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Los Inkas y su influencia en el Norte Grande hasta la zona central
La
actual ciudad peruana del Cuzco fue la capital de una gran confederación
andina llamada Tawantisuyu. Tempranas fuentes históricas indican que en
la primera mitad del siglo XIV, el Inka Pachakutek comenzó la conquista
del Kollasuyu -parte meridional de este imperio-, derrotando al poderoso reino
Kolla que se ubicaba al sur del Titicaca. En esta época, es posible que
la expansión Inka haya llegado hasta la región de Tarapacá,
al conquistar los reinos Aymara del altiplano que ya ocupaban las cabeceras y
valles altos de esa región. Posteriormente, el sucesor de Pachakutek,
Topa Inka Yupanqui, somete definitivamente a los Kolla, termina de conquistar a
los señores Aymara y extiende su dominio sobre el noroeste argentino y el
territorio de Chile hasta el río
Maipo.
Sobre el sur del Maule hasta la “frontera del Biobío”, se
señala que:
Al
parecer hubo dos cruentas batallas; la primera, tentativamente desarrollada en
el río Cachapoal, no impidió que patrullas exploradoras [inkas]
rebasasen su cauce, llegando hasta los márgenes del Biobío, donde,
tras permanecer una corta temporada, hubieron de retornar al norte buscando
seguro refugio en dominios ya pacificados. Durante el retroceso, hostigados
continuamente, pudieron haber enfrentado a sus perseguidores en el Maule, antes
de ampararse en la cuenca de
Santiago.
Los
Inkas dominaron diferentes regiones culturales, desde alianzas políticas
en el norte hasta el Maule, en el centro de Chile. De este modo, se imponen
nuevos cultos, se enfatiza la explotación de metales, se ocupan de una
manera directa los caminos e instalaciones a través de centros
administrativos y tambos, manejo de poblaciones de colonias –mitimaes-
para mayor labor y tributación al “imperio”. Sin embargo, no
hacía mucho tiempo que los inkas habían estructurado sus
provincias del sur -Chile-, cuando se produce la invasión de
Almagro.
Sin embargo, no hay que olvidar que antes que los inkas llegaran al norte
grande, chico y parte de la zona central, allí ya se habían
desarrollado numerosas culturas.
En el norte,
la ocupación inkaica fue evidentemente más política que
cultural, ya que se fundamentó en alianzas con las autoridades
atacameñas, las cuales estaban preparadas para este entendimiento, a
raíz de la conducción del tráfico multiétnico que
existía desde antes. De esta manera los inkas capturan la
“riqueza” atacameña a través de la imposición
del trabajo obligatorio local
–mita-, con lo cual podían
preparar desde Catarpe las cargas de retorno que, de acuerdo a su
planificación, eran indispensables para su “imperio”. Los
alimentos -charqui, papas, harinas-, metales
-cobre y
oro-, piedras semipreciosas, madera, etc., proporcionaban los bienes que
requerían tanto las poblaciones altiplánicas, como aquellas que
sustentaban el status cuzqueño en su
capital. Por otro lado, Catarpe era el paso obligado de la riqueza
tributada que provenía a través de las caravanas desde el centro
de
Chile”,
por el llamado “camino del inka”.