Portada Anterior Siguiente Índice | 2. Su antiguo poblamiento2

2. Su antiguo poblamiento[2]


A partir de los datos disponibles, se plantea que hacia los años 8.000 a. p. habitaban en la cuenca San Martín pequeñas bandas de cazadores recolectores, aprovechando los recursos proporcionados por los sistemas de salares y quebradas. Vestigios de esta etapa han sido encontrados en las antiguas playas de los salares de San Martín y Ascotán, así como también en las vegas y lagunas de Cuchicha, Aguas Calientes, Sapunta y Luna, asociadas a los salares antes mencionados, además de quebrada del Inca[3]. Al parecer, fueron estos espacios los que articularon la movilidad de los cazadores recolectores en la obtención de variados recursos. Es posible también, que la movilidad estacional de estas poblaciones haya alcanzado sectores como la cuenca del Loa, el altiplano de Lípez y las inmediaciones del salar de Uyuni, ocupando y articulando este espacio como un sector que conectaba diferentes pisos ecológicos.

Luego del proceso de domesticación de plantas y animales, la zona de Ollagüe fue ocupada -de manera dispersa- por grupos de pastores vinculados culturalmente a los habitantes del altiplano boliviano colindante, particularmente con Lípez. Consolidado el sistema de vida agropastoril, entre los años 900 al 1.380 d. C., se continuó ocupando el sector oeste del salar San Martín, que además de la caza de guanacos y avifauna, aseguraron la supervivencia y reproducción de los rebaños de llamas y alpacas.

De acuerdo al tamaño y cantidad de los sitios arqueológicos encontrados para este período reseñado, la población asentada en este sector parece no haber sido numéricamente importante, seguramente debido a que se trataba de espacios pastoriles periféricos con relación a aquellos territorios ubicados en el norte de Lípez, con cuya población se encontraban culturalmente emparentados los pastores de Ollagüe. De este modo, a diferencia del sistema estanciero ollagüino, en Lípez se construyeron y habitaron aldeas de mayor y menor envergadura y estancias dispersas a lo largo de la meseta altoandina, a las que se suman algunos pukaras o sitios defensivos[4]. Respecto a todo lo anterior, es importante mencionar que la información etnohistórica plantea que durante este período, el altiplano de Lípez -integrado también por la puna ollagüina- se encontraba habitado por poblaciones que hablaban varias y diferentes lenguas, entre las que destacan el aymara, probablemente el uruquilla, el kunza y el kakán -este último era la lengua hablada por los diaguitas y otros grupos de la puna de Tucumán y de Atacama-. Es muy probable que estas poblaciones conocieran sólo posteriormente el quechua con la llegada del Inka[5].

En esta etapa, Ollagüe se visualiza como un espacio de comunicación entre los atacameños y las poblaciones altiplánicas, permitiendo la articulación de áreas económicamente complementarias. Ollagüe pudo operar como uno de los sectores de tránsito de las caravanas de llamas que transportaban productos desde y hacia estas zonas, conectando las poblaciones costeras, valles, oasis y altiplánicas, que ocupaban la actual región de Antofagasta en Chile y el Departamento de Potosí en Bolivia.

Hacia el siglo XIV, estas poblaciones del altiplano de Lípez y de la región atacameña se ven envueltas en el proceso de expansión del Tawantinsuyo, observable en los tramos del Camino del Inka, en la presencia de su patrón arquitectónico en los asentamientos locales, cerámica, vestuario[6]. Hay varias tradiciones orales cuzqueñas que atribuyen a diferentes inkas la incorporación de esos territorios al control del estado incaico. Según el inca Garcilaso de la Vega, fueron las tropas comandadas por Phawaq Mayta Inka, hermano de Wiraqocha Inka, quien conquistó el territorio de Lípez. Según los descendientes de Thupaq Inka Yupanqui, habría sido este quien, después de conquistar Atacama, se dirigió hacia los lipes[7]. Es probable que la ruta seguida por este último inka, desde Atacama cruzando por el sur de Lípez, haya cruzado por las proximidades del actual territorio de Ollagüe.


[2] Es importante señalar, que su antiguo poblamiento debe entenderse como una unidad diferente respecto del atacameño, porque como se señaló en el capítulo anterior, en Atacama había y hay un poblamiento multiétnico, donde los lipes tienen una importante presencia allí. Así, los Ollagüe son diferentes de los atacameños y son parte de los lipes.
[3] Le Paige, Gustavo. “Antiguas culturas atacameñas en la cordillera chilena”. Anales de la Universidad Católica de Valparaíso Nº 4-5. Valparaíso. 1958. Bravo, L. “Sociedad y economía en el altiplano de Ollagüe”. Ms. s/f. Núñez, Lautaro. “Desarrollo cultural prehispánico en el norte de Chile”. Estudios Arqueológicos Nº 1. Universidad del Chile. Antofagasta. 1965.
[4] Arellano y Berberián. “Mallku: el señorío Post-tiwanaku del Altiplano Sur de Bolivia (Provincia Nor y Sur Lípez, Dpto. de Potosí)”. Bulletin del ’Institut Francais d’ Etudes Andines Nº 10 (1-2), pp. 51-84. 1981. Nielsen, Axel. “Tendencias de larga duración en la ocupación humana del altiplano de Lípez (Potosí, Bolivia)”. Los desarrollos Locales y sus Territorios, Arqueología del NOA y sur de Bolivia. María Beatriz Cremonte (Comp.), pp. 65-102. Universidad Nacional de Jujuy. Jujuy. 1999.

[5] Martínez, José Luis. “Acerca de las Etnicidades en la Puna Árida en el siglo XVI”. En: S. Arce, R. Barragán, L. Escobari y X. Medinacelli (Comp.), pp. 35-65. Etnicidad, Economía y Simbolismo en los Andes. II Congreso Internacional de Etnohistoria. Coroico. HISBOL/IFEA/SBH-ASUR. La Paz. 1992. Castro, Victoria. “La dinámica de las identidades en la subregión del Río Salado, Provincia de El Loa, II Región”. Programa de Desarrollo e identidades Culturales. Departamento de Investigación y Desarrollo. Universidad de Chile. Santiago. 1998.
[6] Aldunate, Carlos. “Arqueología del pukara de Turi. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, pp. 61-78. Temuco. 1993. Castro, Victoria. “Nuevo registro de la presencia Inka en el Loa”. Gaceta Arqueológica Andina, vol. VI, Nº 21, pp. 139-154. Lima. 1992. Castro, Victoria; Fernando Maldonado y Mario Vásquez. “Arquitectura en el Pukara de Turi”. Actas del XII Congreso Nacional de Arqueología Chilena, pp. 70-106. Temuco. 1993. Adán, Leonor y Mauricio Uribe. “Cambio en el uso del espacio en los períodos agroalfareros: un ejemplo en ecozona de quebradas altas, la localidad de Caspana (Provincia El Loa, II Región)”. Actas del Segundo Congreso de Antropología Chilena, Tomo II, pp. 541-555. Valdivia. 1995. Y los mismos autores: “El Inka en la localidad de Caspana: un acercamiento al pensamiento político andino (río Loa, Norte de Chile)”. Tawantinsuyu, Nº 6. Canberra (en prensa). 1999. Nielsen. “Tendencias de larga duración...” Op. cit.
[7] Martínez, José Luis. “Entre plumas y colores: aproximaciones a una mirada cuzqueña sobre la puna salada”; Memoria Americana N° 4, pp. 33-56. Buenos Aires. 1995.