Los antiguos ya habían preparado los terrenos y las eras, cuando se desencadenó otra vez la lluvia y llovió durante mucho tiempo. Después de la lluvia lo perdieron todo: los terrenos, los sembrados, la vida...
....Ellos le cantaban al agua, por eso ella corría de piedra en piedra para ayudarlos en sus trabajos, abriendo los largos canales que aún se conservan.
....La gente de ese tiempo no tenía casas, vivían en los graneros y eran muy tímidos. Eran personas muy buenas que trabajaban la tierra... Con un palo y la mano trabajaban porque no conocían la picota, ni el chuzo, ni la pala... y tanto araron que hasta el campo llegaba...
6. Hoy ya nadie sabe cantarle al agua para que vuelva a brotar de los cerros como antes, para que existan muchos sembradíos, para que la gente vuelva a ser buena e inocente.