Portada Anterior Siguiente Índice | a) Del período anterior de la conquista a la consolidación de la República de Chile

a) Del período anterior de la conquista a la consolidación de la República de Chile


Los Pueblos Indígenas que existen y existieron en Chile, son descendientes de los pueblos originarios que habitaron el continente americano. Específicamente en Chile, estos pueblos poseen un pasado de larga duración, su historia es extensa y se remonta a miles de años. Junto con ello, estos primeros habitantes realizaron una apropiación del territorio y una domesticación de los recursos naturales, que les permitió vivir en estas tierras desarrollando sociedades y culturas únicas y originales. En este sentido, las organizaciones políticas prehispánicas, dan cuenta de su propia historia. Son los "primeros pueblos" constituidos en el territorio que hoy ocupa Chile. En este Informe, se trata de rescatar como un eje fundamental de y para la cultura del país, la larga ocupación territorial y la diversidad de sociedades que en estas tierras han vivido[12].

El segundo momento estudiado en este Informe, considera la invasión europea y la constitución del orden colonial. No cabe duda, siguiendo la metodología anteriormente expuesta, que es el principal hito histórico que provocó un antes y un después en los Pueblos Indígenas. La conquista correspondió, como es evidente y sabido, a la expansión económica y política de Europa, y al mismo tiempo fue visto como un proyecto “civilizatorio” y religioso. La conquista se realizó por medio de acciones militares de gran violencia, a las que se sumaron la introducción de enfermedades infectocontagiosas, frente a las cuales los pueblos americanos carecían de defensas. En este trabajo no hay un juicio sobre la conquista, sino intentos por comprender sus resultados y consecuencias para los Pueblos Indígenas de Chile. La apertura del debate es más importante que su cierre en una u otra posición[13].

El orden colonial hegemónico constituido, creó un sistema de clases y castas donde las personas catalogadas como indígenas, ocuparon, casi siempre, un lugar de subordinación. Hubo un primer período colonial de gran violencia en que los indígenas fueron sometidos al servicio de las encomiendas y al trabajo forzado. En algunos casos se vieron obligados a colaborar y, en otros, como el mapuche, ofrecieron resistencia al dominio europeo y recuperaron espacios de libertad, aunque vieron constreñidos sus movimientos y debieron acomodarse internamente para mantener tratados y relaciones políticas con el Estado colonial. En este sentido, es preciso destacar que los Pueblos Indígenas establecieron relaciones políticas con la Corona y poco a poco, a medida que avanzaba el proceso colonial, fueron reconocidos como tales. Este reconocimiento implicaba la conciencia de la particularidad y diversidad de los habitantes del territorio. Una de las características, por tanto, del período colonial tardío -especialmente segunda mitad del siglo XVII y siglo XVIII- es la ambigüedad y contradicción de las políticas: si bien hubo reconocimiento por parte de la Corona, también se llevaron a cabo terribles represiones indígenas como la de Tupac Amaru en el Cuzco, Alto Perú, alcanzando también al Norte de Chile.

De esta forma, los pueblos sometidos al control colonial, se vieron presionados a reformular algunos elementos de su cultura, lo que les permitió adaptarse e influir sobre las condiciones coloniales. Sus liderazgos, concepciones religiosas, relaciones con el Estado se fueron transformando, considerando las nuevas circunstancias, con el objeto de preservar sus costumbres, memoria, lengua y territorio. Son historias múltiples, profundas y constantemente reinventadas. Los Pueblos Indígenas, durante el largo período colonial, existieron en una compleja relación de resistencia, adaptación, cambio cultural, reafirmación de sus tradiciones y creatividad. El Informe quisiera dar cuenta de estos procesos y no presentar una imagen de "quietismo" e inmovilidad de los pueblos y comunidades indígenas, sino mostrar su carácter creativo y dinámico.

Durante el período colonial las relaciones entre la Corona y el Pueblo Mapuche estuvieron reguladas por los parlamentos. Los acuerdos logrados en ellos, por lo general giraron en torno al establecimiento de condiciones de convivencia pacífica entre mapuches e hispanos. La estrategia parlamentaria comienza con la suscripción del tratado de Quilín en 1641, en el que se reconoció la frontera del territorio mapuche en el río Bío Bío y la autonomía del mismo al sur de dicho deslinde. Las cláusulas del parlamento de Quilín estipularon condiciones de paz, entre el gobierno colonial y las autoridades mapuches, en las que se estableció el reconocimiento del territorio mapuche comprendido entre los ríos Bío Bío y Toltén, el despoblamiento por parte de los españoles de los territorios mapuches ocupados, y, a su vez, el compromiso de los mapuches de no vulnerar la frontera, devolver a los prisioneros y dejar predicar a los misioneros en su territorio[14]. En este sentido, el tema de los parlamentos tiene una importancia evidente para el debate jurídico actual.

Los criollos, descendientes de los conquistadores, nacidos en América, y muchas veces mestizos, se rebelaron y apropiaron del Estado colonial, independizándose de la corona española, y acometieron la constitución del Estado-Nación. La voluntad fundadora inicial, supuso principalmente, la unificación de la población teniendo como base la ciudadanía jurídica común y la supresión del sistema de castas existente al final de la colonia[15]. En este contexto, se excluyó en la práctica la participación del indígena en su calidad de tal en el sistema político, no reconociéndosele una mayor especificidad[16]. No obstante, la población que dio vida a la nueva República, era mestiza e indígena, y es la base de la actual población del país. A pesar de que hoy los chilenos y chilenas se consideren blancos o blancos mestizos, existe un fuerte componente indígena en su sangre que ha sido obviado en pos de construir e imponer la imagen de una nación homogénea, tanto cultural como étnica y racialmente.

En tercer lugar, se ha definido un momento histórico que engloba lo que se puede llamar la constitución y consolidación del orden republicano. Al respecto, es importante considerar que la ideología de los criollos estuvo dominada por concepciones liberales, adaptadas al nuevo orden interno que intentaron desarrollar. Su crítica a los títulos de nobleza y su defensa de la ciudadanía jurídica, los llevó también a eliminar los curacazgos o cacicazgos, con lo cual la población autóctona perdió sus representantes, muchas veces aceptados en el orden colonial e incluso reconocidos por el poder dominante. Es necesario hacer notar que Chile se benefició de un proceso fecundo que llevó, en efecto, a una consolidación temprana de las instituciones republicanas, pero la contra cara de dicho proceso fue la exclusión y negación de lo indígena.

En este período se tendió, además, a considerar y privilegiar los derechos individuales, aunque no para defender a los indígenas, en su calidad de tales, sino para facilitar su “inclusión” y la apropiación de sus territorios. Esta política asimilacionista, fue especialmente eficaz en la zona central de Chile, donde las leyes de ciudadanía dictadas por la joven República, condujeron a la supresión de los Pueblos de Indios, de sus tierras y a la asimilación de sus habitantes. Sin embargo, para el caso mapuche, hacia mediados del siglo XIX, se debatió acerca de su reconocimiento en la legislación e incluso se sancionó legalmente la diferencia, discutiéndose en el Parlamento acerca de la ocupación de Arauco y estableciéndose una política y relación específica entre el pueblo mapuche y el Estado.

Pese a lo anterior, esta ideología facilitó la desaparición del problema “indígena” de la documentación republicana temprana. En la práctica los indígenas no eran ciudadanos, pues no reunían los requisitos legales necesarios en ese entonces -saber leer y escribir- para su plena inclusión. Las ideas de la época establecían que el denominado "progreso de la civilización", requería superar toda forma de “barbarie", entre las cuales las elites dominantes consideraban a las lenguas, costumbres y culturas autóctonas.

La sociedad chilena durante el siglo XIX, se imaginó a si misma ligada a la cultura europea y trató de establecer fronteras con las raíces indígenas o con los pueblos y culturas indígenas que la rodeaban. De este modo, no es de extrañar que se desconozca profundamente la existencia de estos pueblos, se incentive la migración extranjera y se emprendan políticas de concesiones para la explotación extractiva de los recursos naturales ubicados en sus territorios.

Un aspecto importante para la construcción de este imaginario nacional no indígena, es lo que ocurrió en la zona central del país donde los denominados “Pueblos de Indios” fueron absorbidos durante el siglo XIX. La cuestión indígena fue “expulsada” a las “fronteras” del Estado, en la medida que en la zona central no se percibía la existencia de descendientes de esas poblaciones.

Durante este período hubo numerosos Pueblos Indígenas que no estaban aún en el territorio nacional de Chile y con los que el Estado chileno no tenía contactos, como los rapa nui, aymaras, atacameños y otros del Norte del país. Las relaciones con los indígenas del extremo sur eran muy escasas y sólo algunos viajeros señalaban su existencia. Las relaciones se establecían principalmente con los mapuches, tanto con aquellos que aún vivían en “Pueblos de Indios”, en la zona central del país, como con quienes habitaban hasta ese momento en la región de la Araucanía, zona que mantenía su independencia.


[12] El Capítulo Primero resume el conocimiento que existe hoy en día del largo período de poblamiento del territorio que actualmente ocupa Chile. A la Comisión le ha parecido importante afirmar la calidad de “originarios” y “primeros ocupantes” de los actuales Pueblos Indígenas de Chile.
[13] El estudio que la Comisión ha realizado de los textos de historia y lecturas escolares, muestra que predomina una visión poco equilibrada respecto a la valoración de la conquista, considerándola como un hecho positivo, necesario y fundador de la sociedad chilena. En los Capítulos referidos a cada uno de los Pueblos Indígenas, se ha intentado establecer las consecuencias que estos procesos tuvieron y, por tanto, una mirada de mayor comprensión y equilibrio. La Comisión revisó los textos escolares de uso vigente, entendiendo que ellos expresan las ideas comúnmente más conocidas respecto de los Pueblos Indígenas.
[14] Con posterioridad al de Quilín, se suscribieron varios otros Parlamentos, entre los que destacan: Parlamento de Yumbel de 1692; Parlamento de Negrete de 1726; Parlamento de Tapihue de 1774; Parlamento de Negrete de 1803.
[15] El análisis de la formación del Estado en Chile y la dictación de leyes de ciudadanía en que se abolía la sociedad de castas y la protección de los indígenas, es un asunto central en la comprensión de la historia de los Pueblos Indígenas de Chile. Estas leyes se encuentran analizadas en el Capítulo Segundo del Informe y en IV. El Pueblo Mapuche, Capítulo Primero, Apartado 6.1. “Los primeros años después de la Independencia: entre la valoración y la negación del mapuche”.
[16] Aun cuando gobernantes como Bernardo O’Higgins los incorpora en el discurso fundacional de la chilenidad, especialmente al Pueblo Mapuche. En 1817, se refería a él como el lustre de la América combatiendo por su libertad. Ver: IV. El Pueblo Mapuche, Apartado 6.1. “Los primeros años después de la independencia: entre la valoración y la negación del mapuche”.