2.
La organización social de los antiguos mapuches
No
es fácil saber cómo era la organización social de los
mapuches antes de la llegada de los españoles. No es fácil por
varias razones. La primera, radica en que las informaciones de la época
provienen de los propios conquistadores, quienes ven y observan de una manera
muy peculiar a la sociedad indígena. En principio, no pueden imaginarse
que una sociedad sin Estado y organización centralizada les pueda dar la
guerra e incluso vencerlos. Por ello tratan por todos los medios de comprender e
inventar quizá una organización, como la que ellos conocían
y habían dejado atrás en Europa. En general los indígenas
fueron percibidos siempre desde una perspectiva fuertemente etnocéntrica,
calificando las diferencias culturales de estos como carencias, calificadas como
Behetría, término que se
empleaba de manera recurrente para designar a las organizaciones de las
poblaciones situadas en la frontera sur del Tawantinsuyo. Los indígenas
fueron percibidos como grupos sin rey, sin fe ni ley, entidades sin historia,
ubicadas en los márgenes de la civilización.
Por
otra parte, tampoco es fácil comprender la organización social,
dado que esta cambió fuertemente a lo largo de los siglos posteriores y,
por lo tanto, lo que hoy día se recuerda y conoce como
organización antigua es la del siglo diecinueve y evidentemente era
diferente, y muy diferente, a la del período precolombino. Por estas dos
razones es necesario ser muy prudente en el análisis. La importancia del
tema es evidente y exige detenerse un instante.
Por
lo general, los estudios antropológicos han coincidido en que las
sociedades que han practicado un tipo de economía como la mapuche
prehispana -tala y roce, junto a un sistema de caza y recolección-,
poseen un tipo de organización social de comunidades pequeñas,
dispersas, autónomas y carentes de centralización. Se sostiene que
con estas características económicas, por lo general, las tierras
son ocupadas por familias individuales, clanes o aldeas, y dificultan el
advenimiento de una autoridad política centralizada que ejerza control
sobre los recursos
básicos.
Una
explicación para entender las razones por las que dichas sociedades no
convergieran en un poder centralizado, es la de que la competencia de los
distintos grupos por el control de la tierra genere guerras entre los distintos
asentamientos, lo que a su vez impida la organización política
entre los distintos
grupos.
Sin
embargo, el hecho de contar con un territorio abundante habría impedido
la generación de conflictos al interior de la sociedad mapuche; no
había escasez de tierras por lo cual no tenía sentido una estricta
demarcación territorial interna; la ganadería era incipiente, por
lo que no había ganado para disputar o robar, y el sistema de
producción no permitía la generación de excedentes, por
tanto no había o existía escasa acumulación, lo que
convertía el robo de alimento en una tarea más bien inoficiosa,
todo lo cual reducía considerablemente los argumentos generadores
potenciales de conflictos entre grupos. Quizá el único motivo de
conflictos internos pudiera haber provenido del denominado “intercambio de
mujeres”, sin embargo, estoes relativo, pues dicho intercambio contaba con
principios y reglas claras entre las alianzas políticas de las familias o
lof. Por lo demás, en la
eventualidad que el “intercambio de mujeres”, pudiera haber sido
causal de conflictos, no habría sido problemático antes de la
llegada de los españoles; este hecho se podría haber acentuado con
la disminución de población ocurrida inmediatamente posterior a
dicha llegada; sin embargo, no es posible determinar si esto efectivamente
ocurrió así, pues en ningún lugar se ha descrito a la
sociedad mapuche colonial como una sociedad caótica o con
características similares.
Ahora
bien es necesario aclarar que cuando se señala que este tipo de
sociedades, por lo general, poseen un tipo de organización social de
comunidades pequeñas, dispersas, autónomas y carentes de
centralización, no quiere decir, en ningún caso, que no exista
una ordenación social más allá de los linajes. Sólo
que el tipo de organización obedece a una lógica distinta a la
occidental y, por lo mismo, y en el caso mapuche, fue y es escasamente
comprendida por los observadores externos a dicha sociedad.
De
esta forma, puede decirse que la estructura social y política de los
mapuches antes de la llegada de los españoles, estaba constituida en su
unidad más fundamental por la familia o por las relaciones establecidas
entre las familias, que se habrían designado en lengua mapuche como
rukao
rukache. Existe consenso en que lo más probable es que la familia
mapuche haya sido amplia y extensa, y donde primara un patrón de
residencia basado en la patrilocalidad, es decir donde convivían todos, o
la mayoría de los descendientes masculinos del padre o jefe de familia.
De esta forma, las mujeres adoptaban la residencia de su esposo. Un nivel
más amplio de integración social era el agrupamiento de familias,
que podría ser entendido como un caserío, y que en
mapudungun recibiría el nombre
de
lof.
Al parecer el lazo que unía a las distintas familias era de
consaguinidad, los integrantes habrían pertenecido al mismo linaje del
lonko, sin embargo, cada familia
conservaba una autonomía territorial, manteniendo, muchas veces, el
patrón de residencia
disperso.
La figura del lonko representa el
liderazgo, se lo podría traducir como cabeza, principal, jefe, e ideas
similares. Se trata de un tipo de "jefatura" en que el servicio a los suyos y el
prestigio que eso redunda está en la base de su mandato y poder.
La
organización social mapuche no había llegado al estado de una
división del trabajo más allá de la familia amplia, extensa
y compleja, que sería algo así como la única
institución social permanente. Nada parece mostrar procesos de
diferenciación social que estuvieran presagiando un sistema
señorial, donde un grupo dominara socialmente sobre otro. Al no existir
diferenciación social significativa, no se requería de sistemas de
gobierno más allá de la unidad de producción y
reproducción, que era la familia. Esto no implica la ausencia de
estructuras sociopolíticas; pues en la documentación temprana
aparecen relatos de diversos sistemas de alianzas, resolución de
conflictos y, en definitiva, distintos niveles de integración social.
Para regular conflictos, estaban los grandes sabios, viejos por lo general, que
hacían las paces entre grupos, impartían justicia, daban consejos.
Se llamaban toquis de tiempos de paz,
pero no tenían más poder que aquel que les otorgaban las partes en
conflicto. En la vida cotidiana eran como cualquier otro mapuche.
Existían
también sistemas de alianzas, que se realizaban no sólo para la
guerra, sino también para faenas económicas, como la
recolección del piñón o los viajes de pesca en el mar;
alianzas permanentes selladas por el parentesco -intercambio de mujeres-, y
alianzas puntuales, para las que se elegía un
toqui que dirigiera las faenas o la
guerra.
Sobre
estas instancias de estructura social y política mapuche, algunos
historiadores, y muchas organizaciones y especialistas indígenas, han
establecido ciertas hipótesis respecto a la estructura organizacional
mapuche antigua. Las distintas instancias de alianzas de la sociedad mapuche,
son conocidas, en mayor o menor grado, de la siguiente manera. Por ejemplo, se
menciona como un nivel de integración por encima del
lof, el
quiñelob, instancia que
habría integrado a varios lof, y
en los cuales los miembros se prestaban ayuda y cooperación para las
actividades económicas y de eventuales amenazas de guerra. Por encima del
quiñelob estaría el
lebo, la instancia “... donde se
resolvían las cuestiones relativas a la guerra -incluyendo la
formación de alianzas- y la paz, esto es, allí se ventilaban las
cuestiones de política interior y de política
exterior...”.
En la instancia del lebo también
se desarrollaban las reuniones rituales de reproducción simbólica,
cuyo centro ceremonial lo constituía el
rehue.
El Ayllarehue -nueve
rehues- constituía una
instancia, donde se resolverían conflictos de guerra. Esta unidad
político-guerrera, al parecer no poseía un carácter
permanente, incluso hasta en los momentos de guerra, cada
lebo o
rehue conservaba su autonomía y
su capacidad de
decisión.
Sin embargo desde la perspectiva de los propios mapuches, los
ayllarehues, eran instancias que
trascendían la coyuntura de la guerra y que permanecían para el
tratamiento de otros temas. Un nivel de integración social superior al
Ayllarehue, lo constituye el
futamapu o ‘tierra
grande’, formado a partir de varios
ayllarehues.
Es
necesario reiterar que estos sistemas más amplios no constituyen una
organización social y política permanente, no
hay toquis o
ulmenes o
loncos fuera del nivel familiar, que
dominen territorios, grupos amplios; hay un sistema de regulación de
conflictos
-justicia se podría llamar hoy día- y un sistema
para hacer alianzas y emprender acciones
comunes.
Aunque existen algunas divergencias respecto a este tema, podría
plantearse como instituciones permanentes a la
ruka o rukache, institución base, sobre la cual los mapuches
estructuraron su sociedad. Otra unidad sociopolítica permanente de la
organización de los mapuches, sería el
lebo o
rehue.
Sin
duda, se trata de una sociedad compleja, que vivía en parcialidades
autónomas que en ocasiones se unían para diversas labores, que
poseía instancias para uniones temporales, coyunturales y que, debido a
sus abundantes recursos naturales no requirió la conformación de
poderes centralizados como gobernantes, reinados, u alguna otra forma de
centralización del poder; si no que conformó una
organización social de acuerdo a las circunstancias específicas
donde ocurrió su desenvolvimiento como sociedad.
En
consecuencia, se puede caracterizar la sociedad mapuche anterior a la llegada de
los españoles, como una estructura armónica tanto en sus
relaciones con la naturaleza como internas. No es que se quiera ver al
“buen salvaje”, viviendo en felicidad en medio de las selvas; sin
embargo todas las evidencias obligan a concluir que la sociedad mapuche
prehispana no era una sociedad de la escasez, ni tampoco sometida a la guerra
permanente entre sus miembros. En definitiva, se trata de una
organización social distinta, ni mejor o peor que la actual, sólo
distinta; que estaba en una determinada situación frente a una naturaleza
abundante en recursos, que le permitía crecer en tamaño y
desarrollar adecuadamente a sus hombres, mujeres y niños. No son muchas
las sociedades que en la historia han conseguido esto, y vale la pena
señalarlo.