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LOS YAGÁN[83]


1. Modo de vida y organización social


Los Yagán corresponde a un pueblo fundamentalmente canoero, que habitaba originalmente en el sector circundante a los canales y costas sudoccidentales de Tierra del Fuego, entre el canal Beagle y el Cabo de Hornos, recorriendo en sus desplazamientos otros distritos al occidente del canal Murray, comprendiendo la isla Hoste y las islas que se encuentran a la entrada del canal Cockburn, así como hacia el este de Navarino, al conjunto de islas que enfrenta el Atlántico, y hacia el sur, el archipiélago del Cabo de Hornos. Hacia fines del siglo XX, habitan en Villa Ukika -Puerto Williams-, y en diversos puntos del país, incluida la zona central.

Hasta comienzos del siglo XIX, en escasas ocasiones se relacionaron las tripulaciones de los barcos europeos con los indígenas del lugar[84]. Si bien, la expedición holandesa que llevaba el nombre de “Flota de Nassau”, bajo las órdenes del almirante L’Hermite, llegó en febrero de 1634 al lugar que posteriormente sería denominado como Bahía Nassau, donde conoció a algunos de los habitantes del Archipiélago del “Kap Hoorn” -Cabo de Hornos- llegando a perder incluso algunos de sus marineros en un sangriento enfrentamiento. También difundió en Europa las primeras noticias sobre aquellos, dejando constancia de ese suceso el marino Geen Huygen Schapenham, a través de una descripción sobre el físico, costumbres y carácter de los indígenas[85].

Dentro del territorio Yagán se originaron cinco parcialidades sobre la base de diferencias dialectales y pugnas ocasionales debidas al aprovechamiento de sectores fronterizos; estas eran Wakimaala, la gente que habitaba el distrito más favorable y poblado, en ambas orillas del Beagle; Utumaala, esto es, los canoeros que habitaban al oriente desde Puerto Williams y la isla Gable hasta el grupo de Picton, Lennox y Nueva. Inalumaala, cazadores del occidente, que deambulaban por ambos brazos del canal Beagle desde punta Divide hasta el Brecknock; Ilalumaala, habitantes del sector oceánico sudoccidental y de sus aguas interiores, desde la bahía Cook hasta el Falso Cabo de Hornos; y los Yeskumaala, que poblaban el archipiélago del Cabo de Hornos. En el interior de algunas parcialidades existían subdivisiones locales, como en el caso de los canoeros que habitaban el distrito central y el de los Ilalumaala, donde el seno Año Nuevo constituía el área de separación[86].

Martín Gusinde señalaba que a pesar de esta división, todas las secciones experimentaban una suerte de unión y, que se consideraban un pueblo independiente. Se daba el intercambio entre familias de distintos grupos, aunque quedaba limitado a ocasiones extraordinarias; dentro de los límites de la propia parcialidad, cada uno gozaba de una ilimitada movilidad, pudiendo pescar, desembarcar y vivir donde se quisiera”[87].

El mismo Gusinde hacía referencia a la escasez de datos para poder determinar el núcleo de población yagán antes de la llegada de los europeos. Un cálculo aproximado podía hacerse sobre la base de la extensión de las costas navegables, que permitía la movilidad de unas 450 canoas para la búsqueda de alimentos. Si se asignaba a cada embarcación un promedio de seis tripulantes, se obtenía una cifra para la población original, de unas 3.000 personas[88].

Los límites territoriales de los Yagán, eran por el norte -hacia el interior de la costa- los selk’nam, hacia el noreste fueguino los haush -selk’nam orientales-, y por el occidente la parcialidad austral de los kawésqar, manteniendo con unos y otros relaciones que ocasionalmente derivaban en alianzas matrimoniales, cuando no en luchas interétnicas[89] especialmente con los Selk’nam, con los que mantuvieron una relación marcada por la hostilidad mutua, derivada de la competencia por los mismos territorios[90].

El Pueblo Yagán pasaban gran parte del tiempo en el mar, y en cierta forma su vivienda era la canoa de corteza, frágil, liviana y ligera; con la que recorrían las costas. En ellas se reunían las familias, las armas, sus utensilios y los perros, recalando en los paraderos donde levantaban toldos construidos de maderos, los que, hincando un extremo en el suelo, unían el otro en un vértice, tomando el aspecto de cúpula sobre una planta generalmente circular; las ramas se entramaban con otras como una circunferencia dando mayor solidez a la armazón cubriéndolas con otras ramas, cueros y pieles. En su interior se mantenía encendido el fuego[91].

Esta era la vivienda común conoidal, de tipo unifamiliar propia del sector oriental, la otra era la abovedada. Ambas respondían en cuanto a la tecnología aplicada, a las condiciones del entorno. La abovedada daba más abrigo y protegía mejor de la lluvia y la nieve, empleándosela en el distrito occidental donde abundan las precipitaciones. Su planta era circular, hecha con varas cuyos extremos se enterraban en el suelo mientras que los otros se curvaban y entrecruzaban para obtener la forma de abovedada; se cubría con ramas y pieles, y se utilizaba pasto seco y musgo para cubrir los huecos[92].

La varadura de una ballena o un duro invierno, eran situaciones excepcionales en las que algunas familias con vínculos de parentesco levantaban una edificación de mayores dimensiones, semejante a la abovedada, pero más extendida. Dentro de ella, cada familia elegía un lugar, con acceso al fuego, por lo que el fogón debía ser de tipo alargado. Pese al nomadismo que hacía que cada familia se instalara en tierra individualmente, también se levantaban campamentos colectivos cuando se producía el varamiento de cetáceos o se celebraban ceremonias de iniciación[93].

Los Yagán, así como los kawésqar, debieron adaptar su cuerpo a las duras condiciones ambientales, haciendo que la desnudez fuese funcional al entono. Se cubrían el cuerpo de grasa de lobo marino, soportando bien las bajas temperaturas, y cubriéndose con una piel que les servía para protegerse del viento. Las mujeres, desde niñas usaban un “cubresexo”, no así los varones[94]. Su vestuario también incluía el uso de cueros de lobo marino, y como complemento de aquel las mujeres llevaban collares de huesos o caracoles, y pulseras de cuero. Se organizaban en pequeños grupos familiares cuya autoridad recaía en el padre, con roles asignados a cada integrante. Estos grupos familiares coexistían e interactuaban constituyendo partidas de caza no muy numerosas, facilitándose de esta forma el desplazamiento por los canales y el abastecimiento de alimentos. Los hombres se dedicaban a las actividades de caza de animales marinos -lobos marinos, nutrias, ballenas-, mientras, las mujeres contribuían a la construcción de la vivienda, el cuidado del fuego, preparación de alimentos y abastecimiento de agua dulce. Además de la recolección de mariscos[95].

Norma elemental de su convivencia era la reciprocidad y redistribución, lo que permitía relaciones de horizontalidad y una mínima jerarquización. Cotidianamente, los yagán recorrían sus territorios tradicionales de caza y recolección, aprovechando de sus recursos, vigilando para evitar una posible violación de la propiedad consuetudinaria por miembros de otra parcialidad. Esto significaba el reconocimiento y respeto al dominio grupal sobre los recursos naturales del sector que les correspondía, norma que, sin embargo, tenía como excepción la varadura de ballena, la necesidad de obtener bienes que se encontraban en determinados lugares, siendo entonces de acceso y aprovechamiento común y libre -como bosques con árboles de troncos apropiados para la fabricación de canoas y yacimientos de pedernal-. También era excepción a dicha regla situaciones de privación extrema por las que ocasionalmente podía pasar alguna familia, lo que la obligaba a buscar alimentos en donde pudiera encontrarlos.

Fuera de ese dominio grupal, se reconocía la propiedad común sobre los edificios ceremoniales del iaxaus –Chiejaus- y el Kina; un poco más restringida era la propiedad familiar que incluía los bienes de uso ordinario -toldo, canoa, pieles de abrigo, alimentos-, y la personal, esto es, las pertenencias individuales del cazador -sus armas-, las mujeres -sus cestos y adornos- y los niños –juguetes-. Las transgresiones a estas formas de dominio eran castigadas con severidad[96].

La alimentación de los Yagán se basaba fundamentalmente en el consumo de carne de lobo marino, nutria, y carne de ballena. Esta incluía normalmente también gran variedad de especies marinas, como cholgas (aulacomia ater), erizos (loxechinus albus) y algunos peces. Al acampar consumían complementariamente carne de guanaco y aves, así como hongos, bayas y huevos.

Entre las armas e instrumentos de caza y pesca más utilizados se encontraban los arpones, fabricados de distintas formas y medidas, según el tamaño y tipo de presa. Los materiales utilizados en su elaboración eran hueso, madera y piedra, agregándose cueros de animales, sus tendones, nervios y fibras vegetales. Fuera de los instrumentos de caza y pesca, tenían habilidad para la elaboración de cestos de fibras vegetales, siendo el más común el canasto redondo, de base estrecha y boca ancha con pequeñas asas en el borde. También utilizaron corteza para elaborar recipientes para transportar agua. Las cortezas eran ablandadas con calor, y unidas a una base circular de fibra vegetal, para luego ser cocidas o atadas con fibras animales o vegetales, y selladas con barro[97].

Sus creencias apuntarían más que a la existencia de divinidades, a la de entidades que se encarnaban en cualquier objeto o lugar; Watauiwineiwa constituía la creación de todo lo existente, pero no era adorado, de acuerdo a la forma en que la sociedad occidental entiende las creencias[98]. Otras entidades que formaban parte de sus creencias, eran los Yoalox, a los que se les atribuía la enseñanza del uso y fabricación de las armas y herramientas. Existentes desde tiempos remotos, originaban el mundo de lo sobrenatural y se manifestaban a los yámanas en hechos o fenómenos naturales. Según la información etnográfica existía Curpij, responsable del viento, la lluvia y la nieve[99].

También practicaron el chamanismo; los chamanes eran denominados Yekamush, y eran aquellos que podían sanar enfermos, solucionar problemas de índole emocional, e invocar a los espíritus. Los aprendices de chamanes eran sometidos a un difícil aprendizaje y elegidos entre los jóvenes que mostraban capacidad o predisposición para cumplir este rol, aun cuando también podían ser recomendados por parientes o por otro chamán. En el período de aprendizaje se reunían en una vivienda especialmente construida para esta ocasión y alejada de los campamentos, allí se les preparaba en diversas pruebas en las que debían lograr control físico y mental, enseñándoseles todos los secretos de su rol en el grupo, labor que estaba a cargo de los chamanes más ancianos[100].

El iaxaus, -chiajaus- era una ceremonia de iniciación que tenía por objetivo ingresar a los jóvenes, hombres y mujeres a la vida adulta. Para ello se construía una vivienda especial que albergaba a los iniciados, los padrinos y los adultos de cada familia que se encargaban de dirigir el iaxaus. Durante su desarrollo los participantes entonaban cantos, y los iniciados eran sometidos a pruebas y a lecciones éticas. La duración de esta ceremonia variaba, y según algunos relatos se llevaba a cabo cada cinco años aproximadamente[101].

El Kina constituyó otra de las ceremonias Yagán, en la que sólo los varones que hubiesen participado al menos dos veces en el iaxaus, podían asistir. Para realizarla se construía lejos del campamento, una gran vivienda donde los hombres podían trabajar sin ser molestados o vistos. Existía un encargado de dirigirla, a la vez que otro supervisaba el desempeño del jefe de ceremonia para que no ocurriesen errores, y otro hombre se encargaba de vigilar para que nadie se acercara. Durante el Kina, los hombres eran sometidos a pruebas tales como el control de su cuerpo mediante la adopción de diversas posiciones, muchas veces incómodas. Una vez logrado esto, eran sometidos a un proceso de instrucción en trabajos manuales, construcción de armas, utensilios y técnicas de caza. Según los antecedentes registrados etnográficamente, los hombres debían pintar su cara y cuerpo, llevando tocados de plumas, mientras cantaban durante el desarrollo de la ceremonia[102].

2. Los primeros contactos con “el hombre blanco”. La misión anglicana


Numerosas expediciones europeas dan cuenta del pueblo Yagán a partir de 1624. En 1826 el capitán Robert Fitz Roy aporta información sobre las características de su población y territorio[103]. En 1850, misioneros anglicanos -la South American Missionary Society- se establecen en la isla Picton, con poco éxito[104] (Ver Mapa Nº 25). Pero en 1869, logran fundar la misión de Ushuaia -actualmente territorio argentino- en la costa norte del canal del Beagle, donde construyeron un hospital, viviendas, una iglesia y una escuela, para desarrollar actividades educativas y evangelizadoras; esta es encargada un año después a Thomas Bridges, quien entregó los primeros datos más precisos, sobre las características demográficas del Pueblo yagán, asegurando que en 1850 el número de sus miembros alcanzaba las tres mil personas y en 1869 a no más de dos mil quinientos[105]. Pronto, la misión se convertiría en un polo de atracción para los indígenas del área llegando a albergar en 1880 aproximadamente trescientos yagán en forma permanente y siendo visitada anualmente por más de mil o mil quinientos[106].

Los misioneros introdujeron hábitos sedentarios entre los yagán; quienes debieron comenzar a alojar en viviendas cerradas, usar vestimentas europeas, etc. En 1885, se declaró una epidemia de rubeóla que al ser desconocida en esa zona, adquiere carácter fulminante y más de la mitad de los novecientos cuarenta y nueve registrados por la misión desaparecieron[107].

Al disminuir tan radicalmente el número de la población indígena residente, no se justificaba la presencia de una misión en Ushuaia, por lo que la South American Missionary Society resolvió suprimirla en 1888, instalando una nueva misión en la isla Bayly del grupo de las islas Wollaston, sector por el que deambulaban unos doscientos yagán. Allí se mantuvo por algunos años hasta trasladarse a Tekenika, en la Isla Hoste, en la bahía que denominaron Allen Gardiner, y por último a bahía Douglas, en Navarino[108], hacia 1906. En 1903, Florencio Dublé -teniente de marina de Chile- visitó la misión de Allen Gardiner, dejando la siguiente descripción:

“En el fondo NO de la bahía sobre la meseta despejada se levanta un pequeño caserío que se percibe desde lejos. Este consiste en pequeñas casitas de madera en que habitan el pastor, señora i cinco niños de corta edad nacidos allí mismo i un joven ayudante auxiliar; una capilla de aspecto mui pintoresco que sirve al mismo tiempo de escuela. Un edificio vecino a la capilla que es la verdadera sala de clases para los niños indígenas. Al frente de estos edificios hai algunas casitas i una veintena de chozas en que habitan los indígenas de la población. Hai también un pequeño galpón donde los indios aprenden a labrar la madera con que construyen sus casas, botes, muelles, etc.; un pequeño corral donde apacentan dos vacas que contribuyen a la subsistencia de los misioneros; algunas ovejas en mui escaso número pueblan las islas de la entrada de la Bahía.

En la época de nuestra visita había de 65 a 70 indíjenas de ambos sexos asilados i cuidados por la misión, éstos permanecen siempre allí i forman parte de la población de Tekenika; el resto de los pobladores salen i andan errantes por los canales i puertos de estas rejiones viviendo de la caza i marisco; pero llegada la estación de invierno vuelven a la misión a ocupar las casa que permanecían cerradas cuando ellos estaban afuera...”[109].

El superior de la misión, John Williams, calculó que hacia 1905 había un total de alrededor de cien personas, ya que habían muerto treinta y dos, y nacido sólo tres o cuatro niños. Para 1916, la South American Society había cesado su acción en el sector, cuando ya no quedaba ni un centenar de yagán con vida, incluidos los mestizos[110].

La tradición anglicana modificó las creencias y prácticas indígenas, realizándose el último iaxaus en 1941[111]. Los efectos de la vida sedentaria y occidentalizada que imponía la misión, se hicieron extensivos al plano físico ya que -como se mencionó anteriormente- obligó a los yagán a adoptar costumbres europeas, en lo referido a la vestimenta y la alimentación especialmente, que no correspondían a las características ambientales en las que se habían desarrollado hasta entonces como pueblo. Respecto a ello, Martín Gusinde señalaba en primer lugar, entre las desventajas que provocó el afán europeizante de los misioneros, el alejamiento de los indígenas de su red de parientes y amistades, al ser trasladados a la misión, desvinculándolos de la vida comunitaria. Además, el alojamiento en viviendas cerradas sin una calefacción adecuada, provocaba frío, humedad y hacinamiento[112].

Los yagán estaban acostumbrados a que el Sol, el aire -que estimulaban la circulación sanguínea- y la lluvia actuaran directamente sobre su piel, pudiendo aproximarse al fuego sin interferencias, lo que les permitía secar sus cuerpos en pocos minutos. Al ser obligados a llevar una gruesa vestimenta al estilo europeo, que envolvía el cuerpo y permitía la acumulación de mucha suciedad en la piel y en las mismas prendas de vestir -que casi nunca eran cambiadas o lavadas- sufrían de erupciones cutáneas y eczemas. Además de desarrollarse el debilitamiento de todo el organismo, ya que la vestimenta húmeda no era reemplazada por otra seca, sino que se secaba sobre el cuerpo favoreciendo el cultivo de gérmenes de diversas enfermedades que representaron un factor clave en la acelerada caída demográfica de este pueblo[113]. La alimentación tradicional era interrumpida bruscamente cuando niños o adultos ingresaban en la misión, fuera del hecho de que allí debían adaptarse a un horario de consumo de alimentos, muy distinto del de su cultura, lo que terminó por resentir su bienestar físico. Sumado ello a las circunstancias en las que escaseaba el alimento suficiente en las misiones, lo que se desprendía de los propios informes de los misioneros[114].

No obstante, la misión habría de convertirse en el único refugio del pueblo Yagán, frente al constante arribo de extranjeros, cazadores de lobos marinos, buscadores de oro, agricultores que se asentaron en su antiguo territorio, y que alteraron drásticamente su estilo de vida, su hábitat y sus costumbres; considerando que hacia 1890 ya existía una colonia de más de trescientos croatas en dichos parajes. Con relación a esto, un mecanismo de protección ante la discriminación de los agentes externos y la sociedad dominante, fue y continúa siendo, el abandono de la lengua materna, “... pues la competencia exclusiva en la lengua española permitió a los Yagán, pasar desapercibidos... ”[115], pero también incidió en el debilitamiento de su propia cultura.

3. La acción del Estado chileno: la colonización


Como ya ha sido mencionado en los capítulos precedentes, el auge de la actividad minera y el comercio en las islas al sur del Beagle, llevaron al gobierno chileno a fines del siglo XIX a desarrollar un plan de colonización en la zona. El gobernador Daniel Briceño, es el primero en dar a conocer al gobierno lo que sucede en esos territorios, destacando la importancia que tenía el oro como un efectivo agente poblador[116], pero sin mencionar hasta ese momento la existencia de población originaria.

“El oro (...) que se encuentra diseminado en los ríos i playas de la Patagonia, Tierra del Fuego i en casi todas las islas adyacentes, fue el poderoso imán que hizo duplicar en el último decenio a la población. Afluyen diariamente de todas partes extranjeros que a la perspectiva de una fortuna fácil i rápida, abandonan sus hogares para ir a arrastrar una miserable existencia en aquellos parajes lejanos i faltos de recursos. (...) si el oro es de beneficio directo para la Colonia, es utilísmo, por otra parte como ajente de inmigración i estímulo para explorar y poblar rejiones vírgenes i casi desconocidas...”[117].

Con el objetivo de resguardar los intereses nacionales en esta región, el mismo Briceño proponía un plan, sobre el que casi sin variaciones se planteará la colonización y desarrollo de las Islas en los siguientes ochenta años.

“Establecer una Subdelegación Marítima en la isla Navarino. Se conseguiría con esto i sin más esfuerzos, fundar una pequeña colonia en esta isla, que tiene campos aptos para la crianza de ganado i buenas clases de madera. El establecimiento Argentino de Ushuaia monopoliza en la actualidad el comercio de todas las islas al sur de la Tierra del Fuego, que se ha hecho considerable por los recientes descubrimientos de ricos lavaderos de oro en todos ellas. Una población bien situada en Navarino sería el centro obligado de todo el movimiento de la rejión al mismo tiempo que una autoridad marítima sería una verdadera providencia para el numeroso tráfico de embarcaciones chilenas que se encuentran en la necesidad hoy de arribar al puerto mencionado...”[118].

Como parte de esta iniciativa se crea Puerto Toro en la isla Navarino y es instalada una línea marítima regular entre Punta Arenas y el área habitada por los yagán[119]. A partir de 1891, la gobernación de Magallanes otorgó sucesivas concesiones provisorias de los terrenos de isla Navarino en favor de colonos particulares, como la propia Isla Navarino a favor de Pedro García y Roberto Fernández, en marzo del mismo año, la de isla Lennox a Carlos Williams. En 1896 se conceden 40 hectáreas de la isla Picton a Thomas Bridges, para que allí construyese un aserradero, la que años más tarde se extendió a toda la isla para la crianza de ganado. Para comienzos del siglo XX, las tierras ancestrales de los yagán tanto del sur como del norte del Beagle fueron ocupadas por extranjeros[120].

4. El siglo XX y las condiciones actuales del pueblo Yagán


Martín Gusinde estimaba que la población yagán en 1923 era de setenta personas, quienes aún mantenían su nomadismo, vivían de la pesca y caza, y conservaban varias de sus costumbres religiosas. Hacia 1946, los yagán sumaban sesenta y tres personas -diecinueve sin antecedentes de mestizaje-, experimentaban un fuerte proceso de aculturización y descenso demográfico, por muerte o mestizaje[121]. Para fortalecer su presencia en los territorios al sur del Beagle, el gobierno chileno comienza a realizar importantes obras públicas en Puerto Luisa, con el fin de establecer allí una base naval, que hoy corresponde a Puerto Williams, base que en pocos años fue dotada con servicios públicos tales como posta asistencial, escuela, etc. Para la década del sesenta, los escasos sobrevivientes yagán se habían refugiado en las áreas de Puerto Remolinos –Argentina-, y Mejillones e Isla Navarino en Chile, en terrenos concedidos a la familia de John Lawrence[122].

Sin embargo, por órdenes de las autoridades navales de Puerto Williams, los residentes en bahía Mejillones -base de la Armada- comenzaron a ser erradicados a contar de los años sesenta en Villa Ukika, distante a dos kilómetros de dicho lugar. El objetivo era acercar a esta población servicios tales como el Hospital, la Escuela y la Policía, de tal manera que la última familia abandona Mejillones en 1971[123].

Los efectos del traslado a Ukika pronto se harían visibles; ya para comienzos de la década del setenta, además de que la población llegaba a unas 58 personas, tuvo una gran incidencia en el proceso de aculturización de este pueblo. La utilización de los servicios de salud, educación, y comunicaciones, y el contacto permanente con la cultura nacional, llevaron a la pérdida de los pocos patrones culturales ancestrales aún presentes veinticinco años atrás[124].

En 1992, se organizó la “Comunidad Yámana de Navarino” entidad dotada de personalidad jurídica, integrada por treinta personas mayores de edad miembros de la comunidad, cuyo objetivo era luchar por la defensa de sus derechos ancestrales y la superación de las condiciones de pobreza y marginalidad, así como el rescate de su historia y cultura[125]. De acuerdo al estudio sobre los pueblos australes realizado por José Aylwin en 1995, la población yagán alcanzaba en ese momento un total de 74 personas, de las cuales 51 vivían en la Villa Ukika y en la vecina ciudad de Puerto Williams, mientras que de las 23 restantes, 16 lo hacían en diversos puntos del país, -2 en Valparaíso, 3 en Villa Alemana, 5 en Talcahuano, 2 en Castro, 3 en Punta Arenas y 1 en Dawson- y 7 en Argentina -4 en Río Gallegos y 3 en un paradero desconocido-[126].

Hacia ese mismo período, la mayor parte de la población laboralmente activa de isla Navarino, vive de los ingresos que le reportan diversas actividades. Una de ellas es la venta de artesanías tradicionales, consistente en cestería confeccionada con juncos, y antiguas canoas yagán hechas de corteza de madera o cuero de lobo marino vendidas por los artesanos directamente a los turistas, tanto en sus propios hogares como en un quiosco instalado por la municipalidad de Puerto Williams en el muelle[127]. Otra de sus actividades es la comercialización de productos del mar, principalmente centolla y centollón, para lo cual disponen de tres embarcaciones de su propiedad. Los productos obtenidos - entre nueve y diez meses al año cuando la captura de estas especies es permitida-, son mayoritariamente vendidos a las industrias centolleras existentes en el área.[128]. La carpintería de ribera, elaborando embarcaciones pesqueras -embarcaciones de tamaño medio hechas con madera local-, es complementada con la pesca. El resto de la población laboral activa vive principalmente del desarrollo de trabajos ocasionales; los hombres especialmente en construcción y turismo, y las mujeres en servicios de hogar y restaurantes[129]. En términos generales, el presente del Pueblo Yagán está marcado por una lógica de subsistencia, y la mayor parte de él vive en condiciones de pobreza[130].

Hacia fines de los noventa, aproximadamente treinta de los integrantes de la comunidad yagán de Navarino vivía en la Villa Ukika (Ver Mapa Nº 26), la que está compuesta por un total de catorce viviendas, la mayoría de ellas construida y ocupada por sus dueños, si bien algunas de ellas arrendadas a estos por personas ajenas a la comunidad yagán. Los terrenos en que se ubican dichas viviendas, así como la totalidad de los del área urbana de Puerto Williams, son propiedad del SERVIU -Servicio de Vivienda y Urbanismo- y no de sus ocupantes[131].

Algunos podrían afirmar que se ha producido la pérdida casi generalizada de las costumbres y usos tradicionales del Pueblo Yagán, debido a la adopción por imposición de usos provenientes de otras culturas, fundamentalmente la chilena, y que las formas de vida de la gente, a excepción del desarrollo de algunas, tales como la elaboración de artesanías tradicionales, difieren muy poco de las del resto de la población de bajos recursos, fundamentalmente pescadores, que habitan en la Villa Ukika o Williams. La excepción a lo anteriormente señalado la constituían las hermanas Cristina y Ursula Calderón, esta última recientemente fallecida, que por el hecho de ser las personas de más edad de la comunidad, alcanzaron a conocer en Mejillones parte de la forma de vida tradicional de su pueblo, de las creencias y rituales, de su lengua y costumbres. Ello determina que eran las únicas personas en la comunidad que hablaban el idioma de sus antepasados, conectando al resto de la comunidad, a través de sus recuerdos y relatos, con un pasado para ellos desconocido[132].

Por otra parte, diversos factores han incidido en la existencia de un proceso de revitalización étnica al interior de la comunidad yagán en el último tiempo. La influencia ejercida en ella por las hermanas Calderón con sus frecuentes relatos del pasado, el conocimiento del proceso vivido por otros pueblos indígenas del país en los últimos años, así como de la existencia de una nueva política en beneficio de estos pueblos y comunidades, el interés que demuestran quienes llegan hasta Navarino por conocer su historia y cultura, entre otros factores, han llevado a los yagán a rescatar su identidad como integrantes de esta comunidad y a querer agruparse en torno a ella[133].

CAPÍTULO CUARTO


[83] El término “Yagán” tendría su origen en la abreviación que hizo el misionero anglicano Thomas Bridges, del nombre que esta etnia daba a un sector llamado “Yashgashaga”. Martín Gusinde utilizó “Yámana” -denominación bajo la cual han sido comúnmente conocidos- como la palabra con la que se reconoce este grupo, y cuyo significado sería “hombre”. Aguilera, Oscar. Cultura Yagan. [en línea]Lenguas y Culturas de Chile. [fecha de consulta: 12 Agosto 2002]. Disponible en: <http:// uchile.cl/cultura/lenguas/yaganes/1a.html>.
[84] Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego. Resultados de mis expediciones en los años 1918 hasta 1924 organizadas bajo los auspicios del Ministerio de Instrucción Pública de Chile. Tomo II. Vol. I. Los Yámana. Centro Argentino de Etnología Americana. Buenos Aires. 1986. p.190.
[85] “Los habitantes de la Tierra del Fuego son, por naturaleza, blancos como los de Europa: tal es la apariencia de un niño que hemos visto. Se embadurnan el cuerpo y lo pintan de muchas maneras: unos se adornan con pintura roja la cara, las piernas, los brazos, las manos, otros llevan una mitad del cuerpo en rojo y la otra en blanco, de manera que cada uno está pintado de una manera particular. Su figura es apuesta, sus miembros bien proporcionados, y su altura parecida a la de los europeos. Tienen el cabello negro; lo llevan largo y tieso para parecer más terribles; sus dientes son filosos como cuchillos. Los hombres andan completamente desnudos, sin cubrir sus vergüenzas, pero las mujeres se tapan con un pedacito de cuero, se pintan como los hombres, y se adornan el cuello con un collar de conchas. Algunos indígenas, pero pocos, se cubren los hombros con una piel de foca, que les da poca protección contra el frío, tan extremo en esta región, que es maravilla que puedan aguantar el invierno”.Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit.: 113.
[86] Ibíd.: 112, 113.
[87] Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit.: 203.
[88] Gusinde, Martín. Hombres primitivos de Tierra del Fuego... Op. cit.: 119.
[89] Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle... Op. cit.: 7.
[90] Aguilera, Óscar. Cultura Yagan... Op. cit.
[91] Ibíd.: 7, 8.
[92] Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit.: 114, 115.
[93] Ibíd.: 115.
[94] Ibídem.
[95] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan....” Op. cit.
[96] Martinic, Mateo. Historia de la Región Magallánica... Op. cit.: 115.
[97] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...”, Op. cit.
[98] “El arco iris que se ve en el cielo se llama Watauineiwa. A él le piden favores los hechiceros yaganes y todos los que necesitan algo, porque Watauinewa no castiga, sólo ayuda. Si uno mira al cielo cuando sale el arco iris, puede ver uno pequeño junto al grande: se llama Akainij y es el hijo del otro. Los dos son lo mismo. Cuando hay tempestad, se les pide que venga la calma”. Stambuk, Patricia. Rosa Yagán. El último eslabón. Editorial Andrés Bello. Santiago. 1992. p. 41.
[99] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...”, Op. cit.
[100] Ibíd.
[101] Ibíd. “La casa de chiajóus estaba cerca de la misión. Era más grande que una ruca y de forma distinta. Cuando llegamos frente a la puerta, otros me hicieron entrar y mi abuela lejana me tapó enseguida con unas frazadas. No veía nada; sentía mucho calor (...) Todos los que estaban adentro hicieron un ruido como cuando se levanta el viento y apagaron el fuego con agua. ¡Shshshshooooo!, gritaban el agua y el fuego. También hacían sonar sus pies pelados sobre la tierra plana. (...) Cuando me levantaron quedé sentada. Ellos vestían la ropa de siempre, pero tenían la cara, las manos y los pies pintados con barro blanco. El rancho también estaba ¡lindo!, por dentro, con colores rojo, blanco y negro. Ellos cantaban, sentados. (...) Muchos días pasé en esa casa. Era como una escuela para civilizar: más que escuela, se puede decir. (...) Fui la última raza que pasó por el chiajóus”. Stambuk, Patricia. Rosa Yagán. El último eslabón... Op. cit.: 45-47.
[102] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...” Op. cit.
[103] En 1830, Fitz Roy , al regresar a Inglaterra luego de finalizar a la primera expedición hidrográfica de la Marina Real en Sudamérica, decide llevar consigo a cuatro yagán capturados en los canales del sur. Estos, denominados por aquel como Boat Memory, York Minster, Fuegia Basket y Jemmy Button, una vez en Inglaterra son puestos a cargo del reverendo William Wilson para recibir instrucción y educación europeas. Jemmy Button participaría en 1859, ya de regreso en su lugar de origen, en un ataque a misioneros anglicanos. Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle... Op. cit.: 35 y 40.
[104] Ibíd.
[105] Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit.: 219.
[106] Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit.: 35.
[107] Emperaire, Joseph. Los nómades del Mar. Ediciones de la Universidad de Chile. Santiago. 1963. pp. 61, 62.
[108] Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle... Op. cit.: 43, 44.
[109] Ibíd.: 119. Citando Algunos datos sobre la Misión Evangélica de Tekenika, artículo escrito para la Revista de Marina, Valparaíso, reproducido por el diario El Magallanes de 22 de enero de 1904.
[110] Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit.: 221.
[111] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...”, Op. cit.
[112] Gusinde, Martín. Los indios de Tierra del Fuego... Op. cit.: 300-304.
[113] Ibíd.: 306.
[114] Ibíd.: 307.
[115] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...” Op. cit.
[116] Martinic, Mateo. Crónicas de las Tierras del Sur del Canal Beagle... Op. cit.: 72.
[117] Ibíd.: 72, 73 Citando Memoria 17 de abril 1892 (En Correspondencia Gobernación de Magallanes 1892, Archivo nacional).
[118] Ibíd.: 73.
[119] Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit.: 38.
[120] Ibíd.: 40.
[121] Ibíd.: 40, 41. Citando a Lipschutz, Alejandro y Grete Mostny: Cuatro conferencias sobre los indios fueguinos. Revista Geográfica de Chile, Terra Australis. Año III, Nº 3. Santiago. 1950.

[122] Ibídem.
[123] Aguilera, Óscar. “Cultura Yagan...”, Op. cit.
[124] Aylwin O., José. Comunidades Indígenas... Op. cit.: 41. Citando a Ortiz-Troncoso, Omar: “Los yámana: veinticinco años después de la Misión Lipschutz”. Anales del Instituto de la Patagonia, Vol. IV; Nº 1 y 3. Punta Arenas. 1973.
[125] Ibíd.: 71.
[126] Ibíd.: 41.
[127] Ibíd.: 69.

[128] La venta de artesanías tradicionales es desarrollada según el estudio de J. Aylwin, por alrededor de 15 personas, en su mayor parte mujeres, Los ingresos que obtienen son difíciles de cuantificar, ya que los precios de las artesanías son variables, y su elaboración y venta es temporal e inestable, pero un aporte igualmente importante para la subsistencia material de muchas familias; mientras que seis personas se dedican a la comercialización de productos del mar . Los ingresos obtenidos por su venta son también variables, al depender del precio que tales empresas fijen para la adquisición de estas especies. Además de otros trabajos mayormente ocasionales, a lo anterior se agregan ingresos obtenidos por concepto de pensiones de distinto tipo que benefician a varias de las personas de la comunidad.
Dos miembros de la comunidad se dedican a la carpintería de ribera. Ibídem.
[129] Debido a la inestabilidad propia de estos trabajos, los ingresos obtenidos por ellos son variables. Por otra parte, de acuerdo al informe social de la Gobernación provincial -para 1995-, dos integrantes de la comunidad yámana tendrían un ingreso estable por su trabajo en la administración pública de la zona. Ibídem.
[130] Aguilera, Oscar. “Cultura Yagan...” Op. cit.
[131] Por otra parte, a excepción de tres viviendas que se encuentran lejos del mar, las otras viviendas de Ukika se encuentran dentro de los 80 metros de playa, cuya tuición, de acuerdo a la Ley N°. 18.255 de 1983, corresponde a la Subsecretaría de Marina (Ministerio de Defensa Nacional). La restante población yagán habita viviendas obtenidas por medio de los servicios de vivienda del Estado o construidas por ellos mismos, en la ciudad de Puerto Williams. Aylwin O., José. Comunidades Indígenas ... Op.cit.: 70.

[132] Ursula Calderón en el 2003 « iba a enseñar algunas palabras a los niños de la escuela de Puerto Williams. Afortunadamente su voz y la traducción de muchos vocablos quedaron grabados en un disco compacto (...)” El Mercurio [en línea ) [fecha de acceso: 7 de febrero 2003) Disponible en: www. diario. elmercurio. com/ nacional/noticias/2003/1/18/289261.htm?=289261. El disco compacto se titula “Relatos y cantos yámanas”, y consiste en un conjunto de historias y cantos relatados en yagán (yámana) y castellano por Ursula Calderón y grabados por Rafael Cheuquelaf en el estudio “El Refugio” de Punta Arenas, en el año 2001.
[133] Aylwin O., José. Comunidades Indígenas ... Op.cit.: 71.