7.
Los mapuches
Los
mapuches provienen de estas formaciones humanas antiguas que poco a poco fueron
desarrollándose. Hay elementos cerámicos mapuches propiamente
tales muy parecidos a los encontrados en la llamada cultura Llolleo, lo que
muestra una cierta transición que iría de norte a sur. No cabe
duda de que las influencias tenían ese sentido. Las culturas
agrícolas y alfareras del norte iban poco a poco influyendo a quienes
vivían más al sur. Sin embargo, en un cierto momento las del sur,
con su lengua y su modo de ser, influyeron a todas las que quedaban ubicadas
hasta el valle del Aconcagua. En el sur del país, esto es al sur del
río Itata, en lo que hoy es Chillán, se puede decir que a partir
de los 500 años d. C. “... se produjeron distintos desarrollos
culturales alfareros sobre una matriz que les imprime una cierta
homogeneidad”.
Los diferentes desarrollos culturales, permiten diferenciar tres sectores
geográficos donde se asientan las raíces de la cultura
mapuche.
En
el sector septentrional -desde las cuencas del río Ñuble e Itata
hasta el cordón de Mahuidanche-Lastarria- y a mediados del primer
milenio, ciertos grupos se establecieron preferentemente en la cordillera,
ponderando las actividades recolectoras e identificándolos
arqueológicamente como complejo Pitrén “... que representa
la primera ocupación agroalfarera del sur de Chile”. Su
tecnología cerámica muy bien lograda y estrechamente vinculada a
desarrollos formativos septentrionales, sugiere procesos de difusión a
través de los Andes. Este proceso posiblemente aportó
también el cultivo del maíz, el que junto a la papa se
cultivó en pequeña escala en los claros de bosque de robles o por
medio de tala y
roza.
A fines de este primer milenio, se aprecian nuevas influencias provenientes del
norte y cuyo aporte, al parecer, estará asociado a la agricultura. Es muy
probable que en esta época se extendiera el cultivo de maíz,
complementado con el de porotos, ají, zapallo y quínoa. Asimismo
también, se domestica el
Chiliweke
o la llama de los
Andes.
A esta nueva forma cultural se la reconoce como complejo Vergel, el cual se
establece sobre Pitrén, lo que se manifiesta claramente en los contextos
funerarios de carácter
cerámico.
El
sector meridional -cordón transversal Mahuidanche-Lastarria, altura
Loncoche, hasta el golfo de Reloncaví-, se caracteriza por sus
condiciones climáticas húmedas y una alta pluviosidad que
posibilitó sólo algunas prácticas agrícolas,
básicamente de tubérculos, en aquella parte del valle central
donde las condiciones permitían la supervivencia del bosque de robles. A
este sector, llega el complejo Pitrén y se establece en los lagos
cordilleranos alrededor de los 600 años d. C., y probablemente
permanecieron aquí hasta la conquista. Las condiciones ecológicas
locales no favorecieron el establecimiento del complejo El Vergel, que presenta
un mayor énfasis
agrícola.
En
el sector oriental -precordillera y pampas argentinas ubicadas en el norte y
centro de la provincia del Neuquen-, se ha postulado la presencia de una fase
del complejo Pitrén que se asienta en estos territorios a fines del
primer milenio y “... aporta rasgos de las pampas orientales y del sur de
Mendoza”.
Como el complejo El Vergel basaba su productividad en lo agrícola y las
condiciones ecológicas y climáticas que brindaba el sector
oriental tampoco eran favorables, se ha planteado que tampoco el mismo
llegó a este sector y, se plantea entonces, más
sostenidamente, que el complejo
Pitrén basaba su economía en la recolección, esta vez
asociada al consumo del piñón.
La
cultura mapuche surge de estas culturas anteriores, representada entonces en sus
antepasados Pitrén y El Vergel. Al paso del tiempo, en cientos de
años se fueron expandiendo esos rasgos culturales y
homogeneizándose, hasta llegar al año mil de nuestra era a
constituir lo que ya puede ser reconocido plenamente como cultura mapuche.
Este
pueblo fue conocido por los conquistadores con el nombre genérico de
araucano,
usado por primera vez por don Alonso de Ercilla en 1589, aunque a menudo se
usaron otros gentilicios que aludían a las diferentes localidades de
origen (p. ej.
purenes),
o a puntos cardinales de los que procedían, respecto de los referentes
(picunches,
picuntos,
huilliches).
Por
razones del alto potencial de flora y fauna silvestre útil a la sociedad,
la agricultura en los desarrollos culturales alfareros del sur de Chile, no fue
tan preponderante. La influencia posterior de los Inkas tampoco fue
pequeña y adoptaron numerosos productos del “enemigo” que no
logró ingresar a su territorio.