6.
Etnoterritorialidad huascoaltina
La
etnoterritorialidad de los huascoaltinos se construyó
históricamente. En un inicio todo el valle del Huasco pertenecía a
los diaguitas y a sus señoríos “duales”, -dividido en
parte alta y baja- estructura heredada de acuerdo a algunos autores del
período de la dominación inkaica.
Esta
estructura de ocupación territorial fue desarticulada por la
penetración hispana, que ocupó las tierras más
fértiles y segregó a los terrenos más agreste a los
diaguitas; en concreto se les expulsó del fértil valle del
río del Carmen a las tierras del valle de Paitasana, hoy río
Tránsito, donde establecieron su refugio.
La
memoria colectiva de las familias huascoaltina de los Campillay, Eliquitay,
Cayo, Seriche y otros, recuerda este hecho como leyenda que habla de la
separación de la población española de la indígena
en dos valles, la que se produjo tras una violenta contienda:
“...
entre naturales e invasores, al cabo de la que los advenedizos se atrincheraron
en el valle más prospero y estratégico: el de San Félix,
mientras los antiguos señores fueron confinados al valle del
Tránsito. Desde entonces ambos han sido antagónicos: en el uno los
indios y en el otro los
blancos...”.
La
legendaria, pero pertinente explicación de la actual localización,
anida en la memoria colectiva huascoaltina y debe tener su anclaje temporal en
el período de conquista hispana, que además de los primeros
cronistas, también ha sido analizado por diversos
autores.
Los
datos etnohistóricos disponibles, permiten reconstruir la trayectoria de
estas tierras diaguitas hasta la actualidad, junto con la permanencia
indígena en ellas. De esta manera reivindicaron su dominio que tuvieron
desde siempre durante los siglos coloniales y republicanos, y en el año
1903 los huascoaltinos logran por sentencia judicial inscribir el dominio,
alegando la prescripción adquisitiva, es decir, por haberlas
poseído como señores y dueños desde tiempos inmemoriales.
En
efecto, si bien la dualidad de los poderes diaguitas gobernaban el valle abajo y
arriba, esta misma división etnoterritorial fue institucionalizada por
los españoles. Durante el siglo XVII, el valle del Huasco se encontraba
dividido en Bajo y Alto y en el Huasco Alto se estableció el Pueblo de
Indios llamado Paitanasa que tenía, además, otros dos asientos de
tierras denominados Machicao y Sisar, que constituían tierras
comunitarias de los
diaguitas,
extendiéndose desde las juntas de Ramadilla y Guasco Alto hasta:
“... un cerrillo así a otro Guasco Altto, nombrado
Chanchoquín hasta una cuesta que está al cabo que se llama
Mottique así a mano derecha (del río) yendo el valle
arriba...”.
El
pueblo de Paitanasa estaba a cargo de su cacique mandón Thomas y parte de
las tierras del común, fueron dadas en merced por el gobernador Alonso de
Ribera al capitán Rodrigo Rojas en 1612, quien siendo protector y
administrador de los naturales del valle del Guasco las vende en nombre de los
indios en el año 1616 a don Gerónimo Chabes, quien rebautiza el
asiento de Michacao con el nombre de Nuestra Señora la Mayor el Pilar de
Zaragoza. Los diaguitas a través de su cacique, dicen señalar que
si bien les pertenecían dichas tierras no las utilizaban para el uso
agrícola “... por ser mui flacas...y no poder sembrar maíz,
ni trigo, y por tener ... demasiadas para sembrar él y toda su
gente...”.
En
1770, los indígenas del Pueblo de Piatanasa reivindican las tierras de
sus antepasados y en ese año, el cacique Lorenzo Saguas junto a su
comunidad compuesta por sesenta indios entre presentes y ausentes,
señalan que el pueblo se había reducido a 20 cuadras, lo que les
imposibilitaba tener sus sementeras y
chácaras,
por tanto:
“...
entablan juicio contra los herederos de Ysidoro Pizarro para que se les
restituyesen alrededor de 10 leguas -54 km- de tierras que les
pertenecían en el valle de paitanasa y no les expulsaran de su pueblo ni
se les deshicieran sus ranchos. El territorio descrito se extendía
‘... desde las juntas de los ríos del Guasco Alto (Transito y del
Carmen) hasta un serrillo nombrado Chanchoquín comprendiendo esta
longitud las poblaciones y las posesiones que tienen los ordenes en el paraje
nombrados el Toro y Algodón, la del Maitén que fue estancia de los
regulares de la compañia (de Jesús)... otro nombrado el Solar,..
la Ygera... y otro los
Camarones....
Cassigoli, Rossana y
Álvaro Rodríguez. “Investigación
antropológica...” Op. cit.: 33.
Advis, Patricio.
“Noticias de cronistas e historiadores sobre la travesía de los
Andes realizada por la hueste de Almagro durante la jornada de Chile”.
Boletín
del Museo de Historia Regional de
Atacama Nº 4.
Copiapó. 1994. Ampuero, Gonzalo y Jorge Hidalgo. “Estructura y
proceso Op. cit. Ampuero, Gonzalo. Cultura... Op. cit. Cervellino, Miguel.
“La Resistencia Indígena a la Invasión Española y su
población estimada en los valles de Copiapó y Huasco. (S. XVI al
S. XVIII)”.
Boletín
del Museo de Historia Regional de
Atacama Nº 4.
Copiapó.1994. Y el mismo autor: “Relatos de una expedición:
Almagro en los Andes, por la ruta de la muerte”.
Boletín
del Museo de Historia Regional de
Atacama Nº 4.
Copiapó. 1994.
Archivo Real Audiencia, 2658; f26r. La existencia de tres porciones de tierras
-Paitanasa, Michacao y Sisar- sugiere la práctica de
multiexplotación, es decir “...La existencia de una práctica
social y económica prehispánica, que consistía en el
control de nichos productivos dispersos. Esto es relevante para una adecuada
percepción de las formas de ocupación de este espacio
étnico aún durante los siglos coloniales.”
(Manríquez, Viviana y José Luis Martínez.
“Investigación etnohistórica...” Op. cit.
Las tierras nombradas corresponden a la parte de las actualmente poseídas
por los huascoaltinos, como se desprende de la coincidencia toponímica
descrita en 1857 por Vicente Pérez Rosales, quién dice: “El
río Huasco, que viene después del de Copiapó, está
formado
por el concurso de cinco torrentes andinos y del río de los Naturales
(Tránsito), el cual toma su origen en dos pequeños lagos andinos
(Laguna Chica y Laguna de Valeriano) situados a 28º48’ lat. S. Se
dirige desde luego hacia el Oeste; pero
llegado
a Ramadilla,
considerablemente aumentado por el río de los Españoles (del
Carmen), que recibe del norte”. (Pérez Rosales, Vicente.
Ensayo
sobre Chile. Ediciones
de la Universidad de Chile. Santiago. 1986 [1859]. P. 89).