Primera
parte del informe final de la Comision de Trabajo Autónomo
Mapuche
CAPÍTULO
V
Estado
contemporáneo de la medicina mapunche en tres zonas del territorio
mapunche. Un estudio en salud mapuche y medio
ambiente
¡Error! No se encontraron elementos de tabla de
contenido.
ÍNDICE
|
I
Parte |
|
|
Presentación.............................................................................................................................. |
1505 |
|
Hallazgos
iniciales en la ejecución del diseño............................................................. |
1505 |
|
En
relación al objetivo 1............................................................................................... |
1505 |
|
Síntesis
de los avances en las lecturas analíticas de los textos especializados
acerca de la temática................................................................................................... |
1507 |
|
Lectura
de Medicinas
y culturas de la Araucanía (Citarella
1995)............................... |
1507 |
|
Lectura
de Medicina
y antropología social (Ackernecht,1985)
................................... |
1514 |
|
Lectura
de La
voz del kultrun en la modernidad, (Bacigalupo,
2000).......................... |
1515 |
|
En
relación a los objetivos 2 y 4.................................................................................. |
1526 |
|
La
política nacional y regional de salud y su contextualizaciòn.
Política de salud intercultural.................................................................................................................. |
1526 |
|
En
relación al objetivo 3............................................................................................... |
1529 |
|
Medicina
popular.......................................................................................................... |
1529 |
|
La
medicina en antropología........................................................................................ |
1529 |
|
El
estudio de la medicina popular en América Latina.................................................. |
1529 |
|
Definición
especializada de medicina popular............................................................. |
1532 |
|
La
medicina popular en Chile...................................................................................... |
1533 |
|
“Estudio
preliminar de la población consultante al sistema de medicina
urbana/conocimientos, creencias y motivaciones”...................................................... |
1534 |
|
“Aspectos
conceptuales de la enfermedad en tres yerbateros”.................................. |
1536 |
|
“Medicina
popular en contexto mapunche”.................................................................. |
1536 |
|
Establecimientos
de iglesias evangélicas en territorio mapunche............................... |
1537 |
|
Los
procesos de reconversión religiosa...................................................................... |
1541 |
|
En
relación al objetivo 5............................................................................................... |
1543 |
|
En
relación al objetivo 6............................................................................................... |
1545 |
|
Demandas
de salud y medio ambiente en el marco del movimiento
mapuche actual........................................................................................................... |
1546 |
|
Justificación
del tema................................................................................................... |
1546 |
|
Problematización
del contexto..................................................................................... |
1546 |
|
En
relación al objetivo 7............................................................................................... |
1549 |
|
Aprendizajes
a modo de conclusiones........................................................................ |
1549 |
ÍNDICE
|
II
Parte |
|
|
Antecedentes............................................................................................................... |
1551 |
|
Presentación
conceptual y político-cultural del modelo y sistema de salud
mapunche.................................................................................................................... |
1551 |
|
Aporte
de los participantes mapuche en los talleres................................................... |
1553 |
I
Parte
Presentación
En
agosto de 2002 dos representantes de la COTAM (Comisión Autónoma
de Trabajo Mapuche) solicitaron al Centro de estudios Socioculturales (CES)
ejecutar un estudio sobre salud de los mapuche y su relación el medio
ambiente. Argumentaron que se necesitaba un trabajo que demostrara las
necesidades y dificultades que hoy día la población enfrenta para
resolver sus problemas de salud, derivados estos últimos de la
pérdida del bosque nativo -que se asume como fuente de los recursos
herbolarios- y el deterioro en general de los espacios
ecosistémico–culturales propios del pueblo. Plantearon que el
enfoque que el CES ha llevado acabo hasta el momento a ellos les parece
confiable, particularmente el que se expresa en el libro
Conocimientos
y vivencias de dos familias
wenteche
sobre la medicina
mapuche, editado por
el CES en 1997. Dijeron que la modalidad de trabajo serían reuniones
–talleres con COTAM, en las que se elaboraría un plan de trabajo
que incluyera la explicitación del enfoque de COTAM para estos estudios y
aquellos específicos a cada ámbito considerado, entre los cuales
estaba el de salud. Hicieron notar la importancia de asumir este trabajo dado
que, además de ser participativo, es decir, que incluye los conocimientos
y prácticas de la población mapuche, debía ser orientado a
fundamentar las demandas en salud que la población, a través de
sus organizaciones, pudiera proponer.
El
CES conformó un equipo para abordar esta temática y este
desafío de conocimiento iniciando, desde el mes de agosto, un trabajo
interno para definir y caracterizar el enfoque del mejor modo posible.
Incluyó de sus personales aquellos más involucrados en el tema de
la salud y que, además, dispusieran de capacidades especiales,
disciplinarias y/o de trabajo de terreno, que fueran indispensables de
considerar para lograr la meta.
En
el marco de este proceso se inserta el presente informe, organizado en tres
tópicos principales:
- Hallazgos
iniciales en la ejecución del diseño
- Diseño
de investigación.
- Cumplimiento
inicial de los objetivos.
- Conclusiones
iniciales.
A
continuación se presenta cada uno de estos tópicos en su proceso
preliminar como corresponde a un primer informe de avance.
Hallazgos
iniciales en la ejecución del diseño
3.1.
En relación al objetivo 1
Estos
avances están referidos al logro del objetivo 1 del diseño 2, el
que se refiere a:
- Conocer
y evaluar el estado contemporáneo de la medicina mapunche en tres zonas
geoecológicas del territorio mapunche
(pewenche,
wenteche
y
bafkehche),
considerando criterios sociales y culturales normativos propios.
Para
abordar este objetivo, el equipo ha definido dos acercamientos de
carácter empírico, a través de un instrumento
etnográfico que deberá aplicarse a los agentes especializados de
la medicina mapunche, y a través del análisis de la
bibliografía especializada .
Se
parte del supuesto de que el sistema médico mapunche, que reflejado en el
concepto de
bawehtuwün,
exige presentar del modo más auténtico posible el pensamiento
mapunche,
con una intervención mínima de parte de la disciplina. Se espera,
por ejemplo, usar el concepto de ‘sistema’ para identificar los
niveles de complejidad
del conocimiento, de
las normas y de las prácticas, sin perder de vista las soluciones que los
individuos crean y/o encuentran para resolver sus problemas de salud, si bien
priorizando el conocimiento que le otorga las bases al sistema. No obstante lo
anterior, estamos conscientes de
que la medicina
mapuche propiamente tal debe
incluir
un
acercamiento a los
modelos culturales desde la perspectiva antropológica, pero desde la
mapuche debe referirse a la dimensión socio-religiosa fundante del
sistema y que opera, por lo menos en algunos de los territorios mapuche, en el
campo de la vida ceremonial. Desde esta perspectiva y asumiendo un aporte
teórico crítico desde la antropología, se está
transformando la temática propuesta por COTAM en un acercamiento que
intenta legitimidad tanto en el marco disciplinario como en el cultural,
superando zonas de roces y límites no siempre consideradas en los
estudios conocidos, en las demandas reivindicativas de los mapuche y desde luego
en las actuales políticas de salud y medio ambiente implementadas por el
Estado actualmente.
Los
avances que el equipo ha hecho en relación a este objetivo son
básicamente de carácter exploratorio y se expresan en actividades
de lectura, ordenamiento y análisis de tres textos emblemáticos
para el tratamiento del tema, a saber:
- Medicinas
y culturas en La
Araucanía
(Citarella et al, 1995),
- Medicina
y antropología
social (Ackernecht,
1985), y
- La
voz del kultrun en la
modernidad
(Bacigalupo, 2000).
Mientras
el primer texto representa el conocimiento especializado más reconocido
como tal en la última década en torno al tema de la medicina
mapuche, el segundo introduce la discusión acerca de la naturaleza de las
medicinas de los pueblos indígenas respecto de su homólogo, la
medicina científica, sentando las bases de la importancia que el estudio
de estos sistemas tiene la antropología y, en general, para las ciencias
sociales y aplicadas. Bacigalupo, en tanto, examina los procesos de
adaptación de las machi en el contexto de relaciones interétnicas
desiguales en la Araucanía.
En
este informe de avances se presentará una síntesis de estos
avances, reconociendo que el proceso cognoscitivo debe avanzar considerando los
siguientes materiales, disponibles en el CES:
- Materiales
del Diplomado: Clases ‘Medicina Mapuche Especializada’ y Medicina
Mapuche Familiar’.
- Las
exposiciones en los Talleres de COTAM de diciembre de 2002 y enero y marzo de
2003 para el ordenamiento textual desde del pensamiento
mapuche.
En
cuanto al conocimiento empírico de primera fuente que requiere incluir
este capítulo, este proviene y provendrá de:
- La
participación del equipo en las reuniones y talleres de trabajo y
discusión organizados y realizados por la COTAM y recientemente por el
equipo de Derecho mapuche.
Los
principales Talleres en que hemos podido participar son los
siguientes:
- Taller
de Carahue, Noviembre de 2002 (hay registro)
- Taller
de Mehuin, Noviembre de 2002 (hay registro)
- Taller
de San José de la Mariquina, Diciembre de 2002 (hay registro)
- Taller
de Imperial, Enero de 2003 (falta registro)
- Taller
de Lonquimay, Enero de 2003 (falta registro)
- Talleres
de Temuco (organizado por el equipo de Derecho Mapuche), Marzo de 2003 (hay
registro).
3.1.1.
Síntesis de los avances en las lecturas analíticas de textos
especializados acerca de la temática
3.1.1.1.
Lectura de Medicinas y Culturas en la Araucanía (Citarella et al,
1995)
El
equipo le solicitó explícitamente al miembro mapuche del mismo que
elaborara un análisis y comentario acerca del texto más
actualizado conocido de medicina mapuche. A continuación se exponen
esquemáticamente los principales hallazgos de este
análisis.
Resumen
del Capítulo III
En
primer lugar, señalar que el texto es una revisión de
publicaciones con relación a la “medicina mapuche” obtenidas
principalmente de las crónicas, cubre el período comprendido entre
el S. XVII y principios del S. XX. Su objetivo es establecer elementos que
sirvan de base para la investigación.
A
continuación el siguiente cuadro muestra las categorías expuesta
en el texto, luego las dimensiones e indicadores referidos a la
categorías referida y una descripción y comentarios, lo
último forma parte de la lectura realizada.
Categoría |
Dimensiones
e Indicadores |
Descripción
y comentarios |
Modelo
Médico: “... se entiende como los conceptos, valores,
ideas y creencias relacionadas con la salud y enfermedad...”
(Pág. 62) |
Ámbito
religioso: “creencia mapuche en espíritus sobrenaturales
temidos y respetados”
Pillan: ... deidad
mapuche, ingerencia en la vida... habita en los cerros y volcanes...
Alhue ... (diablo)
Meru (pájaro
de Chile), pájaro agorero, anuncia la muerte.
Meulen
Chonchon: pájaro
agorero |
Es
necesario señalar en esta parte, la precisión y los
alcances que tiene los conceptos expuesto. En el mismo sentido, es
una visión externa, porque no da cuenta de la visión
mapunche acerca de estos conceptos.
En el caso del Pillan,
no se sabe en que aspecto de la vida tiene ingerencia y tampoco el
tipo de ingerencia, por otra parte, no se sabe, si la idea de pillan
corresponde a un aspecto propio de toda la sociedad mapunche o bien
corresponde, a algunos contextos territoriales específicos.
Alhue, se dice que
es el diablo. Esto es muy limitado, no permite comprender cuales son
las dimensiones que abarca el concepto. Por información, que
se maneja el alwe, corresponde a una parte, de la persona que al morir,
debe ir junto, ya que el alwe podría desprenderse del cuerpo
y de ahí que, la persona debe permanecer acompañada
en el periodo del “velorio”.
Lo mismo ocurre
con los demás conceptos. |
Enfermedad:
“para los mapuches las enfermedades son atribuidas a terceros,
que se valían de diversas prácticas para causar daño
a personas con quienes mantenían relaciones conflictivas”
(Pág. 63) |
Aquí
está solo la visión externa acerca de las causas de
la enfermedad, por lo demás, tampoco se dice cuál es
el concepto de enfermedad.
|
Causas
de las enfermedades; “... la contaminación y el contagio
pero de tipo mágico como es el caso del llamado ‘mal
del parto’”. |
Aquí
si bien hay un intento por decir las causas de la enfermedad, éste
se inscribe en el concepto del “contagio de tipo mágico”,
lo que no permite comprender, primero que se considera mágico
y lo segundo si esto corresponde a la visión mapunche. |
Kalku:
(brujo), “traducido al castellano como hechicero... según
L. De Valdivia..”
Huecufetun: producida
por la acción del huecuve. |
No
aparece claro, en que enfermedad el kalku tiene incidencia, que es
lo que provoca; si es a nivel personal o colectivo, por ejemplo la
familia. |
Ibunché:
“criados por los brujos en sus cuevas, le sirven en sus hechicerías
o encantos”
Guecubo: “espíritu
que por mandato arrojaría flechas que inflingen el mal a las
personas”
Anchimalguen: Deidad
tutelar, ‘anunciaba lo bueno y lo malo’.
Fuñapue:
veneno |
Aquí
solo se puede señalar la visión propia de la época
de parte de los cronistas; no obstante, hoy día estos conceptos
existen, pero la descripción señalada no corresponde,
por lo que es necesario averiguar y testificar con las personas en
el contexto de los lof mapu. |
Huecuve
alhue: espíritus cautivos.
Meulen: Torbellino
Anchimallen: Mujer
del sol
Cherufe:
IMÁGENES
FANTÁSTICAS:
Colo colo: (especie
de basilisco)
Ngutuvilú:
zorro culebra
Chiquevilú:
llamado manta o cuero... |
Nuevamente
señalar que la descripción de los conceptos no posibilita
la comprensión, si bien algunos contienen la dimensión
“etimológica”, no dan cuenta en tanto conceptos
que tiene dimensiones. Por ejemplo, la traducción de “mujer
del sol” podría corresponder al de “anchinallen”,
pero no da cuenta de lo que es en esencia el “anchimallen”,
luego no sabemos a que contexto territorial corresponde. Por último,
falta saber que relación tiene éste con la vida de los
mapunche, sobre la salud y/o la enfermedad. |
Agentes
Médicos: “actores relacionados con la vida mágico
religiosa y de salud del pueblo mapuche....” (Pág. 66).
|
La
existencia de dos tipos de agentes de salud:
Una, los hechiceros
o Machi:
Dos; curanderos
empíricos: con amplios conocimientos herbolarios y experiencia
en el manejo de enfermedades atribuibles a causas naturales... denominado
por Molina como Ampive.
Boquibuye: encargado
del ritual mágico religioso, ejerce la función de ‘magos’. |
Aquí
el concepto de “agente” es impuesto para significar, quienes
participan –al parecer– en el tratamiento de la enfermedad.
Por otra parte,
si bien se diferencian, no aparecen todos los que participan en ello.
La categoría
“ritual mágico”, es al parecer una aproximación
para señalar acerca de los tratamientos que los enfermos reciben
en un momento dado y que tiene que ver con que una “persona”
que posee conocimiento para ello lo ejerce, en este caso se habla
del boquibuye (“fokifoye), este último, es necesario
constatarlo en el contexto del lof. |
Según
Salas: existen
tres tipos de agentes...
Machi: “cuyo
cometido era el trato con los espíritus; más adelante
se define como el “sacerdote”...
Gutarfe: que se
ocupaba en las operaciones quirúrgicas;
Ampive: los herbolarios...”
(Pág. 69) |
La
visión de Salas no es muy distinta a la de los cronistas, por
cuanto, no da cuenta de las dimensión de los conceptos referidos
a los agentes.
Lo de gutarfe, al
parecer corresponde a “gütamfe” o bien se trata de
otro “agente”. |
Lligua
dungul o dungulve: que habla, hablador, función que ejercía
tanto hombres como mujeres.
Inaimahue: proporciona
información sobre robos y enfermedades.
Peumantufe: adivinos
a través de los sueños y magia simpática...
Cupólave:
Mágico anatómico, este extrae la hiel del hígado.
Pelotén:
quien profetizaba el futuro o adivina sobre los hechos pasados, por
medio de visiones o sueños provocados por narcóticos...
“(Pág. 70).
Rantuvoe: consultado
sobre las causas de la muerte imputadas a la hechicería. |
Aquí
aparecen una aproximación a los conceptos a través de
la descripción.
Es destacable la
diversidad de conceptos expuesto; sin embargo, es necesario averiguar
en el contexto del lof para ver su existencia y su vigencia.
|
Prácticas
terapéuticas: “ámbito integrado por materias médicas,
drogas, hierbas o procedimientos tales como la adivinación,
la cirugía y la acupuntura” (Pág. 73).
|
Hierbas,
arbustos y árboles: (hojas, flores, cortezas o raíces).
Similares y/o iguales
a la que existen en España.
Solo lo que existen
en la zona mapuche |
Es
destacable la cantidad de especies registradas y que están
contenidas en el capítulo, lo cual es posible averiguar y contrastar
en el lof.
Es necesario precaver
el uso de éstos según los contextos, por cuanto este
no aparece en el texto.
En el texto no aparece
la relación entre enfermedad, parte de la especie que se utiliza
y su preparación... |
Prácticas
terapéuticas: vista como mágico-empíricas.
Sahumerios de hierbas,
invocaciones al pillan, danzas y bailes rituales, toques de kultrun
u otros instrumentos musicales, estados de éxtasis y sueños;
todos como prácticas mágicas que permitían o
favorecían el cuidado y la recuperación del enfermo”
(Pág. 80).
Machitun: constituía
el procedimiento central de acciones tanto diagnósticas como
terapéuticas... |
Se
habla de prácticas terapéuticas; sin embargo, sólo
se habla -de modo reiterativo- de machitun, no se distinguen las forma
que en ella existe, tampoco se logra comprender la relación
entre el tipo de enfermedad y el tratamiento del o de la machi. Queda
muy implícito la intención de comprender el machitun,
pero no se describe qué es y en qué consiste. |
Comentarios
Generales
En
este capítulo, no aparece de modo explícito ni en forma precisa
acerca de cual es la “medicina mapunche”, esto es, cuáles son
sus elementos de límites para decir que corresponde a tal
categoría. Del mismo modo, lo que aparece son comentarios generales que
serían base para las investigaciones. En este sentido, tiene importancia
y lo que evidencia el texto, por una parte, es la existencia de conocimientos
con relación a algunos elementos culturales mapunche que dan cuenta
acerca de la “medicina”, no obstante, esto aparece de modo muy
general; por otra parte, si bien aparecen conocimientos acerca de elementos de
la medicina, está cargada de la visión propia de la época,
o más bien la visión propia de los cronistas acerca de los
mapunche, y por consiguiente, busca, aparentemente la constante
comparación entre aquello que es referente, para una sociedad y para
otra, es decir, cuanto de lo mapunche se aproxima a lo occidental. Por
último, el capítulo deja en evidencia ciertos conocimientos que es
necesario averiguar, dado que aparecen conceptos que al parecer tiene hoy
día vigencia.
Finalmente,
cabe señalar aunque repetida, pero necesaria que esto corresponde a una
visión externa, de manera que no da cuenta desde lo mapunche, esta es al
parecer la tarea, comprender y buscar los conceptos que están desde el
mapunche
kimün y que en
ella están las categorías propias de lo que sería la
“Medicina mapunche”.
En
relación al Capítulo V, se advierte
Categoría |
Dimensiones
e Indicadores |
Descripción
y comentarios |
|
Relación
de los hombres con lo divino y sobrenatural y esta relación
es de carácter fundacional se estructura en torno a la noción
de la reciprocidad
El sentido de la
vida del mapuche se afinca en la relación con las divinidades
que han donado su lengua (mapudungun), su forma de vida y las leyes
que lo rigen (ad mapu).
La reciprocidad,
representa un elemento ordenador y normativo y también en el
plano de la vida social y económica del grupo. |
-
Sobre la envidia y transgresión está definida desde
lo occidental, en el sentido de asumir conceptos en el cual no existe
relación y/o acercamientos con conceptos en mapunzugun, es
decir, se asume que existe envidia, pero no aparece su correspondencia
en mapuzngun. Así, lo que dice en mapuzngun no corresponde
en la lógica de lo mapunche respecto de cómo se usa
la lengua. |
|
Cosmología
mapuche guarda relación con la categorización del mundo.
Unidades conformados
por polos opuestos. La naturaleza y los hombres existen en la dualidad
y a la vez la contienen. (aparece la idea: wenu mapu, miñche
mapu; puel mapu, lafken
mapu, kuse-füme fücha; antü, küyen, los vientos
del bien y del mal.
Salud y enfermedad
son en sí una dualidad, pareja de opuesto complementario (bien
y mal), señala que es modelo etiológico.
La Salud konalen
representa el equilibrio biológico, amenazado por kuxan.
Weküfü,
no se define con claridad, solo se dice que es un espíritu
maligno que puede corporizarse en fenómenos de la naturaleza.
Los hacedores del
y del bien en la comunidad son la machi (chaman) y el brujo, ambos
pueden oficiar en el plano contrario. |
Si
bien existe coherencia en la primera parte, existen conceptos, palabras
del mapunzugun que están siendo incluido de un modo, al parecer,
para buscar su correspondencia en castellano. Por ejemplo, la expresión
konalen en mapunzugun, indica que es atrevido y expresa la juventud
de la persona. Sin embargo éste se usa para señalar
de aquel que no está enfermo. |
|
Fuñapue
Kalku y machi
Günechen
Kuxan
Relación
ngillatun y machi
Reciprocidad se
funda en la relación con lo divino
Normas con respecto
al orden natural, no pasar por donde está el mal.
Machi y longko se
ubican en el mismo plano |
Se
homologa, kalku
con machi
lo que en la práctica son absolutamente diferente. |
|
Clasificación
de los sueños:
vinculados al mal
a la posibilidad
de enfermar
a la muerte
a la curación
a la lucha contra
el mal
a la experiencia
hospitalaria |
|
En
relación al Capítulo VI, “Etnoclasificaciones de la
enfermedad”. Páginas 129 – 195.
Categoría |
Dimensiones
e Indicadores |
Descripción
y comentarios |
Origen,
diagnóstico de las enfermedades
Perspectivas que
la gente tiene de la enfermedad (antropológica).
Formas actuales
de clasificación |
La
enfermedad se ocasiona por la intervención humana de los entes
de la naturaleza, manifestada por kuxan.
Mapuche kuxan –
wigka kuxan, ambos diferenciados por su origen en relación
al modelo mapuche y no mapuche, y porque la terapéutica corresponde
a uno u otro modelo.
Diversidad de apego
a la cultura
Mapuche kuxan en:
a) re kuxan, b)wenu kuxan, c) weza kuxan. Estos últimos serían
por kalku, y weküfütun
Punto de vista sintomatológico:
a) parte del cuero afectada: logko kuxan, piwke kuxan, püxa kuxan,
furi kuxan; b) intensidad de los síntomas: püchi kuxan,
füta kuxan; c) duración: kuyfi kuxan, lef kuxan. |
-
-
Cómo se entiende el weza kuxan
-
Ñochi kuxan |
Causas
|
Por
la exposición prolongados a factores climáticos.
Alin O Are Kuxan
antü Kuxan
atreg Kuxan
Chafo
Fonwa
Üna Namun
Kelü Nge
Güfwüllen
Püra Mojfüñ
Püñmu |
|
Enfermedades
ocasionadas por la ingestión de alimentos fríos, calientes,
verdes, crudos, grasos...
Kürüf
kuxan
Kaychü kuxan
Kaychü mojfüñ
Ugkañman |
|
Enfermedades
ocasionadas por esfuerzo físico excesivo.
ajfeñ
koñiwe kuxan
kaxifün
wilgozi küwü |
|
Por
contagio sexual
chizma
pixu
tupu |
En
esta parte se agrega jazken e ijkun, este se relaciona más
con el piwke kuxan, los piwke kuxa tiene el sentido más de
jazkün, y no la enfermedad en sí al corazón como
aparece en la clasificación. |
Técnicas
de diagnóstico. |
Pewtun
Wijentun
Zache fe
Malüchefe
Lawenchefe
Gütamchefe |
|
Weza
kuxan enfermedades mágico-religiosas |
Weza
kuxan
Wenu mapu kuxan
(machi kuxan, castigo kuxan y konün. |
|
Agentes
etiológicos |
kalku
weküfü |
|
3.1.1.2.
Lectura de
Medicina
y antropología
social
(Ackernecht, 1985)
Se
trata de un texto especializado de parte de un historiador de la medicina cuya
obra se reedita por parte de un catedrático de la misma especialidad
asentado en la Universidad de Santander en 1985.
En
términos generales, este texto puede adscribirse a lo que se denomina una
“etnología médica”. En este texto el autor tiene como
principal intención clarificar la naturaleza de la medicina primitiva,
objetivo que cumple al caracterizarla y contrastarla con la medicina moderna o
científica. Tomando en cuenta este antecedente, podría decirse que
el texto ubica a las medicinas “en tanto sistemas culturales y
médicos particulares” en un marco delimitado desde los
parámetros de la ciencia clásica cuyo aporte principal, en este
caso, es sentar aquellos rasgos generalizantes “que conciernen a su
naturaleza humana”.
En
esta perspectiva, el autor intenta dialogar con los conceptos y la base
empírica que define y caracteriza la medicina científica, pero por
otro lado también considera “la suspicacia del Tercer Mundo”,
tratando de sentar los límites conceptuales y fenoménicos que
abarcaría el concepto de “medicina primitiva”.
En
términos de criterios nomotéticos que, a nuestro juicio,
actúan como referentes teóricos para delimitar el objeto, los
siguientes son los que aporta el autor, en el marco de la hipótesis de
que la medicina primitiva no es medicina moderna embrionaria y, por tanto, debe
estudiársela en sí misma (16).
En
esta perspectiva, el autor demuestra las representaciones que construye en torno
al fenómeno, primeramente abordando su carácter mágico. Al
respecto es destacable su visión para reconocer que la enfermedad y la
medicina, en este contexto, son funciones de la cultura y que, además,
este tipo de medicina tendría fundamentos psicológicos que
exigirían un tratamiento más integral y no meramente
biológico como en el caso de la medicina moderna.
En
esta misma perspectiva, el autor reconoce la necesidad de considerar los
aspectos históricos asociados al desenvolvimiento del fenómeno
sociocultural de la medicina primitiva, ligados a
su
vez a la historia
misma de los pueblos que la cultivan. Al respecto este autor, moviéndose
en la teoría particularística de la cultura (Boas) reconoce que
existen variedades de tipos de medicina primitiva según los pueblos y sus
historias (20) y en un afán generalizador propio de la escuela de
pensamiento a la que adscribe sienta las bases de un lenguaje comparativo entre
distintos tipos de medicina primitiva respecto de los consiguientes complejos
culturales (cheyenes y otros).
Caracteriza
también la medicina primitiva el papel social que cumple en la sociedad
en que se cultiva, considerando tanto el funcionamiento del sistema, como las
concepciones diferenciadas de enfermedad que se cultivan al interior de la
sociedad y el estudio pionero que presenta acerca de los agentes, a quienes
denomina, por una parte, “hombres – medicina” y, por otra,
específicamente shamanes (57).
Este
texto reeditado incluye aportes respecto de las etapas iniciales de la
psiquiatría transcultural.
Aportes
del texto
Considerando
los comentarios anteriores, estimamos que este texto, inspirado en la escuela
antropológica particularista y nomotética, establece las bases
conceptuales y empíricas para demostrar la existencia de una medicina
asociada a sociedades que, en este caso, entran en la categoría de no
– occidentales. En este sentido, podría decirse que este texto
valida y legitima, en este plano, a este tipo particular de medicinas, otorgando
las bases científicas para su estudio sistemático y diferenciador
respecto de la medicina occidental o científica. No obstante lo anterior,
no compartimos con el autor
la nomenclatura usada
que, aunque es fundamentada por él en su carácter estrictamente
descriptivo afirmando que no es peyorativa, hasta el presente ha sido incapaz de
superar tal connotación, particularmente en el Tercer Mundo.
3.1.1.3.
Lectura de
La
voz del kultrun en la
modernidad
(Bacigalupo, 2000)
En
general, el libro de Bacigalupo explora en las formas y tipos actuales de
reproducción y adaptación del quehacer médico de la
machi
al interior de las comunidades mapuche de la Araucanía consignando rasgos
etnográficos del modelo mapuche de la enfermedad y su tratamiento por
parte de la
machi
y advirtiendo la existencia de un contexto de contacto interétnico de
impacto negativo para la población mapuche, sobre todo en escenarios
urbanos o relativamente cercanos a centros urbanos. Entre los rasgos
etnográficos generales que la autora identifica y presenta, podemos
señalar los siguientes: elementos de cosmovisión mapuche; la
figura de la
machi
y sus características–rol, símbolos, instrumentos, tipos de
llamamiento, etc.; conceptos mapuche de enfermedad y definición de
prácticas terapéuticas y rituales de la
machi,
entre otros.
Una
de las tesis centrales del libro –que a nosotros nos interesa examinar-
puede resumirse del siguiente modo: las
machi
han debido adaptar sus prácticas médicas a las exigencias del
mundo mapuche contemporáneo –que Bacigalupo entiende ante todo como
un mundo cultural fragmentado en el que no pareciera que fuese necesario
identificar tradiciones culturales particulares, pues se asume que todo
está mezclado con todo y lo que importa es la “funcionalidad”
de la práctica, la creencia o el ritual- el que impone sendos problemas
de salud al mapuche que se expone a las fuerzas de ese mundo pensando que
tendrá cabida en él. Tales problemas de salud se expresan, a
juicio de la autora, en lo que ella denomina la “enajenación
mapuche”. Respecto de esta enajenación es que la
machi
debe usar sus conocimientos, respecto de la cual sus prácticas deben
redireccionarse. Aquellas
machi
que logran satisfactoria y adecuadamente enfrentar el problema de la
enajenación mapuche son las
machi
que se han adaptado con éxito a las exigencias del mundo en la
modernidad.
Desde
el punto de vista del modelo de investigación, la autora se mueve en un
esquema clásico de investigación etnológica -aun cuando
esté preocupada de problemas de dinámica- basado en el estudio de
un ámbito de la experiencia sin establecer las articulaciones con el
resto de dimensiones y niveles de la realidad, sobre todo con aquellos
concernientes a la realidad contemporánea, tales como los vínculos
problemáticos que tiene la medicina y la salud con el uso del medio
ambiente y los recursos naturales, las políticas nacionales dirigidas a
los indígenas (en todo orden de cosas), así como los impactos de
estas mismas en el proceso de continuidad y cambio social, cultural,
político y económico ya sea a nivel intraétnico o bien
interétnico, entre otros aspectos.
En
lo particular, la primera parte del libro está escrita en un lenguaje
social y académico-antropológico monocultural, tanto en
términos del enfoque y de la terminología utilizado como en cuanto
a las traducciones de conceptos mapuche ligados a las concepciones y
prácticas médicas de la
machi.
Bacigalupo parte de supuestos teóricos que, por una parte, centralizan el
lugar de los individuos a través de la actualización de
experiencias simbólicas y, por otra, otorgan importancia a los
significados culturales de “eventos sociales y psicológicos
interpretados en un contexto social específico y... destacar la
importancia de las concepciones etnopsicológicas como la base de la
formulación de la vida social” (Bacigalupo, 2000: 13). No obstante,
se puede decir que en esta primera parte la autora establece su
interpretación sobre una base normativista sin mucha sustancia o
relación con los actores, lo que se advierte en expresiones como
“imágenes normativas consensuales”, “versión
consensual de la cosmovisión”, “lógica
básica”, “visión tradicional”,
“lógica consensual tradicional mapuche” (pp. 13, 42, 46), lo
que a nuestro juicio resulta contrario a lo postulado desde el enfoque
teórico–metodológico centrado en el actor.
No
obstante este insustancialismo, la segunda parte del libro constituye un cuadro
etnográfico centrado desde el sujeto
machi
y sus vivencias en el tiempo y el espacio, dejando entrever el manejo de la
autora en cuanto al desarrollo metodológico de un modelo
de
investigación
biográfica y
etnopsicológica.
De todas formas, no se logra dar cuenta claramente de las relaciones complejas
en que están insertas las vidas de las/los
machi
en tanto estos actúan no sólo como especialistas en su materia
sino que están conectados a redes y estructuras sociales y culturales
más amplias, en las que están implicados otros actores incluyendo,
por cierto, a los mismos antropólogos y demás estudiosos de la
sociedad y la cultura mapuche. Además de esto, debemos insistir en el
hecho de que, en general, la autora tiende a generalizar sin presentar la
evidencia necesaria para hacerlo; deja de lado o pareciera no trabajar con
aspectos tan relevantes como la contextualización de las prácticas
y los conocimientos de las/los
machi
con que la autora se vincula para hacer su trabajo, la relativización de
los marcos de referencia de la misma respecto de los otros marcos o la
traducción etnolingüística.
En
el conjunto del libro se aprecia una tendencia a objetivar la realidad sobre la
base de los propios conceptos de la autora. Por ejemplo, “los mapuche
poseen lo que Barric (1984) llama un sistema de pensamiento
mágico–religioso que tiene el propósito de “buscar las
causas de las cosas” (42); o la
machi
es una “curandera” o “sacerdotisa del
gijatun”;
o su misma referencia explícita a las
machi,
a sabiendas que también existen los
machi...
En
términos de los contenidos del texto, los primeros dos capítulos
se refieren al mundo de representaciones y de rasgos etnográficos que
giran en torno a la cosmovisión y que conforman la figura de la
machi.
La autora distingue, por ejemplo, el rol chamánico o de curandera de las
machi,
la simbología asociada a su rol, su relación con la
hechicería / brujería, los tipos de llamados de
machi,
las características de las machi según los tipos de llamamiento y
las congregaciones de
machi.
Una interrogante interesante que pude derivar del análisis del
capítulo 2 (“Las machi, representaciones actuales”) tiene que
ver con la relación entre el prestigio de la
machi,
es decir, su estimación social, con criterios como la edad en que son
envestidas o el tipo de llamado. De acuerdo a nuestras conversaciones como
equipo y a la luz de algunos relatos de personas mapuche de comunidades donde ha
dejado de reproducirse la institución de la
machi
como es la zona
pewenche
de
Ikalma,
la legitimidad social de la
machi
al interior del grupo no depende sólo de sus características
simbólicas sino de cuan significativos puedan llegar a ser tales
características para los propios actores no especialistas
En
el capítulo 3 sobre “Enfermedad y sanación:
tradición, adaptación y cambio” y, particularmente, en el
apartado acerca de “El concepto mapuche de enfermedad”, la autora no
emplea el término mapuche de
kuxan
sino que lo traduce entre comilla como “mal” o simplemente como
“problema”. Dice Bacigalupo: “(...) la enfermedad y “el
mal” son concebidos como fuerzas externas al cuerpo del enfermo y a la
sociedad mapuche que se activan cuando los mapuche se vuelven envidiosos o
transgreden ciertos normas sociales o rituales que rompen con el ideal cultural
de reciprocidad y solidaridad” (43). Grafica el funcionalismo del que
está además imbuida la interpretación, como una herencia
disciplinaria ciega que ya ocupa un lugar común en la
interpretación antropológico-social.
En
este contexto, las
machi
aparecen canalizando fuerzas psicológicas en pro de un orden normativo
ideal desde una visión que se empeña en entregar una imagen de
otro cultural valiéndose para ello de un lenguaje descontextualizante y
muy poco cuidadoso capaz de afirmar que las machi “exorcizan el mal”
y “alejan a los espíritus malignos que vienen “desde
fuera”, actividades que la autora entiende como “una verdadera
guerra espiritual y simbólica” (43), la que, llevada al mundo
secular, la autora asimila a las luchas de los mapuche en contra de sus
invasores en el tiempo.
En
relación al mismo apartado, se observa un problema lógico de orden
básico, a saber, la enfermedad mapuche no es definida como tal sino
sólo hasta el apartado “Clasificaciones de
kuxan”,
donde sí define el concepto, el que define históricamente como un
concepto derivado del proceso de colonización, refiriéndolo a
aquellas “(enfermedades) causadas por elementos existentes dentro del
ámbito de este mundo y tratados por la medicina mapuche” (44). En
este sentido, la autora distingue entre enfermedades espirituales y sus
síntomas clasificados según intensidad, duración
y
localización
–en este sentido, sigue el mismo marco interpretativo que Citarella et al
(1995).
Respecto
de la intensidad y duración como criterios definidores de las
enfermedades, Bacigalupo reitera los mismos usos de categorías ya
discutidas con Gabriel Llanquinao, tales como
pichi
kuxan y
füta
kuxan, o
lefkuxan
y
kuyfi
kuxan, afirmados en el
“libro negro”. En cuanto al criterio de localización, este se
refiere al lugar donde la dolencia se aloja y/o expresa en el cuerpo (cabeza,
pies, estómago, corazón, huesos). Me pregunto si este uso
corresponderá al uso habitual que tendría en el marco de una
comunidad viva o si no se tratará, más bien, de la
proyección de nuestros propios marcos de referencia
cultural.
Respecto
de las
re
kuxan o
“enfermedades naturales”, Bacigalupo afirma que, durante la
conquista, las otras enfermedades “se consideraban como inducidas
espiritualmente”, insistiendo en que su tratamiento consistía en el
uso de hierbas y “exorcismos”. Respecto de esto último,
¿es que acaso Bacigalupo desconoce el contexto en que tiene lugar su
escritura o es que simplemente es presa de una especie de ceguera teórica
o de sentido común que le impide situarse en el complejo marco de
realidad de la que trata y respecto de la cual al parecer no se hace cargo
plenamente?
Durante
la colonia, en tanto, se afirma que los mapuche incorporan “una
versión simplificada del modelo hipocrático de salud que trajeron
los españoles” (45): “los mapuche tomaron la noción de
que el calor y el frío eran causantes de enfermedades naturales de los
practicantes de la medicina popular” (45).
Según
la autora,
re
kuxan se producen,
actualmente, por la “ruptura del ser humano con su medio ambiente natural
o social”. Siguiendo a Citarella y colegas, Bacigalupo divide las causas
de
re
kuxan en alteraciones
de temperatura, contagios y excesos de fuerza. Esto –y lo que sigue del
libro con relación a este apartado- es algo que, a nuestro juicio, debe
chequearse empíricamente: “(...) todas las enfermedades que
están relacionadas con el exceso de trabajo, pena, rabia, negligencia de
salud, problemas digestivos y nutricionales, el mal funcionamiento del
estómago, corazón, pulmón, vesícula, hígado y
otros órganos, también son catalogados como naturales” (46).
Sin embargo, de acuerdo a lo señalado por Gabriel, debemos recordar que
una enfermedad localizada, por ejemplo, en el corazón o en la cabeza no
necesariamente deben ser enfermedades naturales.
Bacigalupo
afirma que en contadas ocasiones las/los
machi
curan
füta
kuxan.
¿Será realmente así?, ¿cuál es el espectro de
enfermedades que pueden curar las/los
machi?,
¿de qué depende esta capacidad?, ¿se especializan los/las
machi
en este sentido?
Uno
de los postulados básicos de la autora en relación a la
situación contemporánea de las/los
machi
y su medicina contiene la idea de que el sistema se continúa
reproduciendo debido a la insatisfacción que experimentan los pacientes
mapuche y no mapuche dentro del sistema de salud nacional. Así,
Bacigalupo llega a afirmar que “las
machi
que viven cerca de las ciudades reciben el excedente de enfermos insatisfechos
con los hospitales” (47) y agrega que “el éxito de las
machi...
circundantes a la ciudad se debe principalmente a su habilidad para curar las
“enfermedades espirituales”” (48).
Respecto
de las “enfermedades espirituales” Bacigalupo -no indica
ningún término mapuche o propio-estas serían
“provocadas por la acción de un tercero o por el rompimiento de
normas sociales y religiosas que provocan el desequilibrio” (49),
también se agrega la transgresión del equilibrio natural
–dimensiones que, como hemos ido aprendiendo, están ligadas al
modelo nativo de salud-enfermedad.
Entre
las “enfermedades espirituales” la autora distingue aquellas
“provocadas por mal o
weda
kutran” y
aquellas
kalkutun
o “mal causado por la acción de
kalku
(hechicero /brujo)” y entre wekufetun o enfermedades provocadas por la
acción del
wekufe
(48, 49).
Para
Bacigalupo el
kalkutun
y
wekufetun
“están relacionados con la cercanía de la ciudad”
(49), pues, según ella, “en estas zonas los mapuche experimentan
tensión y angustia al encontrarse con las exigencias del sistema cultural
chileno” (49).
Respecto
de las
wenu
mapu kuxan –otra
muestra de una especie de lugar común de la etnografía mapuche- se
indica que estas son enfermedades “causadas por la acción de
deidades y espíritus mapuche como castigo por incumplimiento
ritual” o llamado de
machi,
gempiñ,
zugumachife,
“cacique” (49). En este sentido y siguiendo a Oyarce (1985), la
autora distingue entre
kastikuxan
y
machi
kuxan, vale decir,
entre enfermedades producidas por castigo debido a la transgresión de las
normas rituales y enfermedades ligadas al llamado de
machi
(49). En conjunto, las
wenu
kuxan son consideradas
como enfermedades positivas, pues –de nuevo aparece la
interpretación funcionalista-, permiten mantener la tradición. Al
respecto, nos preguntamos si efectivamente este tipo de enfermedades pueden
considerarse positivas, dado que cualquier enfermedad involucra un desequilibrio
o desajuste que es necesario restablecer.
Bacigalupo
afirma que las enfermedades espirituales se producen a través de tres
mecanismos: 1)
perimontun
(o “visiones”); 2)
pewma
(o “sueños”) y, 3)
xafentun
(o “encuentros”) (48), advirtiendo que las enfermedades espirituales
se localizan en el estómago y la cabeza (51). En cada caso,
señala, la enfermedad se presenta en la forma de culebras, gusanos y
sapos.
Bacigalupo
afirma que actualmente los mapuche han incorporado a su sistema médico el
“mal de ojo” y la “mala suerte” (51, 52). Por lo mismo,
afirma B., “no es posible trazar una clara línea divisoria entre la
medicina popular chilena y la medicina nativa mapuche” (112). Tal
sería el estado de confusión de ambos sistemas que, de acuerdo a
la autora, las machi se incluyen como practicantes de la medicina popular,
siendo la única distinción el que las machi “controlan
espíritus malignos” (113). Esta afirmación nos parece que no
hace justicia a la visión que pueden tener los propios agentes,
fundamentalmente mapuche, acerca de sus propias preferencias y adscripciones,
las que pueden estar étnicamente orientadas y responder, por tanto, a
principios básicos de lealtad étnico-cultural.
En
“Roles emergentes de la machi”, Bacigalupo aduce que entre las machi
de la Araucanía se expresan en la actualidad una serie de adaptaciones.
Estas adaptaciones estarían orientadas a enfrentar adecuadamente los
desafíos que el mundo moderno le impone a las
machi
–sugiere la autora. Los principales desafíos del mundo mapuche
moderno están ligados a la “enajenación” de sus
miembros. De este modo, Bacigalupo traza una tendencia sociocultural: las machi
en la modernidad son aquellas que luchan contra las enfermedades derivadas de un
proceso de contacto y relaciones interétnicas esencialmente
dramáticas para quienes lo viven.
En
su tipología de roles de
machi
(apartado 4.1), Bacigalupo registra y describe dos tipos:
- Roles
tradicionales o estrictamente convencionales –caracterizados por su
desvinculación de las necesidades de los pacientes-. De acuerdo al
sistema de hipótesis de Bacigalupo, este rol no se sostiene en las
cercanías de a las ciudades y si lo hace es débilmente y sin mucha
estimación social.
- Roles
emergentes o “que aparentan satisfacer las necesidades vigentes de las
personas y pueden incluir varias de las funciones de roles previos” (109).
Desde nuestro punto de vista, estos roles pueden entenderse también como
roles tradicionalmente orientados por el modelo del
mapun
kimün, para el
primer tipo descrito por Bacigalupo, y roles adaptados en los que confluyen y/o
coexisten concepciones y prácticas definidas desde más de una
tradición.
De todos modos, merece la pena demostrar en la práctica el juicio de
Bacigalupo acerca del debilitamiento de la
machi
tradicional en contextos de cercanía a centros urbanos, más
aún cuando hemos registrado que en gran parte del territorio
pewenche
la figura de la
machi
si no es desconocida es sólo parte de la memoria.
Dentro
de los roles emergentes, Bacigalupo sitúa indistintamente a
machi,
meicas, suerteros y hierbateros (pp 109 – 117). Esta
categorización, pensamos nosotros, no
es
una
categorización apropiada o muy feliz, ni antropológica ni
culturalmente hablando. Fundamentalmente, sostenemos que donde no ha sido
considerado el juicio y la reflexión de los propios actores categorizados
no se pueden crear adscripciones o lazos, más aun cuando
estos
lazos aparezcan
vinculando a actores de provenientes de troncos étnico-culturales
diferentes aunque externamente similares.
Entre
los roles emergentes descubiertos por la autora –aspecto que debe ser
empíricamente corroborado tras un mapeo y análisis más o
menos sistemático y extensivo de la presencia y características de
los especialistas en medicina mapuche de los tres territorios definidos- destaca
el rol de hacer magia de amor y de suerte, además de hacer adivinaciones
–obviamente, esto es algo que debe ser chequeado y puesto a la
evaluación de los propios especialistas y miembros de comunidades. Otro
rol emergente identificado es el de “oficiar como sacerdotisa en las
ceremonias de
gijatun
(117). Esta última cuestión requiere ser confrontada teniendo en
cuenta la hipótesis propuesta por los propios actores mapuche
(fundamentalmente los integrantes de la COTAM y otros dirigentes
contemporáneos) respecto de la existencia de identidades territoriales
asociadas a una variedad indefinida y relativa de criterios diferenciadores,
entre ellos el ecológico, el económico y el
ceremonial.
En
las conclusiones Bacigalupo afirma algo que para nosotros representa tan
sólo el inicio del problema. Ella argumenta que actualmente las/los
machi
prosperan en las comunidades cercanas a los centros urbanos debido a que han
logrado adaptar sus prácticas y creencias tradicionales “a los
problemas que enfrentan los mapuche debido a su enajenación”
“porque curan enfermedades espirituales... más frecuentes entre
mapuches empobrecidos, desarraigados, desadaptados y ansiosos...” (118).
Agrega que “la
pérdida
del alma y la
posesión
(producida por
wekufetun)
son enfermedades
frecuentemente
asociadas con el enajenamiento” (118, las cursivas son nuestras:
destacamos los términos empleados y la tendencia a generalizar desde el
examen de unos pocos casos). En otras palabras, las enfermedades espirituales
estarían en aumento “en las zonas donde el mapuche siente angustia
por el rechazo de la sociedad chilena contemporánea”
(119).
Otra
de las conclusiones de la autora es que mientras mayor sea la
especialización de las/los
machi,
menor será la competencia entre ellas/ellos al interior de zonas con alta
presencia de estas/estos. Entre las
machi
que se especializan, destacan a juicio de la autora las que practican
adivinaciones, magia de amor y suerte y las que hacen venganzas rituales
–las que responden a un perfil específico, como ser: haberse
iniciado tras o durante una catástrofe haber tenido visiones y “por
incorporar muchos elementos de la medicina popular... se les acusa de realizar
hechicerías / brujerías” (119, 120).
En
cuanto a las prácticas y conocimientos especializados de las/los
machi,
Bacigalupo se refiere a los “mecanismos de intervención” o
“métodos de intervención” de espíritus
positivos y negativos. Siguiendo de nuevo a Citarella et al (Op. cit.),
Bacigalupo identifica, como los principales mecanismos de intervención,
los
pewma,
los
perimontun
y los
xafentun.
De acuerdo a lo que
señala la autora, podríamos decir que los “mecanismos de
intervención” indican la gravedad de la enfermedad así como
la intención del causante de la misma y su relación con la
víctima, y se relacionan con el grado de compromiso
étnico-cultural o con la urgencia del llamado en el caso de la
machi
(52).
En
general, vemos que la anterior es una formulación algo ambigua, debido a
que puede llevar a entender el fenómeno como parte de la
terapéutica como cuando la expresión hace alusión a los
medios como la enfermedad es intervenida por el agente u otras veces como un
elemento indispensable para la realización del diagnóstico. Dados
los requerimientos de la investigación –los que vemos fuertemente
ligados a una conciencia más o menos reflexiva acerca de la realidad
contemporánea referida a un modelo ideal (el modelo
kuyfi
señalado por Gabriel en un par de oportunidades) históricamente
vivenciado y conceptualmente re-actualizado-, pensamos que será mucho
más útil centrarnos en las propias distinciones que de estos
conceptos sensibles de la realidad hacen los agentes especialistas (machi, entre
otros). En el fondo, debemos indagar en las diversas conexiones que hacen los
actores de los símbolos que usan para ordenar, comprender y hacer
inteligible su mundo antes que asociarlos a las categorías conceptuales
con que nosotros mismos ordenamos
nuestro
mundo. En este sentido, hemos aprendido que, en el contexto
wenteche,
las/los
machi
y la gente de comunidades mapuche distinguen entre
pewma
y
perimontun
respecto del
xafentun,
el que asocian a una
mapuche
kuxan.
Aun
cuando sobre lo anterior se abran algunas inquietudes de conocimiento, nos
parece útil inferir que la existencia de un sistema ideológico
profundo simbolizado a través del conjunto de términos asociados a
la experiencia especializada de las/los
machi
y al continuo (más que binomio) salud-enfermedad. Nuestra
hipótesis es que la presencia o ausencia de algunas categorías
etnolingüística y socioculturalmente significativas van a ser
indicativo del estado de la medicina
mapunche
contemporánea y su relación con la salud y el medio
ambiente.
Al
señalar “son el primer síntoma de
machi
kutran”,
“su llamado espiritual...”, “mecanismo a través del
cual
cacique,
machi, nguenpin,
dungumachife
y otras personas de la comunidad reciben avisos” (53), la autora confunde
más su idea de considerar los
pewma
como “mecanismos de intervención”. Finalmente, no aclara si
pewma
producen enfermedad.
Tras
definir y describir cada mecanismo identificado
–pewma,
perimontun y
xafentun-,
la autora incorpora un cuarto mecanismo: el
ñiwin
“o extravío temporal” (55). En esta parte, Bacigalupo se
refiere al fenómeno que describe en el contexto de “mecanismos de
intervención de agentes etiológicos”. El
ñiwin
sería un producto de la acción del
wekufe;
no sabemos si en los otros casos los mecanismos también están
asociados a “agentes etiológicos” identificables. En otra
parte se asume que hay “enfermedades de
perimontun
provocadas como castigo por violación de un espacio salvaje
poseído por un espíritu” (54). En todos y cada uno de los
casos se aprecia la siguiente ambigüedad conceptual: a veces los llamados
mecanismos de intervención pueden producir la enfermedad, otras ayudar a
prevenirlas. Tras vacilar entre ambas definiciones, queda más o menos
sentada la idea de que
perimontun,
pewma, xafentun y
ñiwin
son medios mórbidos usados por deidades y espíritus (podemos decir
newen,
gen?) para causar
enfermedad (55).
En
cuanto a la definición que Bacigalupo da acerca de las enfermedades
espirituales más comunes, estas corresponderían a los
kalkutun
o enfermedades “provocadas por la envidia, los celos y la venganza de un
tercero” a través de un
kalku
contratado para hacer “el mal”. Esta práctica tiene un
impacto normativo al interior de la estructura de reciprocidad y solidaridad
mecánica atribuida a las sociedades tradicionales.
De
acuerdo a la “concepción tradicional” mapuche de las
enfermedades, existe un tipo de
kalkutun
llamado
illeluwun
o “mal por
bocado”, “envenenamiento con
funapue”
(56). Otro tipo es el
infitun
o “mal tirado” (57). En estos tipos de enfermedad operan la magia
simpatética y por contagio. Según Bacigalupo, “varias
machi...
sufrían de este tipo de “mal”” (58). El
kalkutun
se produce también bajo la forma de
“dawuntun”
o mal provocado en espacios habitacionales o productivos. Sería
sinónimo de
infitun
o “mal tirado” –el que, a juicio de Bacigalupo, sería
un mal muy común entre las
machi.
Un
cuarto tipo de
kalkutun
identificado por la autora es
punon
namun o “mal por
raspado” del polvo de la pisada de una persona maldecido luego en el
cementerio
renü
(59).
Siguiendo
la línea de identificación de las enfermedades espirituales o
bien, al interior de éstas, Bacigalupo distingue las
wekufetun
o “enfermedades producidas por
wekufe”
o “espíritu maligno”... “espíritu de persona o
de
la naturaleza
poseído por una
kalku”
(60). Bacigalupo afirma que
wekufetun
son las enfermedades espirituales más peligrosas. Señala que
actualmente
wekufetun
tiene connotaciones muy negativas asociadas a la “pérdida del alma
y posesión de espíritu maligno” (63). De acuerdo a ella, el
wekufetun
se caracteriza, pues, porque el enfermo “pierde su alma
temporalmente” y actúa bajo las intenciones del
wekufe,
las que pueden estar en complicidad con los siguientes
kalku:
anchimajen,
wixanalwe, alwe wekufe, mewlen,
cherufe. Siguiendo a
Citarella y colegas, Bacigalupo distingue los siguientes
wekufe
autónomos, que no requieren de
kalku
para actuar:
gürü
filu (zorro-culebra),
wayjepen
(oveja deforme),
xilke
filu (cuero
acuático),
piwichen
(serpiente alada o pollo negro) (Citarella et al, 1995). Entre estos, ella
incluye el
chonchon
o
wajipen
(vaca oveja). Finalmente, Bacigalupo sugiere incluir
wekufe
“neutros” debido a que son objeto de la intencionalidad de terceros
o
kalku
(60).
Bacigalupo atribuye la
intencionalidad de estos
wekufe
a “su asociación con un espacio salvaje, no productivo o como
defensores de algún aspecto de la naturaleza” y reitera la misma
interpretación de Citarella respecto a que estos
wekufe
son
gen,
“entes defensores del
espacio natural...
bosques, pantanos
y
lagos, lagunas y
ríos” (61). Sin embargo, agrega, “generalmente actúan
bajo mandato de un
kalku”
(62).
Una
característica común de los
wekufe
es, según la autora, que se mueven en
pewma,
xafentun
y
ñiwin
(61), atacando “el cuerpo productivo, social y biológico de la
persona “desde dentro” (61).
Un
tercer tipo de enfermedades espirituales identificado –y que nos lleva a
cierta confusión- se refiere a las
wenu
mapu kuxan, que la
autora define y describe explícitamente como “enfermedades
espirituales”, las que serían “dolencias producidas por
deidades y espíritus mapuche a personas mapuche, formando parte de las
llamadas
kastikutran”
(64), debidas fundamentalmente al incumplimiento de normas y tradiciones,
agregando que sería una innovación reciente que refleja una
moralidad cristiana, un medio de control moral (65). En esta parte, Bacigalupo
vuelve a una de sus tesis centrales, afirmando que las enfermedades espirituales
como
kalkutun
y
wekufetun
“están directamente relacionadas con la cercanía de la
ciudad” (65).
Por
último, Bacigalupo ubica como enfermedades espirituales las
machi
kuxan o
“enfermedad de la
machi
que refuerza su llamado”. La autora identifica
kisu
kuxan como
machi
kuxan “para
presionarla a que asuma su vocación y se convierta en
machi”.
Siguiendo a Grebe (1975), menciona también
perimontun
kuxan como un tipo de
kisu
kuxan
(67).
Detrás
de la descripción que hace la autora en cuanto al concepto y tipos de
enfermedad mapuche, subyace el supuesto de la relación entre pares
opuestos o lo que, en general, ha sido caracterizado por los autores que se han
ocupado del tema como el modelo de la dualidad complementaria. Este modelo se ve
representado, por ejemplo, en la siguiente serie de correlaciones conceptuales:
interno/externo => ser social mapuche/ foráneo, ajeno =>
positivo/negativo => productividad/infertilidad => salud/enfermedad =>
bienestar/ desgracia => norma/transgresión.
Por
otro lado, interesante resulta ser la afirmación de que para los mapuche
“el cuerpo social y productivo es conceptuado como un cuerpo
biológico y que el mal se produce al invadir el espacio productivo y
biológico mapuche” (58).
La
insistencia de Bacigalupo en definir la enfermedad como “mal”
quizá tenga un aspecto positivo: mostrar las ataduras socio-morales que
la enfermedad tiene al interior de la sociedad mapuche y, por ende, la
conexión entre cuerpo bio-psicosocial y moral propia de un sistema
cultural que articula e integra dimensiones de la realidad en vez de
disgregarlas y tratarlas separadamente, como esferas totalmente
autónomas.
En
cuanto a las “formas de diagnóstico tradicionales y
modernas”, Bacigalupo distingue de partida aquellas históricas
respecto de las actuales. Las primeras consistían, a su juicio, en
adivinaciones hechas observando la saliva de animales o sus
órganos
internos (68). Las
segundas se conforman a partir de tres formas: 1)
wijentun
(por orina), 2)
pewuntun
(mirando la ropa usada de la persona), y 3)
saahatun
(otro tipo de 2 hecho durante el ritual de sanación) (68). La
machi
también sueña con la dolencia del enfermo. La forma más
común es, a juicio de Bacigalupo, diagnosticar por la orina del enfermo.
Tal práctica no compromete la experiencia de trance
(kuymin).
Bacigalupo dice que esto último es importante en las cercanías a
centro urbanos, donde hay más competencia con otras medicinas (70). De
todas estas formas de diagnóstico, Bacigalupo afirma que el saahatun es
el “más precioso” (72).
Siguiendo
a Grebe (Op. cit.), Bacigalupo distingue entre tratamientos o “rituales de
curación” aquellos empíricos rituales usados para el
tratamiento de enfermedades corrientes, respecto de aquellos
profilácticos usados contra enfermedades espirituales y la
prevención de enfermedades de la naturaleza.
Bacigalupo
destaca dos aspectos –que requieren ser indagados- fundamentales para el
tratamiento de la enfermedad: 1) el valor terapéutico, o la eficacia del
tratamiento, y 2) la ejecución del ritual de la machi. En este sentido,
identifica la prestidigitación
como
“una forma de
curación simbólica” (74), como “representación
simbólica de un acto de curación tiene eficacia como un acto de
magia simpatética” (75). En esta parte, la autora insiste en que la
autoridad, prestigio y
respeto de las
“curanderas
depende
de
su habilidad para
absorber y neutralizar la ansiedad del individuo y de la comunidad”
(75).
De este
modo,
necesitamos saber si
efectivamente siguen operando los principios de la conducta mágica y si
estos principios son estimados y valorados de tal modo que eventualmente son
actualizados y re-actualizados como principios que explican y hacen inteligibles
ciertas conductas y hechos asociados a la salud de las personas. Al mismo
tiempo, debemos problematizar en torno a la afirmación de que toda la
eficacia de la medicina recae únicamente en la capacidad individual de
quien la ejerce o si más bien se trata de un complejo sistema de
creencias compartidas profundamente aceptadas como las apropiadas para el manejo
y solución del problema.
Respecto
de las implicancias que tiene el hecho de que a una
machi
se le muera un paciente durante su tratamiento (76), en el actual marco de
relaciones interétnicas, Bacigalupo sólo ve lo que su marco
teórico le permite ver, a saber, los efectos que este hecho tendrá
en la reputación de la
machi.
Se desconocen, así, las sendas implicancias sociopolíticas y
jurídicas que un hecho de esta naturaleza puede acarrear, dado el actual
y complejo marco de relaciones interétnicas dominantes.
En
este mismo apartado, Bacigalupo se refiere a los
lawen
y lo hace desde un punto de vista fundamentalmente reduccionista. Para ella, si
bien los
lawen
tienen propiedades terapéuticas, simbólicas y espirituales, estos
son “remedios de hierba”, “hierbas medicinales” (77),
cuyo conocimiento se adquiere a través de sueños o por el contacto
con
machi
instructoras.
Desde
su visión a las plantas medicinales, Bacigalupo advierte cuales son las
“plantas más efectivas”. Se refiere al canelo, al maqui y al
laurel, a sus propiedades medicinales y simbólicas –el primero
“duro”, los restantes “suaves”... (78-79). Sin embargo,
la autora no hace ninguna referencia o alusión a la relación
estrecha existente entre
lawen
y medio ambiente. No indaga, pues, en la teoría cultural mapuche, ni
coloca el uso de
lawen
en su contexto de definición, uso y manipulación
contemporáneo por parte de los especialistas tanto mapuche como no
mapuche.
Otro
de los métodos de curación identificado, el cual corresponde a un
método complementario “a cualquier ceremonia de
curación” son, de acuerdo a Bacigalupo, los sahumerios o
“exorcismos con humo” usados por lo familia para “exorcizar el
mal” (79), agregando que estos son adaptaciones “a las necesidades
de los
wigka”
(79). Este tipo de afirmaciones requieren a nuestro juicio ser problematizadas
con los propios especialistas.
En
cuanto a la práctica del
machitun
“o saahatun”, la autora parte señalando que esta este
corresponde a una práctica conocida desde el siglo XVII y que
“consistía en un
exorcismo al mal y
frotación del enfermo con hierbas medicinales”. Tras describir un
ritual de
machitun
(81), advierte que el mismo procedimiento ritual sigue vigente en su
“secuencia y estructura básica” (82), pero se han incorporado
“símbolos distintos con significados diversos” como el
caballo, cuchillos, armas de fuego “para espantar
wekufe”.
Bacigalupo afirma que el
machitun
“es una verdadera guerra espiritual contra el mal y lo
foráneo” (82).
Un
aspecto interesante rescatado de esta parte del libro tiene que ver con la
dimensión económica ligada al uso de los servicios de las/los
machi.
Además de conocer los rangos de costos que tienen los diversos
tratamientos de enfermedades con
machi,
nos parecer imprescindible explorar en las ideas y pensamientos de estos
respecto de los cambios experimentados en la economía terapéutica
en el tiempo y la identificación y atribución de factores
condicionantes de tales cambios. Desde nuestra perspectiva, diríamos que
una relación probable en términos de los eventuales cambios y/o
continuidades en materia de la economía del ritual de curación
debiera considerar el factor del deterioro ambiental, así como el de la
coexistencia de variadas ofertas de sistemas de salud.
Una
interpretación general que queda abierta relativa a la naturaleza
simbólica del
machitun
se refiere a que este, en tanto conducta ritual, correspondería al
espacio
simbólico en
que se expresa y proyecta la concepción mapuche de la existencia, en que
tiene lugar el mundo cosmovisional (83-84).
En
cuanto al
ulutun,
Bacigalupo afirma que éste se trata de un “ritual de
curación simple” (87), pues en él la
machi
no requiere llegar al estado de
küymin
ni necesita de la ayuda del
zugumachife.
Igual que en todas las prácticas presentadas por Bacigalupo, en esta
también hay presentes objetos rituales simbólicos que la autora
parece nombrar con autoridad. Ella señala que en el
ulutun
se usan hierbas complementarias y de equilibrio “duras y suaves”
–recuérdese el principio lógico ya consignado de los
opuestos complementario atribuido como principio subyacente al pensamiento
mapuche-, se conduce una “curación con rezos” y
“peticiones por el enfermo” (88). Sostiene que, para las
machi,
las palabras habladas tienen un poder, “es considerado como un hecho
tangible y representativo de una relación, una persona, una realidad, una
comunidad, una dolencia” (88). Agrega que los
ulutun
son preferidos a los
machitun
porque son menos costosos –entre 7 y 20 mil pesos, a diferencia,
según la autora, de estos últimos cuyo costo ascendería
hasta los 90 mil pesos.
En
este mismo capítulo, la autora nos habla de los “rituales de
curación para
machi”
o
machi
purun. En cuanto a
estos se proponen varias objetivaciones, tales como “baile de
machi”
o “remedio de
machi”,
acabando por quedarse con la idea de que este sería una ceremonia de
“machitun
para los espíritus de
machi”
(89) tendiente a “fortalecer a su
espíritu o
fileu”
(89).
De
acuerdo a Bacigalupo, la ceremonia destinada a curar a la
machi
de su
machi
kuxan y, por lo tanto,
iniciarla en su rol, es la ceremonia de
machiluwun.
Este
machiluwun
es, a juicio de la autora, distinto del
geykurewen
–que es entendido como “ceremonia de renovación”-
realizada a petición de la machi para revitalizar su poder
“generalmente cada cuatro años”.
Respecto
de cada una de estas prácticas ceremoniales y rituales, Bacigalupo
proporciona y resalta interesantes aspectos del simbolismo inherente a las
mismas. Destaca, por ejemplo, la funcionalidad de cada elemento de la cultura
material y su significado en el éxito ritual: flores de
kopiwe
rojo colgadas de ramas, cuellos de
machi
y animales auxiliares, y al
rewe;
pintura facial de color azul; joyas y ornamentos de plata; pañuelos
azules o morados atados a la cabeza (89-90). (Una descripción detallada
de las fases y elementos que modelan las ceremonias de iniciación y
renovación se encuentra entre las páginas 92 a 94.)
De
lo anterior se desprenden algunas interesantes cuestiones relativas,
fundamentalmente, a la institución de la
machi,
su constitución, funcionamiento y desenvolvimiento en tanto agente
médico que condensa en su persona las creencias profundas de que la
cosmovisión está constituida, a saber: la necesidad de alcanzar
y
mantener legitimidad
de la
machi
¿depende de su “iniciación”
(machi
luwun) y su capacidad
de renovar sus fuerzas constantemente
(geykurewen)?,
¿la práctica del
machi
purun está
asociada a una “hermandad” de
machi?
¿Acrecienta su poder la organización y realización del
machi
purun?
Hasta
aquí me parece que el tratamiento dado a la temática induce a
pensar que la figura de la
machi
es realmente muy controvertida, aunque culturalmente sensata. A pesar de que no
proporciona todos los elementos del caso, podemos afirmar que, sin duda, se
trata de un sujeto rodeado de poder (real y simbólico) con capacidad de
soportar y combatir la enfermedad, el deterioro o decadencia, la
corrupción del cuerpo biológico y social al interior de su
sociedad. Será necesario saber las circunstancias, los actores y
propósitos que circundan cada uno de los rituales hasta aquí
identificados. Saber dónde, cuándo, entre quiénes y para
qué se hace tal o cual, así como determinar su vigencia
territorial y temporal en cada caso que corresponda.
En
el capítulo dedicado a discutir la práctica de las
machi
contemporáneas, titulado “La enajenación mapuche y el rol de
la machi como curandera”, es donde Bacigalupo vuelca y desarrolla
-parcialmente, a nuestro juicio- sus principales hipótesis. Aquí
la autora enuncia algunos factores que llevan al mapuche a tal estado de cosas.
Entre ellos, menciona la precariedad económica sustentada en la falta de
tierras, la migración urbana asociada a expectativas de mejoría de
las condiciones económicas, los problemas de adaptación al estilo
de vida
urbano con una
economía capitalista basada en la competencia, una educación
formal sostenida en la escritura, etc. Lo que no se advierte, sin embargo, es el
papel que tienen dimensiones como lo medioambiental, así como el de la
coexistencia de varios sistemas y tradiciones médicas en la región
o que juegan las fuerzas sociopolíticas y la formación,
dinámica e impactos del movimiento étnico-cultural local en la
vigencia y/o deterioro del sistema propio y, por ende, de la salud de los
mapuche. Nos gustaría saber también ¿cuál es el papel
de las concepciones de reciprocidad y solidaridad entre los mapuche y si estas
concepciones son o no opuestas a la de acumulación? De acuerdo a la
autora, la identidad cultural de los mapuche se basa en la existencia de los dos
primeros conceptos, solidaridad mecánica y reciprocidad (95-98). Por
nuestra parte, en cambio, hemos observado que la idea de acumulación no
necesariamente es contraria u opuesta a las anteriores. Más bien,
pensamos que el concepto de acumulación está íntimamente
ligado a estos. En otra parte, podremos mostrar evidencias valiosas que sugieren
que los mapuche desarrollaron y aún sostienen amplias concepciones en
torno a cuestiones como la riqueza y la pobreza en un sentido genuino y, al
mismo tiempo, culturalmente modulado, las que están relacionadas con
concepciones acerca del bienestar en general y, por lo tanto, de la salud
– enfermedad de quienes viven en torno a tales
concepciones.
Aunque
Bacigalupo reconoce que los mapuche producen varias estrategias adaptativas para
insertarse al medio urbano, asegura que “la sensación de
desasosiego, tensión, ansiedad y enajenamiento permanece” (97). En
el esquema de Bacigalupo, este estado de cosas desencadena en un mapuche la
envidia y los celos de los mapuche rurales que, a juicio de la autora,
enviarán el “mal”
–kalkutun
y/o
wekufetun
(97). Como nos lo han
hecho saber algunos
kimche
(machi
y
logko)
de la zona
wenteche
y según lo hemos comentado en reiteradas ocasiones en nuestra reuniones
de trabajo habitual, no nos parece indicado usar el concepto de envidia como un
factor desencadenante del desequilibrio. Creemos que tal fenómeno
responde a una apropiación de un contenido y no apunta necesariamente a
la forma constituyente del fenómeno desde el punto de vista de la
teoría cultural o mapuche
kimün.
En
este marco de diagnóstico que Bacigalupo describe como un marco de
modernidad, cambio y/o adaptación, las machi desarrollan tres tipos de
respuestas orientadas a enfrentar tales circunstancias: 1) adaptación del
rol tradicional a la situación actual; 2) atenuación del rol
tradicional; y 3) asunción de roles paralelos (98). Al respecto, nos
gustaría saber o llegar a determinar cuál es la tendencia actual
en cuanto a su perfil psicosociocultural, dadas las implicancias que
tendría asumir como útil la tipología propuesta por la
autora.
Desde
el esquema esbozado arriba Bacigalupo afirma, sin dar pruebas adecuadas o
concluyentes, que 1) “mientras más fuertes sean los sentimientos de
enajenación... más enfermos tendrá la
machi”
y que 2) en la medida en que empeora la situación económica y
emocional de los mapuche “las
machi
prosperan y se hacen más numerosas” (99). Desde luego, tales
correlaciones son para nosotros algo que debe examinarse empíricamente y
considerando las diferencias espaciales en una muestra que, al menos
teóricamente, considera la variabilidad interna de la sociedad mapuche.
Como
otra de sus generalizaciones acerca de las características de la
machi
en el contexto de vida contemporáneo, Bacigalupo propone que “las
machi
incorporan elementos no mapuche a las tradiciones porque sienten que así
aumentan su poder” (101). Y, en esta misma línea relativa a las
adaptaciones del rol, señala que algunas
machi
que hacen propaganda en la radio y en la TV lo hacen “como un recurso para
reforzar sus propias tradiciones” –y agrega de un modo casi
caricaturesco que “casi todos los mapuche tienen un televisor que
conectan a una batería de auto...” (102)-; otros medios usados son
los videos y las fotos. De nuevo, cada una de
estas
afirmaciones merecen,
desde nuestro punto de vista, ser examinadas cuidadosamente a la luz del
pensamiento variado y al mismo tiempo compartido existente entre los propios
especialistas y
kimche
y, sobre todo, ser sometido a una evaluación por parte de
ellos.
En
esta parte, nos permitimos hacer el siguiente comentario crítico: en
cuanto a su estructura método-lógica, se observan varias
inconsistencias, siendo quizá la
más
relevante la relativa
a la
ambivalencia
interpretativa respecto del rol de la machi en la modernidad. Así, aunque
sabemos que su enfoque es (en cierto modo) psicologista –ella habla de un
enfoque etnopsicológico-, Bacigalupo se refiere a algunas condiciones
ambientales –sociales, culturales y económicas- que hacen posible
la existencia de tal rol por parte de la
machi...
Dicha ambivalencia la observamos más concretamente, por ejemplo, en las
afirmaciones (hipotéticas) respecto de que la
machi
tendrá más enfermos en la medida en que aumente la
enajenación, la que, hasta donde hemos podido entender, está
asociada a las condiciones de vida contemporánea ligadas a un marco
desequilibrado de relaciones interétnicas entre los mapuche y la sociedad
urbana nacional; estas afirmaciones no son coherentes con aquellas trazadas
desde el modelo individualista desde el cual se plantea que el rol de la machi
se refuerza “siempre y cuando las machi sigan teniendo fe en sí
mismas”, pues, de acuerdo a la autora, ahora resulta que “la fe es
el punto clave” –sostiene convencida (103)... En este marco de
ideas, la vigencia del sistema descansa en la existencia y/o cultivo de un
elemento propio de la metafísica occidental que es la fe. Afirma
Bacigalupo, pues, que “es sólo cuando los mapuche pierden la fe en
sus tradiciones que el sistema se desmorona y las
machi
comienzan a desaparecer”. Entonces, cuando eso ocurre, el contacto con la
sociedad nacional se vuelve nocivo. No obstante, este juicio no es demostrado
con la evidencia del caso.
En
cuanto a los roles identificados por Bacigalupo, se afirma que el rol
tradicional de la machi está en riesgo de desaparecer, pues no se ajusta
a las necesidades de los pacientes y a la competencia con los otros sistemas. En
relación a los roles emergentes, Bacigalupo parte definiendo estos como
“aquellos que aparentan satisfacer las necesidades vigentes de las
personas y pueden incluir varias de las funciones de roles previos” (109).
Sostiene que las machi son agentes culturales capaces de realizar varias
funciones, tales como hacer magia y hechizar, adivinar el futuro, oficiar
ceremonias, hacer autopsias, operar y acomodar los huesos (109-110). Cada una de
estas funciones deben determinarse en cuanto a su vigencia o pérdida en
el presente, pues, ellas han sido tomadas del estudio documental de las
crónicas.
El
relativismo de Bacigalupo en esta parte la lleva a afirmar que hoy “no es
posible trazar una clara línea divisoria entre la medicina popular
chilena y la medicina nativa mapuche” (112). La base de esta
afirmación estaría dada principalmente por el proceso de
contacto.
Las
elecciones de los sistemas identificados por Bacigalupo (occidental, popular y
nativo) obedecen a un criterio (implícito y externo) de funcionalidad y/o
eficacia: así, la medicina occidental “ofrece mejor
tecnología y medicamentos para el tratamiento de traumatismos. La
medicina popular ofrece una terapia integral y un tratamiento con hierbas
medicinales... sin el componente espiritual... las
machi
“yerbateras comunes y corrientes... son consideradas “sanadoras
espirituales” y por esta razón son mucho más poderosas que
los practicantes de la medicina popular” (112).
No
obstante lo anterior, Bacigalupo incluye a las machi como un agente más
de las prácticas de medicina popular. Perpetúa así uno de
los más comunes estereotipos sociales en torno al lugar de las machi en
la medicina. No obstante, Bacigalupo parece contradecirse al usar la
verbalización que hacen dos
machi
en torno a las diferencias de ellas con las meicas en las que resaltan los
símbolos mapuche como el
kulxug
(114).
Bacigalupo
afirma que hoy día algunas
machi
se especializan en la adivinación, magia de amor y sacar la suerte (116).
Advierte que la otra tendencia es a “oficiar como
“sacerdotisas” en las ceremonias de
gijatun”
(117). Al respecto, nos preguntamos si lo primero corresponde a un proceso
general y objetivable en cada territorio donde hay machi; respecto de lo
segundo, pensamos que la autora está abiertamente equivocada y que su
equivocación proviene básicamente de la falta de
contextualización espacial y sociocultural adecuada de los
datos.
Entrevistas
en profundidad con los expertos del
bawehtuwün,
posibles de entrevistar y con otros agentes mapuche que posean conocimiento
reconocido en este campo:
- En
el sector
bafkehche
se hará con la
puñeñelchefe
transformada en meica
- En
la zona
wenteche
con el
machi
Víctor de
Kijem
y con el
machi
Fermín de Puente Negro; con la
Machi
Carolina de
Rupukura
- En
el sector
Pewenche,
con un
genpin
o con familiares de
machi
Don Mario.
- En
estas entrevistas se debe indagar sobre la permanencia del sistema y sus
cambios, sean derivados estos del cambio del medio ambiente, como provenientes
de los problemas sociales y políticos.
- En
el plano técnico – metodológico, el equipo ha avanzado en la
elaboración, prueba y aplicación inicial de los instrumentos de
recolección de la información elaborados. (Ver
Anexo.)
4.
En relación a los objetivos específicos 2 y 4
Estos
son, respectivamente:
- Evaluar
el estado contemporáneo de la medicina mapunche respecto de la
implantación y actualización de las políticas estatales de
la medicina oficial, así como de políticas de explotación
de recursos naturales en cada territorio.
- Evaluar
las políticas de interculturalidad en salud.
4.1.
La política nacional y regional de salud y su contextualización.
Política de salud intercultural
La
intención de este apartado es la revisión crítica de la
política tanto nacional como regional en salud dirigida hacia la
población mapuche. Para estos efectos y siendo coherente con el
tratamiento general del proyecto hemos efectuado la revisión de
bibliografía relativa al tema, el propósito propuesto es develar
el enfoque oficial de salud hacia pueblos indígenas y su
contextualización en la región.
Un
primer elemento que hemos podido rescatar de la revisión de documentos
oficiales a los cuales hemos tenido acceso:
Políticas
de salud Intercultural. Documento Borrador Preliminar
En
el que se presentan las disposiciones para mejorar el documentos oficial de
políticas orientadas hacia la población indígena.
La
revisión de este documento aporta la visión que desde los
estamentos institucionales en cuento a cómo conciben al sujeto
indígena dentro de sus acciones oficiales de salud, de cómo
incorporan la visión cultural de salud, como conciben su
articulación dentro del sistema oficial y aún se encuentra en
proceso de análisis
Ley
N° 19.300. Ley de bases del Medio Ambiente
Esta
ley sobre Medio Ambiente ha sido promulgada en el año 1994, como
dispositivo legal bajo el carácter de Ley de la República debe ser
aplicada y respetada por los miembros de la nación chilena. Regula los
marcos en los cuales pueden desarrollarse actividades industriales y de
explotación del medio natural, con el resguardo de
no
dañar o mermar
los recursos medio ambientales a fin de que se proporcione un medio ambiente
óptimo para quienes viven en el país.
Este
documento es de consulta enmarcado en una lógica legal los
comportamientos tanto de los individuos en forma individual, como colectiva a
través de empresas el uso y resguardo del medio, frente a esta
situación se definen las acciones socialmente permitidas y las que son
sancionadas. Es interesante efectuar un análisis del marco legal, pues
este permite determinadas conductas que tiene incidencia en diversidades de
población, las que no son consideradas, sino dentro de un marco general
que es la protección del medio natural, como también define un
corpus conceptual que margina concepciones propias de los pueblos
indígenas sobre la concepción y relación con
el
medio
natural.
Agenda
Ambiental País. Por un desarrollo limpio y sustentable 2002 –
2006
Este
documento da cuenta de las líneas de acción en el tema medio
ambiental a desarrollarse hasta el año 2006 y que centra sus
líneas en: recuperación ambiental de las ciudades,
preservación y protección del patrimonio natural,
modernización y agilización de la gestión ambiental,
cultura ambiental y medio humano.
Este
documento es tomado como referencia por la COREMA IX región para la
elaboración de la política ambiental regional, y desde allí
arrancan las directrices que deberán considerase en lo específico
de las acciones medio ambientales locales.
Política
Ambiental de la región de la Araucanía
En
este documento se incluyen los lineamientos locales para abordar el tema de
medio ambiente, de este documento nos encontramos recatando las nociones que se
explicitan acerca de la concepción desde el marco institucional de medio
ambiente, y de los grupos humanos a los cuales se hace referencia en cuanto al
uso y relación con el medio natural. El documento hace referencia al
perfil medio ambiental regional, el contexto regional tanto geográfico
como poblacional, nos encontramos recogiendo la visión que allí se
hacen tanto del medio como de los sujetos mapuche, develando tanto el trasfondo
en el cual se proponen insertar la diversidad cultural regional, la pregunta es
¿se considera y cómo?.
Encuentros
Nacionales de Salud y Pueblos Indígenas
Estos
documentos corresponden a encuentros regionales a los cuales asistieron diversos
representantes de la sociedad regional, instituciones públicas,
universidad, departamentos de salud pública, dirigentes, personas de
comunidades. El marco de estos encuentros es la discusión de la
temática de salud intercultural o salud para población
indígena. Serán considerados como antecedentes en los cuales se
articulan espacios de discusión en torno a la
temática.
Aún
nos encontramos en proceso de una discusión crítica de los
documentos anteriormente señalados, así como de otros que a los
que se ha tenido acceso, pues se espera contar con la visión de la
sociedad chilena a través de las instituciones públicas en cuento
al abordaje de la medicina mapunche y los impactos que estos tienen en la
sociedad mapunche, también interesa develar si las políticas
estatales en el ámbito de la salud y medio ambiente posibilitan
experiencias catalogadas como interculturales.
Los
primeros lineamientos que hemos podido recoger al respecto nos señalan
respecto de la primera línea, que los impactos de las políticas
públicas han transgredido
una forma de practicar
la salud por parte de la población mapuche, se han impuesto formas de
tratar el cuerpo y se han legalizado entramados relativos a la forma por la
cual se deben hacer estos tratamientos. En la actualidad se perciben en los
documentos institucionales de salud pública una tendencia a la
inclusión de la diversidad étnica dentro de líneas de
acciones que se piensan en baso a los a las formas de atención, no
aparecen explicitadas formas
de derivación,
aunque no se niega que localmente puedan existir estos mecanismos de
derivación hacia agentes tradicionales de
salud.
Por
lo demás la forma en la cual se abordan las concepciones de
salud–enfermedad intentan recoger pe, pero no de la manera adecuada desde
lo cultural mapunche el sentido y orientación de la medicina
tradicional.
El
tratamiento que se hace desde las políticas institucionales estatales de
salud sobre de la población mapuche bajo el concepto de usuario, es
decir, la visualización de individuos que acceden a través de
canales oficiales de salud a la atención médica. Se presenta un
reconocimiento a la diversidad étnica presente en la región y en
el país, desde la perspectiva de la política que a nivel nacional
el gobierno de la concertación ha asumido, sin embargo, se aprecian
diferencias sustanciales entre las políticas medio ambientales y las que
enfrenta el Ministerio de Salud. La primera no hace mención a la
especificidad de la población mapuche en relación al uso y
relación cultural que tienen los individuos con el medio natural, en
tanto en la segunda, se aprecian intensiones de redireccionar una lineamiento de
salud pública que ha estado asentado en la forma occidental de enfrentar
el tema de salud enfermedad.
En
general, los documentos oficiales no recogen la complejidad de las condiciones
culturales en las cuales opera la salud mapunche y la relación del hombre
con el medio.
El
acercamiento metodológico
La
base metodológica se constituye, en base a la revisión
bibliográfica de los textos, los que han sido seleccionados en base a la
representatividad que puedan ofrecernos de los espacios institucionales a los
cuales hacen alusión, es por ello que una buena parte de ellos
corresponden a documentos emitidos por la institucionalidad publica de salud y
medio ambiente.
Se
han comenzado por explicitar los conceptos centrales que en ellos se contienen,
a fin de hacer explícita la lógica en la cual se construyen los
discursos de la institucionalidad pública. El análisis de lenguaje
y contenido nos dará cuanta de las imágenes que la
institucionalidad traslada al mundo social para que sean operacionalizadas.
Paralelamente
al estudio de las políticas públicas, este estudio se plantea
caracterizar a lo menos tres experiencias en las cuales se articule el sistema
médico tradicional mapuche y el moderno occidental, sea por la iniciativa
de cualquiera de ambos sectores. En lo específico, interesa:
- Caracterizar
el modelo de articulación en salud que sustenta la implementación
de cada experiencia
- Caracterizar
el modelo de atención puesto en práctica en el contexto de cada
experiencia en particular
- Caracterizar
la composición socio-étnica y las formas de interacción
social y cultural que articulan las relaciones entre los diferentes actores
involucrados en la experiencia
- Identificar
la percepción y la valoración que la población mapuche
posee respecto de las experiencias de salud analizadas.
A
la fecha se han identificado los indicadores de análisis, que son los que
a continuación se indican:
- Niveles
de autogestión de la sociedad mapuche
- Mecanismos
de participación de la sociedad mapuche
- Niveles
de reconocimiento de la tecnología y del conocimiento indígena en
la experiencia
- Estrategias
que garanticen el conocimiento intelectual mapuche en su forma
tradicional
- Mecanismos
de control y criterios de evaluación de la experiencia a través de
la población usuaria
- Relaciones
institucionales de la experiencia
- Formas
de articulación de la experiencia con los procesos generales en los
cuales se inserta la sociedad mapuche en el contexto de las relaciones
interétnicas con la sociedad nacional.
En
complementación, se encuentra también elaborado el instrumento de
entrevista semi-estructurada para ser aplicada a los dirigentes mapuche y
no-mapuche participantes en las experiencias de articulación en
salud.
5.
En relación al objetivo 3
Este
es el siguiente:
- Evaluar
el estado contemporáneo de la medicina mapunche respecto de la
implantación, actualización y vínculo de / con los sistemas
de medicina popular en cada territorio.
5.1
Medicina popular
La
medicina en la antropología
La
búsqueda por lograr un equilibrio entre el bienestar físico,
psíquico y social y el deseo del hombre por prolongar su vida ha sido la
base que ha conducido a éste a profundizar y usar diversos procedimientos
para remediar los males que le aquejan. Se puede decir que las enfermedades han
sido y son parte indisoluble de la vida del hombre, con lo cual podemos explicar
el hecho de que todas las sociedades humanas, en todos los tiempos y lugares,
“...han generado alguna forma de respuesta dirigida a interpretar,
controlar, prevenir, tratar o reparar el daño, la lesión, las
enfermedades o la
muerte”.
En pocas palabras, esta premisa de características tan generalizadoras
nos enfrenta a que no existe sociedad ni cultura en las cuales ésta no se
cumpla, debido básicamente a que los fenómenos de salud y
enfermedad son universales.
Junto
a este proceso se fueron desarrollando, al interior de estos grupos,
especialistas encargados de interceder, luchar y actuar ante los males que los
aquejaban, a través de prácticas mágico – religiosas
y desde un conocimiento profundo de la herbolaria y el ecosistema. Diversos han
sido los estudios dentro de la disciplina antropológica sobre estos
especialistas, principalmente, en torno a las figuras de los
Medicine-Man
o shamanes y sus prácticas rituales cuyos conocimientos están
sustentados en la experiencia y en el saber cosmovisional de cada
cultura.
Investigadores
de diversas partes del mundo y de gran importancia dentro de la disciplina
antropológica como Evans-Pritchard, Claude Lévi-Strauss, Mircea
Eliade, Ernesto De Martino, A. Metraux, Erwin H. Ackernecht, Menéndez y
otros, se dedicaron al estudio de estos especialistas. Sus principales
resultados conducían a comprender
el
tema de la
“magia” y la “hechicería”, presentando la
visión de su morfología dentro de los modelos culturales
particulares a los que pertenecían y el papel que juegan en la
reproducción de la estructura social descrita generalmente como de tipo
tribal. Estos estudios se caracterizaban por centrarse en aquellas sociedades
denominadas “primitivas” o “tradicionales”, con las
cuales Occidente entró en contacto durante los siglos XV al
XX.
El
estudio de la medicina popular en América Latina
Uno
de los primeros antropólogos en focalizar sus reflexiones e
investigaciones sobre la dinámica y vigencia de la medicina popular ha
sido Ernesto De Martino. Para los antropólogos Joseph Mª Comelles y
Ángel Martínez Hernáez (1993), la
única
antropología
europea que revisó precozmente la noción de medicina popular,
degradada por el folklore médico positivista, fue la italiana.
El antropólogo Eduardo Menéndez advierte que, dentro del contexto
de los estudios antropológicos en América Latina, se percibe un
estancamiento del desarrollo del campo de la antropología médica
en las últimas décadas, y sobre todo, una limitación
conceptual y teórica con relación a los países del norte.
Considerando
las características históricas y socioculturales propias de
nuestro continente, los autores han descrito un contexto en el cual sobreviven
elementos tradicionales que conviven con elementos externos introducidos por
Occidente. Este contexto se inscribe, según Néstor García
Canclini (1992), dentro de un complejo proceso de “hibridación
cultural”. Este proceso también puede evidenciarse a través
del
análisis de los
sistemas médicos existentes hoy en día en América Latina
ya que, en la mayoría de los países latinoamericanos, coexisten
distintas prácticas médicas. No pensamos que este enfoque
teórico llegue a explicar la totalidad de nuestro problema; creemos,
más bien, que será una ayuda para comprender el modo como se
inserta y llega a ser usado un sistema médico foráneo, en este
caso el popular, al interior de la sociedad mapuche.
Dentro
del abanico de práctica médicas que se hayan operando en el
continente, encontramos una medicina popular, resultado del contacto de
tradiciones médicas llegadas al continente junto al hombre de occidente
con tradiciones médicas propias de los pueblos originarios:
“En
América latina, las tradiciones médicas indoamericanas se
conjugaron con otras medicinas traídas a lo largo de la conquista y
expansión colonial europea en un proceso de compleja hibridación
del saber médico (de extracción griega, ibérica y luego
también africana), sumergido en el sincretismo religioso de divinidades
prehispánicas y santos
cristianos”.
El
estudio de la medicina tradicional latinoamericana comienza a gestarse a fines
de la década de los setenta y a principios de los ochenta. “...
destacan los trabajos de Estrella en Ecuador (Estrella 1977; 1981) en los que el
saber médico indígena y el saber popular se analizan desde
categorías histórico - sociales y en articulación a los
procesos más amplios de la sociedad global; y los aportes que desde 1984
realiza el programa de posgrado en Antropología Médica de la
Universidad Central de Venezuela (Castellanos,
1986)”.
Las áreas de estudio parecen localizarse en pequeñas comunidades
rurales con composición indígena y, en un segundo término,
en áreas urbanas caracterizadas por la pobreza y la marginalidad. Estos
principalmente se habrían llevado a cabo en México, Guatemala y
las áreas andinas del sur, en Colombia, Ecuador y
Perú.
En
el caso de las experiencias llevadas a cabo en México, desde ya hace un
tiempo el antropólogo mexicano Eduardo Menéndez, viene insistiendo
en la necesidad de construir una “epidemiología
sintética” que incluya lo que denomina como una
”epidemiología popular”.
Su
investigación
además da
cuenta de cómo la aculturación, el aumento de demandas
insatisfechas, las crisis económicas y sociales que han afectado a los
contextos urbanos latinoamericanos y a los contextos particulares producen e
intensifican el fenómeno de impregnación e interpretación
entre el saber científico y popular, generándose de esta forma un
sustrato ideológico o modelo explicativo popular sobre la salud y las
enfermedades, el cual se encuentra en un continuo proceso de producción,
acumulación, intercambio y transformación, por lo cual la medicina
popular “constituye no sólo un patrimonio cultural ni el producto
de una crisis, sino también una estrategia vital para la supervivencia de
un grupo
humano”.
Este fenómeno
de impregnación se
puede observar en que
muchos de los conceptos, medicamentos y elementos materiales o simbólicos
asociados con la
medicina
científica occidental han penetrado y se encuentran en el modelo
médico popular:
“El
sector popular integra continuamente recursos terapéuticos provenientes
de la medicina profesional y de la medicina folk. Por ejemplo, los atributos
“frío” y “caliente”, vigentes en la medicina
humoral de casi toda América Latina, se utilizan en relación no
sólo con estados corporales, enfermedades, alimentos y hierbas
medicinales, sino también con medicamentos de patentes, como se demuestra
en los estudios de
casos
hechos por Tadlock, en
Guatemala. El segmento popular, toma “prestada” información
de los sectores profesional y “folk”, para mezclar en el mismo plan
de tratamiento, medicamentos de la farmacia, con hierbas compradas en el
mercado, cultivadas en el patio, o traídas de áreas rurales
remotas. Mientras las hierbas medicinales son utilizadas solas sin medicamentos
de patente. Rara vez los medicamentos son utilizados sin hierbas, de tal manera
que el medicamento moderno lejos de reemplazar a las plantas medicinales, ha
sido incorporado o agregado al tratamiento”
En
el caso de nuestra región, el libro
Culturas
y Medicinas en la
Araucanía
(Citarella, Op. Cit.) nos muestra que:
“Ahora
bien, en la IX Región de Chile; como lo hemos señalado en la
presente sección, han estado en contacto y en conflicto durante el
último siglo diferentes tradiciones culturales. En términos
formales actualmente podemos distinguir tres sistemas médicos
principales: la medicina indígena mapuche, la medicina tradicional
popular y la medicina científica u oficial. Por cierto, entendemos estos
sistemas como áreas de referencia conceptual y no como estructuras
rígidas operantes en la realidad: los datos de terreno nos muestran un
mosaico de modelos intermedios, resultantes del manejo simultaneo por parte de
la población de múltiples de conceptos y recursos médicos.
Esta multiplicidad de formas culturales y de modos de accionar utiliza la
riqueza de tradiciones culturales presentes en la región, que lejos de
ser un vestigio indeseable de un pasado remoto, representa una expresión
cultural dinámica y cambiante que forma parte también de
estrategias de sobrevivencia de la población nativa frente a los procesos
de aculturación actualmente en marcha en este territorio” (Op.
cit.: 47).
A
modo general, uno de los objetivos de este libro es mostrarnos como
coexistieron, y como coexisten hoy en día los sistemas médico
mapuche, popular y occidental oficial dentro del contexto de la Novena
Región, otrora territorio mapuche. Además, se tenía como
objetivo conocer de qué manera se combinaron e intercambiaron
técnicas y costumbres terapéuticas mapuche, occidentales y
populares.
El
nacimiento de una visión crítica sobre la medicina occidental,
será uno de los mejores reflejos del cambio sufrido por la
antropología médica. Centrada en la causalidad y la
significación cultural de la enfermedad, para la antropóloga Mabel
Grimberg
(1995),
la Antropología Médica cuestionará a la medicina occidental
lo siguiente:
La
falta de consideración de los aspectos socioculturales implicados en la
enfermedad, frente a lo cual privilegiará conceptualmente la causalidad
cultural y correlativamente la necesidad de una visión integral en la
asistencia médica. Más recientemente
planteará
la necesidad para la
medicina “científica” de integrar los “saberes
tradicionales” y desarrollar un trabajo de cooperación con los
curadores.
La
estructuración marcadamente etnocéntrica de la relación
médico - paciente, puesta en evidencia en el no reconocimiento del saber
y la capacidad terapéutica de
los
sistemas
tradicionales, en el uso de un lenguaje técnico alejado de la experiencia
cotidiana de los pacientes, y en la ausencia de comunicación e
información.
El
supuesto de la homogeneidad cultural y el correlativo no-reconocimiento de las
diferencias culturales.
Este
énfasis ha conducido a que antropólogos como Aguirre
Beltrán planteen que: “El personal médico no entiende los
síndromes de la nosología popular, que sirven a los pacientes para
describir
sus
dolencias, ni las
ideas sobre la naturaleza sobrenatural de sus padecimientos, con los conceptos
que consideran apropiados para tratarlos”
.
Definición
especializada de medicina popular
Pretendiendo
delimitar el campo de investigación, estaremos de acuerdo en considerar
como medicina popular, aquellas prácticas terapéuticas que no son
consideradas dentro de las normativas administrativo–política
oficiales y cuya utilización están relacionadas con las clases y/o
grupos subalternos y marginales de la sociedad que operan dentro de los
escenarios tanto urbanos como rurales.
En
un artículo titulado “Sobre hechiceros y curanderos o el
antropólogo y su estrategia”, Nebreda (1995) asume la tarea de
confirmar la validez del esquema anteriormente expuesto presentándolo
como un marco teórico útil para tratar el fenómeno del
curanderismo.
Para
Nebreda la medicina popular, al igual que el complejo médico
chamánico, sería un fenómeno de
consensus,
en el cual el punto fundamental es la creencia. Del mismo modo, se
encontraría organizado en dos polos, uno representado por el agente
médico popular o curandero, y el otro representado por el enfermo o
paciente, el cual no representa a una figura simplemente individual, sino cuya
individualidad se nutre y se refleja en una colectividad de sentido
(consensus
colectivo), en un simbolismo cultural compartido sin el cual el individuo mismo
se disuelve padeciendo de un déficit de significado.
El
campo de actuación de la medicina popular estaría en el campo
dejado libre por el sistema médico científico, el cual
insistiría en tratar al enfermo exclusivamente bajo el aspecto
somático y en no tener en cuenta los problemas emocionales.
En
su artículo titulado “Los curanderos, psicoterapeutas
populares”, Blanco Cruz (1992) reflexiona sobre las razones subyacentes al
florecimiento del curanderismo y la medicina popular en España. Desde su
análisis nos encontramos con los siguientes factores que
influirían directamente en la utilización de la medicina popular
por la
población
española:
- Factores
económicos: ya que un gran número de personas que sufren de
dolencias o trastornos puramente psíquicos que desencadenan en
patologías físicas, no pueden acceder a psicoterapias, como el
psicoanálisis, debido a su elevado costo y escasez de profesionales con
una formación sólida.
- Otro
factor es el lenguaje académico y estético de los psicoterapeutas:
ya que la mayoría de éstos, sobre todo los psicoanalistas,
utilizan un lenguaje académico, florido, estético, pero que no
está al alcance de las amplias capas de la población.
- Y
por último quizás el factor fundamental es la actitud de la
medicina científica oficial, la cual insiste en tratar al enfermo
exclusivamente bajo el aspecto somático y en no tener en cuenta los
problemas emocionales y culturales. Como resultado de esto se crea en la
población consultante, una sensación de inseguridad, descontento y
decepciones,
obligándola a
buscar ayuda extramédica para poder dar solución a sus conflictos.
La situación, a veces desagradable para ambos actores, termina
desencadenando un escenario de negociación política y
económica, en donde
la falta de recursos
cognitivos y/o infraestructurales del sistema médico oficial, terminan
por acordar en qué
términos
quedará el paciente con el sistema social al cual pertenece y no a la
relación entre salud y enfermedad que era en un comienzo lo que
debería haber emanado de la relación formal
médico–paciente.
Desde
el punto de vista de Duncan Pendersen, una característica de
Latinoamérica es que ha existido una ambigüedad con respecto a la
adopción de políticas a favor de la integración de un
sistema médico descentralizado y pluralista de atención, con
participación de curanderos, parteras y otros especialistas de la
medicina tradicional, dentro del sistema oficial de atención
médica. Esto se debería principalmente a que desde el momento en
que la medicina moderna logra posesionarse institucionalmente en el continente,
comienza a tratar de imponerse sobre la medicina ancestral indígena y la
medicina popular nacida de los distintos contactos entre culturas diferentes al
interior del continente.
El
análisis de Pendersen nos permite reconocer que en Latinoamérica,
caracterizada por ser una sociedad estratificada y culturalmente diversa,
existen distintos sistemas médicos operando y cómo la
relación entre sistemas revela una distribución asimétrica
del poder en la sociedad, ya que existe un sistema médico dominante y
hegemónico (medicina científica occidental) y uno o más
sistemas médicos subordinados (medicina indígena-tradicional y
medicina popular). De esta manera, si bien algunos países muestran
tolerancia y/o indiferencia ante las medicinas Indoamericanas, en otros
países prevalecerá la intolerancia ante la medicina tradicional y
la mentalidad expresada en ésta.
La
medicina popular en Chile
En
nuestro país, quizás una de las primeras reseñas que
encontramos con respecto al surgimiento de una medicina popular criolla es la de
B. Vicuña Mackenna en su libro
Los
Médicos de Antaño en el Reino de
Chile (1932). El
objetivo del autor en este libro es entregar una serie de antecedentes con
relación a lo que fueron las instituciones médicas en Chile desde
1556 a 1830.
Junto
con revisar los primeros capítulos dedicados a la medicina
indígena y las extraordinarias facultades curativas de la herbolaria
nativa, así como la llegada y establecimiento de los primeros eruditos
que sembrarían en estas tierras la ciencia médica europea,
Vicuña Mackenna se ocupa de un tipo de medicina que denomina
“ciencia divina” y en la cual se pueden observar rasgos y agentes
terapéuticos característicos de la medicina popular chilena. En
sus propias palabras, ésta se ubicaba “en medio de los
empíricos y los charlatanes, de los bachilleres y de las
machis".
Entre
los agentes de esta denominada “ciencia divina” encontramos a las
Parteras, Médicas o Meicas y Aliñadores o Componedores. Con
relación a las
Médicas
o
Meicas,
Vicuña Mackena relata que entre los siglos XVI y XVIII su gremio era tan
numeroso que
eclipsaba a todos los
demás agentes terapéuticos (incluidos los médicos)
presentes en el territorio. “Las médicas eran las agoreras de la
vida y la muerte, como las gitanas, y por lo que tenían de brujas y de
adivinas, ejercían un predominio social vasto y temible. Sus
víctimas más frecuentes, después del indio que le
pertenecía por entero, era la mujer, porque ésta había
bebido con su sexo la copa de las supersticiones hasta sus heces”(Ibid:
36).
Descendientes
legítimas por vía materna, según describe el autor,
de
las machis de Arauco y
Huelen, para las
Médicas o Meicas existirían cinco grandes ramas de
enfermedades:
- Los
Chavalongos,
que eran todas las fiebres
- Las
Reumas,
que eran todos los dolores arteriales
- Los
Vichos,
que eran todos los fenómenos del vientre
- Las
Roturas
del Pulmón, en
las cuales entraban las aneurismas y las aplopegiás, las anginas y las
neumonías
- Y
las
Melancolías
que eran todos los males caracterizados por el enflaquecimiento o malestar
indefinible del paciente.
Sin
embargo, agrega Mackenna, el punto de partida del sistema curativo de esta
medicina es el “daño”. El “daño”
consistiría en el mal deseo de alguien en contra de alguna persona, por
motivo de envidia o celos, a través de mecanismos como pociones, cadejos
de cabellos, alfileres, ropas, etc.
Con
relación a los mecanismos terapéuticos de las médicas, el
autor menciona que utilizaban los conceptos de lo frío y lo caliente;
diagnosticaban a través de la densidad de la orina y utilizaban hierbas
para sanar, partes de animales y oraciones:
“A
ejemplo de las machis, sus predecesores, mezclaban el uso de algunas yerbas
imperfectamente cocidas y que se neutralizaban entre sí por efectos
contrarios, la práctica de ritos y oraciones y de sustancias fabulosas,
como los cocimientos de prendas de oro, la oración del magnificat y la
“uña de la gran bestia”, cuyo polvo imaginario había
reemplazado para los males de melancolía a la piedra bezoar de los
guanacos. Preferían por esto mismo, cuando usaban sustancias naturales,
aquellas que ofrecían algún fenómeno en su formación
como las yerbas que abren su flor en la noche (el metrun o diegodenoche), y las
producciones de ciertas aves y animales que incluían al sortilegio, como
el hígado del alcatraz, la enjundia de gallina, la bolsa de hiel, el sebo
de león, la sangre de cordero negro, las cantáridas recogidas en
los campos, y otras fantasmagorías, que le servían para mantener
su oficio de impostoras y de pitonisas” (Ibid.: 37).
El
oficio de Componedores o Aliñadores consistía en aliviar y
componer lesiones de pies, costillas, hombros o columna, a través de
masajes y presiones manuales en huesos y músculos. En las palabras de
Benjamín Vicuña Mackenna:
“...con
el nombre especial de aliñadores, componen y aliñan los huesos aun
más delicados, como el de choquezuela del pie, la islilla de los hombros
o la espina dorsal, con una pujanza que iguala la crueldad con el acierto.
– Cuéntase de estas operaciones, que se hacen generalmente sobre
los ladrillos o en un cuero, poniendo al paciente boca abajo, curaciones
verdaderamente maravillosas de dislocaciones, aberturas de carnes y paguachas
que son las apostemas, - herencia del campo y de sus violentos ejercicios en el
trabajo, en el rodeo o en la cancha. No hay hacienda en Chile que no tenga de
esta suerte, un cirujano para su peonada, como tiene un diestro amansador para
sus potros” (Ibid.: 47).[6]
Como
se puede observar en los extractos presentados, la opinión del autor
acerca de la acción de estos agentes terapéuticos, tanto en las
zonas rurales, como urbanas del territorio chileno a través de los
siglos, no se caracteriza por ser imparcial. Desde su prisma, la
superstición, la ignorancia y la charlatanería representados
principalmente en la figura de la médica, se representaron en un gran
número de vidas.
A
continuación dirigimos nuestra atención a aquellas investigaciones
orientadas al estudio y comprensión de la medicina popular. Si bien
éstas se caracterizan por tener un carácter exploratorio, sus
reflexiones y conclusiones nos entregan elementos útiles para nuestra
indagación y posterior análisis sobre el estado actual de la
medicina popular en el contexto de la medicina y la salud mapuche.
“Estudio
preliminar de la población consultante al sistema de Medicina Urbana/
Conocimientos, Creencias y
Motivaciones”
Este
estudio llevado a cabo por Susana Henríquez (Bachiller en
Antropología de la Universidad Austral, Valdivia) y Angélica
Monreal (Médico Becado en Psiquiatría, Hospital
Psiquiátrico de Santiago), se realiza en la ciudad de Santiago y busca:
- Conocer
los conocimientos y creencias que subyacen a la consulta de la Medicina
Tradicional y su hibridación con conocimientos de la Medicina Oficial.
- Conocer
las motivaciones y causas directas de la consulta a la medicina tradicional y
conocer la apreciación que los consultantes hacen de la Medicina
Tradicional.
Por
consultantes
se entenderá toda persona que ha acudido, o acude a algún agente
de Medicina Tradicional y/o que utiliza en forma rutinaria, medicamentos o
prácticas vinculadas a las creencias populares o no oficiales frente a un
problema de salud.
Por
otro lado, el concepto de agente médico tradicional o popular
abarcará a toda persona que de respuesta (diagnósticos y/o
terapéuticas) a las personas consultantes por problemas de salud, que no
correspondan al sistema Médico Oficial, tanto por su formación,
como por sus prácticas actuales (Iriólogos, Yerbateros,
Componedores, Médicos Naturalistas, Vendedores de Yerbas Medicinales,
etc.).
Desde
el punto de vista de ambas investigadoras, lo que permite que exista la Medicina
Popular es el arraigo de conocimientos y creencias populares en algunos sectores
de la población. De este modo la población consultante se
convierte en un factor esencial en la existencia y transmisión de este
cuerpo de creencias y conocimientos: “(...) la vigencia de la medicina
tradicional está validada por la población que consulta, y su
permanencia en el seno de la sociedad cumple una función importante para
ésta y para el grupo social que acude a ella frente a problemas de
salud” (Ibid.: 114).
Los
resultados de este estudio indicarían que en la población
consultante de la medicina popular urbana, se entremezclarían sin
contradicciones conceptos y conocimientos derivados de la tradición
popular, a través de la endoculturación, así como
también conceptos y conocimientos derivados de la
medicina
moderna por los
contactos con el sistema médico oficial. Sus motivaciones fundamentales
para consultar este tipo de medicina se encontrarían, como hemos dicho
anteriormente, en la vigencia de conocimientos y creencias populares, por lo
cual la elección terapéutica no se debería a un
difícil acceso al sistema médico oficial o a la falta de recursos
económicos. Además, existiría una alta apreciación
sobre la efectividad diagnóstica y terapéutica de la medicina
popular, la que se debería al éxito que está ha mostrado en
el tratamiento de los padecimientos psicosomáticos y en los cuales la
medicina oficial no habría tenido tan buenos resultados. Por otro lado,
la población consultante sería capaz de diferenciar, según
la característica de su padecimiento, en qué momento consultar a
la medicina tradicional popular o a la medicina científica
oficial.
“Estudio
exploratorio acerca de las actitudes y el contacto existente entre dos sistemas
de salud paralelos: la perspectiva de sus agentes de salud”
Realizado
por Ximena Peñalillo (médico becado en Psiquiatría,
Hospital Psiquiátrico de Santiago) y Vivian Saidel (Antropóloga
Universidad Austral), el contexto de estudio es la ciudad de
Santiago.
Tomando
como base que la mayoría de los pacientes o consultantes utilizan en
forma paralela la medicina popular y la medicina oficial, el objetivo del
estudio pretende conocer desde la perspectiva de sus agentes médicos la
actitud ante el desempeño profesional del otro.
Uno
de los ejes principales en los que se basa la reflexión de las
investigadoras, es que existe una actitud de recelo recíproco entre los
agentes. De este modo, tanto los
agentes del sistema
medico oficial, como los del sistema médico tradicional presentan en la
mayoría de los casos una actitud de escepticismo y rechazo ante la
eficiencia y veracidad curativa de ambas medicinas.
Los
resultados que arroja su estudio, validan la actitud de escepticismo y rechazo
existente entre los agentes de ambas medicinas. Con relación a la
medicina oficial, ésta y sus agentes parecieran no desconfiar de las
hierbas medicinales que utiliza la medicina tradicional, sino más bien de
sus agentes y sus conocimientos. En el caso de la medicina tradicional, sus
agentes creen y reconocen el conocimiento de los médicos, pero rechazan
el uso de elementos químicos por considerarlos
antinaturales.
Basándose
en los resultados obtenidos en su trabajo, concluyen que la posibilidad de un
contacto entre ambos sistemas médicos se ve (por aquellos años)
como algo lejano a corto y mediano plazo.
“Cada
uno de los sistemas de salud mencionados continua actuando con total
independencia una de la otra. La naturaleza de un contacto que fuera
fructífero para hacer más eficaz la atención en salud de la
población chilena, es aún difícil de imaginar y proponer de
manera concreta. El primer paso es, de todos modos, superar las actitudes
reticentes entre ambos sistemas de salud. El segundo paso es plantearse el tipo
de contacto que quiere obtenerse y si esta es posible y necesaria. Ambos
sistemas cumplen funciones que satisfacen las necesidades de parte de la
población que demanda salud. Su acción paralela tiene amplitud en
el tiempo y puede seguir manteniéndose sin modificaciones, a no ser que
por parte de cada uno de dichos sistemas surja la inquietud y el deseo de
formalizar cierto contacto mutuo” (Ibid.: 163).
“Aspectos
conceptuales de la enfermedad en tres yerbateros”
Este
estudio realizado por M. Angélica Cardemil Lastre (Antropóloga,
Universidad de Chile), la investigación tiene como objetivo, detectar los
contenidos del subsistema teórico de la enfermedad que dominan tres
yerbateros del área metropolitana de Santiago.
Su
investigación le permite concluir que con relación a la
etiología de las enfermedades, se encuentran causas como el desequilibrio
entre lo frío y lo caliente, los aires, la idea de la mente y el cuerpo
interrelacionados, los temores (a la brujería y el cáncer), los
celos y la luz.
Para
diagnosticar se ven las aguas, la iriología, la expresión y color
de la cara, el pulso y el color de las manos. Además, se ha comenzado a
integrar algunas nociones de astrología para detectar enfermedades. El
diagnóstico se confirma a través de mecanismos de
indagación y preguntas al paciente o anamnesis.
Con
relación al aspecto terapéutico, para tratar las enfermedades se
utiliza básicamente las yerbas y en algunos casos remedios
homeopáticos. Paralelamente, esto iría acompañado de un
régimen alimenticio recomendado por el agente y consejos de cómo
afrontar los problemas y la vida en general.
Como
conclusión central de su investigación nos encontramos que en el
subsistema teórico de la enfermedad de los yerbateros se están
integrando y conjugando permanentemente elementos externos, por medio de un
proceso aculturativo, y elementos internos proveniente innovaciones originales:
“...
los distintos elementos tanto formales como conceptuales que se han integrado a
la medicina tradicional, hace posible observar que este sistema médico se
ha relacionado a muchos otros. Por ejemplo, el sahumerio proveniente del sistema
indígena; el tratamiento de baños y vahos de la medicina natural,
explicaciones etiológicas, de la medicina moderna; procedimientos
diagnósticos de la iriología, etc... Además de las
relaciones con los sistemas médicos, se aprecian actualmente algunas
vinculaciones
con sistemas de
creencias esotéricas, como la secta Hare Krishna y el centro de
meditación trascendental” (Ibid.: 26).
“Medicina
popular en contexto mapuche”
El
estudio de la medicina popular en contextos mapuche rurales en tres identidades
territoriales de la Novena Región pretende dar cuenta de las
potencialidades que tiene el conocimiento local para mantener un buen estado de
salud, así como registrar los cruces y los itinerarios que supone la
coexistencia de sistemas médicos. Lo que interesa evaluar desde este
punto de vista es, en última instancia, cómo está la salud
mapuche y cuán vigente puede estar el sistema nativo respecto de la
implantación y uso de los sistemas alternativos de salud.
Por
otra parte, las transformaciones en las técnicas y prácticas
terapéuticas y las posibilidades de generar trabajos interdisciplinarios
orientados al rescate y revaloración de los sistemas médicos
mapuche son demandas emanadas por los mismos habitantes de comunidades mapuche,
las que serán recogidas y valoradas en sus propios términos.
Con
respecto a la medicina popular en población mapuche, de los trabajos
realizados anteriormente por otros investigadores, como los
que
están
compilados en Citarella (Op. cit.) y, por la experiencia investigativa y de
trabajo de campo preliminar que hemos estado realizando fundamentalmente con
comunidades identificadas dentro de la identidad territorial
wenteche,
podemos evidenciar similitudes, por un lado, y diferencias, por
otro.
Los
antecedentes obtenidos en un sector rural de población eminentemente
mapuche, con organización intra e inter-societal y con líderes
tradicionales como
logko,
zugumachife,
guillatufe muestra que
allí coexisten, por una parte, un número representativo de agentes
médicos mapuche tales como
machi,
püñeñelchefe,
gütamchefe,
lawentuchefe;
existiendo también agentes médicos populares como
“quebradores de empacho” y “santiguadores”, entre otros;
que operan tanto bajo contextos públicos, como privados o a nivel casero
y familiar.
5.1.1.
Establecimiento de iglesias evangélicas en territorio
mapuche
El
establecimiento de iglesias evangélicas al interior de la
población de nuestro país, y al igual que en casi la totalidad del
continente, ha tenido una explosiva expansión en las ultimas dos
décadas, lo que ha llamado la atención de las ciencias sociales
siendo diversas las interpretaciones que existen sobre el crecimiento y auge del
pentecostalismo en América Latina.
Entenderemos
por evangélicos o iglesias evangélicas a los “grupos
eclesiásticos de la tradición europea (conocidos como
protestantes), los de la tradición misionera (surgidos especialmente del
trabajo misionero evangélico norteamericano), y los del movimiento
Pentecostal (que tienen su origen en un cisma producido en la Iglesia Metodista
a comienzos de
siglo)”.
En
1994 el Centro de Investigación de la Realidad del Norte (Iquique, Chile)
publica en su Cuaderno de Investigación Social un trabajo titulado
“Estudios
sobre el Movimiento Pentecostal en América
Latina” del
investigador Bernardo Guerrero Jiménez y que forma parte del Proyecto
FONDECYT Nº 1920306. En el se entregan antecedentes sobre los diversos
estudios que tanto desde la sociología, como de la antropología se
han realizado sobre el movimiento pentecostal en el continente.
Uno
de los primeros posicionamientos sobre la temática en ser abordado por
Guerrero, es el trabajo de Christian Lalive D’ Epinay titulado
“El
Refugio de las
Masas”
(1968).
En este estudio se
analiza el movimiento pentecostal chileno desde el prisma de que el éxito
y arraigo que ha
tenido
este
movimiento religioso
en el país se debe a la existencia de dos tipos factores
interrelacionados entre sí, los factores externos y los factores
internos.
Con
relación a los factores externos, Lalive D’ Epinay se refiere a la
existencia de condiciones estructurales que han permitido que el movimiento
pentecostal florezca. Estas condiciones estarían dadas por el lento
derrumbamiento al interior del “país de la hacienda”, lo cual
habría conducido a que personas acostumbradas a reglas y normas propias
de este modo de vida cambien paulatinamente migrando desde los campos a las
ciudades, en las cuales se convierten en extraños: Como consecuencia de
esto se generaría una situación de crisis en los individuos,
caracterizada por la desorientación y la falta de identidad y, es
justamente en este contexto donde el pentecostalismo se presenta como una nueva
estructura que permite la reconstrucción de una identidad basada en
reglas y normas alternativas a las pre-existentes.
“Hombres
y mujeres quizás acostumbrados a un modo de vida paupérrimo,
aunque con reglas y normas de convivencia injustas pero claras, son expulsados y
atraídos por la ciudad. La vida allá sigue siendo
paupérrima, pero además son extraños. No hay reglas de
convivencia consensuada. Carecen no solo de nombres y de apellidos, sino
también de raíces. En este contexto de anomia, de orfandad y de
falta de orientación valorica, el pentecostalismo se presenta como una
nueva estructura con reglas claras y mejor aún, con un mensaje que
asegura la salvación y la nueva vida de cada una de las personas. Es, en
fin, un remedio contra la
anomia”.
Como
se puede observar un supuesto básico y central dentro de la propuesta de
Lalive D’ Epinay, es que las masas populares del país viven en
función a la antigua imagen de la organización social denominada
“hacienda”. De este modo asumirá que este estado de anomia en
que se encuentran las personas en conjunto con factores internos al
pentecostalismo, como es el de articularse en torno a una familia extensa cuyo
jefe local esta representado en la figura del “pastor”, son la clave
para entender su expansión por el continente. La estructura básica
de organización de las comunidades evangélicas permitiría
que el “pastor” sea concebido como el “patrón”,
elemento característico de la hacienda, el cual es capaz de recrear una
red social que da protección y confianza. De este modo, el patrón
se transforma en pastor y la vieja hacienda, en la nueva comunidad
pentecostal.
“Lalive
D’ Epinay, le da al concepto de anomia una importancia crucial. Desde este
punto de vista, el autor tipifica la sociedad latinoamericana viviendo una
situación transitoria de anomia, producto de sus transformaciones, donde
el habitante expulsado de la sociedad rural llega a vivir a la ciudad. Pero esta
anomia siempre es transitoria y pronto el orden se impone. Es decir, la sociedad
tendría la capacidad para establecer el orden y de este modo continuar su
existencia.
El
crecimiento del pentecostalismo se explica por esa situación. El esquema
sería entonces el siguiente: la anomia produce la aparición del
pentecostalismo que actúa como un nomos Lalive D’ Espinay ve en la
iglesia Pentecostal la continuadora del orden feudal decadente –la
Hacienda- pero esta vez en la ciudad. El Patrón deviene en el
Pastor”.
Otro
de los posicionamientos abordados por Guerrero es el del holandés Hans
Tennekes. En su libro
El
Movimiento Pentecostal en la sociedad
Chilena (1984), afirma
que si bien se puede reconocer fácilmente que el movimiento pentecostal
ejerce una atracción sobre las clases populares, debido a la necesidad de
éstos por pertenecer a una comunidad, no se le puede atribuir a este
único factor la expansión de este movimiento
religioso.
Desde
el punto de vista de Tennekes, el éxito del movimiento pentecostal en los
sectores populares se debería a las similitudes existentes entre
éste con la religiosidad
popular,
principalmente a la
preocupación
por problemas concretos de la existencia diaria. De este modo, la vigencia de la
religiosidad popular en un importante sector de la población de Chile
daría paso a la germinación de las comunidades pentecostales, las
cuales sin embargo proporcionan una nueva solución a los problemas de la
sociedad a través de la acción directa del Espíritu
Santo.
“Siempre
en conexión con lo anterior, Tennekes hace un interesante aporte al
concebir el movimiento Pentecostal como una variante de la religiosidad popular.
Este autor
cree
hallar en la
relación entre pentecostalismo y religiosidad popular. Este autor cree
hallar en la relación entre pentecostalismo y religiosidad popular, como
son el culto a las animitas, la practica de las mandas y el peregrinaje a
santuarios populares, una compatibilidad bastante interesante y evidente. El
mundo de la religiosidad popular esta lleno de demandas por la solución
de problemas concretos, tales como salud, alcoholismo cesantía, etc. El
movimiento Pentecostal también se hace cargo de esta demanda, pero con la
radical diferencia de que la causa de la solución del mal aquejado ya no
se imputa a la Virgen, animitas o a los santos, sino a la acción directa
del Espíritu Santo. Hace mención además al tema de las
curaciones que juegan un rol importante tanto en la religiosidad popular como en
la
Pentecostal”.
Nos
hemos remitido específicamente a estas dos interpretaciones entre las
presentadas por Guerrero, debido a que se refieren al desarrollo del
fenómeno en el ámbito nacional. Como se puede observar, si bien se
pueden encontrar elementos comunes, existen diferencias importantes,
principalmente en el factor o los factores que han permitido el masivo
desarrollo de comunidades pentecostales a través de todo
Chile.
Otros
investigadores interesados en el tema han sido los sociólogos Humberto
Lagos Shuffeneger y Arturo Chacón Herrera. En su libro
“Los
evangélicos en Chile: Una lectura
Sociológica”
(1987), consideran relevante para la explicación sobre el crecimiento
numérico de los evangélicos dentro del país, lo que
podría denominarse el “síndrome de fin de milenio” en
las masas populares, ante lo cual la Iglesia Evangélica comienza a
generar una evangelización fundada en el
“miedo
a la perdición
eterna” y ante
lo cual la única esperanza de un bienestar
post
mortem es el abrazar
el evangelio. De esta manera para el medio social urbano, la oferta
evangélica se presentaría sumamente atractiva y movilizadota de
voluntades.
También
opinan que el crecimiento del pueblo evangélico se ha visto favorecido
por su principio eclesial que se centra alrededor de la
congregación
local. Esto
permitiría la participación de cada fiel en un universo social
“propio” que promueve la reproducción del ser
ideológico respectivo.
Intentando
condensar sus observaciones sobre el crecimiento del pueblo evangélico
Lagos y Herrera concluirán lo siguiente:
“Pasión
proselitista, proyecto de sociedad coherente y simple, afirmación en el
nivel emocional, participación y promoción social en el grupo,
incorporación al universo de los carismas, vida de relación
personalizada y plenamente fraternal, invasión de todos los rincones
vitales por el proyecto salvífico, certezas y sentido de superioridad que
compensan carencias en el sentido en el “mundo”, son sólo
algunas de las características que explican la acogida del mensaje
evangélico en la sociedad chilena, y particularmente en el medio
popular”.
Con
relación al impacto y desarrollo de estos grupos religiosos en la
población indígena del continente, las investigaciones y
propuestas teóricas no parecen detenerse
en
demasía con
respecto a
este contexto
histórico/espacial específico. Sin embargo, los trabajos
realizados se centrarán, de una u otra forma, en los principios
interpretativos ya presentados. Aquí revisaremos algunos de éstos,
poniendo principal énfasis en los trabajos desarrollados con
relación a la población mapuche.
En
su artículo
Los
caminos religiosos de los inmigrantes en la gran Lima, el Caso de El
Agustino (1988), el
antropólogo peruano Manuel Marzal planteará que los movimientos
pentecostales han instalado una especie de “pastoral de sanidad” en
la cual el Pastor, invocando el nombre de Dios, expulsa el mal, la enfermedad
cargada de sentido ético.
Sumado
a esto la autoridad que asume la palabra de la Biblia en un marco cultural
ilustrada en el cual el libro posee una autoridad casi incuestionable, Marzal
argumenta que en estos dos elementos se encontrará la razón que
ejerce el pentecostalismo sobre las poblaciones indígenas andinas que
migran a la ciudad.
En
un artículo titulado
“Cambio
religioso y revitalización de la comunidad entre los Aymaras de Arica
1996-1990”
(1993), Patricio Tudela planteará enérgicamente que la
explicación del auge del pentecostalismo en la sociedad andina, debe
basarse y brindar una principal atención en los conceptos de anomia y de
deprivación (al igual que Lalive D’ Epinay). Desde su
posición el auge del pentecostalismo se basa en que la comunidad andina
ya no es la misma de antes, debido a que la sociedad chilena la ha aniquilado.
De este modo los movimientos pentecostales vendrían a dar respuesta a
este estado de crisis o anomia social, por lo cual más que destruir la
comunidad el pentecostalismo la revitalizará: “Desde esa
perspectiva, esta presencia debe ser concebida con un nuevo y renovado impulso
que favorece a la
comunidad”.
Con
respecto al posicionamiento de Tudela, Bernardo Guerrero planteará que
este ofrece una explicación funcionalista a la aparición del
movimiento pentecostal. Para él, lo importante para Tudela es la
gestación de un orden social no importando los ejes sobre los cuales se
articula éste. En otras palabras el tema pasará por la capacidad
que posee el pentecostalismo para devenir en comunidad. Lo paradójico del
caos será que la revitalización que supone Tudela, primero que
nada necesita de la destrucción de la comunidad tradicional.
El
antropólogo chileno Rolf Foerster en su
articulo
“Pentecostalismo mapuche: ¿fin o reformulación de la identidad
étnica?”
(1986), es quizás el primero, y uno de los únicos, en abordar
esta temática con relación al pueblo mapuche.
Para
Foerster, el crecimiento vertiginoso de las sectas pentecostales entre los
mapuche plantea diversas problemáticas, entre las cuales él se
interesará en dos: la primera, ¿Hasta que punto el pentecostalismo
representa una ruptura o una continuidad con la religiosidad mapuche?, la
segunda ¿qué consecuencias puede traer para su identidad
cultural?
Para
responder a las primera de estas problemáticas Foerster se centrara en
tres elementos o dimensiones constitutivas de estos dos modelos religiosos, con
el objetivo de demostrar que si bien a primera vista el pentecostalismo plantea
una ruptura o quiebre con la religiosidad mapuche al profundizar en las
manifestaciones de ambas religiones se puede encontrar una cierta continuidad
entre ellas.
La
primera dimensión en ser abordada es “la lucha entre el bien y el
mal”. Desde su punto de vista tanto la religión mapuche como la
pentecostal se centran en una eterna
lucha entre el bien y
el mal. En pos de evitar que las fuerzas del mal rompan con el orden social
ambas
manifestaciones
religiosas
hacen uso de sus
medios rituales para hacer frente a estas fuerzas y el peligro
representan.
“La
observación más aguda de Titiev fue precisamente que los araucanos
creen en una especie de dualismo en el cual los poderes buenos o positivos que
sostienen la sociedad se oponen a las fuerzas del mal que rompen con el orden
social. Ahora bien los pentecostales mapuches sostienen lo mismo... incluso
están más preocupados que sus hermanos no pentecostales en que hay
que luchar, con todos los medios rituales, para evitar los estragos de las
fuerzas del mal. Justamente la creación de una
nueva
comunidad ritual tiene
como sentido combatir las máximas manifestaciones de lo numinoso impuro
en la cultura mapuche: la enfermedad” (Ibid.: 126).
A
pesar de estas similitudes, Foerster reconocerá que las diferencias
observables en la religiosidad de mapuche pentecostales y mapuche no
pentecostales radica en el uso de los medios rituales. En los pentecostales
predominaría las prácticas religiosas y en los no pentecostales
las prácticas rituales mágicas.
La
segunda de estas dimensiones tiene relación con
el
papel de los
antepasados. Por su
experiencia adquirida en sus trabajos de campo en comunidades Huilliches,
Foerster afirmará que la importancia que la cultura mapuche entrega a sus
antepasados no se ve afectada en los casos en que la población mapuche
participa en cultos pentecostales.
“...Los
pentecostales mapuche están muy lejos de valorar de un modo negativo
(como es común, por ejemplo, entre los protestantes de la zona andina).
El pasado religioso de los ancestros es considerado como “puro”,
“limpio” y “lleno de fe” El presente en cambio, es
valorado negativamente: los nguillatunes y los machitunes se han
“degenerado”, “corrompido” por el uso del alcohol, porla
falta de “fe”, etc. El pasado, entonces, para el pentecostal de
nuestra comunidad, aparece como un arquetipo del presente (de la comunidad
cúltica), el cual solo puede ser recreado por los nuevos ritos de la
comunidad pentecostal (se establece así la continuidad con los
antepasados)” (Ibid.: 132).
La
tercera y última de las dimensiones en ser abordadas es “el sentido
de la comunidad ritual”. Si bien para Foerster existirán
diferencias entre la comunidad ritual tradicional mapuche y la comunidad
cúltica pentecostal, en las dos se puede encontrar una misma
representación de las coordenadas espacio-tiempo.
En
conclusión el pentecostalismo sería capaz de generar un tipo de
continuidad étnico-cultural con los elementos considerados fundamentales
dentro de la cultura mapuche, lo cual favorece en la población mapuche
los procesos masivos de conversión al pentecostalismo, especialmente en
aquellos sectores en donde los constructos culturales constitutivos de la
religiosidad mapuche se han debilitado por el contacto con la sociedad
occidental que pretende reducir su identidad cultural.
Con
el objetivo de definir algunos de los rasgos peculiares de los movimientos
religiosos evangélicos en territorio mapuche, que lo diferencian de la
forma de operar que actualmente posee la iglesia católica, nos
remitiremos a la caracterización presentada por Luca Citarrella (Op.
cit.) en el libro
Medicinas
y culturas en la
Araucanía:
“...
fundamentalismo bíblico y mesianismo, cuyo mensaje se centra en el
anuncio de la salvación, el reino de Dios, cuya garantía terrestre
es la curación de la enfermedad. Relación muy estrecha entre el
ámbito de lo sagrado y el ámbito de la medicina, que vincula las
prácticas religiosas con el mantenimiento de la salud y la
curación de los individuos”.
5.1.2.
Los procesos de conversión religiosa
El
fenómeno de la multiplicación de estos movimientos religiosos a
través del mundo, y especialmente en los países subdesarrollados o
los también denominados tercer mundistas, ha generado que distintas ramas
de las ciencias sociales se hayan ocupado extensamente sobre los procesos de
conversión.
El
proceso de conversión religiosa puede definirse “como una
modificación del concepto que una persona tiene de si misma, de modo tal
que llega a definir su propia identidad en términos de la visión
de
mundo que le
proporciona una nueva
religión”.
El cambio sufrido por la persona implicará necesariamente modificaciones
en sus creencias y en su visión de mundo, debido a que es en
término de estas nuevas creencias que el individuo se
redefinirá.
Tomando
como base esta definición y reconociendo la diversidad en el
comportamiento humano, podemos establecer que no toda persona incorporada a un
grupo religioso o iglesia se ha transformado inmediatamente en un convertido
debido a que no todos los individuos asumen un compromiso similar con el grupo o
la iglesia en cuestión.
Basados
en las problemáticas conceptuales y operativas que puede presentar la
categoría de
convertido
o
conversión
religiosa, algunos
investigadores ven la necesidad de generar una distinción entre esta
última y la de “reclutamiento”. “Cuando la gente se une
a un culto religioso y pasa a ser un reclutado cambia su comportamiento
adoptando en nuevo rol en determinados contextos. Los cambios pueden ser
dramáticos, pero no están necesariamente basados en modificaciones
en las creencias o en la visión de si
mismo”.
En contraste, la conversión conlleva un compromiso religioso que supone
que la nueva identidad religiosa se convierte en el principal motor para las
acciones del individuo, las cuales estarán destinadas a cumplir con lo
que percibirá como obligaciones en relación con su nuevo
grupo.
La
diferenciación realizada entre conversión y reclutamiento, apunta
principalmente a superar las dificultades evidenciadas en los primeros estudios
realizados al respecto. En la mayoría de estos estudios se asumía
que la afiliación con un grupo religioso necesariamente involucraba una
transformación de la identidad, razón por la cual muchos estudios
que intentaron constituir estudios de conversos eran realmente estudios de
reclutados a ciertos grupos religiosos.
Dentro
de la Sociología de la Religión, los estudios sobre los procesos
de conversión difieren entre sí de acuerdo a la perspectiva que
los autores, explícita o implícitamente, han asumido en
relación a los conversos y particularmente conforme al grado de libertad
y responsabilidad por sus actos que les han adjudicado a los
mismos.
Para los sociólogos argentinos María Julia Carrozi y Alejandro
Frigeiro (Ibid.) se pueden individualizar cuatro posiciones alrededor de las
cuales se agrupan los trabajos sobre el tema, con lo que se puede observar que
los estudios de conversión se han diferenciado entre sí de acuerdo
a si conciben a los conversos como víctimas de la acción de estos
grupos religiosos; como sujetos determinados por sus características
psicológicas y sus relaciones sociales previas a la conversión;
como sujetos condicionados por sus relaciones sociales actuales o como
individuos activos que eligen los cursos de acción a tomar de acuerdo a
sus objetivos y apetencias.
Para
quienes conciben a los conversos como víctimas de la acción de
estos grupos religiosos entienden el proceso de conversión como un
“lavado de cerebro”, adoptando por lo tanto una perspectiva
psicopatológica a través de la cual se pone el acento sobre la
carencia de y debilidades personales de quienes son reclutados y sobre la
sofisticación de las técnicas de reclutamiento utilizada por estos
grupos
Para
aquellos que perciben a los conversos como sujetos determinados por sus
condicionamientos psicológicos, su socialización y su
situación social previa al contacto con el grupo religioso, adoptando de
esta forma una perspectiva psicosocial que pone el acento en las condiciones
psicológicas y sociales de los individuos que empujaría a los
individuos a transformarse en un converso, conceptualizando la conversión
como un proceso que los individuos atraviesan de forma en cierta medida
independiente de su voluntad y mediante el cual resuelven crisis, tensiones y
frustraciones.
Con
relación al enfoque o eje de análisis que concibe a los conversos
como sujetos condicionados por sus relaciones sociales, este adopta una
perspectiva funcionalista poniendo su acento en la caracterización de los
contextos organizacionales que favorecerían la conversión
religiosa, la cual es entendida un proceso por el cual, mediante la
interacción con un grupo el sujeto asume como propia la
cosmovisión del mismo y la identidad que este le asigna. Desde esta
perspectiva, los requisitos organizacionales que las instituciones religiosas
parecen reunir para favorecer la conversión aparecen similares a los de
otras organizaciones, como las agrupaciones políticas.
Por
último, quienes ven a los conversos como individuos activos han adoptado
una perspectiva interaccional simbólica, poniendo el acento en las
elecciones y consideraciones que los individuos realizan al contactarse con un
grupo religioso, adoptar sus creencias, modificar su identidad personal en
términos de las nuevas creencias y comprometerse en las actividades del
grupo. Desde esta perspectiva, se concibe la conversión religiosa como
una experiencia mediante la cual los individuos transforman su visión de
mundo, sus relaciones sociales y su concepto de sí mismos.
En
cuanto a la influencia que la práctica de los credos religiosos no
mapuche tiene en el campo de la salud, el estudio exploratorio realizado en el
sector wenteche antes referido indicaría lo siguiente.
La
adscripción religiosa no mapuche de quienes que practican algún
tipo de rol terapéutico mapuche, es católica; pareciera que la fe
católica no les prohibe practicar su cultura. Es más, la
mayoría de las y los
machi
son católicos, pero no operan bajo la lógica católica
occidental, sino que más bien adecuan esta
pertenencia
a la
cosmovisión mapuche.
Las
observaciones realizadas indicarían que la pertenencia a las
órdenes religiosas occidentales estarían incidiendo en la
frecuencia con la que se hacen los
gijatun,
ahora se hacen cada cuatro años y cada vez con menos participantes;
pareciera que cada vez hay más convertidos evangélicos y los
jóvenes en su gran mayoría no se interesan y no participan. No
pueden hacerse cargo de los
gijatunes
porque no lo entienden.
En
relación a la evaluación que hacen los mapuche no
evangélicos de los evangélicos es que
ellos
han perdido su condición de mapuche, ya que ser evangélicos los
hace automáticamente negar la cultura, no reconocer las autoridades
espirituales y políticas tradicionales.
En
definitiva, el no practicar las tradiciones, la lengua, o sea la cultura
mapuche, según los habitantes de esta comunidad
wenteche,
hace que las persona pierdan su condición de mapuche y, por tanto,
generan pérdida de cohesión social, la que sistemáticamente
conlleva a divisiones entre los habitantes de la población.
El
estudio de la influencia de sistemas médicos no mapuche y de creencias
religiosas no mapuche ha avanzado con la construcción de instrumentos de
indagación orientados a contrastar y triangular información en las
tres identidades territoriales, proceso que está en marcha.
6. En
relación al objetivo 5
Este
es el siguiente:
- Evaluar
las modalidades de investigación científica hacia o respecto de la
población mapuche en los últimos diez años en el campo de
la medicina y de la herbolaria.
El
equipo se ha aproximado a este objetivo buscando la colaboración de
expertos que, en el campo de la biomedicina y la herbolaria, han tenido acceso a
información relevante particularmente en casos donde esta
investigación compromete información o referencias a
población mapuche. En el primer caso, se logró un estudio
orientado a determinar el “perfil de las investigaciones en salud hacia la
sociedad mapuche desde el sistema biomédico de salud”. El
propósito último de este estudio consiste en develar el tipo y
calidad de investigación médica que realiza el sistema de salud
nacional hacia la población mapuche. El problema a investigar consiste en
verificar de qué modo las variables étnicas influyen y/o
determinan los proyectos de investigación médica realizados en los
últimos años en Chile, y particularmente, en la IX región.
La hipótesis profunda de este estudio afirma que, por una parte, existe
desconsideración de las variables étnico – culturales al
formular los proyectos de investigación y, por otra, esta variable
constituye valor agregado a los resultados de investigación.
Ambos
tipos de respuestas serán indirectas en el caso de la
investigación formulada dejando abiertas las posibilidades de avanzar a
una comprobación exhaustiva, tomando en cuenta que lo que está en
juego son los derechos indígenas ante la ciencia oficial en el campo de
la práctica y el conocimiento biomédico. La argumentación
que apoya la hipótesis profunda señala que ya existen precedentes
acerca del uso explícito de material genético indígena para
propósitos científicos, a través de métodos no
negociados con los propios indígenas, lo que va en contra de la
ética científica (caso Genoma Humano).
En
consideración a lo anterior, los objetivos de la primera
investigación en este campo son los siguientes:
Objetivo
general:
- Describir
el tipo y calidad de la investigación médica realizada por el
sistema de salud chileno hacia la población mapuche en los últimos
10 años.
Objetivos
específicos:
- Ilustrar
el tipo de investigación médica realizada hacia la
población mapuche en los últimos 10 años.
- Categorizar
la participación (directa e indirecta) de la población mapuche en
las investigaciones médicas en el país.
- Identificar
los aspectos éticos involucrados en las investigaciones que consideren la
variable cultura y etnicidad.
En
cuanto al estudio de medicina herbolaria, y en una perspectiva similar a la
anterior, interesa hacer un registro de proyectos teóricos y/o aplicados
que determinan características y principios activos de herbolaria
reconocida como parte del patrimonio cultural mapuche. Interesa, por tanto,
caracterizar los proyectos identificando la institución financiadora y
ejecutora y los resultados y productos obtenidos, así como, de un modo
principal, indagar acerca del tipo de relación del proyecto con el
conocimiento mapuche y, más aún, determinar el tipo de
participación de la población mapuche, sea en calidad de
informante o participante.
Este
estudio ha logrado identificar 51 proyectos relacionados con el tema, de los
cuales 45 lo hacen de un modo más directo. La consulta ha sido
mayoritariamente electrónica, pero también se han considerado
consultas a investigadores. El catastro inicial revela que el tipo de estudio es
válido para el propósito general del proceso que se informa; e
aparecen las principales universidades de Chile involucradas, como lo hacen
también los museos, instituciones extranjeras, ONG’s y organismos
del gobierno que, en elevados montos, han financiado diversos tipos de proyectos
orientados al mercado desde la farmacopea tradicional mapuche. Destaca la no
participación de parte de la población mapuche en la
mayoría de los proyectos identificados.
7.
En relación al objetivo 6
Evaluar
el comportamiento étnicamente diferenciado en salud de la
población mapuche en cada territorio, respecto del estado
contemporáneo de la medicina mapunche.
Debemos
partir de la asunción de que en el territorio mapuche hoy día
coexisten sistemas médicos en competencia (Citarella Op. cit.; Carrasco
1998), entre los cuales se reconocen el propiamente mapuche en sus distintas
formas; el popular y el biomédico.
El
estudio exploratorio en un sector
wenteche
de la región indica que la población, en su gran mayoría,
consulta ambos sistemas: el sistema médico mapuche y el sistema
médico occidental.
Los
machi
derivan a sus pacientes cuando no existe posibilidad de mejorar a un enfermo con
su sistema médico; actitud que es reconocida por parte de la
población como positiva ante la responsabilidad que le cabe de
preocuparse por la salud de las personas. Lo anterior indicaría que
existe por parte de los/las
machi
conciencia de los límites de su propio sistema terapéutico, lo que
obligaría a consultar o considerar los conocimientos de la medicina
wigka.
Al mismo tiempo, las personas evidencian esta diferencia con los médicos,
pues éstos en su gran mayoría no derivan al paciente hacia la
machi,
ya que no creen en esta posibilidad y no aceptan que existan conocimientos
acerca de ciertas patologías que la ciencia occidental desconozca. El
supuesto apuntaría a que los agentes del sistema médico occidental
sólo confían en sus propios métodos experimentales y
terapéuticos y anulan todo conocimiento que no halla sido proporcionando
por los métodos científicos convencionales.
El
estudio exploratorio también ha permitido avizorar, en lo que respecta
sistema médico mapuche y específicamente en lo relativo al rol de
la
machi,
algunas modificaciones estructurales que nos hacen comprender o graficar de
mejor forma el por qué en ciertos casos el modelo médico mapuche
ha pasado a llamarse “medicina popular”.
Inicialmente,
se ha podido constatar que ciertas nomenclaturas de enfermedades reconocidas por
los especialistas, no son necesariamente representativas para los sectores
mapuche sin que podamos dilucidar si se trata de un problema relativo a la
indagación o a la comunicación lingüística. Esto
ocurre en el caso de las enfermedades registradas por Citarella que no son
reconocidas por toda la población como la envidia, el susto y el antojo.
Las
personas mayores tienen muchos conocimientos acerca del autocuidado o
atención de la enfermedad a nivel casero, por lo que muchas veces no
necesitan acudir a un especialista. Para el caso del Pasmo las personas pueden
atenderse solas o por algún miembro de su grupo familiar. Para el caso
del
Katrifün
y la Tifus es lo mismo, se puede atender en el domicilio del enfermo sin
necesidad de tener que acudir a un especialista. Generalmente las hierbas que se
necesitan están en los propios huertos o cerca de
sus
casas, por lo que el
acceso a estos insumos naturales sólo requieren del conocimiento de las
especies herbáceas y de otras condiciones de tipo cultural cuando se
necesita ingresar a algún espacio que está restringido porque su
uso significa la transgresión de normas.
El
comportamiento
incorrecto de estos rituales muchas veces desencadena enfermedades producto de
la transgresión cometida (Carrasco, Op. cit.).
Otro
de los agentes médicos mapuche en territorio
wenteche
es el de la/el
gütamchefe
o “componedora de huesos”; la que realiza su labor
terapéutica de la manera tradicional mapuche y no incorpora elementos
foráneos.
La
vigencia del modelo médico mapuche puede hallarse presente en una sola
familia; en P. N. hemos encontrado a un
zugümachife
que además es
guillatüfe
y santiguador, sin considerar sus roles tradicionales de
Logko
de su comunidad, así como también Presidente Sectorial e incluso
Panteonero de su comunidad. Por otro lado, está su esposa, conocedora de
las hierbas medicinales que crecen en el entorno y
gütamchefe
de huesos. Esto sumado a las 5
machi
y 3
machi
varones, constituyen un sector dentro de la identidad territorial
Wenteche
que da cuenta de la riqueza cultural y de la vigencia del modelo médico
mapuche.
Con
respecto a la opinión que se tiene de la
machi,
esta es positiva, aunque sí aparece el problema de los costos como una
limitante para las personas, que muchas veces no acuden por no tener dinero. En
todo caso, se nos explica que una buena
machi
nunca ha de dejar a un enfermo sin atención y que siempre existen formas
de retribuir por los servicios otorgados.
Un
aspecto importante de señalar con respecto a las
machi
es que no siempre se dimensiona la cantidad de personas que acuden a ellas o
ellos, ya que en la mayoría de las veces los enfermos prefieren ir sin
que las otras personas de la comunidad lo sepan; esto hace que el número
de personas sea siempre mayor del que se piensa. Por otro lado, también
existe el factor que en una gran cantidad de casos los enfermos acuden a
machi
de otro sector, que es un mecanismo propio de los mapuche para lograr una mayor
efectividad en los tratamientos; a su vez, esto también es un indicador
de que no siempre se está en conocimiento de quiénes son los que
actualmente se encuentran teniendo tratamientos con
machi.
7.1.1.
Demandas en salud y medio ambiente en el marco del movimiento mapuche
actual
7.1.2.
Justificación del tema
El
propósito investigativo es indagar acerca de las principales demandas
concernientes a la Salud y al Medio ambiente, y las dinámicas que
éstas han asumido al interior del movimiento social mapuche durante las
últimas décadas. Se busca conocer los objetivos y los principales
procesos de acción de este particular movimiento social en la trama
interétnica de la Araucanía, conociendo las principales demandas y
los motivos de su gestación por parte de los actores mapuche en el
contexto multicultural e interétnico local.
7.1.3.
Problematización del contexto
La
Araucanía como la mayoría de los contextos de concentración
de población indígena y “criolla”, se ha transformado
en las últimas décadas en un espacio vital de relaciones
confrontacionales. Desde el tiempo de la Colonia, la realidad de las poblaciones
indígenas se fue subsumiendo a una estandarización en
categorías que los diversos grupos de los países latinoamericanos,
sobre todo los de elites políticas y económicas, fueron definiendo
como tales e implantando en ellas sus características como las de primer
orden definicional. La negación del otro, o lo que han denominado la
“negación del indio”, fue un proceso político y social
que fue impulsado desde el tiempo de la gestación de los
Estados–Naciones, como también un motor del denominado auge del
progreso. Desde el tiempo de la implementación de las ordenanzas
republicanas, la presencia del sujeto indígena no era considerado como un
actor trascendente de la trama local, sino más bien como un actor de
segundo orden definido como tal según los intereses que sostenían
las jerarquías dominantes en las unidades nacionales recién
implantadas.
El
ideario de la mayoría de las realidades coloniales era la
implementación de ciertas categorías políticas que se
reflejaban en la confluencia de tres conceptos que fueron asumiendo gradualmente
diversos niveles en las nuevas sociedades latinoamericanas. Nos referimos a los
conceptos de Pueblo, Estado y Nación. En este escenario, las poblaciones
locales tuvieron que situarse y buscar acomodos que llevaban a una clara
diferenciación en prácticas y clases sociales que en la gran
mayoría de los casos, y en el indígena de todos modos, fueron de
un modo asimétrico y unilateral.
A
diferencia de lo que han planteado diversos investigadores de estos
fenómenos en Latinoamérica (Bengoa, et al.) no consideramos que
durante esta primera fase de contacto forzado las diversas identidades
étnicas precolombinas hayan desaparecido, sino más bien se vieron
opacadas y altamente vulneradas por la agresiva tendencia nacional de
asimilación cultural, reflejadas en las articulaciones jurídico
– sociales que ellos mismos ideaban. Debemos considerar que las realidades
republicanas de los diversos países han estimulado a lo largo de sus
historias, una mirada centrada en un ordenamiento jurídico–social
monocultural, el cual se ha manifestado en los diversos cuerpos legales, que han
jerarquizado un orden en el cual lo étnico se ha debido subyugar a lo
nacional.
Sin
embargo, en los contextos de amplitud del espacio cultural, es decir, en los
lugares naturales de asentamiento indígena, y en aquellos en los cuales
las manifestaciones aculturizadoras no lograron penetrar de un modo tan notorio,
continúan apreciándose hasta el presente nichos de uso de
conocimientos y de prácticas étnicas, en los cuales se desarrollan
las identidades, en este caso mapunche, en un actuar más bien solapado a
sus manifestaciones sujetas a las condicionantes políticas,
jurídicas y sobre todo económicas que la nación colonial
impulsó. De este modo, las poblaciones indígenas fueron
desarrollando un actuar interétnico sujeto al contexto de
dominación en el cual vivían, distinguiéndose etapas en
ellas, las cuales en el caso de Chile fueron desarrollándose, en este
doble estándar, a medida que el Estado iba generando las diversas
opciones programáticas hacia la población indígena.
De
igual modo, la concepción de Estado progresista o abierto a la
modernidad, tuvo que entrar en dialogo con el
“indio”,
identidad por
éste definida a la luz del pensar y actuar de los grupos étnicos
que en el territorio nacional se encontraban organizados. Sin llegar a
desarrollar lo que en otros países latinoamericanos han denominado la
“etapa indigenista en las políticas locales”, Chile se
mantuvo alerta al actuar y operar de las organizaciones, como un medio de
control a los ejercicios que ellos
mismos
comenzaban a levantar.
En el caso chileno, se comienza a gestar un movimiento social mapuche que inicia
un camino de impacto más notorio en las políticas o programas que
el Estado implementa desde comienzos del siglo pasado. Avanzando hacia la mitad
de la década de los ´60 y la primera parte de la de los ‘70, a
través de los planteamientos reformistas de parte del Estado chileno en
el ámbito rural, como también las propuestas contra-reformistas de
la década de los ‘80 en el periodo del gobierno militar, las
agrupaciones mapuche en la región comienzan a implementar un cuerpo
más concreto de peticiones al Estado donde la búsqueda de
reconocimiento como tales, es decir, como Pueblo, es la demanda que se desprende
de las experiencias observadas en otros pueblos del continente, como
también surge como respuesta a un proceso largo de reflexiones que
habían sido iniciadas alrededor de la década de los ‘50.
Desde estos tiempos, la actitud de las organizaciones mapuche se desarrolla de
un modo directo y en pleno resguardo de sus características culturales,
donde no dejan de estar presente las necesidades concretas que poseen en cuanto
a la manutención de la vida mapuche en los contextos naturales de vida,
como son las comunidades. Es decir, la demanda que surge al interior de las
agrupaciones con mayor fuerza, es la oportunidad de implementar formas de
apoyos económico – productivos para mitigar el deterioro que
atraviesan las unidades domésticas mapuche y, por tanto, su natural
estructura social.
Es
en este contexto que las organizaciones mapuche y los propios
lof
o comunidades, van a impulsar un cambio en los patrones de relaciones entre
Estado y Sociedad Mapuche, el cual se manifiesta claramente en los primeros
años de los ‘90, con el pacto de Nueva Imperial, que trae como
principal consecuencia la actual legislación indígena (Ley
19.253).
El
desarrollo de una idea de legislación que fue fruto de una incansable
tarea comunicativa de parte del movimiento mapuche y sus comunidades con el
Estado chileno, fue estableciendo una nueva forma de comunicación entre
ambas sociedades –proceso animado desde las propias elites
político-partidistas de la sociedad chilena- que otorgan espacio de
liberación y cautiverio ideológico hasta el presente.
Demandas
y movimiento mapuche van de la mano y son parte de una misma dinámica
socio– política, en la cual los distintos actores mapuche buscan
levantar voces de participación, conocimiento y de sabiduría para
responder a sus necesidades múltiples, sea desde visiones sectoriales o
globales.
Las
principales demandas de los líderes respecto de la vida mapuche, aunque
en la forma se pueden supeditar a las necesidades económicas, abarcan
también cuestiones jurídicas, vitales para la reproducción
natural y social de los grupos mapuche. No obstante lo anterior, la demanda por
salud no está presente en la actual legislación indígena y
ha sido motivo de discusiones particulares de parte de las organizaciones
mapuche, en gran medida impulsadas por estrategias participativas de parte de
los organismos públicos en salud.
Durante
el desarrollo de nuestra investigación esperamos dar cuenta de
cómo estas demandas se han desarrollado y han impactado a la propia
población mapuche y a la nacional, diferenciando las respuestas
estatales que se han dado.
Para
la gran mayoría de los mapuche, la forma natural de enfrentar el problema
es de un modo más orgánico no disociador, donde “para
analizar porque el mapuche está mal en lo que se refiere a su salud, se
debe contextualizar el problema, ya que la salud tiene que ver con la vida y la
práctica diaria, y esto tiene que ver con la tenencia de la tierra y el
modo de explotarla...” (D.R.,
Logko
bafkehche, 1996). De
igual modo, la negación mapuche en cuanto a las prácticas en salud
desde el sistema nacional es un elemento de crítica permanente en las
diversas agrupaciones mapuche y se distingue principalmente en los siguientes
términos:
- El
desencuentro del sistema de salud chileno con las necesidades indígenas.
La negación de la medicina mapuche como una forma válida de
práctica y conocimiento en salud.
- El
empobrecimiento de la tierra por la paulatina escasez del agua, lo que genera
bajas expectativas de permanencia en los contextos rurales, amenazando cuadros
de migración forzada.
- La
negación y sanción de los conocimientos mapuche en Salud y el uso
local inapropiado del ecosistema, con impactos negativos en la salud.
- La
discriminación de lo indígena como una práctica general al
interior de la sociedad chilena y que también reproducen el Estado y sus
instituciones.
- Incumplimiento
del espíritu que motivó la Ley Indígena y a la Ley de Bases
del Medio ambiente, en cuanto al resguardo de la naturaleza y su
entorno.
El
estilo de sistematización de las demandas mapuche parece provenir de la
participación de los actores que han participado en un Encuentro
Continental sobre Pueblos Indígenas y Salud, realizado en Canadá
en 1993. El movimiento mapuche ha reaccionado favorablemente a ellas intentando
asumirlas y en encuentros locales reiteradamente ha formulado de manera
sintética las siguientes demandas:
- “Abordaje
integral de la salud”. Se ha planteado un concepto holístico
el
cual debe incluir la
perspectiva indígena en cuanto al tratamiento del tema.
- “Autonomía
y Autogobierno de los pueblos indígenas”. Se ha definido como el
derecho a participar en la definición e implementación de
políticas de salud.
- “Derecho
de los Pueblos Indígenas a la participación
sistemática” dentro de las comunidades y frente a las instituciones
en Salud.
- “Revitalización
de la cultura”. El derecho de los pueblos indígenas a que se
respeten sus lenguas, tradiciones, costumbres y religiones. Esos elementos
culturales deben servir de base para la construcción de los modelos
alternativos de desarrollo y salud.
- “Reciprocidad”.
Es la conceptualización de que ambas sociedades se necesitan, con una
clara intención de trabajo conjunto.
De
este modo, las principales actividades de esta línea de la
investigación intentará dar cuenta del estado de las demandas
anteriormente enumeradas, como también de las dinámicas que se han
desarrollado entre ellas y el Estado, por un parte y entre ellas y las propias
comunidades, por otro. Dentro de este marco analítico se
incluirán, análisis a los cuerpos legales
principales
que operan en la
jurisdicción chilena e internacional (Ley Indígena, Ley de Bases
del Medio ambiente y Ley de Uso del Suelo y Subsuelo).
En
cumplimiento de lo anterior, se han establecido como principales líneas
de indagación las siguientes:
Revisión
de la bibliografía concerniente a los movimientos sociales
indígenas internacionales y nacionales, desarrollando una revisión
antropológica de los textos
La
Emergencia Indígena en América
Latina de José
Bengoa (2002) y el texto
Conciencia
Étnica de
Fernando Mires (1995).
En
estos dos textos se hará una revisión de los conceptos de: etnia,
cuestión indígena, movimiento indígena, identidades
étnicas, pueblos indígenas y estados nacionales, entre otros.
En
una fase posterior, la revisión bibliográfica será
confrontada con las versiones que de estas relaciones conceptuales establezcan
algunos dirigentes mapuche de la actualidad, quienes puedan otorgar la mirada
interpretativa propia que complemente los alcances de la revisión hecha
en la fase anterior. En este nivel se distinguirán tipos de dirigentes
según sus identidades territoriales y perfiles de organizaciones a las
cuales pertenecen. De igual modo lo más importante será relacionar
las demandas locales en Salud y Medio Ambiente que promuevan los diversos
actores y las dinámicas que ellas han ocupado en el movimiento mapuche en
general.
Un
tercer nivel que se ha desarrollado desde el inicio de la definición de
la unidad de análisis, ha sido la revisión de los principales
Encuentros Nacionales de Salud y Pueblos indígenas desarrollados en los
últimos diez años -Encuentro de
Puerto
Saavedra (1996) y el
de Villarrica (1999). A su vez se revisará fuentes periodísticas
que den cuenta del impacto de estas demandas en el aparato público en
salud como en el propio movimiento mapuche.
8.
En relación al objetivo 7
- Incorporar
e identificar un abordaje en torno a los conceptos de riesgo/fortaleza del
sistema de la medicina mapunche ante las influencias múltiples a que se
ve sometida.
Este
es un objetivo eminentemente interpretativo que será desarrollado a
partir del trabajo de campo y hacia el final de la investigación. No
obstante lo anterior, se dispone de antecedentes preliminares sobre el
tema.
9.
Aprendizajes a modo de conclusiones
A
medida que avanza la ejecución del presente estudio aumenta el
entendimiento de su importancia social, al mismo tiempo que de su complejidad en
el ámbito metodológico.
Tanto
el conocimiento especializado sobre los sistemas culturales mapuche y,
particularmente, sobre el de la salud, como las prácticas que
caracterizan a las instituciones que atienden la salud de la población,
son indicativas de que no existe un entendimiento profundo de los supuestos
culturales y cosmovisionales que le dan sentido al comportamiento propiamente
mapuche.
En
cuanto a la importancia social, ésta estriba en la posibilidad de que la
sociedad nacional disponga de un acervo de conocimientos sistemáticos que
permita caracterizar las particularidades del sistema y medicina mapuche,
así como las prácticas diferenciadas de la población en
cuanto a la recurrencia a sistemas distintos, así como de búsqueda
de articulaciones propias en pos de una mejor salud. Parece
altamente
significativo hacer un
esfuerzo por presentar una imagen coherente acerca del ámbito de la salud
relacionando éste con los factores que dentro del propios sistema
cultural mapuche lo condicionan y, al mismo tiempo, esclarecer la incidencia de
factores sociales, culturales y políticos han intervenido e intervienen
este sistema perturbando su eficacia preexistente y comprometiendo la salud de
la población en los momentos actuales.
De
un modo paralelo, hemos constatado que aun la propia antropología, en
tanto ciencia social, se ve imposibilitada de representar apropiadamente la
lógica del comportamiento médico y, al mismo tiempo, demandante de
salud por parte de la población mapuche.
Las
instituciones sociales, por su parte, especialmente las de salud y, en general,
las biomédicas, actúan bajo la confianza de que sus instrumentos
conceptuales y metodológicos son aptos para comprender y conocer las
realidades sociales y culturales mapuche.
En
este contexto, el presente estudio ha representado uno de los esfuerzos
más significativos del equipo CES en intentar articular diversos niveles
de conocimiento y discusión con importancia social, proceso en permanente
revisión. En este sentido, la importancia del estudio apunta a intercalar
la supeditación de la metodología cuando de discursos propiamente
mapuche y de discusiones sociales y políticas se trate, para luego acudir
a la legitimidad metodológica cuando ello sea necesario para que el
estudio avale las afirmaciones que origina. Esta es una práctica
metodológica auto-exigida por el equipo bajo la convicción de que
es necesaria no sólo para
la sociedad mapuche
sino también para la sociedad nacional.
Textos
dispersos, desconocidos, lógicas incoordinadas, asunciones no
demostradas, demandas largamente insatisfechas, etc. no pueden ser condiciones
dignas de reproducirse en el tiempo.
II
Parte
Metodológicamente
hablando se hará una presentación de forma y contenido referida al
proceso de los talleres y a los ámbitos particulares que fueron
considerados en ellos. En general, todos los talleres incluyeron
propuestas
interpretativas desde COTAM, informaciones y re-percepciones acerca de los
principales campos que el estudio global incluye: territorio, salud y medio
ambiente, derecho y religiosidad y
propuestas. En este
Informe se privilegiará el tema que corresponde, salud y medio ambiente,
desde lo general a lo particular en términos de las propuestas recogidas,
particularmente en el último taller de
Fu
xono y se incluye una
síntesis de hallazgos según territorios y niveles de realidad,
específicamente en torno al modelo de la medicina
mapunche
y sistema médico.
Antecedentes
En
el período, el equipo ha participado en los Talleres de Carahue, Mehuin,
San José, Imperial, Lonquimay y
Fu
xono. En estos
talleres, el tema de la salud ha sido abordado de acuerdo al tipo de
organización que COTAM ha logrado levantar en cada territorio dependiendo
de las relaciones con los grupos locales. Así, el tema de salud
apareció tratado por los especialistas en San José, Imperial,
Lonquimay, Mehuin y en
Fu
xono,
contándose, además, con la participación de la
población asistente, procedentes de las tres identidades territoriales.
Simultáneamente, el equipo que asistió a los talleres sostuvo
entrevistas y conversaciones con la población concurrente, registrando la
información para ser utilizada en el cumplimiento de los objetivos del
Informe. Esto significa que se ha tenido una participación casi en la
totalidad de los talleres, aunque incidental con las personas de los diferentes
sectores representantes del
mapun
kimün en
relación con la salud y de acuerdo a la programación hecha por
COTAM.
En
lo práctico, revisando los distintos encuentros organizados por COTAM, en
relación al tema de salud y medio ambiente, se han visualizado niveles
generales del estado del sistema médico
mapunche
y otros aportes más específicos en palabras de las propias
personas “representantes de los sectores” en la modalidad de trabajo
de la COTAM y adscritas en el estudio.
Presentación
conceptual y político-cultural del modelo y sistema de salud
mapunche
Esta
presentación, como en todos los talleres, estuvo a cargo de uno de los
miembros de la COTAM, en su calidad de
machi
o especialista de la salud mapunche, cuya presentación siempre fue
complementada por los aportes de otro miembro de COTAM en lo organizacional y
sociopolítico. De los cinco talleres, en tres de ellos esta
temática fue particularizada a través del enfoque
metodológico de tres miembros del equipo que aquí elabora el
Informe y en el marco de la programación previa hecha con
COTAM.
El
especialista
machi
presentó, en el marco del concepto de
mapu
y abarcando el ámbito más amplio que sería el planeta,
wajontu
mapu, se identifican
las zonas clave tanto para la religiosidad como para la salud:
pwel
mapu, wiji mapu, pikun mapu, wayweh kürüf, wajon
mapu, conceptos que
son fijos y al mismo tiempo relacionales, fundando la espiritualidad y del mismo
modo las condiciones simbólicas de la salud. El
wayweh
kürüf y el
pikun mapu indicarían las zonas de menos luz, de mayor oscuridad y de
mayor rigurosidad, y respecto de las cuales no sólo hay que cuidarse en
lo espiritual sino en lo físico–orgánico. En términos
globales el concepto de salud aparece definido de un modo tan amplio que
está asociado a la organización territorial, por un lado, y de
persona, por otro, en sus distintas organizaciones sociales. Si existen en estos
espacios los
newen,
estas fuerzas tendrán de igual modo un papel que cumplir en la
conservación y disturbación de la salud. El concepto de salud
emerge así como un estado condicionado por fuerzas externas al individuo
mismo, pero influyentes y
presentes en su vida
personal y social– familiar.
Los
especialistas en este terreno demuestran haber adquirido ciertas
metodologías para producir el proceso antropológico de
trans-cripción, es decir, asociación y expresión de
significados distintos. Por ejemplo, cuando se explica que el espacio apropiado
para que emerja la familia y el
lof
che como es el
kiñe
el mapu, se explica
que en este concepto debe contemplarse una doble dimensión: un espacio
dado, por una parte, y un espacio por establecer, por otra, dando a entender que
existe un dinamismo permanente entre lo inmanente y lo contingente. En este
plano se detectan
discusiones entre los
especialistas de COTAM y algunos de los asistentes a los Talleres, en el sentido
de preguntarse acerca del papel que cumplirán las variantes
significativas al interior de las identidades territoriales para efectos de la
propuesta política y, al mismo tiempo, el papel de las distinciones de
niveles de realidad, que serían perceptibles hoy día mayormente
para quienes están asumiendo de un modo consciente una relectura
de
su ser social y
cultural mapunche respecto de quienes, siendo mapuche, no lo hacen y,
particularmente, respecto de la propuesta política en
construcción.
Es
interesante dejar constancia de que una discusión del carácter
como la que ha generado el trabajo de los especialistas de COTAM, asumiendo la
particularidad de la cultura mapunche de la no mapuche y, al mismo tiempo, la
diversidad interna, ha sido de gran valor en la perspectiva de clarificar un
posicionamiento no sólo respecto de ellos mismos como miembros de la
cultura particular, culturalmente diversa, sino a su vez respecto de la distinta
y, a su vez, dominante. Al respecto, se observa que el posicionamiento
sociopolítico y cultural emerge en una discusión con altura de
miras entre miembros de distintas identidades territoriales y respecto de una
condición en la cual no necesariamente se cuenta con las condiciones para
diferenciar los procesos de aprendizaje de la endoculturación,
diferenciados entre los distintos individuos, y los factores externos en un
espectro histórico amplio a partir de la Conquista que, naturalmente,
dificultan los procesos indispensables de clarificación respecto del
conocimiento en emergencia en los debates.
En
síntesis, el tema de la salud en el modelo
mapunche
ha ido exponiéndose de modo sentar sus bases conceptuales e
ideológicas en el trasfondo mismo de la filosofía mapunche,
filosofía que además recoge los aspectos universales y clave en la
conformación de una cultura: concepciones de espacios para la vida social
y cultural, concepciones de factores filosófico culturales condicionantes
del ser de las personas y del ser social del pueblo. En este sentido, el
análisis y comprensión de riesgos y fortalezas en la
temática procede precisamente de estas consideraciones, las que han sido
vivenciadas por los actores y distinguidas por los observadores y participantes
(Talleres de Carahue y San José).
En
la misma perspectiva anterior, cabe mencionar el papel que ha jugado la
conciencia de la pérdida del conocimiento cultural. Cuando el
especialista, por ejemplo, plantea que “el
machi
antes mayormente diagnosticaba los estados de desequilibrio o
kuxan
y era la familia la que debía hacerse cargo de la búsqueda de los
remedios y de la preparación de los
baweh,
para a su vez destacar el hecho de que el modelo de la medicina debía ser
de responsabilidad del
lof
che y no
exclusivamente del
machi
como es en la actualidad”, constituye un punto controvertido y que llama a
la reflexión acerca de las debilidades contemporáneas que incluso
derivan
en sospechar de la
intencionalidad del
machi.
En otras palabras, este factor de conciencia de pérdida, asumido en los
talleres constituyó un factor de impacto no sólo respecto de la
propuesta sociopolítica en el marco de la sociedad mayor sino respecto de
la propia sociedad mapuche.
En
síntesis, en todos los talleres se vivieron momentos de gran perplejidad,
valoración de lo que se tiene, sentimientos de pérdida, impotencia
respecto a cómo instalar de nuevo el modelo en sus fundamentos y
expresiones más auténticos, gracias al aporte franco, profundo y
auténtico de parte de los especialistas de COTAM. Dado que los talleres,
en cuanto a este aspecto, tenían la intencionalidad de compartir
fortalezas y debilidades y , al mismo tiempo, buscar en conjunto una salida a la
encrucijada contemporánea fueron de gran valor para la etapa que queda
aún pendiente. Varias de las personalidades participantes frente a esta
situación se manifestaron en el sentido de que estos talleres han sido
históricos y de gran significación e impelen a un pronunciamiento
profundo de parte de todas las personas involucradas. La búsqueda de
posibilidades de superar un proceso tremendamente dañino para la dignidad
de la pervivencia del pueblo en la sociedad dominante, al ser manipuladas por
ésta, ha contribuido significativamente a una pérdida de los
marcos de referencia que debieran orientar las condiciones de vida en la
época contemporánea. En otras palabras, la sola emergencia de
oportunidades y personalidades interesadas en orientar hoy día tales
procesos, evitando confusiones y cruces culturales dañinos, bien
valía la pena los actuales esfuerzos. En este sentido, podría
decirse que una perspectiva más inmediatista, de manejo más
contingente, que
siempre
apareció en los talleres, constituyó un punto que focalizó
un debate trascendental sólo superable por los propios participantes.
Aportes
de los participantes mapuche en los talleres
Uno
de los aportes de modo más general que se ha encontrado dice
relación con la vigencia y/o permanencia del sistema de salud
mapunche
en los distintos sectores de
estudios por la COTAM
y
para el equipo.
Entendemos por
vigencia
aquí la revalidación otorgada al modelo conceptual y
lingüísticamente comprendido y, particularmente, a la
inmersión parcial y/o total a nivel intra cultural a través de las
prácticas y al posicionamiento valorativo del
mismo. Así, por
ejemplo hemos escuchado de parte de la gente, la existencia de
“personas” encargadas de asumir tanto el conocimiento acerca de los
distintos
baweh,
como en algunos casos de su tratamiento. Así, en el sector
bafkehche
y
wenteche,
se habla de
machi,
como la persona que asume el sistema médico
mapunche.
En el sector
bafkehche
(San José de la Mariquina), está la presencia de la
“meica”.
No
así en el caso de los
Pewenche,
donde no existe la figura de la o él
machi.
Ello fue expuesto en el encuentro de Lonquimay, donde fundamentalmente
participaron
logko
de:
Mari
menuko, Galletue,
Quinken y
Pewenko.
También participaron algunas mujeres, principalmente en representando a
sus maridos y otras acompañando al hombre. En relación con la
machi
y su papel en Lonquimay, las personas desconocen, dicha figura. No obstante, se
habla del
bawehchefe,
como la persona que asume el papel de conocimiento en relación con lo
medicinal y el tratamiento de enfermedades; además de este aparece el
gütamchefe
(“componedor de hueso”). En el caso del
bawehchefe
las personas han señalado que es la principal figura reconocida por
ellos, aunque más adelante señalaron que hoy día el
tratamiento ante enfermedades las personas acuden a los centro médicos no
mapunche (postas, consultorios y hospitales). Por último, una
averiguación más cercana se obtuvo en Icalma, en
conversación personas ancianas y
logko,
en el que nuevamente se señala la inexistencia de la figura de la
machi.
En
cambio en los otros sectores en que se tuvo relación y un acercamiento,
existe la figura de la
machi,
no solo asumiendo el papel del sistema médico, sino que además el
rol socio religioso, por ejemplo en el
gijatun
en el que ordena en forma más particular el modo de realizar el
ceremonial, otros sectores como
Xuf
Xuf, si bien no
participa directamente en el
gijatun,
la machi asume el papel de realizar el
tayül.
Por
otra parte, se ha encontrado la figura de personas como
püñeñelchefe
que asumen en forma más específica el tratamiento del
parto.
A
modo de síntesis, respecto de los antecedentes recogidos en los talleres
y observaciones de terreno, se presenta un ordenamiento de los principales
hallazgos diferenciados según los territorios y según niveles de
realidad, necesarios de distinguir en el campo del modelo de medicina y el medio
ambiente.