Portada Anterior Siguiente Índice | 8. Conflictos ambientales, territoriales y migraciones collas

8. Conflictos ambientales, territoriales y migraciones collas


El abandono de las tierras de la Hacienda Potreros de la Iglesia, permitió por varias décadas la ocupación tranquila e ininterrumpida de los collas, cuestión que cambiará una vez iniciado el siglo XX, al ser arrendados los terrenos por la familia Cousiño que le disputará el dominio y ocupación a los collas. Lo mismo ocurrirá con las empresas mineras que instalan sus faenas en los territorios de pastoreo, contaminando los pastos y envenenando el ganado. Ambos factores, disputa territorial y contaminación, provocarán la emigración de algunas familias collas a la Argentina. Los collas que se quedan, mantienen la actividad trashumante alejándose de los centros poblados o vinculándose a la actividad de abastecimiento de leña y carne de los centros mineros y ciudades, complementando la subsistencia con la caza y recolección. Otras familias collas se enrolarán en el trabajo minero, para luego volver a las actividades ganaderas y mantenerse en los territorios que habitan desde décadas.

En Potrerillos, desde 1894 operaba la Compañía Minera de Potrerillos fundada por Felipe Tapia, que tenía un trabajo intermitente de minerales de cobre oxidados de alta ley en 38 pequeñas explotaciones mineras con métodos manuales y antiguos. En 1913, William Braden inicia la exploración minera en Potrerillos y en 1916 forma la empresa Andes Cooper Mining Campany, comenzando a prospectar en 1917, y en 1924 empieza la construcción de las instalaciones mineras. En 1927 se inicia la explotación de la mina y se comienza a producir el primer cobre blister de minerales sulfurados. Luego, se explota el mineral de Quebrada El Hueso y se establece un campamento minero, el cual comienza a captar las aguas de las que se abastecía el ganado de las comunidades collas; se apropian de las tierras y posteriormente, con la inauguración de la fundición de cobre en la década de 1940, se contaminan los campos de pastoreo de la Quebrada Pastos Cerrado o Jardín, Pedernales y Cerro Blanco.

La instalación de la mina de Potrerillos provoca la huída de las familias collas del lugar, desplazándolos alrededor del año 1922 hacia territorios ubicados al norte y sur de la quebrada Jardín[35]. Otras familias se enrolan en el trabajo minero de las pearas carreteras para transportar el mineral o insumos hacia la mina.

“Los abuelos comenzaron prestando servicios por conocedores de lugares, terrenos y experiencia, por supuesto en animales. Ellos eran los capataces de las pearas carreteras, ellos tenían a su cargo los animales, los alojamientos y todo eso... de eso hay versos muy bonitos porque ellos prestaban servicios como artesanos también, porque usted sabe que las carretas eran un vehículo y necesitaban mantención. Esa mantención era gente nuestra... mi abuelo era herrero artesano y hacía las llantas metálicas de las carretas, incluso había que darle una medada en forma artesana en la fragua y ensamblarla con la madera en una sola pieza...[36]” (Zoilo Jerónimo).

La contaminación de las vegas y aguadas ocupadas por familias collas cambiará la suerte de quienes vivían de ellas. Respecto al antiguo pastoreo de llamos y las causas de su desaparición, el testimonio es el siguiente:

“Nosotros no tenemos llamos desde hace un tiempo suficiente, pero desde la edad mía alcancé a conocer los llamos, que nadie los tenía incorporado a su ganado pero habían en el lugar. Eso fue como hace 50 años, y se acabaron porque los hermanos que criaban los llamos emigraron a sus antiguas tierras, a la Argentina, entonces quedamos nosotros, los que andábamos trabajando con ellos y no éramos dueños de esos piños de llamos, entonces los que quedaron, quedaron sin dueño.
(...) la [razón] que influyó más fue la contaminación de los lugares una vez que empezó a trabajar la fundición de cobre de Potrerillos, por el arsénico que soltaron al aire y contaminó toda la cordillera, y el arsénico comenzó a matar todo el animal, hasta guanacos murieron en esa época. Además está la toma de las aguas que permitían el cultivo de los collas y dar agua al ganado que tenían, y una vez que tomaron esas aguas prácticamente ya no alcanzaron. También estaba la discriminación racial, a balazos los corrían cuando llegaban a las aguadas. Y como en Argentina estaban sus familiares también por eso regresaron.” (Zoilo Jerónimo, septiembre 1996).

Respecto al arribo de la gran minería:

“Acá la Fundición empezó a trabajar en el año 1947, antes sólo se construía, desde el año 10 más o menos, con la construcción del Ferrocarril, la misma Fundición, caminos de acceso a la mina, para empezar a funcionar como Fundición como el año 47. De ahí para adelante fue lo más crítico, cuando empezar la Fundición, el humo era puro veneno, mi padre y otros ancianos recuerdan que a los perros en el campamento el ácido le comía las patitas, la nariz, se las rompía, los únicos que pudieron soportar fueron el caprino y el burro, pero igual al final de enfermaban y morían. “(Salomón Jerónimo).

Estos testimonios muestran la transformación de la economía colla, que trajo consigo el desarraigo y la crisis en los asentamientos indígenas de Potrerillos:

“Primeramente se abandonaron las vegas y aguadas por el asunto de la contaminación, eso es claro, el pastoreo de acá de la cordillera se abandonó por eso. Todo lo que es Cordillera del Bravo hasta La Ola, esta cordillera, un tiempo estuvo contaminada. Tan contaminada que los animales de trabajo se tenían que reponerse todos los años, si usted compraba 10 burros para trabajar en este verano a vuelta de verano estos animales no estaban, porque con la contaminación del arsénico los animales se morían así que había que reponer año a año este tipo de herramientas de trabajo. Ese fue uno de los motivos de que los pastoreos quedaran abandonados, y por esa razón tuvimos que empezar a buscar nosotros como laborar de otra manera que sea más favorable. Esa es la otra razón: por las partes laborales nosotros tuvimos que empezar a buscar los recursos, y al encontrar los recursos la familia y los descendientes empezamos a venir a laborar de otra manera, cambiamos totalmente el trabajo.” (Zoilo Jerónimo,1996)[37].

Más al sur, en la Quebrada Paipote la llegada de los arrendatarios de tierras de la sucesión Goyenechea en la década de 1930, obligó al abandono del lugar de algunas familias collas que migraron al trabajo minero, otras se refugiaron en quebradas inaccesibles, algunas aceptaron el sistema de mediería y compartir la producción de alimentos, animales y recolección de leña con los arrendatarios, y otras decidieron volver a la Argentina.

“En el Dadinal (Vega de la Quebrada de Paipote), donde está la higuera por ahí pa' abajo, en un bosque que había grande, estuvo la finaíta de mi abuela. Ahí sembró, hizo un potrero que sembró con maíz. Cuando vieron (la gente de Justo Juárez) el potrero que está listo hubo que desocuparlo.
Se fue (la abuela) con los hijos, tenía muchos hijos, eran como diez los hijos. Una se llamaba Carmen, era nacida en El Borax, (Salar de Pedernales) en 1880. Más de cien años. Otra se llamaba Corina Quiroga y la otra era Rosa Quiroga”(...) “Se fueron porque el viejo (Justo Juárez) los corrió. Se fueron todos ellos, se fueron todos los hermanos y se fueron varias familias que estaban en Potrerillos. Que eran por parte de ella, eran parientes también po'h. Todos se fueron juntos. Si hicieron una caravana muy grande. Sufrieron harto para llegar porque se fueron en marzo[38]”. (Paulino Bordones, septiembre 1996).

Luego de estas migraciones, Justo Juárez instaló a inquilinos a trabajar los potreros de la Quebrada de Paipote, que ahora se llama hacienda La Puerta[39].

“...era el que tenía estas tierras por un pago que le tenía a Cousiño, le dejaron la hacienda para que se pagara. Él no dejaba que trabajara nadie, y todo lo que se sembraba él lo quitaba o tenía que darle las partes por iguales. Justo Juárez tenía a toda la gente que quedó cesante en la minería trabajando aquí, como inquilinos, al día, pero nadie podía sembrar para cada uno. Aquí se trabajaban los potreros, pero nadie podía tener sus animales aquí, porque eran crianceros, tenían que tenerlos en la cordillera...” (Paulino Bordones)[40].

Después de Justo Juárez, llegó a la Hacienda La Puerta, Arnoldo Papaprieto, quien comenzó a administrar las tierras imponiendo nuevas restricciones a las familias que habitaban el lugar, en especial los impuestos a la explotación de leña y fabricación de carbón.

“...desde 1940 en adelante la mayoría de la gente trabajaba la leña. Leña de carbón era el fuerte que tenían, y en aquel entonces los señores Papaprieto no dejaban sacar leña ni hacer carbón, no se podía vender leña directamente a Copiapó, sino a través de Justo Juárez quien hacía de intermediario y pagaba con víveres.” (Marco Bordones Segura).

A pesar de las dificultades, los collas mantuvieron sus posesiones y para defender sus derechos formaron el Sindicato de Leñadores que les permitió enfrentar a los arrendatarios de tierras que exigían el pago por las tierras ocupadas y la recolección de leña. El conflicto por el uso del territorio se prolongó hasta que los particulares abandonaron las tierras en la década de 1960, cuando producto de una larga sequía se redujo la disponibilidad de agua de riego para los cultivos de la hacienda. Don Paulino Bordones recuerda:

“... se secó toda el agua, no había agua en ninguna parte, ni en la hacienda La Puerta, en Dadinal no había ni una gota. Aquí no vivía casi nadie en esos años, lo abandonó todo la gente y empezamos a subir más arriba, Las Juntas, Chinches, de Pastos Grandes para arriba ya no mermó el agua. El trabajo en la Hacienda se terminó todo. Acá abajo quedamos siempre los Bordones y los Araya, en Tapia, Pastillo, Pastos Grandes, esos eran los lugares donde había agua y donde se podía sembrar. Después se empezó a poblar de nuevo.”(Paulino Bordones)[41].

En río Jorquera, el poblamiento colla y de otras familias que mantenían sus posesiones con cultivos y ganadería se vio interrumpida con la llegada de Alfonso Prohens en el año 1955, quien se dice dueño de la Hacienda Jorquera. Con ello, se inicia el primer conflicto por los derechos a pastaje de los animales que viene a terminar con la posesión tranquila y mantenida ininterrumpidamente por sus ocupantes desde fines del siglo XIX. El particular inicia acciones para desalojarlos, obligándolos a que se localicen sobre el área de la Tranca de Los Monos que es un estrecho de rocas que se encuentra aguas arribas de la confluencia del río Jorquera en el Copiapó.

8.1. La lucha por la tierra (1950 a 1973)

A principios de los años sesenta el conflicto por la ocupación de las tierras desaparece por el abandono de los particulares. En adelante y hasta 1973, los collas se abocan al trabajo ganadero, agrícola y minero.

En Potrerillos, los collas que se quedaron en esta parte de la cordillera combinan el pastoreo del ganado con el trabajo minero. Muchas familias se alejan a las quebradas de más al norte, Doña Inés y La Encantada, que se encuentran libres de contaminación, mientras otras se quedaron en el circuito trashumante entre las aguadas de invernada cercanas a Potrerillos y El Salvador y los campos de veranada de Pedernales y Cerro Blanco, ocupando las tierras de la quebrada de Agua Dulce y de la Quebrada El Asiento.

En la década de 1960 la apertura de la mina El Salvador exige la canalización de nuevos recursos de agua que son llevados al mineral con tuberías, impactando sobre la economía de la comunidad colla, al reducir aún más los escasos recursos hídricos disponibles para el pastoreo.

“(...) esta zona de aquí (Montandón) para arriba las tomaron todas, si las que quedan son las agüitas que le he nombrado, son unos poquitos no más, poquito de vertiente no más que hay. Si por ejemplo de aquí para arriba hay un agua donde está mi hermana, que tiene majada todavía, que es El Asiento, y esa agua corría hasta aquí, hasta El Jardín, como 30 kilómetros por esta quebrada, y toda esa la tomaron toda, Quebrada Larga. Empezaron a tomar arriba, entonces las aguas se fueron secando, y después aquí abajo, una vega grande que hay, que se llama Asiento, colocaron bomba, como 5 bombas, chuparon todo. Así fueron quitando las aguas y secándose las vegas, principalmente, que es lo que más uno aprovecha en tiempo de verano, en cualquier tiempo, si habiendo agua el animal come cualquier cosa. Ahí en la parte de Inés Chica se secaron las aguas con los años malos, hay pero muy poca.” (Esteban Ramos, septiembre de 1996).

A pesar de las condiciones cada vez más adversas para la crianza de animales, esta actividad fue mantenida por las familias Jerónimo, Marcial, Ramos y Quispe, combinando el pastoreo con el trabajo en la mina de Potrerillos o el mineral de El Hueso.

En Quebrada Paipote, los arrendatarios de la Hacienda La Puerta restringieron el derecho al trabajo de las familias collas, obligándolos a pagar arriendo o trabajar como inquilinos. Para defender sus derechos fundaron una organización reivindicativa: el Sindicato de Leñadores, cuyo objetivo era terminar con las cargas y restricciones impuestas por los arrendatarios de tierras.

“En 1955 se formó el Sindicato Profesional de Leñadores, ahí nos reuníamos todos, no ve que el hombre recorrió toda la cordillera, don Santiago Piñones, él venía de San Andrés y formaba sindicatos, él también pleitó con Justo Juarez. En ese tiempo se hacía leña de varilla, de caspiche y de pingo, y se llevaba a Copiapó. Al principio no se podía llevar leña a Copiapó, cuando estaba Justo Juarez sólo se le podía vender a él y él pagaba con víveres, luego con el sindicato se pudo bajar la leña a Copiapó. Justo Juarez como el 55, el mismo tiempo, se fue a Copiapó. De ahí le arrendaron los Papaprieto.” (Paulino Bordones; septiembre de 1997).

Las tierras de la Quebrada de Paipote y San Andrés, fueron abandonadas por los arrendatarios, quedando como únicos pobladores las familias collas que mantuvieron la tenencia material de las tierras, dedicándose a la ganadería, pequeños cultivos, la minería y la explotación de leña y confección de carbón, durante toda la década de 1960 y hasta 1973.

En río Jorquera, en 1955 aparece Alfonso Prohens, reivindicando las tierras ocupadas por las familias collas y no collas, solicitando el pago por derecho a pastaje de los animales. Estos se defienden a través del Sindicato, señalando que Prohens no tiene derechos sobre las tierras porque son fiscales. Plantean al Intendente Provincial que toda la cordillera de la Provincia, incluidas las tierras de los Cousiño, eran fiscales en virtud de las inscripciones generales realizadas por el Estado. En virtud de ello, solicitaban la regularización de la antigua ocupación ganadera y agrícola. Según los comuneros de río Jorquera, el Intendente les señaló que los terrenos de la Hacienda Jorquera eran propiedad de Prohens, de acuerdo a lo informado por la Oficina de Regional de Tierras. Los comuneros mantienen su demanda alegando que no existe legitimidad ni dominio en lo pretendido por Alfonso Prohens, que este no posee título inscrito y que las tierras que involucra a los Potreros de la Iglesia de la sucesión Cousiño, de los que la Hacienda Jorquera forma parte, se encuentran en juicio con el Fisco.

A pesar de la reivindicación, los comuneros de Jorquera fueron desplazados de sus posesiones ancestrales, obligándolos a abandonar la cuenca del río Jorquera, las más fértiles tierras para el cultivo y las que poseían todas las vegas de pastoreo. Los collas se recluyeron en los cerros y las quebradas más secas, con menos pastos como San Miguel y Carrizalillo. En este conflicto solicitaron apoyo a los parlamentarios de la zona, el diputado Roberto Flores Álvarez y el senador Alejandro Chellen Rojas, quienes apoyarán sus demandas en la recuperación de las tierras de los que habían sido expulsados:

“De allá los parlamentarios nos mandaban muy buenas informaciones, y nosotros al tiro, 'corajudos’, nos volvimos a tirar al río Jorquera, al pastizal acá, todo este río para arriba llamado Río Figueroa, Pastos Grandes, Laguna Seca, Caserón, La Guardia, Torín, Pájaro Verde, todas esas partes. Y cuando este señor (Prohens) sabía que nosotros caíamos al río Jorquera al tiro subía con carabineros a desalojarnos, y con violencia. Esto fue como el año 56, 57, es que fueron como tres o cuatro años de lucha firmeza. Los carabineros con metralleta, con las armas preparadas, nos rodeaban ahí y nos obligaban a salir. Teníamos que salir, ir a buscar los burritos, aparejarlos, arreglar los monitos, y vamos saliendo por el mismo río p’arriba, otros pa’ los campos criollos, Carrizalillo, San Miguel. De repente ya volvíamos y partía la directiva para Copiapó a informarle a la señora Violeta Moraga, que era quien nos ayudaba, se volvían a hacer las diligencias y nos mandaban otra vez cartas, y volvíamos otra vez a lo mismo. Siempre llegaban con la misma violencia, no ve que nos veían porfiados, así que nos trataban más mal, más duro. “(Demetrio Cruz Ordenes: octubre de 1996).

El conflicto por la ocupación de las tierras se mantuvo hasta 1957, cuando se logra un acuerdo en la vega La Guardia, donde participaron entre otros, el diputado Roberto Flores, el Secretario de la Intendencia, el Jefe de la Oficina de Tierras, el Prefecto de Carabineros, Alfonso Prohens y la directiva del Sindicato de Ganaderos y Leñadores de Río Jorquera.

Los acuerdos de la negociación fue la repartición de las tierras entre Alfonso Prohens y los comuneros de Río Jorquera, deslindándose las ocupaciones en el sector de "Tranca de Los Monos", quedando para Prohens las partes bajas de la Hacienda Jorquera, y para las familias collas los terrenos fiscales de la parte superior del río Jorquera y sus afluentes. No obstante, las familias collas siguieron ocupando materialmente los terrenos que quedaron en dominio de Alfonso Prohens, debido a que estos eran parte de las invernadas bajas con buenos suelos para cultivos y campos de pastoreo.


[35] Ver: Gigoux, Enrique E. “Notas, observaciones y recuerdos...” Op. cit.: 1082.
[36] En: Cassigoli, Rossana y Álvaro Rodríguez. “Estudio Diagnóstico de la Población Colla de la III Región. (Preinforme Final)”. Investigación Antropológica. Sur Profesionales Ltda. Departamento de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Santiago. (ms). 1995. p. 19.
[37] Citado en Molina, Raúl y Martín Correa. “Solicitud de Fondos...” Op. cit.
[38] Marzo es época de lluvias altiplanicas o invierno boliviano y la zona de travesía atraviesa la puna salada, por el Salar de pedernales o Maricunga, Laguna Verde, Paso San Francisco y desde allí se baja a la provincia de Catamarca, cuyo viaje en mulas o a caballo duraba siete días hasta Fiambalá.
[39] Esta hacienda la Puerta es otra diferente de la Hacienda La Puerta de Tierra Amarilla, junto al río Copiapó.
[40] Molina, Raúl y Martín Correa. “Solicitud de Fondos...” Op. cit.
[41] Ibíd.