8.
Poblaciones del extremo sur
La
prehistoria de Patagonia es tan prolongada como la de otras regiones del
país y durante todo ese tiempo hubo cambios como para hablar de una
secuencia de diferentes culturas.
Si bien hacia
el sur la información arqueológica no es suficiente para
comprender de una manera ampliada el desarrollo cultural indígena de
Tierra del Fuego; se sabe de la presencia de cazadores terrestres en el extremo
sur de Chile, a través de vestigios de fogones y restos de huesos de
animales que fueron consumidos por ellos, aproximadamente hace unos 11.000
años atrás. En sus recorridos, ellos ocupaban temporalmente la
Cueva Fell, que es un pequeño alero rocoso ubicado a orillas del
río Chico en la XII región, 200 kilómetros al norte de la
actual ciudad de Punta Arenas. La existencia de estos cazadores dependía
fundamentalmente del guanaco, pero también de la caza de algunos
animales como el caballo americano y probablemente el milodón,
-extinguidos a fines de las glaciaciones-. Utilizaron dardos propulsados con
estólicas y rematados con puntas talladas, denominadas por los
arqueólogos “cola de pescado” por la forma de su base. Estos
primeros habitantes se caracterizaron por su movilidad y sus desplazamientos de
cientos de miles de kilómetros en espacios de bosque abierto -como los
que rodean la Cueva del Medio y la Cueva del Milodón-, como el estepario
del sector de Pali Aike, y el norte de Tierra del Fuego, por esa época
aún unida al
continente.
8.000 o 9.000
años atrás, mientras los primeros grupos llegaban a los faldeos de
la cordillera en las pampas de Aysén, una antigua lengua glaciar, que
prácticamente cortaba el continente en el extremo sur, terminó por
hundirse, dando origen al Estrecho de Magallanes, y uniendo así ambos
océanos y separando para siempre a los antecesores del Pueblo
Selk’nam y Aónikenk, en cuanto a sus características
culturales. Fue así como los grupos del extremo sur, que en un principio
eran una sola cultura, comenzaron a diferenciarse. Sin embargo, las sociedades
del norte del Estrecho -Patagonia meridional-, como las del sur -Tierra del
Fuego- siguieron siendo cazadoras especializadas en el guanaco y otros animales
de las estepas, con algunas diferencias menores producto de distintos ambientes
-por ejemplo, el ñandú no habría existido en Tierra del
Fuego-.
De este modo,
queda claro que hacia los 9.000 años a. C., “... un grupo de
antiguos cazadores terrestres había ingresado a Tierra del
Fuego”,
dejando vestigios arqueológicos en el sitio Tres Arroyos que derivan de
una ocupación temporal del sector, con caza de guanaco, consumo de
cánidos, aves y eventualmente roedores y mariscos. Por el octavo milenio
a. C., otros grupos de cazadores llegaron al extremo sur oriental de
Bahía Inútil -sitio Marazzi-. Al parecer tanto Tres Arroyos como
Marazzi, dan cuenta de poblaciones de cazadores terrestres -de tierra firme-.
Tiempo
después, alrededor de los 5.000 años a. C., los cazadores
habían llegado hasta el extremo meridional de Tierra del Fuego. Hacia el
año 1.000 a. C., se estima que las ocupaciones humanas tardías -en
sector de Isla Grande- corresponderían a los grupos protoselk’nam
históricos.
En la península de Mitre -extremo suroriental de Tierra del Fuego-, se
evidencia “... un subgrupo étnico de cazadores terrestres
denominado
haush,
o con sus antecesores directos que vivían separados de los grupos
selk’nam, al parecer confinados en una posición geográfica
extrema de refugio...
”,
quienes se distinguían de los selk’nam, pero al parecer vinculados
o emparentados. Es muy posible entonces, que los grupos selk’nam y haush,
provengan de un antiguo tronco común de cazadores terrestres
continentales patagónicos -de época pretehuelche-, que ocuparon el
territorio de la gran isla
fueguina.
Respecto de
la emergencia del modo de vida canoero, se produjo hace unos 6.000 a 5.000
años atrás, correspondiendo a uno de los momentos más
dinámicos de cambio en las poblaciones patagónicas porque
significó la “ampliación de horizontes” para los
tradicionales cazadores terrestres. Algunas investigaciones han planteado que la
emergencia de este modo de vida en el extremo sur, está relacionada con
las nuevas condiciones boscosas en la costa -producto del aumento de la
temperatura-, que derivaron en la disminución de alimentos terrestres
como el guanaco, junto con la mayor disponibilidad de madera para la
fabricación de canoas, arpones y otros elementos para la
explotación de los recursos costeros. Los grupos humanos de la zona
-descendientes de grupos paleoindios y ya adaptados por milenios a la caza
terrestre- habrían iniciado la caza de aves y lobos marinos, dependiendo
cada vez más de la recolección de moluscos y de la pesca, hasta
dar origen a un modo de vida totalmente nuevo, que cimentará las bases de
la cultura kawésqar y yagán.
En el extremo
sur de Chile se encuentran los vestigios de la milenaria presencia ancestral de
los cazadores terrestres y canoeros, que se remonta a épocas tan antiguas
como el paleoindio y que completó el poblamiento de América
iniciado a través del Estrecho de
Bering...
...
Ésta es la historia larga de Chile donde nuestros antepasados lograron
una de las hazañas más impresionantes: domesticar y civilizar un
territorio con identidad, dejando su herencia indígena al servicio de la
descendencia, con sostenible perduración en el segundo milenio, por
cierto que d. C.
Francisco Mena, “Culturas del extremo sur: donde la cordillera se hunde en
el mar”. Museo Chileno de Arte Precolombino, artículos en
línea. Disponible en <http:// www.precolombino.cl>