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II. Modelo de religión asumido: consideraciones generales


El propósito último que nos lleva a plantear un estudio de esta envergadura, no es otro que el dar a conocer los principales aspectos constituyentes del fenómeno que asumimos como religión, desde un punto de vista emico, es decir desde la perspectiva cultural mapunche, cuestión que incide directamente en el enfoque y metodología a utilizar en el desarrollo de la investigación.

Consecuentemente con esto asumimos la premisa metodológica, que dice que:
Tanto el contenido y significado de nuestra religión, tienen un orden y estructura propia, que solo es posible comprender a la luz del conjunto de nuestra filosofía de vida y de nuestros conocimientos sobre el universo y los seres vivos que forman parte de él. Una primera consecuencia metodológica es la construcción de un marco teórico intracultural, sustentado en torno a las bases de nuestro Mapunche Rakizwam y Mapunche kimün.

No obstante, se considera necesario comentar, una categoría conceptual de raíz cultural no – mapuche, central al estudio, religión. Fundamentalmente porque interesa dejar clarificada la postura ideológica frente al modelo de religión que se asume.

1. Consideraciones Generales sobre el Fenómeno Religioso[1]

El término “religión” es ampliamente utilizado tanto en el habla coloquial como en los diversos lenguajes especializados que dicen relación con el ser humano. En torno a la experiencia y opción religiosa se anudan a lo largo de la historia de la humanidad muchos de los conflictos más sangrientos y hoy día sigue siendo motivo de diversas tensiones e incluso de guerras abiertamente declaradas. Siendo una “realidad” tan importante para la historia de la humanidad y para la comprensión del ser humano, no deja de llamar la atención que no tengamos una definición universalmente aceptada de este término[2]. Esta ambigüedad semántica no facilita el diálogo pero nos pone en la pista de un fenómeno inmensamente complejo, rico y diverso que es específico del ser humano lo cual pone de manifiesto su extraordinaria capacidad creativa[3].

A) El Estudio de las Religiones

La humanidad ha sido consciente desde hace mucho tiempo de la diversas de religiones que existen en el mundo. Pero la reflexión ha tenido generalmente un carácter apologético desde cada una de las tradiciones religiosas. En la época de la Grecia clásica hay un primer esfuerzo por el acercamiento racional a la multiformidad del “hecho religioso”[4], pero hay que esperar hasta el período de la Ilustración para afrontar sistemáticamente un estudio en el que se tiene en cuenta la compleja diversidad de este fenómeno. El que esta empresa se realice en el seno de la tradición europea y a partir del marco de la Ilustración impone algunos “a priori” que inciden en las conclusiones que se van obteniendo en las diversas corrientes. Así un racionalismo exacerbado verá en la religión un subproducto cultural relacionado con el sentimiento de inseguridad, miedo, ignorancia ante lo inexplicable de la naturaleza e incluso podrá llegar a relacionarlo con el interés particular de un determinado grupo o casta social[5]; en esta misma dirección el positivismo comtiano verá en el conocimiento religioso un estadio de la evolución de la humanidad que será superado por el advenimiento del conocimiento científico. Otro “a priori” importante a tener en cuenta es la visión evolucionista de la realidad que llevará a una no adecuada aplicación de la comparación entre las diversas religiones ubicándolas en una línea continua que va de la menos evolucionada a la más evolucionada.

Hoy día asistimos a un acercamiento más respetuoso por parte del conocimiento de lo que es el fenómeno religioso sin intentar reducirlo a otras esferas de la realidad; así la Antropología[6], la Psicología[7] y la Sociología[8] han realizado aportes valiosos para comprender desde lo específico de cada uno de esos conocimientos las condiciones de posibilidad y la forma de funcionamiento del fenómeno religioso. Frente a estos acercamientos donde la religión es estudiada desde una determinada perspectiva, la Fenomenología de la religión comprende el “hecho religioso” como un todo en sí mismo y trata de abordarlo como tal, es decir como un fenómeno humano que está atestiguado en la historia religiosa de la humanidad[9]. Desde esta perspectiva se busca identificar los elementos propiamente religiosos, estudiarlos en su orgánica o trabazón dentro de una estructura determinada, al mismo tiempo que son referidos a la experiencia a la dice relación sin entrar en el valor de verdad de dicha experiencia.

B) Qué se Entiende por Religión

Ya hemos dejado constancia anteriormente que no hay una definición universalmente aceptada de “religión”[10].

El mismo acercamiento etimológico al término nos pone en la pista de esta multiplicidad de significados puesto que se puede poner en relación con “re-ligare”, “re-eligere”, “re-legere”. “Re-ligare” expresa el significado de religar, es decir, unir, vincular, subordinar[11]; en este sentido “religión” estaría expresando la unión del ser humano con otra realidad a la cual se vincula y se subordina; al mismo tiempo, en esta acepción se puede poner el acento en la vinculación o en la subordinación; en el primer caso se subraya la experiencia de comunión mientras que en el segundo la realidad de dependencia y falta de autonomía. “Re-eligere” está relacionado con la capacidad de elección; según las diferentes tradiciones religiosas se podría referir tanto a la capacidad de elegir que tiene el ser humano (subrayando su libertad) como la iniciativa divina que elige, comprendiendo entonces la religión como vocación. La tercera línea etimológica (re-legere) apunta a la forma de interpretar o recoger la realidad y puede indicar cómo la religión es una forma distinta de ubicarse en la realidad del mundo, interpretándola en otro plano[12].

Como se puede apreciar la etimología de la palabra abre el campo semántico y difícilmente facilita el camino de llegar a una definición operativa y de significado universal. Si miramos a otras culturas y tradiciones religiosas nos encontramos que aún se abre más el campo de significado. Así por ejemplo en griego no hay un término único que sea equivalente a religión; con una cierta cercanía se utiliza “eusebeia”, “threskeia” y “latreia”. “Eusebeia” expresa reverencia, miedo, terror; subraya lo que en la experiencia religiosa hay de sentimiento ante el “misterio”, la manifestación de lo sagrado. “Threskeia” expresa el culto y “latreia” el servicio y la acción de adorar. El hebreo ocupa el término “dit” para referirse a la religión e indica la norma, el mandato. En árabe se designa con el término “din” que expresa deuda, aquello que se debe. No deja de ser significativo que en muchas lenguas y culturas no hay una palabra propia para designar “religión” como realidad global, aunque sí lógicamente tienen nombre cada una de las ceremonias, ritos y experiencias religiosas que se identifican dentro de esa determinada cultura.

Siguiendo la línea fenomenológica y tratando de ocupar el significado que sea más inclusivo posible[13] podemos tomar la descripción que hace Juan Martín Velasco entendiendo por religión “el hecho humano específico que tiene su origen en el reconocimiento por parte del hombre de una realidad suprema, la cual confiere sentido último a la propia existencia, al conjunto de la realidad y al curso de la historia”[14]. Comentamos algunos rasgos que aparecen en esta descripción.

En primer lugar se refiere a la religión tanto por su contenido (definición sustancial: reconocimiento de una realidad suprema) como por su función (definición funcional: conferir sentido).

A continuación se afirma que es un hecho específicamente humano. La religión no se puede reducir a ideología, conocimiento, teoría; tampoco se puede reducir a psicología (sentimiento, emoción, estado de ánimo); no es mera institución ni sólo ceremonia o culto colectivo; no se debe confundir con el plano ético ni reducirlo a ese plano; la religión se aprende, se vive y se desarrolla socialmente, pero no se reduce a la matriz socio-cultural. “La religión es una forma de ejercicio de la existencia humana que implica la intervención de todas sus dimensiones y de todos sus niveles”, pero al mismo tiempo se trata de un hecho que tiene “características propias que lo distinguen de otras posibles formas de ejercicio de la existencia y lo convierten en un hecho irreductible a cualquiera de ellas”[15]. En otro plano se afirma que sólo los seres humanos tienen religión siendo ésta una característica específica suya.

En tercer lugar se afirma que el contenido propio del fenómeno religioso es el reconocimiento de una realidad suprema; esta expresión de “realidad suprema” es lo suficientemente amplia como para que entren muchas concepciones y representaciones diferentes, estando en su sustrato la experiencia de lo sagrado[16], del “misterio fascinante”[17]; de esta manera se puede referir a un ser personal o un conjunto de seres personales, pero también se puede referir a un poder o a un conjunto de poderes sobrenaturales; incluso entra dentro de esa descripción el estado o la situación a la cual el sujeto aspira. La superioridad está definida frente al orden de las realidades naturales y al propio sujeto; está superioridad implica tanto el plano ontológico como en el axiológico. Esta superioridad marca la especificidad de la actitud religiosa del sujeto que se puede expresar como reconocimiento[18] de esa realidad[19]. Por ello, en el sujeto la religión no se reduce a lo racional, ni al mero sentimiento, ni a una postura ética, pero todos ellos entran dentro de la expresión de la experiencia religiosa por cuanto esa realidad suprema, en cuanto trascendente necesita mediaciones en las cuales expresarse.

En cuarto lugar la descripción de religión arriba anotada expresa la función esencial de dar sentido. El interrogante específico que está relacionado con la experiencia y formulación religiosa (en cualquier nivel que esté formulado, con mayor o menor elaboración y complejidad en la exposición) se centra en la cuestión del sentido de la existencia personal, colectiva y la misma existencia del universo. Está relacionado con la experiencia del límite, con la experiencia de lo inefable que rodea y acompaña la vida, con el misterio presente en toda la existencia. Toda experiencia religiosa es una apertura a lo trascendente como forma de responder a la experiencia vital de límite y misterio que sobrecoge al ser humano. Por ello toda experiencia religiosa implica una apertura de sentido que de alguna manera integra lo inefable en la vivencia y explicación de la realidad. Desde esta apertura de sentido se busca explicar, salvar (sanar) y ordenar: a) Explicar el porqué suceden las cosas, los acontecimientos, los fenómenos; b) salvar, sanar o equivalentes que en el fondo es vivir con sentido, vivir con plenitud, lo cual equivale a vivir feliz; c) por ello toda religión implica un determinado orden que expresa cómo se deben hacer y vivir las cosas, la relaciones, los acontecimientos...de tal manera que la religión conlleva un profundo componente ético.

Excursus: El mundo contemporáneo está caracterizado por el enorme desarrollo de un conocimiento específico que llamamos científico; en algunas posturas de los que militan dentro de ese tipo de conocimiento se ha llegado a identificarlo como la única fuente de saber auténtico[20], de tal manera que se postula rechazar el resto de conocimientos como precarios y sustitutivos (pseudoconocimientos), propios de una sociedad está en minoría de edad en cuanto al desarrollo del conocimiento. Ante este peligro que está muy extendido tanto en el campo intelectual como en el nivel del conocimiento común compartido ampliamente por toda la población, es conveniente distinguir adecuadamente los planos de la religión y de la ciencia. El conocimiento científico está caracterizado por ser empírico, lógico, razonable y verificable; es por ello que sólo se puede referir a lo empíricamente observable de tal forma que las formulaciones a las que llega, inferidas de la experiencia, han de ser comprobables universalmente; para ello el quehacer científico necesita especializarse parcializando adecuadamente la realidad de tal manera que sea abarcable en la observación empírica; fuera del plano de lo empírico-verificable, el conocimiento científico no puede hacer ninguna afirmación legítima; es por ello que las afirmaciones científicas, como conocimiento específico, no pueden entrar en cuestiones de sentido o de ética. En cambio, la religión busca percibir la realidad en su significado más profundo y total; se abre a la pregunta por el sentido y trata de responderla en referencia a una realidad que trasciende lo empírico; por ello, aunque la religión implica un determinado conocimiento no se reduce al plano del conocimiento, no se centra sólo en el plano de la razón, sino que abarca la persona en su conjunto y la realidad en su totalidad. Por ello, en sentido estricto ciencia y religión no se contraponen necesariamente en cuanto que son conocimientos que están referidos a planos diversos de la realidad.

C) Religión y Cultura

Ya hemos dicho anteriormente y subrayamos ahora que la religión es un hecho humano específico irreductible a ningún otro hecho; sin embargo como realidad humana se expresa en la totalidad del ser humano de tal manera que el fenómeno religioso se manifiesta en lo social, en la estructura psíquica, en el plano de la razón, etc. Pero es especialmente con ese otro hecho específicamente humano que llamamos “cultura” con la que se entablan especiales vínculos de tal manera que ambas, religión y cultura suelen aparecer especialmente unidos aunque ciertamente de forma irreductible entre sí.

La religión forma parte de lo que podríamos llamar núcleo esencial de la cultura[21]. Por sus mismas características la religión aporta a la cultura el sentido último de su existencia. Todo grupo humano, caracterizado por su respectiva cultura, se enfrenta al caos del sin-sentido y a la legitimación (o des-legitimación) del orden y sentido ofrecido por ese determinado referente cultural, asentado a lo largo del tiempo y que ha permitido la supervivencia del mismo grupo. Normalmente una de las experiencias clave, difícil y al mismo tiempo necesaria de integrar es la experiencia del mal[22] en medio de la existencia del grupo; así mismo la cultura necesita legitimar un determinado orden social, una forma de hacer las cosas, de distribuir el espacio, el tiempo, la toma de decisiones, la reproducción de la vida, etc. La religión es por excelencia la fuente más poderosa de sentido y también de legitimación en todos estos ámbitos. La religión es como el corazón o el alma de un pueblo, de tal manera que le permite ubicarse en un espacio y en un tiempo, dar cuenta de su origen, de su existencia y de sus aspiraciones más profundas. Es por ello que con mucha frecuencia, la religión está anudada a las experiencias más esenciales de la vida del pueblo.

Al mismo tiempo la religión necesita de la cultura para poder compartir la experiencia religiosa que de otra manera sería imposible de trasmitir a futuras generaciones; la religión necesita expresarse socialmente; se aprende y se interioriza dentro de un determinado ámbito social dentro de su marco cultural correspondiente. La religión sin cultura quedaría reducida a la subjetividad de cada individuo sin posibilidad de ser compartida y por tanto desaparecería con la vivencia intransferible del individuo particular depositario de la experiencia; las instituciones, la celebración, los contenidos, las intuiciones últimas de una experiencia religiosa sólo pueden ser vividas y trasmitidas culturalmente.

D) El Diálogo entre las Religiones

A principios del siglo XXI se hace muy evidente a la experiencia común de la mayor parte de los seres humanos el hecho del pluralismo religioso. Lógicamente cada una de esas religiones reclama para sí la verdad absoluta de la experiencia religiosa, pero al mismo tiempo tiene que admitir que debe vivir en relación con otras religiones; en la medida en que la relación entre los diversos pueblos se hace más expedita, esta experiencia de pluralidad religiosa se hace más clara y llega hasta los lugares más recónditos y por lo tanto se hace cada vez más difícil a los miembros de una determinada religión sustraerse a este dato. Por otra parte y como ya lo apuntábamos en la introducción, la historia de los pueblos muestra que el factor religioso ha sido una de las fuentes de conflicto más importante en la humanidad, y sin lugar a dudas lo es hoy día. Es por ello que el diálogo entre las religiones se hace cada vez más acucioso.

Condición necesaria en la realización de este diálogo será el reconocimiento de la legitimidad de la creencia del otro, la necesidad de formular en forma inteligible para el otro, la propia experiencia creyente, estar abiertos a descubrir puntos en común y al mismo tiempo respetar las legítimas diferencias.

Es de esperar de este diálogo entre las religiones en primer lugar un mejor conocimiento de lo auténticamente humano bajo la forma de múltiples formas y experiencias. En segundo lugar, este diálogo puede impulsar un crecimiento en la espiritualidad del género humano, en la medida que posibilita una mayor conciencia del misterio radical que habita y acompaña toda la existencia; el encuentro puede servir para comprenderse como compañeros de camino en una misma búsqueda de plenitud; entre otras cosas esto es una invitación para que cada miembro de una determinada tradición religiosa lo viva con la mayor profundidad y radicalidad la intuición central que habita esa religión. Por último no es menor la esperanza de lograr un fortalecimiento ético en la construcción de una humanidad más auténtica.


[1] Este apartado del estudio fue realizado con la colaboración del sociólogo y teologo Vasco, Luzio Uriarte Gonzales.
[2] PAULI, P., “Das Wesen der Religion. Eine Einführung in die Religionsphilosophie”, München 1947, pgs 112-138 constata más de ciento cincuenta definiciones de religión.
[3] Cfr. FRAIJO, M., “Filosofía de la Religión: Una azarosa búsqueda de identidad” en FRAIJO, M. (ed.), “Filosofía de la Religión. Estudios y textos”, Madrid, Trotta 1994, pg 32
[4] Cfr. JAEGER, W., “La teología de los Primeros filósofos griegos”, México, FCE; PINARD DE LA BOULLAYE, H., “El estudio comparado de las religiones. Primer tomo”, Barcelona, J. Flors 1964.
[5] Cfr. HUME, D., “Natural History of Religión”, London 1757.
[6] Cfr. DUCH, LL., “Antropología del hecho religioso” en FRAIJO, M. (ed.), “Filosofía de la Religión. Estudios y textos”, Madrid, Trotta 1994, pgs 89-115.
[7] Cfr. FIERRO, A., “Psicología de la religión” en FRAIJO, M. (ed.), “Filosofía de la Religión. Estudios y textos”, Madrid, Trotta 1994, pgs 117-132.
[8] Cfr. MARDONES, J.M., “Sociología del hecho religioso” en FRAIJO, M. (ed.), “Filosofía de la Religión. Estudios y textos”, Madrid, Trotta 1994, pgs 133-155.
[9] Cfr. VELASCO, J. M., “Fenomenología de la religión” en FRAIJO, M. (ed.), “Filosofía de la Religión. Estudios y textos”, Madrid, Trotta 1994, pgs 69-72. Más sistemática y ampliamente expuesto aparece en la primera parte de la obra GOMEZ CAFFARENA, J. – VELASCO, J. M., “Filosofía de la Religión”, Madrid, Revista de Occidente 1973, pgs 17-274.
[10] Así por ejemplo si se relaciona la experiencia religiosa con la aceptación de un Dios personal automáticamente el hinduismo, el budismo, el confuncionismo por referirnos a algunas tradiciones sin ánimo de exhaustividad, quedarían excluidas. Por otra parte es significativo la reivindicación por parte de algunos autores protestantes sobre el hecho que el cristianismo no es propiamente una religión.
[11] Cicerón (106-43 a. C.) utiliza varias veces el término con este sentido de culto dado a los dioses siguiendo las tradiciones de los antepasados; así aparece en su obra “De natura deorum”. Posteriormente Lactancio (s. IV d. C.) lo interpretará como lazo que une al hombre con Dios.
[12] Aquí se ubicaría lo que muchos autores llaman la dimensión de lo sagrado en contraposición a lo profano; así por ejemplo ELIADE, M., “Lo sagrado y lo profano”, Barcelona, Labor 1992, específicamente en las páginas 21-22.
[13] El peligro de toda definición es que sea hecha desde una determinada experiencia o tradición cultural lo cual implica que puede dejar fuera otras experiencias que pueden ser genuinamente religiosas; pero si no se utiliza ninguna definición del concepto entonces es imposible distinguir lo que es religión de lo que no es; esto fuerza a que todo autor que trata del tema formule una definición que puede hacerla explícita o dejarla implícita a lo largo de su exposición.
[14] GOMEZ CAFFARENA, J. – VELASCO, J. M., “Filosofía de la Religión”, Madrid, Revista de Occidente 1973, pg 185.
[15] GOMEZ CAFFARENA, J. – VELASCO, J. M., “Filosofía de la Religión”, o. c., pg. 185
[16] Cfr. ELIADE, M., “Lo sagrado y lo profano”, Barcelona, Labor 1992.
[17] Cfr. OTTO, R., “Lo Santo. Lo racional y lo irracional en la idea de Dios”, Madrid, Revista de Occidente 1965.
[18] El término está tomado de Juan Martín Velasco y lo define como “aceptación de una realidad cuya presencia se impone (y) también que la actitud que designa no se reduce a una simple afirmación, sino que consiste en un sometimiento o una entrega que reconoce a la realidad reconocida” (en GOMEZ CAFFARENA, J. – VELASCO, J. M., “Filosofía de la Religión”, o. c., pg. 185).
[19] Es importante subrayar que si bien actitud y experiencia religiosa no se contrapone a conocimiento, es sin embargo más que un saber racional de algo puesto que implica una creencia, una aceptación, una “religación” del sujeto, lo cual recogemos en la expresión reconocimiento. Panikkar expresa esta misma idea apuntando que “el fenómeno religioso no es un noema, sino un pisteuma, no pertenece al orden lo pensado, sino de lo creído, y si no hay comunicación al nivel de este último no se habla de la misma cosa”.
[20] Volvemos a referirnos aquí al positivismo de algunos de los autores ilustrados como por ejemplo Augusto Comte en su famosa obra “Filosofía positiva”; dicho sea de paso, esta postura contiene una profunda actitud religiosa frente a la ciencia, la cual es imposible de justificar científicamente.
[21] Cfr. Conferencia Episcopal Latinoamericana, “Documento de Puebla”, 1968, n° 389.
[22] El mal tiene muchas expresiones, pero una de sus manifestaciones más importantes es el tema de la muerte y de la enfermedad.