Portada Anterior Siguiente Índice | 4. La incorporación del territorio al Estado chileno

4. La incorporación del territorio al Estado chileno


Una vez anexado este territorio al Estado chileno -después de la Guerra del Pacífico (1879)-, se transita de un sistema de dominación neocolonial -sostenido por el Estado boliviano- marcado por el impuesto a la tierra de los indígenas, a una economía
capitalista de enclave centrada en la minería y en la explotación de ultramar[11]. Las poblaciones pastoriles de Ollagüe comienzan a vincularse al desarrollo de la minería bajo diferentes modalidades, ya sea vendiendo sus productos pecuarios a los centros mineros, o, una vez iniciado el funcionamiento de las azufreras y la explotación del cobre a gran escala, con la venta de combustible vegetal -llareta- a estos centros mineros. En este contexto, el trabajo agrícola estará condicionado por las restricciones que impone el medio ambiente -puna árida salada, escasas precipitaciones y un régimen térmico extremo-.

La política del Estado chileno hacia fines del siglo XIX y en la primera mitad del XX, desconoce en gran medida la especificidad de los pueblos indígenas del norte, rotulándolos bajo la categoría de campesinos. La zona de Ollagüe, utilizada históricamente como lugar de paso y tráfico de rutas, se sitúa de forma periférica dentro del marco socio-histórico de relaciones entre pueblos indígenas y Estado chileno, debido no sólo a la alta movilidad de su población, sino también porque la economía minera extractiva de azufre produce un constante flujo y reflujo de población -principalmente quechua boliviana- que trabajó bajo condiciones muy precarias.

4.1. Actividades productivas

Durante la ocupación chilena, los centros de mayor actividad económica en la región de Antofagasta, estaban situados en la pampa salitrera. En este contexto, Ollagüe era un distrito minero marginal con yacimientos de baja actividad y escaso nivel tecnológico, dado por la ausencia de capitales. Sin embargo, la imagen de fuerte actividad que evocan los restos de minas, plantas e instalaciones mineras, no es posible entenderla sin la existencia del ferrocarril Antofagasta-Bolivia. Casi todo fue posible gracias al ferrocarril, ya que se trataba de explotaciones a gran escala para la época, cuya producción estaba destinada al mercado interno -azufre-, pero la mayoría a la exportación de bórax y cobre. Es así como con el ferrocarril se incentiva la apertura y ampliación de las explotaciones mineras.

Entre las empresas extranjeras que se instalaron en la zona, se encontraba La Bórax Consolidated Ltda., que inició sus actividades a fines del siglo XIX -1885-, funcionando hasta alrededor de 1966. Mientras los operarios y trabajadores de pampa eran casi exclusivamente bolivianos provenientes de los poblados de frontera pagados por trato, los empleados y personal de mayor rango y responsabilidad eran chilenos, provenientes de la zona -Ollagüe, Amincha-, los que trabajaban por sueldos fijos; sistema que impera hasta hoy.

Más tarde, la explotación de azufre en esta zona, estuvo vinculada con la demanda generada por Chuquicamata desde la década de 1920 y por Mantos Blancos, posteriormente. Las explotaciones más antiguas e importantes de la zona, fueron Aucanquilcha y el volcán de Santa Rosa u Ollagüe. Hacia 1950 la planta se trasladó al campamento de Amincha, donde permanece hasta hoy. La paralización de sus faenas en el año 1992, desencadenó una crisis en la población que vive en el presente en la comuna de Ollagüe. La azufrera Buenaventura de Borlando, por su parte, paralizó sus actividades en el año 1976.

Otra importante actividad económica del siglo XX, que vinculó a Ollagüe junto con sus inmediaciones, fue “el ciclo de la llareta”. Entre 1930 y 1955 esta actividad involucró a un contingente de poblaciones locales: atacameñas del sector del río Salado y quechuas de Bolivia. La principal demanda provenía de Chuquicamata y de las empresas mineras de la zona que ocupaban grandes cantidades de este combustible vegetal en los procesos de secado, calcinación, fundición, funcionamiento de generadores eléctricos y maquinaria a vapor.

Las familias o pequeños grupos de familias aisladas que realizaban el transporte y venta de llareta, no sumaban más de treinta; estas se asentaban con su ganado en sectores provistos de agua, pastos permanentes y praderas estacionales, entre los cuales se rotaba el pastoreo. En la mayoría de los casos, los ingresos generados por la venta de productos pecuarios, no eran suficientes para asegurar la reproducción de las familias[12]. Entonces, y mediante una estrategia de diversificación de ingresos, laboraron por mucho tiempo en las llareteras de los cerros aledaños a su lugar de residencia, o trabajaron de manera estable o esporádica en las mismas faenas mineras.

Con el término del ciclo de la llareta después de 1955, que implicó el cierre de las faenas y el progresivo decaimiento de la actividad económica local, muchos de los pastores migraron junto con los mineros preferentemente a Calama. En este sentido, el fenómeno de la migración hacia los centros urbanos cercanos es un proceso de larga data, que se relaciona con las características e impactos de este tipo de actividad extractiva.

En la relación que existe entre el poblamiento de la zona y la actividad minera -apertura y cierre de fuentes laborales-, se observan bruscas variaciones de la población en los diferentes asentamientos mineros, en contraste a la estabilidad que presentan los pastores. Hacia 1970, la comuna de Ollagüe contaba con 911 habitantes, decreciendo notablemente en lo sucesivo y acentuándose dramáticamente a fines del año 1992, producto del cierre definitivo de la última mina de azufre en explotación. Los saldos migratorios arrojaban para 1993, una tasa de crecimiento de la población de un - 47%[13].

4.2. Territorio y control estatal

El poblado de Ollagüe, se constituyó alrededor de la última estación del mismo nombre del ferrocarril Antofagasta-Bolivia, la que junto a San Pedro, es la estación más importante del tramo comprendido entre Calama y la frontera. Por su carácter de estación terminal fronteriza, dispuso de servicios básicos para la administración: bodegas, almacenes, casas del personal e instalaciones anexas. Asimismo, contó con servicios estatales, un Juez de Distrito y la presencia de un Cónsul boliviano -en tanto territorio limítrofe- asignado permanentemente en el lugar. Como centro del movimiento neurálgico ferrocarrilero, en algunos momentos el poblado llegó a tener 1500 habitantes.

La reestructuración político-administrativa de Chile, llevada a cabo durante la década de 1980, significó la creación de la Municipalidad de Ollagüe, imprimiéndole un carácter geopolítico que se mantiene hasta el día de hoy, con un rol subsidiario respecto a la población, pero sin involucrar la definición de una política de desarrollo económico.

El carácter geopolítico del poblado es de vital importancia, dado que allí se ubican además de la Municipalidad, una oficina de Aduana, Policía Internacional, Servicio Agrícola y Ganadero, y Tenencia de Carabineros. Por su carácter de territorio fronterizo, se requiere del control de movimiento de personas y bienes entre Chile y Bolivia, pero la presencia de estos organismos de control ha afectado en gran medida el tránsito de personas y el tráfico de productos, realizado históricamente por este sector, limitando y contribuyendo significativamente al desabastecimiento del lugar.

La impronta estatal en Ollagüe, se hizo notar con mayor fuerza a través de una serie de instituciones creadas durante el gobierno militar a partir de 1973, bajo el conocido “proceso de chilenización” que impuso los lineamientos de la Doctrina de Seguridad Nacional a los territorios fronterizos. Para los indígenas del norte en general, y para los quechua-parlantes de Ollagüe en particular, esto se expresa notoriamente con la implantación de las Escuelas de Concentración Rural Fronterizas que, como parte de este proceso, tuvieron un enorme impacto en la población: chilenizar intensificando “los valores e historia patria”.

Considerando estos antecedentes y a luz de lo que ocurre actualmente en la localidad en relación con el abandono sistemático de la lengua -principal transmisor de cultura-, el Pueblo Quechua responsabiliza en gran parte a la escuela, vista como una institución que históricamente negó el uso de su principal forma de comunicación -practicada en los espacios comunitarios y familiares-, causando la pérdida progresiva de la lengua por prestigio social y desplazamiento lingüístico al castellano en desmedro del quechua, con la consiguiente negación de la identidad local y una notoria marginación socio-económica y cultural. Situación que actualmente limita con la pérdida casi total de la lengua originaria.

4.3. El Código de Aguas

Las principales políticas y cuerpos legales que han afectado a los quechuas -sobre la base de lo planteado en las demandas de las propias organizaciones- corresponden al Código de Aguas, cuerpo legal que ha permitido a las empresas mineras aprovechar el escaso recurso presente en el territorio de Ollagüe, y de vital importancia para el mantenimiento y desarrollo de las actividades agropastoriles practicadas hasta el presente por las familias quechuas[14]. En 1981 se dicta el Nuevo Código de Aguas -D. F. L. Nº 1.222 de 1981-, que reformuló la legislación vigente desde 1969. Conforme a ello, las aguas no obstante ser bienes nacionales de uso público, se otorgan a los particulares mediante un derecho de aprovechamiento de ellas, el que pasa a ser de propiedad del titular quien puede usar, gozar y disponer de su derecho en conformidad con la ley. Este derecho es transferible, transmisible y prescriptible, constituyéndose por un acto de autoridad, independiente si el solicitante es dueño o no de la tierra donde se ubica el agua, lo que implica no reconocer el derecho histórico de las comunidades a la propiedad de los acuíferos, por intermedio del uso ancestral que han hecho de ellos.

Para la comunidad indígena de Ollagüe el agua tiene importancia en dos aspectos, el primero radica en la cosmovisión, como generadora de vida y vínculo con los elementos de la naturaleza, y el segundo se relaciona con la actividad pastoril, que aún desarrolla parte de la población.


[11] Gundermann, Hans. “Etnicidad, identidad étnica y ciudadanía en los países andinos y el norte de Chile. Los términos de la discusión y algunas hipótesis de investigación”. Estudios atacameños Nº 13, pp. 9-26. Universidad Católica del Norte. San Pedro de Atacama. 1998.

[12] Gunderman, Hans y Héctor González. Estudio de diagnóstico Comuna de Ollagüe. Estudio solicitado por la Ilustre Municipalidad de Ollagüe. 1993.
[13] Romo, Marcela. “Percepción y representación del ambiente en un grupo de pastores”. Memoria de Título para optar al título de Antropólogo con Mención en Antropología Social. Departamento de Antropología y Arqueología. Facultad de Ciencias Sociales. Universidad de Chile. Santiago. 1998.

[14] Un hecho preocupante para la Comunidad quechua hablante de Ollagüe y que tiene que ver con las presiones que reciben de los enclaves mineros, sucedió en mayo del año 2002, cuando la empresa CODELCO-Chuquicamata ofreció a la comunidad una cantidad de dinero por los derechos de agua de un acuífero del sector. (Subgrupo de Trabajo Pueblo Quechua. “Informe Final”. Documento de Trabajo N° 49. Comisión Verdad Histórica y Nuevo Trato. Ollagüe. 2002. p.39).