Portada Anterior Siguiente Índice | 4. Supervivencia de la lengua. 

4. Supervivencia de la lengua. 

En un primer momento la administración española  y la Iglesia apoyan el aprendizaje de las lenguas indígenas y la difusión de las lenguas generales (el quechua en nuestro Noroeste). Pero la tendencia a obligar el aprendizaje del español por parte de los indígenas va tomando auge. En 1634 y 1636 se dispone que sea enseñado el español a todos los indios.
En el caso del kakán su declinación se acentúa por el extrañamiento de parcialidades luego de haber sido sofocado el alzamiento de Chalimín (1630-1643), luego del fracaso de la rebelión incitada por Pedro Chamijo (a) Pedro de Bohórquez Girón (1658-1659) y luego de los triunfos logrados en subsiguientes guerras llevadas por el gobernador Alonso de mercado y Villacorta (1659 y 1665).
    Sin embargo, en 1683, en Tocpo (Tucumán) los indígenas extrañados de Catamarca aún hablaban mal el quichua porque comúnmente hablaban su propia lengua; los viejos sólo sabían la lengua calchaquí y muchas mujeres no hablaban ni entendían el quichua (Larrouy 1923, p.357).  En 1713, en Campogasta (Chumbicha, Catamarca) una mujer calchaquí “todavía no pronunciaba bien el idioma del Cuzco, y sólo se acomodaba al suyo” (Larrouy 1914, p.12).
En 1770 una Real Cédula ordena que se pongan en práctica medios para conseguir que se extingan los diferentes idiomas indígenas y que sólo se hable castellano.  El gobernador de Tucumán Gerónimo Matorras, en su segunda gobernación (1772-1775), toma medidas para desarraigar las lenguas indígenas:  crear escuelas para enseñar a leer en castellano; doctrinar en castellano; empleo obligatorio del español en casas de ciudad para hablar a los hijos y sirvientes, y en las casas de campo y haciendas para hablar con los criados; obligación de saber castellano para poder ser nombrado cacique, alcalde, fiscal, etc.