3.
El origen de los collas
La
denominación “colla” es reconocida en la literatura
especializada del siglo pasado y ha sido utilizada para identificar a los
indígenas que habitaban antiguamente y en el presente, las quebradas y el
extremo meridional de la puna del norte chileno, del noroeste argentino y del
sur de Bolivia. Su uso referido a los indígenas que ocupan la cordillera
de Copiapó y Chañaral, es conocido desde las primeras
décadas del siglo XX. No obstante, desde largo tiempo eran identificados
por los habitantes de los campamentos
mineros.
Algunos
autores señalan que “lo colla”, en regiones como el Salar de
Atacama -II región-, está asociado a “lo más
indio”, a los habitantes de las zonas de pastoreo de la puna que se
encuentran menos integrados a los procesos económicos regionales o
locales, y que se ocupan de las actividades ganaderas y la trashumancia en
extensos
recorridos.
En la cordillera de Copiapó y Chañaral, lo colla connota lo
propiamente indígena, cuya cultura material e inmaterial corresponde al
modo de vida y cosmovisión andina con una actividad caracterizada por la
trashumancia y el nomadismo como eje articulador de las comunidades, las que se
han adaptado a un medio natural hostil desarrollando actividades ganaderas en
territorios considerados desde el siglo XIX, aptos únicamente para
actividades
mineras.
Hasta
el momento, se plantea que el origen de los collas se encontraría en la
unidad de ciertas agrupaciones indígenas localizadas en la región
del actual noroeste argentino, las cuales comparten una identidad
étnico-cultural andina. Esta identidad une a distintos gentilicios que
formaban parte de los pueblos indígenas que poblaban, a la llegada de los
españoles, los valles, las quebradas y la puna de las actuales provincias
de Jujuy, Salta y
Catamarca.
En
la zona de la puna atacameña, el orden colonial implementa el sistema de
encomiendas y mercedes de tierras, dando origen a grandes haciendas y a la
expropiación de las tierras de los indígenas. Esto, sumado a la
política de transferencia de población, dio origen a una compleja
red de relaciones culturales entre las distintas agrupaciones locales, con los
grupos trasladados desde otras zonas andinas, que contribuyó a formar una
nueva y compleja identidad que durante el periodo republicano paso a
identificarse como “colla”. “... durante estos cuatro siglos
se produce un fenómeno cultural: los apatamas, los omaguacas y parte de
los diaguita-calchaquíes, en base a la afinidad de su cultura andina, se
nuclean en una nueva etnia, los collas”. A lo anterior se debe
señalar que estos territorios también recibieron población
quechua y aymara parlantes trasladada por el inka en el periodo
prehispánico, y durante la colonia se agrega población
apatama
de habla kunza y durante el período republicano arriban migrantes
indígenas desde el sur de
Bolivia.
Bajo
el dominio hispano, las agrupaciones indígenas originarias y las colonias
de
mitmakunas
establecidas en esa zona por los inkas, son sometidas al sistema de encomienda,
mitas y yaconazgo, sus tierras expropiadas y la mano de obra obligada al trabajo
forzado. A la vez, la autoridad colonial efectúa numerosos traslados de
población desde otras zonas geográficas, en especial desde los
ayllus
del Salar de Atacama. “(...)
durante el siglo XVIII, periodo para el cual se menciona el desplazamiento de
los atacamas hacia lugares como Fiambalá, Laguna Blanca, Concho,
Aconquija, Tacuil, San Antonio de los Cobres y otros, todos
puneños”.
Durante el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX del período
republicano, se mantiene el sometimiento del indígena en el noroeste
argentino, arriban migraciones de indígenas del sur de Bolivia,
incrementándose la diversidad étnica, pero vinculada a la
cosmovisión andina con participación de elementos culturales
locales.
Por
tanto, se puede decir que los collas surgen como categoría étnica
producto de la síntesis de distintas poblaciones indígenas
originarias y de otras trasladadas durante la ocupación inka y el tiempo
colonial, y de las migraciones en el período republicano, en especial
desde Bolivia. Colla, como denominación, dará cuenta de la
identidad indígena de lo originario y en algunas etapas de la historia de
lo subordinado, pero también de lo peligroso para los poderes locales,
cuando los indígenas inician procesos de reivindicación y defensa
de sus derechos a la
tierra.
El colla es descrito como “eterno viajero de la puna, [al que] suele
vérsele con su vestimenta típica con más frecuencia por el
lado argentino. Sin embargo, aparece ocasionalmente en los pueblos chilenos de
San Pedro de Atacama a El Salvador y Potrerillos”, lugares que frecuenta
y sobre los que permanece desde largo tiempo (Bahamonde, Mario.
Diccionario de
Voces
del Norte de
Chile. Editorial Nascimento. Santiago.
1978).