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En 1852, la región del Alto Bío Bío pasó a depender administrativamente de la provincia de Arauco, cuya creación, como ya fuera señalado, constituye el primer impulso legal pro ocupación de la Araucanía. Una vez iniciadas las incursiones del ejército a territorio mapuche, los pehuenches realizan reuniones para definir las acciones a seguir, generándose entre ellos una división entre los que se aliaban con los llamados “arribanos” y los que optan por establecer la paz con el ejército. Finalmente, deciden mantener la neutralidad y fijan el compromiso en Antuco, frente al capitán Domingo Salvo[29].

La razón de su neutralidad se debería al hecho de que en la práctica, la colonización no alcanzaba a llegar a la cordillera. Sin embargo, sus lazos de parentesco con los arribanos los llevaron a prestarles ayuda logística durante el conflicto, transportando animales y sirviendo de enlace con los pampas.

La situación de los indígenas del otro lado de la cordillera se hace cada vez más difícil, pues estos sufren la embestida frontal del ejército argentino. En 1880, como consecuencia de la primera fase de la “Campaña del Desierto”, catorce mil ciento setenta y dos indígenas son reducidos, hechos prisioneros o muertos[30]. Esto provoca la huida de los indígenas del territorio del Neuquén -picunches, pehuenches y huilliches-, los que se refugian en la cordillera y los valles del Alto Bío Bío, Antuco y Quinquen, provocando alarma entre los colonos chilenos.

Actualmente, en las comunidades aún se recuerdan los relatos sobre estos hechos:

“Cuando los corrían a los mapuches de Argentina, todos se vinieron en pelota (...) ni mantención ni una cosa trajeron y vinieron a parar acá en Menucochenque. Si cuando los corrieron de Argentina no sacaron nada, los animales los quitaron toditos, ovejas, vacas, todos los animales que tenían porque los antiguos eran ricos, en la Argentina, en Neuquen. Los acabaron, y les quemaron esos ranchos que tenían...[31]”.

Una parte de los pehuenches “corridos” de la Argentina, se someten al régimen legal chileno y se dedican al trabajo en los fundos colindantes a la zona. Otros, en gran número, se quedan en el Alto Bío Bío y mantienen sus hostilidades contra el ejercito argentino “destruyendo convoyes y a veces fuertes” [32]. Con el ejército chileno, los enfrentamientos son más esporádicos y se dan cuando los pehuenches se suman a los levantamientos en Arauco. Es lo que ocurre en 1881, cuando trescientos pehuenches participan del ataque contra el fuerte Antuco en la orilla del Cautín.

En noviembre de 1882 y marzo de 1883 termina la fase de ocupación del Neuquén -entre los ríos Neuquén y Limay- con la “Campaña de Los Andes”. Un grupo de pehuenches se refugia en los valles de Trapa Trapa, Queuco, Guayaly y Lonquimay, entrando en varios valles fronterizos que ya se encontraban dentro de la jurisdicción chilena, donde los perseguidos son acogidos por los indígenas del lugar.

A fines de 1882, se inicia en Chile la “Expedición a la Cordillera”. El ejército chileno, se dirige al Alto Bío Bío para construir varios fuertes, adentrándose por los valles de Queuco y Callaqui. La avanzada tiene por función consolidar el proceso de ocupación de la Araucanía, de modo de evitar que los cordilleranos se unieran a la resistencia mapuche en el valle, además de contener la avanzada de tropas argentinas que venían a capturar a los fugados.

Los pehuenches de este lado, sumados a los inmigrantes de Argentina, juegan un rol importante en la consolidación de la soberanía chilena en ese territorio, hasta el punto que se producen combates del ejército argentino, contra pehuenches y chilenos unidos en un mismo bando.

En una cita extraída del diario La Marcha, de la brigada del ejército argentino, un militar relataba lo siguiente:

“El 17 del corriente este jefe fue atacado en la laguna “Icalma” por unos 100 ó 150 indios y una compañía de infantería chilena. Los enemigos se presentaron al combate con bandera de parlamento, pero en disposición de combate; pues mientras los infantes chilenos hacían ondear una bandera blanca, los indios los atacaban por la retaguardia. Aleccionado con los hechos análogos que han tenido lugar en esta campaña, el comandante recibió a balazos a los que le atacaban y después de un reñidísimo combate los enemigos se retiraron al trote, dejando siete muertos en el campo, y llevando algunos heridos...”[33].

Estos hechos impulsan al ejército chileno a establecer un control definitivo sobre la zona. En 1883, se realiza una nueva incursión al Alto Bío Bío, para construir nuevos fuertes y reforzar los ya existentes. Esta nueva acción significó la incorporación definitiva de los territorios ocupados por indígenas a la jurisdicción del gobierno chileno.

Para ese entonces, el mayor La Puente, a cargo de la expedición, parlamenta con los pehuenche, logrando la paz definitiva. El comandante Pascual Cid, asigna tierras a todos los indígenas venidos desde la Argentina, reconociéndoles con este gesto su calidad de “ciudadanos chilenos con plenitud de derechos”.

Para ese entonces, los particulares chilenos ya habían llegado a la zona hacía algunos años. Compradores y arrendatarios inician paulatinamente la enajenación de las tierras de uso ancestral, un proceso que en sus distintas formas, persistirá hasta nuestros días y que reduce a las comunidades a una porción escasa de su antiguo territorio. Derivando a una situación de extrema pobreza, además de impactar sustancialmente sobre sus forma de vida social y cultural.


[29] Bengoa, José. Historia del pueblo Mapuche...Op. cit.: 194.
[30] Molina, Raúl y Martín Correa. “Territorio y comunidades...” Op. cit.: 22. Cita de Curruhuinca-Roux, Las Matanzas del Neuquen. Editorial Plus-Ultra. B. Aires, 1984. p. 24.
[31] Ibíd.: 23.
[32] José Meliñir, crónica del diario La época 26 de julio de 1991. En: Bengoa, José. Quinquen, 100 años de historia pehuenche Ediciones Chile América CESOC. 1992. p. 19.
[33] Ibíd.: 23.