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II.- Arcaico o precerámico
Cauquenes a Puerto Montt:

Costa:

2.- Quivolgo (2040 A.P.)
3.- Reloca (5000- 4850 A.P.)
4.- Cerro Las Conchas
5.- Pahuil
6.- Isla Mocha
7.- Morgüilla
8.- Tubul
9.- Bellavista
10.- Queule
11.- Chan Chan (5600-5000 A.P.). Norte de Valdivia
12.- Piedra Azul. El sitio arqueológico 10 PM 014 (UTM 683,000 E – 5.404,150 N). Seno de Reloncaví, bahía de Chamiza, sector Piedra Azul, Comuna de Puerto Montt, Provincia de Llanquihue, X Región de Los Lagos.
13.- Puntilla Tenglo
14.- Conchal Gamboa (Chiloé)

Zona Intermedia o valle:

15.-Alero Marifilo. Arcaico Inicial 9800 A.P. Lago Calafquén, en sector de Challupen, entre Licanray y Coñaripe (sector septentrional de la X Región)
16.-Alero Quillen 1 (4740 A.P.). Norte de Temuco.
17.- Alero Quino 1

III Cerámico:

Complejo Pitrén

Costa:

18.- Tranaquepe
19.-Loncotripay (Tirúa)
20.- Sitio: Parcela 31-1 en ISLA MOCHA (1050 d. C. a 1640 d.C.)-
Zona Intermedia o valle:

21.-Campus Andrés Bello (300-1100 d.C.) UFRO, ciudad de Temuco
22.- Padre Las Casas (Temuco).
23.Quepe (al sur de Temuco)
24.Huimpil Norte de Temuco
25.- Liceo Industrial (Temuco)
26.-Shell Norte (Temuco)
27.- Lau-Lao (Gorbea)
28.-La Tereña (cerca de El Vergel, Angol)
29.- Cueva de Los Catalanes (Los Angeles)
30.-Licanco Chico (By Pass, sur de Temuco)

Precordillera:

31.- Pitrén (Panguipulli).
32.-Los Chilcos (Challupen) en el Calafquén
Pampa o zona oriental andina (Argentina)

33.- Bajo Añelo (lago Aluminé)
34.-Montículo Angostura (cerca del Lago Aluminé, Paso Icalma)-Cuenca del Bio Bio.
35.-Cueva de Haichol
36.-Alero Los Cipreses

Complejo el Vergel

36.-Alboyanco (1300 d.C.) Angol.
37.-Llenquehue (cerca de Cañete)
38.-Fundo Cancura (cerca de Angol)
39.-Fundo El vergel (cerca de Angol)
40.-Quinta Bell (cerca de Angol)
41.-Pucón 6 (Península de Pucón)
42.-Cueles: Kukalleco e Isla Katrileo norte de Lumaco en el lado oeste del río del mismo nombre y en el lado sur de los pantanos de Purén.
3.-Los Sauces.

Valle intermedio X Región

44.-Los Lagos (Pitrén Tardío)
45.-Población Lago Ranco

IV Histórico

46.-Gorbea 3 siglo XIX
47.- Ralipitra 1 siglo XIX

II. Procesos territoriales en el mapunche majontu mapu (1550-1818)


1. Wajontu mapu pikunche (limari- bio bio)

1.1. Frontera norte del wajontu mapu

Mapunche Wajontu Mapu es el concepto mapuche que nombra al territorio en su totalidad y dentro de este identificamos un área territorial denominada Pikunmapu o tierras ubicadas al norte del río Bio Bio y que llegaba en virtud de la existencia de asentamientos mapuche hasta la cuenca el río Limari. El Wajontu Mapu Pikunche, en el siglo XVI limitaba con otros pueblos en fronteras con franjas de coexistencia territorial; por el norte con los Diaguitas; por el Este con Diaguitas y Pwelche ( Huarpes-Chiquilllanes y Pewenches); por el Oeste con el mar pacifico y por el sur con el resto del territorio mapuche, el río Bio Bio de por medio. Una parte del pikunmapu, desde el río Limarí hasta el río Maipo se encontraba bajo dominio del Inca, región que formaba parte del Collasuyo cuzqueño.

El pinkunmapu fue sometido a un particular proceso histórico, que lo diferencio de los procesos ocurridos al sur del Bio Bio durante todo el periodo colonial –siglos XVI, XVII y XVIII-, donde los mapcuehs ultra Bio Bio lograron mantener la independencia territorial. Aún así, estos territorios y población constituían una continuidad con los de más al sur, siendo parte del mismo pueblo, de la cultura , de las dinámicas de la sociedad mapuche, y de la misma identidad dada por la dinamica entre linajes y territorios y sometidos a procesos históricos distintos durante el periodo de colonización española.

La frontera septentrional del Mapunche Wajontumapu a principio del siglo XVI era la cuenca del río Limarí hasta allí se reconocían asentamientos de población mapuche, pero el río Aconcagua aparecía como deslinde de la preeminencia mapuche y en los que los españoles señalaron que se encontraban los indios Chili. Sin embargo, existía hasta el río Limarí, un área de coexistencia territorial de asentamientos mapuche con asentamientos Diaguitas[7].

Para avalar la presencia mapuche en un territorio compartido, señalamos los testimonios que en 1633 hicieron en Santiago ante el Oidor de la Real Audiencia Pedro Machado de Chávez, los mapuche o indio Chile, llamados Alonso y el Logko Marcos todos asentados en pueblo de indios de Sotaquí ubicado a orillas del río Límari, alegando por la posesión de sus tierras que correspondían a los Lof formados en Cogoti y Combarbalá, territorios que habitaban desde antes de la llegada de los españoles. En la visita al sitio se recogieron los testimonios de los mapuche. El viejo Logko Juan Guentemanque y el indio Llau Llau reivindicaron las tierras desde el Vallé de Cogotí pasando por Combarbala hasta Pama: “Habrá cien años antes más o menos que mi abuelo vino de Santiago y se pobló aquí con veinte indios y otro cacique llamado Quepuemehuelen que aún no era cristiano cuando vinieron los españoles y dieron la paz y con otros veinte el cual mi abuelo se pobló en tierras del valle del río de Cogotí que es donde nació mi padre”. También el Logko Kare Kare de Huana, señala que el padre de Guentemanque le había contado que su gente había poblado el valle de Cogotí, “..ahí estuvieron muchos años hasta que por la justicia española que vinieron a estas tierras los redujeron al valle de Sotaquí para que tuviesen doctrina y se les administraran los santos sacramentos”. Otro tesminonio dado por el cacique Salvador señalaba que su padre escucho decir “...muchas veces que el abuelo del cacique Juan Guentemanque habría venido desde Santiago a poblar el valle Cogotí”. [8]

Las evidencias culturales de la presencia mapuche hasta las cercanías del río Limari, al año 1535, fecha de la irrupción hispana, son aportadas por Gerónimo de Bibar el que escribió que existían diferencias culturales entre los valles de Límarí y Combarbala, pues a partir de este último se hablaba una lengua distinta que era la misma hasta el Valle de Chile o Acancagua.

Más al sur, en la zona comprendida entre los ríos Aconcagua y Maipo aunque los Ayjarewes mapuche ocupaban prácticamente todo el territorio, aparecían algunas zonas compartidas de asentamientos de población mapuche y diaguita. A la llegada del inca en 1470, se instala población quechua, diaguita y de otras zonas traída como mitimaes, trasladada para trabajos tributarios que se asentó en algunos sectores de los Ayjarewes mapuche de la cuenca de Santiago y el Aconcagua[9].

Las fronteras entre pueblos indígenas no eran rígidas, compartían territorios de asentamientos, rutas de comercio, espacios económicos y de intercambio cultural, aunque suponemos, que muchas veces estas relaciones no estaban exentas de conflictos. Ello no impidió los acuerdos como ocurrió con la alianza mapuche-diaguita para resistir la entrada el español[10]. Hacia la Cordillera de los Andes zona de poblamiento temporal mapuche, la frontera del Wajontumapu pikunche se relacionaba con otros pueblos cazadores recolectores y agricultores transandinos, con los que se establecieron intercambios, con los llamados Puelche, formados por Chiquillanes, Pewenche y Huarpes, y Diaguitas[11]. Lo mismo ocurría con las relaciones al interior del territorio del pikunmapu, donde se establecía la complementariedad de las economías para diversificación de la dieta e intercambio de productos y manufacturas como parte del trueque, entre los diversos Lof y Ayjarewes situados en territorios con características ambientales y productivas particulares.

1.2. Poblamiento y division territorial del pikunmapu

La distribución de la población mapuche en el pikunmapu, desde Limarí hasta Concepción, ocupaba espacios geográficos que comprendían principalmente valles intermontanos de las cuencas de los riós Limarí, Choapa y Aconcagua. Rinconadas con aguas, bosques y suelos planos y bordes de esteros y rios en la zona de la precordillera, en el valle central y en los valles y planicies de la cordillera de la costa y el litoral. Todo estos espacios asociados a las cuenca de los ríos Mapocho, Maipo, Cachapoal, Mataquito, Maule e Itata. Existían sectores con menos densidad de asentamiento entre las zona de los ríos Claro y Laja en la depresión central, debido a la presencia de una geografía vegetación de espinos y suelos volcánicos, que daban un aspecto seco y un medio ambiente más limitado en recursos naturales. En general, los asentamientos se verifican en las orillas de los ríos y en los valles costeros donde existía grandes bosques, abundancia de aguas, lagunas y pesca marina y lacustre. Los territorios menos fértiles eran ocupado como zonas de caza, pastoreo y recolección y asentamiento temporales.

La organización social de los mapuche del pikunmapu, correspondía a familias vinculadas por linaje que tenían un asentamiento territorial basado en relaciones de parentesco, como la relación existente en el valle de Aconcagua entre MichimaLogko y Tanjalonco, que eran nombrados Logkos principales del valle. Al momento de contacto con el español eran tío y sobrino respectivamente, como lo indica el padre Rosales[12] “Llego la nueva entrada del Mariscal Almagro, y sus españoles, al valle de Aconcagua..., y los caciques Michamalonco y Tanjalonco su sobrino, llamaron a ...”.

Entre los muchos linajes mapuches que ocupaban la zona del Limari al Bio Bio, a los inicios del contacto mapuche–español en el siglo XVI, se pueden destacar los “Logko” (MichimaLogko, InviraLogko), los “hueno” (Antihueno); los “gualguen” ( Quirogualguen); los “pillan” (Guaunpillan, Melipillan ); los “milla” (Loncomilla); los “pangue” (Malopangue);los “llanga”() ; los “manque” (Chinguaimanque); los “lande” y muchos otros, como se puede apreciar en el cuadro siguiente:

Algunos logros del pikunmapu siglo xvi

LOGKO O CACIQUE
LUGAR
AÑO
Michimalonco
Valle de Aconcagua
1541
Tanjalonco
Valle de Aconcagua
1541
Chinguaimanque
Valle de Aconcagua
1541
Aloande
Santiago
1541
Turioande
Santiago
1541
Maquinanpe
Santiago
1541
Inviralongo
Santiago
1549
Perquitalongo
Santiago
1549
Antehueno
Santiago
1549
Landagueno
Santiago
1549
Catarongo
Santiago, Tobalaba
1552
Quirogualguen
Santiago, Vitacura
1552
Nimaogualguen
Santiago, Vitacura
1552
Guara Guara
Santiago, oriente
1546
Guandalongo
Santiago, entre el Mapocho y el Maipo
1549
PianeLogko
Lampa
1541
Victolio
Lampa
1552
Loncopillan
Lampa
1552
Guahunpillan
Lampa
1552
Quilacanta
Indio del Peru
1541
Longomilla
Maipo
1541
Elicosa
Maipo
1545
Quelengari
Maipo. Cauquin ribera sur.
1545
Guachinpilla
Maipo , ribera del río
1547
Hernando
Maipo ribera del río
1549
Painavillo y Lonquie

1541
Conelquenau, y otros..

1541




Fuente: León (1991:87-88).

1.2.A. Fütalmapus, Ayjarewe y Lof en el pikunmapu

La estructura de organización territorial mapuche del Mapunche Wajontu Mapu se constituyo como Lof que corresponden a familias agrupadas en un territorio al mando de un Logko. Varios Lof forman el Ayjarewe, que agrupa a varias pequeñas parcialidades territoriales distribuidas en un territorio determinado y que se encuentran unidos por lazos de parentesco. Estas categorías son observables en el pikunmapu, ya que en los documentos coloniales, en espacial los relativos a las encomiendas, aparecen constantemente, “los caciques principales” y los “caciques sujetos”. Por lo general los caciques principales corresponden a los Ñizol Logkos y los caciques sujetos a los representantes de los Lof[13]. La agrupación de varios Ayjarewes forma el Fütalmapu o Futalmupu, que es un territorio extenso vinculado entre sí por lazos de parentesco, alianzas sociales y culturales y económicas, y en especial militares.

En muy probable que en la zona del Aconcagua hasta el Mataquito, existiera un Fütalmapu[14], conducido por el Ñizol Logko Michimalonco, ello a juzgar por lo señalado por Mariño de Lobera, al referirse al parlamento de paz de Santiago, efectuado en 1541, que reunió a los Logkos entre la cuenca del Aconcagua hasta el Mataquito bajo el mando de un Logko principal. La estructuración jerárquica de esta junta podría estar dando cuenta de una de la existencia de un Fütalmapu formada por los Ayjarewes cuyos Logkos concurrieron al parlamento. En efecto, al parlamento de Santiago: “... concurrieron los principales capitanes y cabezas del Reino: entre los cuales estaban el capitán Jaujalongo, Chingaymanque, Apoquindo, Butacura (Vitacura) Lampa, Maipolipillán, Colina, Melipilla, Peumo, Pico, Poangue, Cachapoal, Teno, Gualemo, y el General Michimalongo”[15].

También es posible reconocer y nombrar como Ayjarewe a todos los pueblos de indios que se constituyeron durante el periodo colonial, ya en cada uno de ellos aparece un Logko principal y Logkos secundarios de los Lof, subordinados a la autoridad del Ayjarewe, los que de acuerdo a los nombres corresponden al mismo linaje. Los ejemplos son varios:

El LogkoVitacura o Futacura, era el principal del lugar ubicado en el cerro San Luis a orilla del Mapocho. Los caciques subalternos que tenían sus Lof cercanos al lugar e incluso en la ribera norte del río Mapocho eran Palabanda, Pujalongo, Perimalongo, Tongui, Catalonde, Longopilla, de este último dependían Trinquimanquí y Gualtilina. En el caso de Apoquindo, dependían de los Logko Picuncahue, con su Lof en el sector de Lo Fontecilla, Tabuncura en el sector - de Las Mercedes y Mayecura. El pueblo de Nuñoa o Ñuñohue, estaba a cargo del cacique Longomavico o Aponchonique y dependían de este los caciques Malti y Tocalevi. En el caso de Tobalaba, conocido como Tobalahue o Tobalahuen tenía por Ñizol Logko del Ayjarewe a Catacingo y como caciques subalternos de los Lof a los Logkos, Vanga, Mantepán, Pameurongo, Condatongo, Anguaguay y Parapuchi. El Ayjarewe de Macul, el cacique principal del Ayjarewe era Longomoro y sus caciques subalternos Inviralongo, Pilquintalongo, Antihueno y Landahueno[16]. El Ayjarewe de Gualemo de Teno, al sur de Santiago, tenía entre otros caciques o Logkos a Aloande, Turlopande y Naquindo[17].

Una de las características de estos Ayjarewes, era la dispersión de los asentamientos y la ocupación de territorios de uso permanente y uso temporal, los que eran parte de una gran jurisdicción, por lo que “ numerosos pueblos de indios tenían potreros en la cordillera, tierras que eran comunitarias como los pueblos de indios de Aconcagua, Nancagua, Gonza, Rapel, Chanco, Colina y Lampa”.[18]

Ricardo Latcham[19], en base a información histórica del siglo XVI, reconstruye los Ayjarewes y Lof mapuche para la zona comprendida entre los ríos Itata y Bio Bio “...que en tiempo de la conquista era uno de los baluartes de los indígenas , y zona bastante poblada”. Reconoce la existencia seis Ayjarewes con sus respectivos lof. Los Ayjarewes nombrados eran; Coelemu, entre el río Itata y el Estero Bureo; Peguco, entre el río Itata y el Andalién; Rere y Hialqui(sin delimitación); Llancamilla, entre el Itata y el río Bio Bio, y Rarinlevu, entre el río Laja y el Bio Bio , al oriente de la actual ciudad de Los Angeles.

AYJAREWE
LOF
COELEMU
(Llamado Gualemo por los españoles)(Entre el río Itata y el estero Bureo)
Coelemu

Otohue

Coihueco
PEGUCO (Entre el río Itata y el río Andalién)
Talcahuenu

Aquelpangue

Arana

Puchacay

Andalién
RERE
Huelén - Huelén

Cahuiñungue

Guachumávida

Talcamávida
HUALQUI O GUALQUE
Laleufu

Quilacoya

Yecutun

Hualqui o Gualque

Talcahuenu
LLANCAMILLA (Entre el río Itata y la margen norte del río Bio Bio)
Tolmilla

Quelenmapuco
RARINLEVU O RANRILEVU O RALINLEVU
(Entre el río Laja y Bio Bio, al oriente de la actual ciudad de Los Angeles)
S/I

Fuente: Latcham :1922.

Es necesario señalar que si bien estas estructuras territoriales mapuches eran preexistente al contacto con el español, también fueron trascendentes, pues se mantuvieron durante el periodo colonial de dominación hispana, aunque reducida la cabida de sus jurisdicciones. En efecto, los Ayjarewes y los Lof mapuche del pikunmapu fueron en parte reconocidas por el español, al momento que se formaron los pueblos de indios, donde una porción de las tierras le fueron reconocidas al Logko principal[20]. Los Lof mapuche se mantuvieron como asentamientos localizados en las tierras ancestrales asociadas a los recursos naturales, conservando los mapcuhe su organización socio cultural y las relaciones de parentesco y linaje[21]. Un ejemplo, de la perviviencia de la estructura tradicional mapuche del Ayjarewe y a su base los Lof, es el pueblo de indios de Vichuquen.

“En el pueblo de indios de Vichuquen, en la segunda mitad del siglo XVI (1579), correspondía a un espacio de asentamiento disperso formado, al menos , por las parcialidades de Chaicague, Llico y Queconmeo. Estas no solo equivalen a un conjunto de unidades sociales, sino también a una forma de organización del territorio, el cual se encuentra segmentado por el conjunto de unidades familiares agrupadas en torno a la autoridad y figura de un cacique.

.. Vichuquen habría estado conformado por una seríe de subconjuntos , los que ocuparían niveles de jerarquía diversos dentro de la estructura económica, política y ceremonial de Vichuquen. En cuanto a la unidad socio-territorial, Vichuquén podría ser considerado un amplio espacio conformado por las parcialidades de Llico, Queconmeo y Chaicague que reconocían la autoridad de los caciques Anteguanteguelen, Cachumilla y Mauroquinto, respectivamente”[22].

El Ayjarewe de Vichuquen tenía como Ñizol Logko o cacique principal a Perquinlebo y como Logko locales o caciques a Guelemanque, Antaguentelen de Llico, Cachumilla de Queconmeo y Mauroquinto de Chaicague. Se asocia a este pueblo de Vichuquén a Tenguanguelen de Huenchullami y al cacique Llemanque trasladado a Chigualoco[23]. Al parecer, el Ayjarewe de Vichuquen fue incluso más extenso, y se extendía más al sur de la desembocadura del río Maule, puesto que en 1602, en la encomienda concedida a Juan de Azocar se señala que se le entregan indios de los pueblos de Chanco y Loanco “los cuatro de ellos naturales del pueblo de Chanco llamados Pedro Tureoman, Alvaro Talcapil, Alonso Curalebo y Pedro Guerepangue, sujetos al cacique de Vichuquén”[24].

Lo anterior confirma como el pikunmapu se estructuraba en base a la organización territorial mapuche y que esta se mantuvo incluso después de la invasión hispana. A la organización social y política del territorio, se debe agregar la organización cultural y sagrada que formaban parte de la geografía del territorio, como los cerros Tren-Tren, que constituyeron parte del Az mapuche. Los existencia de los cerros Xeg Xeg se encontraban en todo el territorio bajo el dominio español, según describe el padre Rosales[25]“...Y en todas las provincias hay algún Ten Ten, y cerro de grande veneración, por tener creído que en se salvaron sus antepasados del Diluvio general“. Diversos autores[26], relatan la presencia de los cerros Xeg Xeg, localizándolos cerca de Peumo y Doñihue en el valle del Cachapoal, Chada en el sector sur del Valle del Maipo y Curimon en el valle del Aconcagua”[27].
2. Invasión hispana: la usurpación territorial y reducción indígena

2.1. Apropiación y Reparto Territorial del Pikunmapu

La invasión de los territorios indígenas por parte de la Corona Española a partir de 1540, significó que las tierras dominadas militarmente pasaran a formar parte del Patrimonio Real, para luego proceder a su reparto a las huestes hispanas a través de las mercedes reales, reservandose a los indígenas pequeñas porciones territoriales, que constituyeron bolsones de mano de obra para ser encomendadas en favor del invasor.

Así, la política de dominación impuesta en el pikunmpu estuvo conformada de la apropiación del territorio, el reparto de este a los conquistadores, la reducción de los mapuche a Pueblos de Indios y la imposición del sistema de encomienda, consistente en disponer de la mano de obra indígena para ser trasladada desde sus asentamientos poriginales, hasta las haciendas formadas por el español.

El reparto territorial indígena se efectuó en virtud de la bula “Intercaetera” dictada por Alejandro VI, el 3 de Mayo de 1493, invocándo dioses lejanos y ajenos a la cosmovisión y religión indígena. En el se auto otorgaban el derecho a disponer de las tierras bajo ocupación militar. El texto de la bula decía: “... por la autoridad de Dios, omnipotente concedida a San Pedro y del Vicariato de Jesucristo que ejercemos en la tierra, .... a vos vuestros herederos los reyes de Castilla y León, perpetuamente, por la autoridad apostólica, a tenor de la presente, donamos, concedemos y asignamos (las tierras indígenas sometidas bajo ocupación militar), y a vos y vuestros herederos ... señores con plena , libre y omnímoda potestad, autoridad y jurisdicción os hacemos, constituimos y diputamos.”[28]

A los dominados el hispano les reconocía el derecho a administrar las tierras de la reducción y disponer de ellas[29], lo que facilito en un primer momento la venta y enajenación de muchas de ellas. Solo a principios del siglo XVII se iniciara un proceso de mensura y protección de las tierras mapuche constituyéndose los llamados Pueblos de Indios. El resto del territorio quedo en poder de la Corona que dispuso de ellos, a través de sus conquistadores, para la formación de la propiedad hacendal.

Entre los procedimientos de apropiación directa de territorios indígenas y desalojo de la población se encontraba el “Requerimiento de Palacios Rubio” que era invocado para legitimar ante la Corona hispana la toma de posesión. Pedro de Valdivia, al momento de la fundación del fuerte y villa de Santiago, convoco a los loncos del valle del Mapocho para leerles el “requerimiento”, imponiéndole al lonco Huelen Huala la usurpación del cerro Huelen y las tierras aledañas, y por la misma lo obligo a cambiar la residencia desde su Lofmapu a Talagante, y de este lugar llevo a Santiago a los mitimaes del inca para el servicio personal.

La fundación de Santiago fue el primer acto de usurpación legal de tierras mapuche, el que se acompañado por el despojo de los Lof Mapu de los indios Guaicoches (gente de la quebrada con agua) que tenían sus posesiones en las tierras ubicadas ubicadas detrás del cerro Manquehue, las que se comenzaron a denominar La Dehesa del Rey. Los Guaicoches después del desalojo, fueron llevados a Tango, luego los trasladados a Peñalolen y finalmente se le adjunto al pueblo de indios de Apoquindo.

2.2. Los Pueblos de Indios

La constitución de los pueblos de indios fue parte de la política hispana para asentar a los mapuches en parte de las tierras ancestrales, correspondientes a sus Lof y Ayjarewes, con esto deslindar la propiedad indíogena para destinar el resto de las tierras a la constitución de la propiedad hispana. Por tanto, la radicación de los mapuche del pikunmapu en los pueblos de indios, se debió... “únicamente a la política de reducción y constitución de la propiedad indígena desde los primeros momentos de la conquista... La preocupación de las autoridades por obtener la reducción de los indios, perseguía el establecimiento de dos formas diversas de propiedad de la tierra: la individual y la colectiva o bienes de la comunidad”.[30]

Esta política de radicación se comenzó a aplicar a partir de 1580 con la Tasa de Gamboa que instruyo sobre la conservación y mensura de tierras indígenas, como reacción a los constantes procesos de perdida y usurpación. Sin embargo, el proceso de constitución de la propiedad mapuche en el pikunmapu se formalizara con las mensuras de Gines de Lillo entre 1603 y 1605, que mide las tierras indígenas que aún existían entre el Maipo y el Aconcagua y que se habían salvado del primer proceso de enajenación y usurpación. Las ordenanzas de Gines de Lillo y las instrucciones contenidas en la Tasa de Esquilache, serán las que se utilizaran durante todo el periodo colonial, es decir los siglo XVII y XVIII para constituir los pueblos de indios en el Pikunmpau, entre Limarí y río Bio Bio.

El concepto “pueblo de indio” impuesto por el español no corresponde a una aldea o villa como se pueda pensar, sino que a un conjunto de tierras agrupadas en un solo paño o distribuido en varios posesiones dentro de la jurisdicción de un Logko. Cuando se radico en tierras de un solo Lof, el pueblo de indios quedo comprendiendo un solo paño, como ocurrio con los pueblos de indios de Tobalaba, Macul y Apoquindo. En cambio, cuando la radicación del pueblo de indios se efectuó considerando al Logko principal de un Ayllarrehue, las tierra quedaron distribuidas en varios parcialidades como ocurrió con los pueblos de Vichuquen, y Lora en la costa del Mataquito.

Las radicaciones en pueblos de indios, se caracterizaban por tener cabidas variables de superficies lo que dependía del tamaño de la población, pues las ordenanzas de Lillo, establecían una superficie de tierra a entregar en forma individual al Logko (10 cuadras), indios (5 cuadras), viudas (3 cuadras) más tierras comunitarias.

Las tierras reconocidas a los llamados pueblos de indios en general consideran en las mensuras las zonas pobladas y de localización de rucas, las tierras agrícolas (generalmente reconocidos como propiedad individual) y terrenos de pastajes de animales (como propiedad comunitaria), quedando fuera del reconocimiento los terreno de recolección y caza y de uso sagrado y verandas, suelos de valle y rulo de uso temporal y muchos otros que constituían los territorios de los Ayjarewes. Los terrenos no reconocidos al mapuche se llamaron terrenos vacuos o vacantes para la asignación de las mercedes de tierras.

De allí que se solo se reconocieran entre el río Limari hasta el Bio Bio, norte chico y la zona central, solo porciones de las tierras originarias de los mapuche que subsistían con tierras a principios del siglo XVII.

2.3. Mercedes de Tierras la constitución del latifundio español sobre las tierras del pikunmapu.

Las mercedes de tierras constituyeron la forma en que los españoles repartieron las tierras del pikunmapu y dieron origen a la propiedad hacendal. Las primeras mercedes estuvieron asociadas a las encomiendas de mano de obra, y se establecieron cerca de los asentamientos originarios de los mapuches, cercando las tierras ocupadas ancestralmente por los mapuches.

Algunos de los jefes de conquista y autoridades indianas tuvieron atribuciones para repartir tierras y solares. Las primeras mercedes las hizo el Cabildo Antiguo y el Gobernador Valdivia, pero su asignación quedo inconclusa debido a que en el asalto mapuche a Santiago de 1541, se incendiaron los archivos. Con posterioridad al levantamiento de Michimalonco se reanudo las entrega de mercedes de tierras, repartiéndose rápidamente el valle de Santiago y Aconcagua.

En la cuenca del valle de Santiago, las primeras mercedes se solicitaron sobre las tierras ocupadas directamente por los mapuche e inmediatas a la población indígena. En 1546 se pedían las primeras confirmaciones. Así en los sectores conocidos como Apoquindo, Vitacura, Tobalaba, Ñuñoa y Macul se constituyeron mercedes de tierras a favor de Juan Jufré, compañero de Pedro de Valdivia, de Francisco de Aguirre, Juan Fernández de Alderete, Francisco de Villagra, Juan de Cuevas, Juan Zurbano, Francisco Raudona y Pedro Gonzalez de Utrera, que correspondían a Lof y Ayjarewes de Ñuñoa y Macul[31]. En el caso de Francisco de Villagra solicito las tierras del Logko Martín en Macul y en ellas se repartieron chacará y caballerizas. Con estas disposiciones los propios españoles no respetaban su ordenamiento jurídico de resguardo de las tierras ocupadas por mapuche, violando las disposiciones que instruían salvaguardar las propiedad indígenas y sus terrenos. En otros casos se opto por salvaguardar las tierras indígenas, ante las solicitudes de algún español, como ocurrió en las riberas del río Maipo, donde a Pedro de Villagra se le negaron las tierras del lonco Guachimpilla, el que estaba asignado como encomendado a otro español.

El reparto de mercedes de tierras en Santiago se acabo entre los años 1575 y 1580, y después de 1591 solo se efectuaron mercedes de las demasías y vacantes. La situación al sur de Santiago era distinta; “Desde el río Maipo hasta Concepción y Bio Bio, la distribución fue muchísimo más lento, pues el tiempo del Gobernador Juan Henríquez se hicieron numerosas mercedes y aún se las encuentra a fines del siglo XVII”.[32]

En efecto, en Vichuquén durante el siglo XVII aún se continuaba la entrega de mercedes de bastas extensiones que formaron un mosaico que cubría las tierras de la cordillera de la costa y el valle central, siendo una de las más importantes la entregada a Pedro de Home Pesoa en 1631 que abarcaba todas las tierras vacantes entre las lagunas de Vichuquén y la laguna de Caguil, llamada también laguna los Choros[33].“Las mercedes de tierras otorgadas en la zona fueron envolviendo a la laguna de Vichuquén, el paraje de la Higuerilla, las lagunas de Torca y el Totoral del Agua Dulce..., el asiento y boca de Llico, la laguna de Boyeruca, espacio además reorientado por la estancia y por la producción de sal..., como igualmente sucedió con el espacio comprendido entre la boca de la laguna de Bucalemu y la laguna de Caguil, cercana del estero de Nilague, área donde el español desarrolló una actividad importante relacionad tanto con la ganadería como con la producción de sal”[34].

Asimismo, el reparto del pikunmapu y la constitución del dominio hacendal español, trajo numerosos conflictos con los mapuche que se opusieron a la perdida y usurpación de sus tierras, exigiendo a los españoles que se les respetasen las tierras dejadas como reducción u ocupadas materialmente de forma permanente y temporal.

Hacia mediados del siglo XVII, las zonas más importantes y codiciadas de las primeras ciudades chilenas, Santiago y La Serena, se encuentran repartidas en mercedes y tienden a convertirse en compactas estancias. Las nuevas adquisiciones deben proceder de compraventas, dotes, herencias, donaciones y demás formas de derecho privado. Los españoles excluidos de la capa de los grandes propietarios, por falta de capitales necesarios para la compra de tierras o por no poder enlazarse con las familias poseedoras, no pueden tener ya tierras propias, se va marcando la estratificación social.

Durante la primera mitad del siglo XVIII, las autoridades hispanas comenzaron a cuestionar el sistema de asentamiento rural y de la gran propiedad de las tierras, promoviendo la idea de hacer nuevos propietarios, solicitando se supriman las mercedes de tierras de gran extensión para entregar medianas propiedades y beneficiar a numerosa población asentada en las villas y ciudades de reciente creación. Es así, como el Oidor Martín de Recabarren en 1738 envía una carta al Rey señalando la necesidad de una mensura general de tierras por la imprecisión de los deslindes de las propiedades y la necesidad que por medio de ella se regule la extensión de las haciendas ya que han existido concesiones de tierras excesivas señalando que “... las dos tercias partes o más de los actuales [pobladores] no tiene tierras que cultivar”. Pidiendo que se repartan las tierras vacantes y modificar la propiedad eclesiástica”[35].

2.4. Encomiendas de Indios y traslado de población

2.4.a.- La encomienda

El tema de la encomienda es fundamental para entender la situación de los Pueblos de Indios del pikunmapu, pues este sistema de obligación de trabajo provocó la disminución de la población de los Lof y Ayjarewes debido al traslado de gran parte de la población mapuche a las haciendas, lo que significo baja presencia o despoblamiento en las tierras reducidas y la vez procesos de usurpación de las tierras.

Las encomiendas fueron asignadas por mandato del español para proveerse de mano de obra y fue el primera retribución de la conquista territorial, que obligaba a la población mapuche a trabajar para el español durante largo periodos del año, siendo trasladados desde sus Lof hasta las haciendas del español formadas a su vez por la expropiación de territorio y las mercedes de tierras que se auto concedían. “El régimen de indígenas de la Gobernación de Chile significó un sacrificio casi completo del sistema de pueblos o reducciones, propiciando la legislación metropolitana y por las ordenes religiosas en toda América, a favor de la encomienda, y más tarde, del asentamiento en estancias de los españoles”.[36]

La fuentes de sustracción de la mano de obra encomendada, según Góngora (1976) fueron las pequeñas tenencias de los indígenas dentro de las chacras y estancias de los españoles, multiplicadas a expensas de los pueblos, las que constituyeron durante los siglos XVI y XVII la forma más utilizada por los propietarios de proveerse de mano de obra.

La explotación de la mano de obra mapuche en las hacienda y el desarraigo casi permanente de sus tierras del que se aprovechaban los españoles, llevó rápidamente a un proceso de despoblamiento o reducción sensible de la población de los pueblos de indios, lo que obligo a que se regulara la prestación de servicios de los encomendados.

En 1621, se dicto la Tasa de Esquilache, que ordeno la división de los indígenas en varios grupos de trabajo con el fin de que pudieran volver a sus pueblos a sembrar y cosechar. Estableció el siguiente calendario de trabajo; a mediados de noviembre deberían salir los mapuche desde sus pueblos para cumplir un periodo de trabajo comprendido entre el 1° de diciembre hasta el 15 de marzo. El día 16 deberían volver a sus pueblos para la cosecha y el 24 de abril reanudarían la mita hasta el 8 de octubre. Al término de cada periodo el grupo de indígenas debería volver integro a su pueblo. Estas disposiciones, no fueron cumplidas en muchos casos, ya que el traslado sucesivo de la mano de obra entre una y otra hacienda de los encomenderos, y las distancias de traslado impedían que se respetaran las ordenanzas, lo que favorecía a los españoles.

Aunque regulado el tiempo de trabajo y servicio, la jornada laboral diaria no lo estaba, tampoco las formas de explotación del mapuche, pues la carga de trabajo al que eran sometidos por el encomendero eran abrumadoras: “En Melipilla, en la estancia de Gualemo, en 1679, los indios tienen tierras y reciben además una ración semanal de charqui, pero declaran que no tiene más de tres días libres, que deben trabajar en las fiestas, pues el encomendero- que es dueños de la estancia-los abruma con las faenas de pastoreo, las labranzas, las largas conducciones y tienen a veces que “limosnar” su alimento. Los pagos de salario en ropa están fuertemente atrasados, un rasgo generalizado en este siglo en Chile”[37].

2.4.b.- Los traslados de población

Los traslados de población desde un pueblo de indios a otro, o de un pueblo a una hacienda fue el común denominador que ayudo a la disminución constante de población mapuche en los asentamientos originarios. Esto fue posible debido a que el poder español sometió a los mapuche y otros indígenas al sistema de encomienda, obligando a todos los hombres de entre 18 y 50 años a servir en la haciendas de sus encomenderos, los que provoco que en los pueblos de indios solo quedase población en su mayoría infantil, de jóvenes mujeres y adultos, muchos de estos trasladados para servicio personal[38]. El traslado de población muchas veces sirvió al español para impulsar usurpaciones de las tierras a través de la ocupación directa de los terrenos abandonados y para fundar proposiciones de confinamiento de pueblos de indios a unos pocos asentamientos, cuestión que aunque se intento dio pocos resultados, pues la población mapuche a pesar del constante desarraigo y traslados mantuvo la memoria y la reivindicación de sus tierras.

Son numerosos los traslados de población mapuche. Para formarse una visión de estos procedimientos describimos algunos casos que permiten entender la situación de constante migración forzada que en muchos caso se transformo en desarraigo definitivo y otros un poderoso aliciente para volver a sus tierras ancestrales, los que fue regulado en 1621 por la Tasa de Esquilache.

Algunos casos de traslados de población son los siguientes:

En la zona de Pirque al sur de Santiago,” los indios que fueron de la encomienda de Rodrigo de Quiroga, ocuparon y cultivaron como dueños el valle de Cochancache – correspondiente a las tierras ubicadas entre la junta del río Maipo y Clarillo, y el camino real a Chada - y como arrendatarios también cultivaron Pirque...que el cacique Lienagual sembró en esas tierras como arrendatario de ellas...” hasta que “ ...Rodrigo de Quiroga se llevó a sus indios a Apoquindo, esas tierras quedaron desamparadas, no quedando en ellas ningún indio”[39]. El encomendero Francisco de Aguirre en el siglo XVI “... cambió la encomienda de Gualemu en Teno a Andacollo, en Codao había una encomienda trasladada de Catentoa o de Aconcagua, que tuvo un nuevo traslado a fines del siglo XVIII a Navidad[40]. En 1602-3, en las hacienda de Macul se concentraban diversos indígenas desde yanaconas e indios “de servicio personal” venidos de Peteroa y de otros pueblos del Maule[41]. Y en 1697, dos terceras partes de los mapuche del pueblo de Indios de Chacabuco, son trasladados por el encomendero Pedro Gutiérrez de Espejo a la hacienda de San Pedro, quedando el otro tercio de las familias a cargo de los cultivos y cuidado del ganado.

Casos de traslados completos de un pueblo a otro es el ocurrido en el pueblo de indios de Chada a fines del siglo XVIII, que ocurrió debido a la presión ejercida sobre sus tierras por parte de los hacendados. “[...] se han trasladado todos los indios del pueblo de Chada al de Codegua que esta en medio de la Hacienda...”[42]. Traslados de población por litigio de tierras ocurren en 1628 en Quilicura, al ser trasladada la población a Talagante[43], que correspondía a una de las parcialidades del mismo ayllarrehue, como se desprende de la declaración efectuada por el Logko Calbin que señalan en otro juicio que su posesión es inmemorial en los terrenos de Talagante

El periplo de la mano de obra, al que eran sometidos los indígenas por sus encomenderos recorría de norte a sur. Los encomenderos ante la falta de población comenzaron a congregar más de una encomienda en una sola estancia. Así las encomiendas de Liguiemo, Tango y Tobalaba, se congregaron en Putupur en el valle de Quillota y luego fueron trasladados a la estancia de Peteroa en el Maule. Finalmente, al quedar vacante la encomienda, los indígenas fueron radicados en Mallaca en tierras dejadas por los encomenderos en Quillota, pero alegando no ser de allí los indígenas volvieron a Ligueimo[44]. Hacia el norte de Aconcagua, otro ejemplo de traslado y concentración de distintas encomiendas de varios pueblos de indios en una sola hacienda era lo que ocurría en 1630 en La Ligua, donde aparte de los indígenas del valle se encontraban encomendados “...algunos beliches, indios de Putaendo e indios de Codegua” a su vez “Gran número de indios de La Ligua y los de Curimón , Apalta y Llopeo estaban asentados en la Hacienda de Pullally. También fueron mudados a ese lugar las encomiendas de Rapel y Pucoa.”[45]

Este constante periplo laboral de la población mapuche encomendada llevo a que La Tasa de Esquilache considerara una solución jurídica para evitar el despoblamiento de los pueblos de indios y a la vez de las haciendas, dispuso que los indígenas que a la fecha se encontraran fuera de sus lugares originarios de residencia por más de diez años se quedarían en el lugar donde se encontraban radicados y los indígenas que se encontraran ausentes por menos tiempo deberían volver a sus pueblos. “Al pregonarse, en 1621, la Tasa de Esquilache en Curimón, partido de Aconcagua, se estableció que los indios de los pueblos de Aconcagua, Curimon y Apalta se encontraban dispersos en las estancias vecinas a La Ligua, así como en las minas cercanas con sus mujeres e hijos y durante muchos años sin mudarse, o bien en Santiago”[46].

Aunque la Tasa de Esquilache, regulo el tiempo de trabajo, la cabida mínima de tierras de los pueblos de indios y trabajo en las haciendas, esta no evito la disminución de población en los pueblos de indios[47].

Otros traslados de población fueron efecto de la fundación de villas españolas, tanto a principios del periodo colonial con la fundación de Santiago y cuando “ a mediados del siglo XVIII, se activa una política de fundación de villas, encontraremos nuevos desplazamientos de indios debido a esta causa”[48]. El caso más conocido es el del pueblo de indios de Melipilla donde la población fue trasladada desde su asentamiento original y llevados al Bajo junto al río Maipo y para fundar la villa de Curacaví[49].

3. Trayectoria colonial de las tierras de los pueblos de indios

3.1. El pikunmapu después de la ocupación militar y la derrota mapuche

Las tierras mapuche del pikunmapu a partir de 1540 comenzaron a ser objeto de reducción mediante diversos métodos de enajenación y usurpación. El primero de ellos correspondió a la apropiación de todo el territorio mediante la “bula intercaetera” que permitió a los españoles disponer de las tierras del pikunmapu y entregar las mercedes a los españoles para que formaron las haciendas, muchas de las cuales se instalaron sobre las tierras de los Lof mapuche.

El español no tuvo una política de radicación del mapuche hasta 1580, antes de esa fecha se dedico a respetar parcialmente las posesiones indígenas para asegurar el repoblamiento mapuche luego de la dispersión y reducción demográfica ocurrida con la guerra de resistencia mapuche (1541-1550). El reconocimiento jurídico hispano que los mapuche podían disponer de sus bienes, favoreció y alentó la ventas y remates de tierras, proceso que duro todo el siglo XVI. Solo a fines de este siglo, los españoles, ante los procesos de reducción de las tierras mapuche, provocada por el traslado de la población a las encomiendas, las presiones por ocupar y apoderarse de las tierras indígenas, llevo a que se nombrara un Protector de Naturales para que administrara los pueblos de indios, con sus Lof y Ayjarewes y entre otras funciones estuvo autorizar las enajenaciones de tierras. Solo a comienzos del siglo XVII se dictaron ordenanzas y tasas destinadas a resguardar las tenencia de tierras mapuche y constituir la propiedad indígena por medio de las mensuras de los pueblos de indios.

3.2. Las ventas de tierras mapuche durante el siglo XVI

La venta de tierras de las comunidades y pueblos de indios comenzaron a efectuarse desde el inicio de la dominación española del pikunmapu, pues por Cedula Real de 1540 se admitió la compraventa de tierras a indígenas con presencia del Oidor, lo que estimulo a que desde los primeros años del dominio hispano las tierras mapuche de la zona entre Limari y Bio Bio, y en especial en los sectores cercanos a Santiago, quedaran sometidas a un proceso de enajenación.

Años más tarde, en 1571, otra cedula estableció que la venta de tierras mapuche debería efectuarse en remates públicos, “en las justicias en pública almoneda” y anunciarse públicamente treinta días antes de la subasta. La autoridad de Solórzano confirmo la necesidad de la intervención de la justicia, del protector y de dar los treinta pregones de acuerdo con las cédulas citadas.[50]

Esta formalidades del derecho indiano fueron observadas en los remates y adjudicación de tierras de indígenas, pero ello no fue garantía para que en el acto legal se verificara la usurpación y el engaño. El procedimiento para la venta y enajenación de las tierras consistía en demostrar que la enajenación de las tierras en forma total o parcial de un pueblo de indio era beneficioso para estos, que las tierras una vez en poder de los españoles comenzarían a pagar tributo o sesmo. Para avalar la conveniencia de enajenar, los españoles debían concurrir con testigos, entre los que frecuentemente se incluía el administrador del Pueblo de Indios[51] y luego dar treinta pregones para que concurrieran los interesados al remate público. Finalmente se realizaba la subasta y la transferencia al español adjudicatario, verificándose la mayoría de los remates en el valle de Aconcagua y Santiago[52].

La presión sobre las tierras mapuche aumento a fines de la última década del siglo XVI, con el termino del ciclo de la explotación aurífera y la reconversión económica hacia la agricultura, para los que era necesario “... aumentar sus disponibilidades de suelo para empresas agrícolas en una época en que se estaban verificando cambios en la economía del reino, en orden a suplementar la decadencia de la producción aurífera con nuevas actividades económicas”.[53]

Las adjudicaciones de tierras mapuche constituían un gran negocio para los adquirientes, debido a que el precio pagado al indígena aumentaba inmediatamente al pasar a dominio del español, el que luego enajenaba parte de la tierra y recuperaba la inversión. Esta especulación se presentaban en varios pueblos de indios. En el de Aculeo “.. una parte de las tierras compradas el 26 de abril de 1599 por Gaspar Hernández de la Serna a los indios de Aculeo, se traspasaba pocos meses después, el 1° de octubre del mismo año, a Alonso Navarro, por 50 pesos de oro, es decir, por el precio que había pagado por el total”. [54]

En muchos casos de ventas de tierras indígenas no existió presencia de dinero, pues “el traspaso fue hecho gratuitamente y a cambio del exclusivo establecimiento de un rédito”[55], es decir, de un renta o beneficio de la explotación si saber el tiempo por el que se otorgaría al mapuche. Era un pago a plazo con la misma explotación de la tierra enajenaba. Los casos de este tipo de ventas de tierras para el periodo entre 1590 y 1600 corresponden a los pueblos de indios de Aculeo, Pelvín, Rapel, Melipilla Pico, Tanco (Tango), Peumo y Pomaire, todos lugares cercanos a Santiago, ubicados en valles de buenas tierras agrícolas.

Para proceder a poner las tierras en subasta era necesario la intermediación del protector de naturales. En 1588, el protector Luis de la Torre presentó una solicitud en nombre de los Logkos de Pomaire, don Pedro Revo y don Alonso Pelquihuan, para que parte de las tierras del Ayjarewe, ubicadas en Puangue pudiesen ser rematadas, atestiguando que estaban sin uso. La solicitud fue aprobada y se efectuó el remate, adquiriéndolas en mismo encomendero de Pomaire. Lo mismo ocurre a los indígenas de Rapel que venden las tierras de un quebrada ubicada a cinco leguas del pueblo de indios, llamadas tierras de Terao que es donde entra el mar y que se llama Llebunechico.[56]

3.3. Constitución de los Pueblos de Indios

Hasta 1580 las tierras mapuche pertenecientes a un Lof o Ayjarewe, tenían un reconocimiento tácito de su existencia. Sin embargo, el avance expropiador y usurpador de los hacendados, el traslado en la mano de obra a las encomiendas, la reducción de la población y abandono productivo debido a la imposibilidad de trabajarlas por estar sirviendo obligado en las haciendas, llevo a la necesidad de deslindarlas para determinar la propiedad indígena respecto del resto de las tierras, y dejarlas sometidas al tributo real, para los que fue necesario implementar mensura y delimitación de terrenos, tratando de establecer su extensión y cabida, y con ello la reducción de los mapuche a los llamados pueblos de indios.

Para ello se dicto la Tasa de Gamboa, pregonada en Santiago el 8 de mayo de 1580 por el Gobernador Martín Ruiz de Gamboa, la que daba cuenta del virtual estado de esclavitud en que se encontraban los indígenas en las encomiendas, haciendo cada vez más difícil la existencia de los pueblos de indios, por lo que dispuso que entre el río Choapa y el Maule, lo siguiente; “.. ordeno y mando que los españoles que fueren corregidores de los dichos distritos reduzcan a pueblos los dichos indios para que vivan juntos y ordenados políticamente.."[57].

La Tasa de Gamboa era una medida política tendiente a reducir a los mapuche a pueblos con el fin de regular el tributo, y liberarlos del trabajo exclusivo para el encomendero, obligándolos a pagar tributo en trabajo y especies.

La formación de los Pueblos de Indios quedo reglamentada en la Tasa de Gamboa, que dispuso que cada uno de ellos debía tener media legua en circulo, como tierras mínimas para sustentarse, señalandose que los terrenos debían ser elegidos por los corregidores y los Logkos: “quel corregidor y los caciques y señores principales de su distrito elijan la comarca y tierra que se ha de hablar, teniendo consideración que sean saludables y que sean fértiles y abundantes de fruto y mantenimientos de buena tierra para sembrados y cogerlos y de pastos para criar ganados y de montes y arbolados y de buenas aguas...” Elegido el sitio se ordenaba levantar la población en lugares “que gocen de aires libres espacialmente de los norte y habiéndose de edificar en la ribera de cualquier río sea de la parte oriente, de manera que saliendo el sol de primero en el pueblo que en el agua y darán y repartirán a los pobladores solares y tierras bastantes y harán que edifiquen y hagan sus casas... y que siembren para si y para sus tributos ... y que hagan sementeras para la comunidad” (op.cit. Gligo 1962: 136)

Complementó la medida de Ruiz de Gamboa el nombramiento de los Protectores de Indígenas en 1583, institución que debía velar por la integridad de las tierras y el cumplimiento de las normativas por parte de mapuches y encomenderos. Sin embargo, las disposiciones de la Tasa de Gamboa duraron poco tiempo debido a la oposición de los encomenderos, que temieron quedarse sin mano de obra indígena para las labores mineras y ganaderas, derogándose su vigencia el 1° de octubre de 1584, volviéndose al régimen de la tasa de Santillán[58].

Años después, en 1592 se dieron a conocer las Instrucciones de Loyola, tendientes a regular la producción de los terrenos de los pueblos de indios, las que debido a la disminución de la población por la disminución de la tasa de natalidad y el traslado de la población de hombres a los obrajes, estancias y minas, hacía que las tierras quedaran en importantes superficie sin cultivar, prohibiendo que estas no podrían ser ocupadas ni adquiridas por los españoles. Además, instruía al administrador español de los pueblos de indios que las tierras y productos trabajados en comunidades cuando hubiesen excedentes debían asegurar su venta, en especial la producción de las viñas y del vino. Aunque estas disposiciones establecían la protección de las tierras mapuche, ella no fue suficiente para impedir la venta de las tierras que se seguían produciendo a fines del siglo XVI.

3.4. La rebelión mapuche de 1598 y Las mensuras de Gines de Lillo. (1603- 1605)

La mensura de tierras realizada por Gines de Lillo tuvo como motivo principal la preocupación del gobernador Alonso de Ribera de radicar y proteger las tierras de los pueblos de Indios, y a la vez afianzar la política de reducción de los mapuche en los terrenos que aún conservaban en los pueblos de indios. [59]

La mensura de tierras fue una causa directa de la victoria mapuche en Curalaba, que obligo a un repliegue de población española a la zona central y a las áreas marginales del sur. En el pikunmapu, las mensuras buscaban resolver algunos de los problemas de conflictos de tierras entre españoles y de mapuches con estos, debido a la presión por conquistar la tierras para cultivos y las constantes usurpaciones que sufrían los Pueblos de Indios. El objetivo político de la mensura era provocar una distensión con los mapuche del pikunmapu, ante la inestabilidad de las fronteras del sur, restituir las tierras que en parte hubiesen sido usurpadas y asegurar y consolidar la propiedad hacendal española. Decía la orden de mensura “que conforme a la voluntad de Su Majestad los dichos indios sean desagraviados e amparados en las tierras que bastantemente hubieron menester....” [60]

Antes de Gines de Lillo, el Gobernador Alonso de Ribera encomendó las mensuras al licenciado Juan de Morales Negrete, pero este no pudo desarrollarlas nombrándose en su reemplazo a Melchor Júfre del Aguila, el que inicio las labores en 1602, pero la mensura quedó inconclusa, al solicitar que se aclarara la legalidad de las mercedes de tierras desde el primer cabildo en adelante y la validez de la propiedad constituida en tierras de los pueblos de indios, haciendo una radiografía de las usurpación de tierras y preguntando por la legalidad de estas y de toda la propiedad de las tierras en poder del español.[61]

También Jufre, pedía que se ordenase por el Gobernador que los encomenderos que tuviesen ganados en los pueblos de indios los retirasen, debido a que les quitan a los pueblos de indios los mejores sitios y pastos para sus ganados, y sus cultivos se ven destruidos por el ganado del encomendero. Las preguntas de Jufré no fueron respondidas y después de un año se procedió a nombrar en su reemplazo a Gines de Lillo como nuevo mensurador general, para las tierras comprendidas entre Choapa y Cauquenes.

El nombramiento del Gines de Lillo señalaba lo siguiente: “...os elijo, nombro y señalo por juez visitador general de tierras de la dicha ciudad de Santiago y sus términos, desde el pueblo de los Cauquenes hasta el Chuapa, para que trayendo vara alta de la real justicia, hagais visita general de todas las tierras de la dicha ciudad y de sus términos y todas las personas que las tuviesen, por cualquier razón de títulos que exhiban ante vos para que veais el derecho con que las poseen y el perjuicio y daño con que se dieron las dichas tierras y desagravieis y hagais restituir a los indios naturales y los pueblos de sus comunidades en aquellas que en su perjuicio e daño con que sedieron se hubieren proveído , llamadas e oídas las partes, e con la menor costa que pudiere...” .[62]

Al ordenanza general se adjuntaba el instructivo especifico para la mensura y restitución de las tierras de pueblos de indios basado en una proporción entre población y superficie de tierras: “...que a los dichos indios e pueblos les queden y tengan suficiente cantidad de tierra para su labra y crianza, dejándoles bastante copia, conforme al número de indios que hubiere...”[63]

Ginés de Lillo se envistió del cargo el 11 de agosto de 1603 y el 21 de agosto inicio las mensuras hasta 1605 pero no cumplió con la mensura de todo el territorio. Solo alcanzo desde Quillota hasta el Maipo, incluyendo Melipilla, Puangue y Acuyo oValle de Casablanca[64].

Las tierras entregadas por Gines de Lillo a los pueblos de indios consideraban propiedad individual y propiedad comunitaria y se otorgaba en proporción a la población, tanto a los caciques, viudas y mocetones. Algunos ejemplos de los resultados alcanzados por la mensura de los Pueblos de Indios son los siguientes; En Apoquindo se entregaron 427 cuadras, en Pico 191 cuadras, en Macul 18 cuadras, por existir juicio de tierras entre encomendero e indígenas. En Lampa y Colina se entregaron 352 cuadras en propiedad individual y 577 cuadras en comunidad. En Chiñigue o Pelvin se les entrego 310 cuadras.

La empresa de mensura de Choapa a Cauquenes, era irrealizable para un solo perito, alcanzando Gines de Lillo en dos años a la cuenca del Maipo y Aconcahua. Con posterioridad, las ordenanzas de Lillo siguieron vigentes, aplicándose a los pueblos de indios al sur del Maipo y al norte del Aconcagua.

3.5. Las mensuras de pueblos de Indios con posterioridad a Gines de Lillo

Con posterioridad a las mensuras de Gines de Lillo, sus ordenanzas se mantuvieron vigentes para todo el periodo colonial. “Esta forma de señalar y medir tierras sirvió de modelo para operaciones semejantes en otros pueblos y se la conoció bajo el nombre de “ordenanzas de Lillo”. Así, en algunos autos sobre las tierras de Codegua del año 1639, el Protector General pide que a los naturales se les deje las necesarias “conforme a las ordenanzas y a lo que ha usado y usa”... “No hay duda que la aplicación en el tiempo de esta disposición cubrío todo el periodo indiano”.[65]

En algunas zonas de pikunmapu, los mapuches para exigir la mensura de las tierras debían recurrir a las autoridades del poder colonial con el fin que se les hiciera justicia y se les restituyeran sus dominios usurpados. Es el caso del pueblo de indios de Sotaquí, donde los mapuches instalados allí, por el traslado desde los valles interiores para el trabajo encomendado en la hacienda de Limari, exigen la restitución de las tierras de Cogotí, Combarbala y Pama, y solicitan que se les midan como disponen las ordenanzas. “Dichas tierras las tenían usurpadas y suplicaban a la Real Audiencia los amparase en sus legítimos derechos(...) La mensura de tierras la realizó Jerónimo de Miranda entre 1633 y 1636 (...) El protector les otorgo la posesión para ganado en el valle de Combarbalá y Pama. En Cogotí, pidieron la restitución de tierras para sembrar y hacer pueblo”[66]

En otras zonas al sur de Santiago, las mensuras se ordenan para regiones mayores. En el partido de Itata, ubicado al sur del Maule y al norte de Concepción, las mensuras de tierras a los Ayjarewes mapuche o pueblos de indios se dispusieron en 1642 por Auto de la Real Audiencia de 31 de Enero, en virtud de la solicitud efectuada por el fiscal defensor de indígenas, quién pidió el cumplimiento de la “Real Provisión” de 6 de Julio de 1641 que ordenaba la mensura para el pueblo de Punual y los demás pueblos de indios o Ayjarewe del partido de Itata[67]. En el sector costero las tierras del Ayjarewe de Vichuquén o pueblo de indios habían sido reducida constantemente y en 1642 se mandaron a medir con el fin de disponer del resto de los terrenos para la constitución de las mercedes de tierras. En dicha mensura a cada indígena en virtud de su posición socio económica se le asignaron cuadras de tierras “se mando que los caciques he indios tenían y poseían muchísimas tierras mas en dicho pueblo y su contorno”.[68]

En 1642 una nueva instrucción de la Real Audiencia asociada a la Tasa de Esquilache, vino a complementar las Ordenanzas de Lillo, al considerar la entrega de tierras a los indígenas ausentes del pueblo de indios y que no se habían considerado en las mensuras efectuadas hasta ese año, lo que perjudicaba las estrechas tierras que se les dejaba a los mapuche en su poder. La instrucción de 1642 ordenaba entregar una legua de tierra en cuadro, (2.116 hectáreas aproximadamente), repartiendo a los cacique o Logko 10 cuadras, a cada indígena tributario o reservado 5 cuadras ausente o presente; 3 cuadras a las viudas y 24 a cada diez indios para su comunidad. Lo que sobrara quedaría para la comunidad y la crianza de ganados, majadas y porteros. Esta disposición se aplicara en muchos casos durante el siglo XVII y XVIII, y se verifica en los pueblos de Codegua en 1628 y en 1688, Chada en 1690[69], y en Malloa en 1700 a 1727, donde además de las tierras individuales se miden las tierras comunitarias.

Esta política cambia con ocasión de medirse las tierras del pueblo de indios de Rancagua a principios del siglo XIX, al que solo se le reconocen las tierras de tenencia individual y no se reconocen las tierras comunitarias de los mapuches de Rancagua. En efecto, “En 1806, el Fiscal de la Real Audiencia, como protector General de Indios, obtuvo que se entregasen a los naturales de Rancagua ciertas tierras de las que habían sido desposeídos. Para ello, se procedió a matricular a los indígenas de los pueblos de Codegua, Peumo y Rancagua, señalándoles diez cuadras al cacique, cinco a los indios , y tres a las indias viudas. No hay en este caso asignación de tierras de comunidad lo que, por lo demás, ocurre con frecuencia”. [70]

4. Defensa y superviviencia de las tierras de los pueblos de indios

La situación de los pueblos de indios entre 1600 y fines del 1700 se caracteriza, por el masivo traslado de mano de obra mapuche desde sus tierras hasta las haciendas, quedando los pueblos de indios con poca población, en general la no tributaria, y con parte de las tierras abandonadas forzosamente, pero de acuerdo al mismo ordenamiento jurídico del dominador español, las tierras seguían siendo de propiedad de los indígenas, los que dispondrían de ellas cuando quisieran volver, como ocurrió en numerosos casos, sin que la recuperación de las tierras estuviese exenta de conflicto y juicios. Los mapuches recurrieron a defensa jurídica de sus tierras solicitando al Protector de indígenas que se les respetaran las tierras que ancestral o legalmente les pertenecían. De allí que existen numerosos juicios que se ventilan ante las autoridades españolas durante los siglos XVII y XVIII. La supervivencia de estos se mantiene durante estos siglos como lo atestiguan las numerosas visitas de autoridades del poder español y de la iglesia. Finalmente, los intentos por hacer desaparecer los pueblos de indios se procuran como ultima medida antes de la dictación de la extinción de la encomienda en 1789.

4.1. Defensa de la tierras mapuches en los pueblos de indios

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, los mapuches debieron defenderse de las usurpaciones realizadas por los hacendados a través de la acción judicial de defensa y reivindicación, recurriendo al protector de indígenas o directamente a las autoridades. Una revisión sumaria demuestra que en algunos casos los mapuche pierden sus tierras, pero en la mayoría logran mantenerlas a pesar de la situación de desmedro y dominación en la que se encontraban. Relatamos algunos casos:

En 1642, en el pueblo de Aculeo, los mapuche son arrinconados por los capitanes Francisco Ortiz y Domingo García Corbalan y por Francisco de Salinas. El Logko del pueblo de indios exige al protector de indígenas el respeto por las tierras que establecían las ordenanzas. De allí que la Real Audiencia el 31 de Enero, dictaminara que los acusados deberían esperar la entrega de las tierras faltantes a los mapuches, para luego ocupar las sobrantes.

En 1652 el cacique Cristóbal Guenumanque de Vichuquen, denuncia que los mapuches son despojados paulatinamente de sus tierras. Reclama ante las autoridades hispanas y solicita la restitución de las tierras de Llico (Yllo) que han sido usurpadas en los años pasados por los españoles, tomándose algunas de esta que pertenecían a la parcialidades indígenas del pueblo de indios. “Este pleito permite reconocer ciertos aspectos de la tendencia señalada sobre la constricción de la territorialidad indígena de Vichuquén. Claramente, a los indios se les están quitando sus tierras y además, se les ésta ordenando el espacio, pues se señala que en 1642 se había realizado la mensura del pueblo y que a cada indio, en función de categoría socio-económica , se le habían asignado las cuadras de tierra correspondientes”. [71]

En Pomaire, los mapuche disponían desde 1604 de 320 cuadras de tierras dejadas por la mensura de Ginés de Lillo a 2 caciques y 48 tributarios, pero los conflictos de tierras con los hacendados vecinos, Mendoza y Agüero, y las usurpaciones habían reducido con el tiempo las cabidas territoriales, ya que en 1679 la remensura del pueblo de Pomaire arrojo un total de 196 cuadras; eran entonces 1 cacique, 24 tributarios y 3 viudas. Los mapcuhe renuevan la demanda de tierras, insistiendo en la recuperación de lo usurpado para lo que interponen a través del Protector de Indios el reclamo. La reivindicación fue rechazada por la por la Real Audiencia de Santiago, la que ordeno entregar a cada indígena las tierras de las ordenanzas (las mismas dada por Lillo es decir: 10 cuadras al cacique, 5 a cada tributario, 3 a las viudas, y 24 cuadras en común por cada 10 indios) incluyendo a los mapuches presentes y ausentes, como si fueran naturales; si faltaban tierras para cumplir con la distribución debían tomarse de las estancia vecinas y los españoles que habían recibido mercedes de tierras del pueblo debían seguir poseyendo, pero pagando un canon a la Caja de censos de indios. [72]

En 1698, los mapuche de Rapel lograron hacer reconocer sus derechos a la tierra que se encontraba usurpada, al ser amparados en sus tierras y ordenada la repartición de estas de acuerdo a las ordenanzas que establecían una legua de largo por otra legua de ancho. Por esos años, en Tagua Tagua los mapuches se defendían de los intentos de usurpación por parte de propietarios españoles.

En 1710, en Malloa, los mapuche iniciaron juicio contra Santiago de Larraín y Vicuña, el que había comprado 1500 cuadras a Isabel de Reyes, la que a su vez había usurpado las tierras de Malloa, una vez que estos en el 1700 fueron trasladados a Aculeo como encomendados y al volver vieron que sus tierras vacantes estaban en manos de particulares, logrando que se les restituyeran las tierras en 1719 y a Larraín (la Ryan) solo le reconocerían las tierras sobrantes de la mensura.

En 1746 en Codegua, un largo juicio de tierras fue llevado por los mapuche en contra de la Hacienda de Rancagua, de propiedad de los Jesuitas del Colegio Máximo de San Miguel. El conflicto comenzó en 1628 cuando Catalina de los Ríos gano la merced de tierras indígenas de Codegua en ausencia de los mapuches que habían sido trasladados encomendados a La Ligua. Las tierras después de largos años pasaron a formar parte de la Hacienda de los Jesuitas, pero el Protector de Indios, señalo que dichas tierras estaban a disposición de los mapuches para cuando volvieran de las encomiendas. Al no poder volver a recuperar las tierras, iniciaron el juicio reivindicativo en 1746 logrando que las tierras de Codegua se les restituyeran en virtud de las ordenanzas de Lillo y la Real Audiencia.

En 1750 en Coelemu los mapuche del pueblo de indios se trababan en juicio con los españoles respecto de las usurpaciones de tierras de que eran objeto por los hacendados vecinos. En dicha ocasión para que se respetaran las tierras los Jesuitas se invocaban el respeto de las ordenanzas de Lillo y de la Tasa de Esquilache en cuanto a respetar la cabida mínima de tierras..

En Peumo, la resistencia mapuche por la defensa de las escasas tierras que conservaban se expreso durante el siglo XVIII, con motivo de los intentos del párroco de apellido Zúñiga de establecer una villa en las tierras indígenas... “a pesar de estar casi extinguido el pueblo, tuvo la tenaz resistencia del cacique Catrileo y no consiguió cambiar la índole de su parroquia – doctrina”.[73] La insistencia por fundar la villa para avanzar en la evangelización y formar nuevas parroquias, llevaba a discutir acerca de la población mapuche de Peumo. “Unico incoveniente que dicho terreno – para fundar la villa de Peumo- pertenece a la encomienda de indios del Pueblo de Peumo,... pero quedán sólo 11, fuera de mujeres y chicos... por lo que pudieran éstos agregarse al pueblo de Codeu, que dista tan solamente dos leguas o al pueblo de Copequén (Pelequén?) que dista diez, y hay muy pocos indios en él, o al de Tagua Tagua que dista diez”.[74] El Cacique de Peumo Cipriano Catileu se opuso al cura doctrinero y mantuvo su decisión de defensa de sus tierras, logrando que en 1763 se nombrara un defensor de indígenas. Años más tarde Ambrosio O´Higgins en 1793 oficiaba para que se informe de la oposición del Cacique de Peumo, Nicolas Catrileu[75]. Peumo y otros pueblos de indios pervivieron en el tiempo, y a fines del periodo colonial aún mantenía las tierras de la primera mensura. El Dr. Zúñiga encargado de elaborar un informe acerca de los pueblos de indios de la de Codehua, Rancagua y Peumo decía un año antes de que llegara el el siglo XIX, el 13 de enero de 1799: “El pueblo de indios de esta mi doctrina de Peumo consta de 550 cuadras de tierras todas muy pingües, con abundancia de aguas. Los indios que son casados alcanzan a 23, los que tienen las tierras correspondientes, las que ocupan en siembras y algunos arriendan alguna parte recibiendo el precio correspondiente”. [76]

4.2. Extinción y Superviviencia de los pueblos de indios

En 1614, la visita del licenciado español Hernando Machado de Chavez, contabilizo la existencia de 48 pueblos en el distrito de Santiago- Choapa a Cauquenes- y de los 2.345 indios de pueblo, solo 696 residían en ellos, el resto estaba arraigado en las estancias de los encomenderos o trabajando libremente. En esta misma zona , a mediados del siglo XVII se contabilizaban los pueblos de indios existentes. Fray Gaspar de Villarroel en informe al Gobernador don Marin de Mujica anotaba en las doctrinas de Choapa a Cauquenes, la existencia de los siguientes pueblos: Choapa, La Ligua, Quillota y Mollaca, Curimon, Aconcagua, Putaendo, Apalta, Colina, Lampa, El Salto, Huechuraba, Quilicura, Melipilla, Guachün, Llopeo, Pico, Apoquindo, Macul, Guaycoche, Tango, Aculeo, Chada, Maypo, El Principal, Malloa , Tagua Tagua, Copequén, Rapel, Colchagua, Pichidegua, Peumo, Nancagua, Teno y Rauco, Peteroa, Lora, Gualemo, Mataquito, Gonza, Ponihue, Vichuquen, Huenchullami, Duao, Rauquén, Pocoa, Putagan, Cauquenes y Chanco. Posteriormente se incluye Longomilla donde existen numerosos asentamiento de indígenas.

En los corregimientos de Santiago y Melipilla, el 2 de diciembre de 1785 se informaba que los pueblos de indios eran en el corregimiento de Santiago: “Lampa con 9 familias y 143 cuadras de tierras; Macul, con 10 familias y 72 cuadras; Curamapu o Carrizal, con 6 familias y 250 cuadras y Talagante, 6 familias y 339 cuadras. En el corregimiento de Melipilla, estaban las cinco que se indicaban: Llopeo, con 8 familias y 203 cuadras; Chiñigüe, con 6 familias y 150 cuadras; el Bajo de Melipilla, con 6 familias y 400 cuadras; Pomaire, con 24 familias y 300 cuadras y Gallardo, con 20 familias y 200 cuadras.[77]

En el mismo año, 1785, se nombraban los pueblos de indios de la zona del Maule; “ Huenchullami, de más de 1.400 cuadras y 47 personas, de los cuales 14 eran indígenas puros y el resto mestizos; Lora con 1.900 cuadras de terreno, tenía 20 mapuches, 26 mestizos, y 52 familias clasificadas como inquilinos agregados al pueblo, con un total de 238 personas; Vichuquén, con más de 1.700 cuadras y 31 indios, de los que se catalogaban 19 mapuches, 22 familias de inquilinos con 85 personas y el pueblo de Gonza o la Huerta de Mataquito, de 146 cuadras que corrían a lo largo del río Mataquito, con 16 indios y 11 familias de inquilinos común total de 59 personas. [78]

Más la sur del Maule , en el partido de Itata, en 1782, la visita del Corregidor José Santos Mascayano daba cuenta de los pueblos de indios que se encontraban repartido a orillas del río Itata y en la costa: Meipo (44 indígenas), Cobquecura,(44), Noneche (12), Colpuyado (36), Mela (52), Púaun (87), Pirumavida (107), Coelemu o Ranquil o Ranquilcahue (47), Pumaguil (104) Longuén o Puraligue (32) y Maitenco (25).

5. Algunos Pueblos de Indios Extinguidos

Los factores de extinción de algunos pueblos de indios durante el periodo de dominación español estuvieron asociados a la política de usurpación y enajenación territorial en los primeros años de la colonia que hicieron desaparecer importantes pueblos de indios o comunidades indígenas debido al traslado y despoblamiento de territorios, como el caso de los pueblos de Huechun y Pico en el valle del Puangue, cuya suerte fue la desaparición, sin que las mensuras del siglo XVII llegaran a constituir la propiedad de sus tierras, y tampoco existieron reclamos reivindicativos en los años siguientes. El pueblo de Huechun corrió igual destino, en 1584 aparecía cercado por las tierras de su encomendero y en 1628 aparece extinguido por la usurpación de sus tierras y traslado de la mono de obra encomendada. El pueblo de indios de Pico, que recibe la mensura de Ginés de Lillo en 1602, reconociéndoles 200 cuadras, años después son despojados por Diego González Montero, su encomendero, a pesar de lo anterior hasta 1771 subsiste un núcleo indígena, sin saberse si estos son parte los antiguos mapuches asentados o de otros traídos por la hacienda . [79]

Un segundo factor de desaparición de pueblos de indios fue la fundación de Santiago y la expansión posterior acompañado por el proceso presión y usurpación sobre las tierras indígenas inmediatas. Es así como al primer acto expropiatorio al Logko Huelen Huala, realizado en 1541 para la fundación de Santiago, le sigue el traslado de los indios Guaicoche desde La Dehesa a Apoquindo en el siglo XVI, estos a principios del siglo XVIII, iniciaron un proceso de reivindicación de tierras, volviendo las a ocupar y solicitando que se les restituyeran 80 cuadras de tierras que por herencia de sus antepasados les correspondían en Peñalolen, tierras que habían sido asignadas luego del traslado y que ahora estaban en poder del Convento de Santa Clara. La Congregación reclamó por la toma realizada por los indígenas y logro que la Real Audiencia decretara el desalojo de los indígenas en 1731.

En los sectores cercanos a la ciudad de Santiago las tierras indígenas ya casi se habían extinguido o se encontraban ocupadas por los españoles durante los primeros años del siglo XVII. El pueblo de Tobalaba presentaba una situación precaria, ya que el encomendero Juan de Barros había trasladado a la población quedando solo el Cacique don Fernando o Apuncheme con 2 o 3 indígenas más. Estos conservaba solo un retazo de las tierras originales reconocidas por el español, pues el resto se las había apropiado Pedro de Lisperguer. En el caso de los pueblo de indios de Macul, el cacique Martín que poseía por derecho de radicación por un total de 200 varas[80] de cabezada (ancho) y 400 de largo, luego de su muerte su esposa e hija mantuvieron un pleito de tierras con el encomendero del pueblo y hacendado español Juan Jofré. En 1603 Gines de Lillo señala que en el Pueblo de Macul solo vivían en el Pueblo tres o cuatro indios y la viuda del cacique a la que dejo 3 cuadras de frente por 6 de ancho, mientras se fallaba el pleito. En el caso del Pueblo de Apoquindo, las tierras se encontraban ocupadas por el cacique Diego Guanaquero y 37 indígenas más, los que tenían una posesión reconocida de 427 cuadras (666,12 hectáreas), las que se encontraban enteramente ocupadas por el capitán Martín de Zamora. En el caso de lo pueblos de Ñuñoa y Vitacura a comienzos del siglo XVII han desaparecido como asentamientos de indios, probablemente por traslado de la población, y se han transformado en tierras de nadie, siguiendo ocupadas las tierras por españoles pobres y algunos descendientes de los indígenas que vuelven a sus antiguos asentamientos. En el siglo que viene los rancherios indígenas de Macul, Apoquindo, y Tobalaba, terminaran siendo aldeas mestizas con el mismo destino que Vitacura y Ñuñoa. Es así como en el siglo XVIII se produce la extinción de los retazos de pueblos que quedaban. Los indígenas del Pueblo de Tobalaba fueron trasladados en 1701 por el encomendero Antonio Carvajal y Saravia a su estancia de Quillota, recogiendo a varios otros que se encontraban en otros lugares, dejando despobladas las tierras de Tobalaba. En el caso del pueblo de Apoquindo, la extinción fue lenta debido a que la autoridad española no reconoció derecho de herencia a los indígenas que morían y al quedar las tierras vacantes las asignaba otros moradores concediéndose los retazos a otras personas y en 1739, parece extinguida la encomienda y en le año 1759 el Pueblo de Tobalaba ya no existía según informe de los Oficiales Reales al Presidente de Chile.[81]

La fundación de nuevas villas españolas durante el siglo XVIII fue otro factor de desaparición de pueblos de indios de sus asentamiento originales, aunque siguieron perviviendo en otros sectores de traslados, en ellos fueron sometidos a presión de los españoles por capturar sus nuevas tierras. En los traslados, de estos pueblos siempre se verifica una sensible reducción de tierras ya que solo se respetaban las tierras a cada mapuche presente y no a los ausentes como ocurrió con anterioridad.

En 1742, al fundarse la villa de Melipilla se mensuraron nuevamente las tierras señaladas por Ginés de Lillo a los mapuche en 1602 que alcanzaban a 400 cuadras en Melipilla y 380 cuadras en Pichidegua, pero la nueva mensura arrojo 392,75 y 332,72 cuadras respectivamente. En el caso de Melipilla estas tierras se redujeron al momento de ser trasladados al lugar llamado El Bajo cerca del río Maipo, donde se les asigno “una superficie de 111 cuadras, más 53 para ejido y tierras comunes, si bien éstos estaban atravesados por el camino que iba de la villa al río, lo que les quitaba seguridad para el pastaje de sus pocos animales.”... “El Bajo, que a fines del XVIII carecía de encomendero, manifestaba en 1771 una tendencia al incremento de población: ese año tenía 32 indios adultos, 18 indias y 56 menores de ambos sexos. Pero en 1798 la población aparece ya muy disipada: son solamente un cacique, su hermano, 2 tributarios, 3 viudas, 2 solteras y 8 casadas”[82].

La extinción de pueblos de indios fue parcial y se localizo principalmente en torno a Santiago, desaparecieron por abandono total de las tierras o por el traslado de la población a las encomiendas. Otros pueblos de indios desaparecieron por usurpación de tierras y cuando los mapuche no efectuaron acción de reivindicación de sus tierras. Aún así la mayoría de los pueblos conservaron sus tierras y el dominio de ellas durante toda el periodo colonial, no estando exentos de procesos de reducción por usurpación o de acciones promovidas para confinarlos.

6. Los intentos de reducción y remates de tierras mapuche a fines de la colonia

La idea de reducir en número a los pueblos de indios, fue tomando fuerza a mitad del siglo XVIII, promovida por el corregidor José Santos Mascayano antes de 1750. Se pretendía reunir los pueblos de indios en unos pocos asentamientos. Alentaba esta propuesta la idea de ganar nuevas tierras cultivables para los españoles y a la vez de terminar con la presencia de comunidades mapuche en el pikunmapu, argumentado que los pueblos de indios tenían poca población presente y muchas tierras vacantes, sin señalar que la población se encontraba en las encomiendas y que la propiedad indígena constituida debía preservarse y respetarse como lo señalaban las propias disposiciones hispanas. De allí, que los interesados en la reducción y subasta de las tierras indígenas no llegaran tan lejos, a pesar de efectuar los intentos por acabar con gran parte de los pueblos de indios, e insistir en la década de 1780 con la misma proposición de Mascayano, para colocarse a resguardo de las mediadas que a fines de esa década se impondrían. Es decir, el termino de las encomiendas y la restitución de la mano de obra a sus pueblos originales, y por tanto la recuperación de las tierras vacantes por parte de los mapuche.

En 1785 el Presidente Benavides, trato de reducir los pueblos de Santiago a uno solo, proponiendo que se les llevara al lugar llamado San Antonio y que las tierras de los pueblos fuesen sacada a remate, cuestión que se ordeno el 25 de Agosto de 1786. Fue así como las tierras de los pueblos de Lampa, Carrizal o Curamapu y Chiñigüe fueron rematadas y después se dispuso que se les trasladara a las mapuche afectado a Pomaire, sin embargo el empeño por reducirlos y enajenar sus tierras quedo suspendido, luego de haberse rematado las tierras de los pueblos de indios de Lampa y Chiñigue, y en Carrizal el remate no se llevo a efecto, pues la cacica se opuso a la medida. A pesar del remate de las tierras, los mapuches siguieron viviendo en ellas y el proyecto de traslado y reducción quedo inconcluso.

Pocos años después, el intento de reducción se trato de implementar en el partido de Itata. En 1789, el subdelegado del partido de Itata, pidió a la Intendencia de Concepción aprobar el proyecto de reunir todos los pueblos en el de Cobquecura, señalando que las tierras de los demás pueblos de indios deberían rematarse entregando lo recaudado a los indígenas. El proyecto tampoco prospero porque al pretender ocupar la misma disposición de lo hecho para los pueblo de Melipilla, esta no era aplicable a las subdelegaciones de Chillan, Itata y Cauquenes.

En el mismo año, 1789, un vecino de la villa de San Agustín de Talca, haciendo primar sus intereses particulares solicito al Gobierno, que se trasladaran a los mapuches del pueblo de Huenchullami al de Vichuquen. Las tierras de Huenchullami eran vecinas de su hacienda, y para promover el traslado argumentaba que con este cambio los indígenas contribuirían junto de a los de Vichuquen al abastecimiento de pescado del reino. Su interés era acceder a las 1.400 cuadras de tierras que poseía el pueblo de Huenchullami. Pero a pesar de haberse censado los pueblos de indios de la zona el proyecto quedo detenido en 1789, por Cedula de 8 de Agosto.

Los intentos de algunas autoridades y personas influyentes por reducir, aislar y terminar con los pueblos de indios del pikunmapu, quedaron frustrados a poco andar dejando a varios Lof mapuche sin tierras. El resto de los pueblos de indios subsistió, manteniendo la calidad jurídica de las tierras y su carácter indígena, a pasar de la ocupación parcial de algunas de estas debido al despoblamiento por traslado de los habitantes y durante todo el periodo de la encomienda constituyo siempre una reserva de tierras de los mapuches. Como señala Jean Borde, que: “... es importante hacer notar que, aunque los indios habían sido ocupados en las labores de la estancia, la propiedad jurídica de sus tierras no había desaparecido, y seguramente siempre subsistió allí un pequeño núcleo poblado por indios viejos ya reservados de servicio, aunque no faltaban las transgresiones de deslinde por los estancieros vecinos.” [83]


[7] La discusión de la frontera territorial étnica mapuche y diaguita ha sido discutida por varios autores desde la perspectiva de los territorios ocupados por cada uno de estos pueblos. Latcham (1937:18) reconoce al país diaguita ocupando los valles de cordillera a mar desde los ríos Copiapo hasta el Chopa; Cornely (1956:20) señala los mismo límites para los diaguitas al igual que Oyarzún (1927:98). Monstny (1954:45) hace llegar a los diaguita por el sur hasta el departamento de Petorca. A su vez los mismos autores identifican a los mapuche pincunches habitando desde el río Choapa al sur. A su vez, Latcham (1928:153) habla de los picunches como asentados desde el Choapa al Itata y Oyarzún (1927:99)señala igual parecer para los mapuche picunche. Guevara (1925:250) en cambio plantea que los mapuche llagaban hasta Coquimbo. Es Larraín (1987) el que señala que el área comprendida entre el Limari y el Aconcagua presenta un poblamiento ínterdigitado de comunidades indígenas Diaguitas y Mapuche, siendo la primacía del poblamiento Diaguita entre Copiapo y Limarí y la mapuche desde Aconcagua al sur, idea que también es presentada por Téllez (1995)
[8] (Palma 1997: 57-58).
[9] Téllez (1995: 26 ) citando a Durán et.al:1991:246), plantea que no debe pensarse que la población diaguita en la cuenca de Aconcagua y hasta el río Maipo se debe solo a mitimaes traídos por el inka “...locaciones del cordón de Chacabuco (caso Hijuela La Victoria) muestran ... (el ) entrecruzamiento de elementos diaguitas y del Complejo Aconcagua (denominación de la arqueología para probablemente mapuches prehistóricos) en época preinka (siglos X al XIII d.C) . Respecto de las colonias de mitimaes inka una de estas se encontraba en Talagante, lugar al oeste de Santiago la que fue intercambiada por los españoles de territorio por los mapuche del cacique Huelen Huala del cerro Huelen al momento de la fundación de la ciudad en 1541. otra colonia mitimae se encontraba en Quilicura (González et.al. 1991: 224-225) y otra en cerro La Cruz en Quilota valle del Aconcagua, que constituía un centro administrativo del incanato (Rodríguez et.al. 1991)
[10] Téllez (1995:27-28) señala que la resistencia mapuche y diaguita a la invasión hispana se verifico con largueza, pues en 1541 los diaguitas traspusieron la cuenca del Choapa, para unirse a los las fuerzas de Michimalonco en el asalto a Santiago. Al revés contingentes mapuche del Valle de Chile pasaron el Choapa para combatir en Limari. En asalto diaguita ala ciudad de La Serena en 1549, contingentes mapcuhes de Aconcagua se sumaron a la rebelión.
[11] Stehberg y Sotomayor (1999: 249) en relación al Lof de Logkocahuin, ubicado en el Ayjarewe de Curimon en la parte superior o mitad de arriba del valle del río Aconcagua, señala la relevancia que tenía en el periodo prehispánico: “La importancia relativa de esta comunidad y de su cacique residía en que se ubicaba estratégicamente en un punto tal del valle, que controlaba el acceso a las veranadas y minerales de la cordillera y el paso a la vertiente oriental andina. Las aguas que regaban todo el valle pasaban por el medio de sus tierras y nacían en las cordilleras de su propiedad. De tal suerte, que simbólicamente esta parcialidad controlaba los pastizales y vegas estivales, las fuentes minerales y vidrios volcánicos, el origen del agua, los accesos a las altas cumbres sagradas y el comercio trasandino”.
[12] Rosales (1989 [1670]:326)
[13] La categoría es reconocida y nombrada por Pedro de Valdivia en el repartimiento de las encomiendas que realiza en Imperial. “(...) Luego repartí todos los caciques que hay del río para acá, sin dar ninguno de los de la otra parte, por sus levos; cada uno por su nombre –que son como apellidos y por donde los indios reconocen la sujeción a sus superiores (...) y los repartí los levos e indios dellos (...)” (Valdivia 1978 [1552] 170).Los levos son nombrados corrientemente por los cronistas para referirse a los parte de los especio territorial ocupado por los mapuche: “Fúndo la ciudad de Osorno en el lebo de Chauracaví (Mariño:231)... fue caminado al lebo de Tucapel (ibid:214)...en el distrito del cacique Colo-Colo (ibid:361)...anduviese corriendo los lebos de Ongolmo, Paicabí, Tucapel y Millarapue (ibid:363).
[14] La categoría territorial de Butalmapu (Fütalmapu) no es nombrada por los primeros cronistas del siglo XVI, lo que no significa que no hayan existido, solo que los españoles no la reconocieron, a pesar de nombrar como grandes territorios el de los Promaucae, entre Angostura de Paine y el Maule. Pero si hablan si hablan de juntas o parlamentos indígenas que congregan a todos los señores de la tierra, como el parlamento de 1541 de Santiago con Michimalonco en que llagaron bajo el mando de este ultimo los Logkos desde Aconcagua al Maule. Es Pineda y Bascuñan . (1863, III: 40-43) quién después de estar cautivos entre los mapuches logra conocer el concepto de Fütalmapu o Uutanmapus y lo nombra por primera vez.

[15] (Mariño de Lobera 1865: 70)

[16] ( León Echaiz:1972:8)
[17] (Santa Cruz 1926:75). Para un estudio sobre los linajes y las relaciones sociales indígenas ver el cuidado trabajo de FARGA, Cristina (1995): El Valle de Aconcagua en el Siglo XVI: Un Espacio Social Heterogéneo. Tesis para optar al Grado de magíster en Historia con mención en Etnohisotiria. Facultad de Filosofía y Educación. Universidad de Chile. Santiago, Chile.
[18] (Silva 1969:36)
[19] Latcham (1922: 839-841)
[20] Hanisch (1963:39) señala que a la llegada de los españoles los indígenas no estaban agrupados en pueblos. La estructura de poblamiento denominada pueblos de indios por el hispano correspondía a grupos familiares, agrupadas por cacicazgos o por influencia incaica. “Los pueblos de indios llevaban los nombres de sus caciques o curacas: Apoquindo, Melipilla, Malloa, Peomo etc”.
[21] Los mapuches del Fütalmapu de Aconcagua al Mataquito, conservaron en su proceso de resistencia una serie de rasgos culturales propios de su cultura. Aparte de la lengua (mapudungun o chedungun), algunas tierras de los Lof y Ayjarewes y autoridades tradicionales (Logkos o caciques) , se mantuvo la presencia de cerros Trentren, del mingaco y del juego dela chueca o palín. El Sínodo de Obispos realizado entre el 4 de Enero y el 18 de Marzo de 1763 luego de las visitas del Obispo Alday a Peumo y otros pueblos de indios de la zona central en 1758 , decía que “El juego de la chueca no ha sido posible extirparlo...” (op.cit. Hanisch 1963:97)
[22] (Odone:1998: 29)

[23] (Odone: 1998: 29-30)
[24] (Op.cit. Odone :1998: 30)
[25] Rosales (1989 [1870]:27)
[26] (Hanish 1962; Odone 1999; Stehberg 1995 y 1999)
[27] En una descripción de sur a norte, Hanisch ( 1962:115) señala que en Peumo “... el cerro Gulutren, que es tan empinado coincide con lo que dice el P. Rosales (cerro Ten Ten) y debe haber sido lugar de culto pagano”. Stehberg (1995:29) señala la existencia del cerro Xeg Xeg en Doñihue en el costado norte del río Cachapoal, indicando que durante el periodo del incanato este cerro fue utilizado como ofrendario por el inca. Vecinos del lugar, el 28 de mayo de 1989 descubrieron cerca de la cima una bóveda pequeña con ofrendas intactas de “10 ceramios completos inca-locales y mapuches del valle, además de fragmentos óseos humanos, líticos, textiles, cordelería vegetal y tejido animal”. Odone (1997:193) en un plano del Pueblo de Indios de Chada nombra un cerro Tren al norte de Chada, y señala que dicho punto corresponde a topónimos recogidos documentalmente. Stehberg (1999:246) hablando del cerro Mercachas de Curimon, en el sector de Loncocahuin escribe: “El mito del diluvio estaba presente y se estima que, por las características tan particulares del cerro Mercachas, con su extensa explanada de cumbre y su altura relativa sobre el valle, pudo ser elegido como cerro Xeg Xeg”. Los cerro Ten Ten fueron objeto de clausura y persecución por el español como parte de la persecución religiosa que en el territorio pikunche perseguio las practicas mapuche de acuerdo a las instrucciones a la “Constitución III del I° Concilio de Lima (1551-1552) (que) manda que se destruyan los sitios de idolatrías y que en lugar de los objetos de ellas se coloque una cruz. Uno de estos sitios eran los montes altos y también empinados... De ahí proviene el haberse puesto la Cruz y las tradiciones en torno al demonio bastante numerosas en torno al mencionado cerro (Gulutren de Peumo)”.
[28] (García Gallo 1958).
[29] Ver Solórzano Pereyra, Juan: Política Indiana. Tomo I, II. Góngora, Mario:
[30] (Silva 1962:31-35)
[31] (Echaiz: 1972).
[32] (Silva 1962:69)
[33] La cesión de la mercedes de tierras entregada por el Gobernador Francisco Laso de la Vega a Pedro de Home Pesoa comprendía las tierras “...que se allasen vacas entre las lagunas de Bichuquen y la de los Choros de Liguimo,... y el camino real que sale del pueblo de Bichuquen antiguo de sur a norte hasta la de los Choros de Ligueimo”. (op.cit . Odone :1998: 31).
[34] (Odone:1998:23)

[35] (Góngora: 1976:75)

[36] (Borde et. al 1956:79)
[37] (Góngora 1976:28)

[38] (Góngora 1976:30).
[39] (Izquierdo:178).
[40] ”.(Hanisch 1963:39)
[41] Los trabajo del indígena encomendado en las haciendas como encomendados y tributarios corresponden a artesanos rurales (carreteros, botijeros, curtidores, albañiles, carpinteros, zapateros, incluso un tejedor), vaqueros y caballerizos, y como gañanes o trabajadores comunes de campo, sea, en fin como “muchachos” o “pajes”, en lo que les mandan.(Góngora 1976:27)
[42] (op.cit.Odone:1997:202)
[43] (Silva 1962:72)
[44] (Hanish 1962).
[45] (Silva 1962:75-76)

[46] (Silva 1962:76)

[47] La disminución de la población en los pueblos de indios llevo entre otras medidas a que los Obispos de Santiago exigieran el tributo de los indígenas de haciendas, negros y mestizos, realizándose un empadronamiento de población en Colchagua y Maule en 1641. Los resultados señalaban que los indígenas se encontraban concentrados principalmente en las haciendas españolas y eran poca la población que se mantenía en los Pueblos de Indios. Los Pueblos de Indios empadronados en las doctrinas de Malloa, Teno, Cauquenes, Loncomilla, Peteroa y Lora fueron los siguientes: Malloa: 1 cacique y 5 indios casados, 4 solteros. Indios de Tagua Tagua: un principal, 6 casados, 3 solteros. Copequén 1 principal y 21 casados, Teno 1 cacique y 4 indios. Nancagua: 1 cacique y indios, Colchagua, Pueblo Cauquenes 2 caciques y un indio, Pueblos de Sanio: 1 cacique, 1 fiscal. Pueblo de Loango, 1 cacique, 3 indios. Pueblo de Reloca: 4 indios, Catentoa : 1 cacique, 3 solteros19, Pueblo de Peteroa 8, Pueblo de Vichuquén 7, Pueblo de Lora :6. Pueblo de Huenchullami: 1 cacique y 10 indios. (Góngora: 1978: 122-124).

[48] Silva (1962:72)
[49] (Borde 1956:79-83)
[50] .(Jara 1987:157). El mismo autor cita como fuentes de estas disposiciones del derecho a D. de Encinas, Cedulario Indiano. Tomo.IV, pp.354-355 y a J.de Solórzano, Política Indiana. Lib.II, cap. XXVIII, núm.42.
[51] Jara 1987 indica que los ejemplos para fines del siglo XVI se pueden ver en AES. t,9,fs 337-344; idem., t, 9, fs. 344-350; idem., t,13, fs. 211 y a fs.219.
[52] En 1590 las tierras del cacique don Felipe del pueblo de indios de Quillota aparecen como rematadas “... compradas primero por don Alonso de Riberos Figueroa y traspasadas por mitades por éste a dos censatarios que constituyeron censo cada uno respectivamente por mitad recibida” . En 1598 el censuario Fernando Alvarez de Bahamonde en la encomienda de Juan de Rivadeneyra se establece que el capitán Francisco Hernández Ortiz había comprado 400 cuadras de tierras de los indios del valle de Quillota. Al vendérselas en 1599 a Fernando Alvarez de Bahamonde en 832 pesos oro lo hace obligando al comprador a reconocer el censo a favor de los indios que gravaba las tierras (...)También en 1590 aparecen rematadas las tierras del cacique Chancaypillán “El producto de la venta de las tierras fue impuesto a censo sobre las mismas tierras rematadas y sobre las casas del censatario en Santiago” (...) Parte de las tierras del pueblo de indios de Pomaire aparece en 1597 como vendidas (Jara 1987: 139-140)

[53] (Jara 1987:157).
[54] (Jara 1987:158)
[55] (Jara 1987:158)
[56] (Silva 1962:81)
[57] (op.cit. Silva 1962:87)
[58] Des pues de derogarse la Tasa de Gamboa en 1584, el Cabildo de Santiago acordó en 1586, la mensura de las chacras españolas y que en ella se constituyan títulos de dominio. Estas mensuras eran parciales y se daban solo en los alrededores de Santiago, pero serán la antesala de las mensuras posteriores.
[59] (Borde et.al: 1956:33)

[60] (Cabildo 2 de Enero de 1590. op.cit. Silva 1962:98)
[61] Júfre pedía aclaración de los siguiente: “...si son válidas las ventas de los protectores que resultan en daño de los indios, aunque sean antiguas, o si fuese hecha en tiempo que se le seguía perjuicio, aunque ahora no les siga por tener menos indios y menos ganados, o si se ha de mirar a desocuparles a los indios tierras capaces para muchos ganados, si los tuviesen, o para mucha población, si fuesen a más o si bastara que tengan lo necesario anchurosamente para lo que ahora tiene.
Iten.- si los pueblos que por ser de pocos indios se dieron a sus encomenderos por servicio personal fue cosa al hacer merced de sus tierras a los dichos sus encomenderos, o a terceras personas, y si se deben reducir a ellos, y si reducidos será bastante cosa darles las tierras dellas que hubiesen menester, o si han de ser restituídas en todas las que fueron suyas, echando dellas a los que las poseen... Así mismo declaración de si las ventas antiguas hechas por caciques que realmente eran señores delas dichas tierras, serán válidas sin intervención de protector si no le había, o de la justicia real...”(op.cit. Silva 1962:100)
[62] (R.A, vol.479;CHCH, tomo XXI, p41;GL; tomo I, pagina 31).
[63] (R.A, vol.479;CHCH, tomo XXI, p41;GL; tomo I, pagina 31).
[64] El trayecto de las mensuras fue el siguiente. Comenzo en Ñuñoa, continuando a Apoquindo; Manquehue, Vitacura, Tobalaba, Peñalolen y nuevamente Ñuñoa. En octubre se encontraba hacia el Maipo orillando los faldeos cordilleranos y luego siguió en El Salto de Conchalí. En noviembre mensuro ambos costados del “camino de Chile”, pasando por Lo Negrete y Huechuraba para llegar a Renca. En febrero de 1604, trabajo en la región de Tango, siguiendo a Chiñigue y Pomaire. A mediados de marzo opero en Melipilla ty durante mayo, en el valle de Puenague, Curacaví y Mallarauco, concluyendo en la región de Ibcache. En junio mensuró las chacrás al sur de la Cañada de San Lázaro y a mediados de giosto estaba en pudahuel. En noviembrte midio las estancias del valle de Acuyo o casablanca y a principios de diciembre , Viña del mar, Reñaca, Colmo y Quillota, trabajo allí entre el 6 y el 8 de noviembre, terminándose aquí los datos de la mensura. Quedaron sin practicar mensuras los territorios ubicados al sur del río Maipo hasta Cauquenes y por el norte entre el río Aconcagua y el Choapa.(Silva:1962)

[65] (Silva 1962:107 –111)
[66] (Palma.1997:56-59) . La misma autora analiza el documento sobre litigio de tierras encabezado por los indios Chile en 1633 y 1642. A.N.R.A. vol. 2764.pieza 2.
[67] El texto de lo acordado por la Real Audiencia de Santiago para ordenar la mensura de lospueblos de indios de Itata fue el siguiente:: “... que el corregidor de dicho partido de Itata mida y entere a los dichos caciques e indios de los pueblos de Punual y demás de dicho partido así presentes como ausentes en el paraje y lugar que en sus tierras ellos eligieren, con intervención de su protector y encomenderos, dándoles a cada cacique para su labranza y sementera diez cuadras y a cada indio tributario o reservado cinco y cada viuda a tres y para comunidad de cada treinta indios, cincuenta cuadras y a este respecto más o menos ampare, defienda y conserve a los dichos caciques e indios en la posesión de dichas tierras en la dicha forma medidas y lance de ellas a cualquier persona que las tuviese detentando y ocupadas, las cuales ni otra persona alguna de ahora en adelante las ocupe ni les perturben ni inquieten en la posesión velcuasi de dichas tierras pena del interés de dichos indios y de mil pesos de a ocho Reales aplicados por mitad cámara y Reales estrados y si tuvieran que pedir en esta ración lo hagan en esta Real Audiencia”. Seguía el auto pidiendo el cumplimiento a lo señalado, lo siguiente: “y Para ello se despachare la probisión según la carta..., la cual guarde, cumpla y ejecute el dicho corregidor y de cuenta a esta Real Audiencia de haberlo hecho dentro de treinta días después que le fuere intimada so la dicha pena y que se enviara persona de esta corte con días y salarios a ejecutarlo y traerlo preso a su costa y así lo proveyeron y señalaron, Pronunciose este auto ante los señores oidores de esta real Audiencia”. (Archivo R.A. vol.3033)

[68] (op.cit. Odone 1998:31)
[69] En 1690 la adjudicación de las tierras al pueblo de Chada correspondió a lo establecido en las ordenanzas, es decir se les medio “la legua de dicho pueblo para que dentro de sus términos fuesen enterados dichos indios en las tierras que por ordenanzas (está) dispuesto se les adjudique a su elección”.(RA, vol.857. pza.1 a fs.50. op. cit. Silva 1962)
[70] (Silva 1962: 114-115)

[71] (Odone: 1998:31)

[72] (Borde et.al 1956 :82)
[73] (Hanisch 1963:39).
[74] (Hanisch 1963:101)
[75] El linaje indígena de Peumo es relevante y es uno de los pocos documentados hasta la actualidad, aparece en los tomos 2953 y 2318 de Real Audiencia, (p.9, 13fs.) “En 1744 era cacique Diego Antipelay, que falleció ese año, y le sucedió José Catileu, hijo de Juana Arias, hermana de Antipelay, y de Juan Charagüilla. José Catileu fue cacique y se caso con Josefa Pérez, que también fue cacique y le sucedió en el cargo su hijo Nicolás Catileu, casado con Marta Salvatierra. (Hanisch 1963:105)
[76] (op.cit. Hanisch 1963:107).
[77] .(CG,vol.578, N°7076. op.cit. Silva 1962:161)
[78] (CG, vol.511, N° 6467. op.cit. Silva 1962:170)
[79] (Borde et.al 1956:79)
[80] Vara: medida española de longitud equivalente a 3 pies o 84 centímetros. Vara Castellana es igual a 83,59 centímetros y una Vara de Aragón 77,2 centímetros.
[81] (León Echaiz: 1976: 37-39/93-95).
[82] (Borde et.al 1956:80)
[83] (Borde et.al 1956 :80)