INFORME
DE LA COMISIÓN VERDAD HISTÓRICA Y NUEVO TRATO 2003
Volumen
I
INTRODUCCIÓN
INTRODUCCIÓN
Cada Pueblo Indígena
tiene su propia historia. Más aún, la mayor parte de los Pueblos
Indígenas de Chile se desarrolló a lo largo de la historia con
relativa independencia, unos de otros. En algunos casos había relaciones,
pero en otros, éstas eran muy lejanas o inexistentes. Isla de Pascua y el
Pueblo Rapa Nui, por ejemplo, han tenido más relaciones con la Polinesia
y muy pocas o ninguna con los mapuches, y éstos, por su parte, escasas
con aymaras del norte del país. ¿Cómo comprender de manera
adecuada la historia de todos los Pueblos Indígenas que habitan el
territorio chileno actual? Es sin duda un asunto complejo.
Existe un largo período
de la historia de los Pueblos Indígenas, donde cada uno de ellos se
desenvolvió de manera relativamente autónoma. Sin embargo, no es
despreciable el conjunto de relaciones ocurridas en tiempos precolombinos entre
los pueblos vecinos e incluso entre quienes vivían a grandes distancias.
Pero, será el proceso de expansión de la conquista el que
irá aunando la historia de la mayoría de ellos, en tanto se
verán enfrentados obligadamente a interactuar y relacionarse con ella, la
más de las veces en forma conflictiva y beligerante. Además, el
accionar de la empresa conquistadora los expondrá a presiones semejantes,
tales como: apropiación de territorios, trabajo servil, dominación
política, imposición cultural y religiosa. Cada uno de los pueblos
responderá de manera diversa a estos
procedimientos.
A partir de allí, la historia indígena es inseparable de los
factores externos que la determinan.
Con posterioridad al
período de expansión de la conquista y a la formación de
fronteras correspondientes al Estado colonial, la cuestión territorial
adquiere gran importancia. El proceso de formación territorial no se
realizó, en el caso chileno, solamente durante el período
hispánico. El territorio de Chile Colonial no será exactamente el
mismo que ocupará el país durante la
República.
Fue durante el siglo XIX cuando el territorio nacional
cambia,
se expande y consolida. En este proceso expansivo, el Estado se encuentra con la
existencia de numerosos Pueblos Indígenas que habitan esos espacios, en
los que no se ejercitaba la soberanía de manera efectiva o simplemente no
pertenecían a la nación chilena. El actual territorio en que el
Estado de Chile ejerce su soberanía, se constituye definitivamente
sólo en los inicios del siglo XX y se consolida recientemente con el
delineamiento definitivo de sus fronteras, que en los casos del Pueblo Aymara,
Atacameño y también Mapuche, significó su
segmentación entre dos Estados nacionales.
A partir de fines del siglo
XIX, todos los Pueblos Indígenas que habitaban el territorio nacional
enfrentarán las mismas políticas estatales y tendrán como
interlocutor al mismo Estado. Es en ese momento en que podemos decir que las
historias de los diferentes Pueblos Indígenas empiezan a reconocerse en
un relato común, en cuanto van a estar influidas en su desarrollo
particular por las acciones y políticas delineadas por el Estado. Se
produce entonces, una historia que va a ir unificando paulatina y
crecientemente, las diferentes “historias indígenas”, en la
medida que se unifica el interlocutor y sus unifican sus problemas. Podemos
hablar, por tanto, con propiedad de una historia indígena, en la medida
que la situemos en el marco de las relaciones con el
Estado.
Más aún, esto, en el caso de Chile, es parte de una realidad
histórica, ya que a partir de las últimas décadas del siglo
XIX el Estado chileno lleva a cabo políticas semejantes y
específicas, tanto en el Norte del país, como en Isla de Pascua,
en el extremo sur y en el área mapuche, expresando todas ellas una
coherencia interna en relación con los intereses y visiones predominantes
durante ese período. Es por ello que vamos a señalar que todos los
Pueblos Indígenas desde ese momento, están sometidos a un mismo
tipo de acción política y su historia se aúna desde esa
situación.
La cronología de la
Historia Indígena de Chile, no es necesariamente la misma que la de la
Historia de Chile. Por cierto, como se ha dicho, se verifica una primera
escisión entre el mundo precolombino y el posterior a la conquista. Hay
varios sub períodos en el tiempo colonial pues hubo diversos tratos y
maneras de abordar la cuestión indígena por parte de la Corona
española. Se habla en este trabajo de la “baja colonia” o
período de la conquista, y de la “alta colonia”
correspondiente al siglo y medio final del Imperio Español, marcado por
la política de los Borbones, de carácter proteccionista hacia los
indígenas del continente. La Independencia de las colonias americanas y
concretamente la de Chile, no fue necesariamente un momento de quiebre profundo
para los indígenas y su
historia.
Para muchos de ellos nada cambió, por lo que en la cronología
seremos cuidadosos en no asimilar los tiempos de la sociedad chilena a los de la
sociedad indígena. En el caso del sur de Chile, la Independencia de la
zona central significó que la guerra entre patriotas y realistas se
trasladara hacia allá, en lo que se denominó la “Guerra a
Muerte”.
La cronología
indígena a fines del siglo XIX cambia fuertemente o tiene su momento de
quiebre. En ese tiempo se anexan al territorio nacional las provincias del Norte
Grande donde habitaban y habitan, aymaras, quechuas y atacameños. En el
año 1879 comienza la denominada Guerra del Pacífico, la que se
extiende hasta el año 1883, firmándose, en el mismo año,
el Tratado de
Ancón
con el Perú. En el mismo período, el 9 de Septiembre de 1888, se
suscribe el “Acuerdo de Voluntades” entre el Pueblo Rapa Nui,
liderado por el Ariki Atamu Tekena y el Capitán Policarpo Toro, que tuvo
como consecuencia la incorporación de Isla de Pascua al territorio y a la
soberanía nacional. En esa misma década, se produce el avance
expansivo hacia el sur de las líneas de fronteras establecidas en el
río Malleco en el año 1866, concretándose la
ocupación completa de la Araucanía por parte del ejército
chileno. El 24 de febrero de 1881 es fundado el Fuerte Temuco y el 1 de enero de
1883 se refunda la ciudad de Villarrica. Coincidentemente con estos hechos, en
el extremo sur, se inicia la ocupación ganadera de la Patagonia e Isla de
Tierra del Fuego, que tendrá efectos desastrosos sobre las poblaciones
indígenas que allí habitaban y, en especial, para los Pueblos
Aónikenk y Selk’nam. Efectivamente, la primera concesión de
tierras a empresas ganaderas se concreta en el año
1885.
Es por todo lo anteriormente expuesto que el segundo gran hito histórico,
después de la conquista europea, en la
Historia de los Pueblos Indígenas de
Chile, será el proceso expansivo del Estado a fines del siglo
XIX.
Hasta poco más
allá de la primera mitad del siglo XIX, como se ha visto, el territorio
ocupado efectivamente por el Estado chileno era muy diferente al del siglo XX.
La mayor parte de esos espacios no ocupados, estaban habitados por
indígenas. La acción expansiva del Estado en esos años fue
muy grande. Avanzó hacia el norte, hacia el sur y hacia el
Pacífico. En todo este proceso expansivo, no hubo políticas de
protección hacia los indígenas que fueran efectivas en el
cumplimiento de su cometido. Más bien se consideró a éstos
como un obstáculo para incorporar económicamente esas nuevas
áreas a la economía nacional. Generalmente, como se trataba de
zonas muy lejanas, el Estado en su afán de hacer efectiva su
soberanía sobre el territorio, encomendó a empresas privadas la
“explotación” de los recursos naturales y de
“civilizar” a los indígenas que allí vivían,
las que muchas veces adoptaron el rol de agentes colonizadores y
“civilizadores”. Esas empresas fueron, en gran medida, las causantes
de la cuasi desaparición o
exterminio de los habitantes originarios del extremo austral, y del sometimiento
del Pueblo Rapa Nui a un régimen que, entre otras cosas, contemplaba su
reclusión forzosa, impidiéndoles el libre desplazamiento por los
campos de la Isla.
Desde la década de los
ochenta del siglo XIX, hasta la década de los treinta del siglo XX, se
abre un período que hemos denominado de “asimilación
forzada”. Se caracteriza por la aplicación de políticas del
Estado hacia los Pueblos Indígenas, con el objetivo de transformarlos en
ciudadanos chilenos, bajo un concepto de identidad nacional homogénea,
sin consideración a la diversidad cultural existente en el territorio. En
el Norte, la política oficial será conocida como
“chilenización”, de aplicación compulsiva en las
primeras décadas del siglo XX, dado los conflictos fronterizos
existentes. En el sur, corresponderá al período de
operación de la Comisión de Radicación de Indígenas,
en el que se constituirán las “reservaciones” o
“reducciones indígenas”, limitando y fragmentando el
territorio que éstos anteriormente ocupaban. En Isla de Pascua se
producirán fenómenos semejantes, siendo concentrada la
población Rapa Nui en Hanga Roa, y entregándose el territorio
restante en arriendo. En el extremo sur, frente a la acción depredadora
de las así denominadas empresas explotadoras, un gran número de
miembros de los pueblos Selk’nam y Kawésqar fueron trasladados a la
Misión de San Rafael en Isla Dawson, con el doble propósito de
alejarlos de los “cazadores de indios” e introducirlos en la
“vida civilizada”, lo que tuvo trágicas consecuencias.
Durante este período muchos observadores creyeron ver el exterminio de
los indígenas de Chile.
No cabe duda de que el
período que se inicia en las últimas dos décadas del siglo
XIX - que en adelante se denominará período de la
“asimilación forzada”-, tiende a cambiar en los años
treinta del siglo XX. Allí comienza un largo período caracterizado
por las políticas de integración, basadas fundamentalmente en la
educación, castellanización, y comprensión de los
indígenas como campesinos y partes integrantes no diferenciadas de la
sociedad y pueblo chileno. Le denominamos el período de la
“integración frustrada”, porque a pesar de las intenciones
del Estado, los Pueblos Indígenas lograron sobrevivir al período
anterior, manteniendo su identidad y características culturales propias.
Con pequeñas diferencias y momentos históricos específicos,
esta política se extiende desde
1931
hasta la década del setenta, en que se dictan leyes que tendrán
mucha importancia para algunos - no todos- los Pueblos Indígenas de
Chile. La Reforma Agraria, en el caso de los mapuches del sur, va a jugar un
papel central en ese período, al igual que la ley relativa a Isla de
Pascua.
En ciertos sub períodos, como es evidente, se reforzarán algunos
elementos de integración y, en otros, se impulsarán
políticas de fomento, protección e incluso desarrollo. Es por ello
que en el texto distinguimos lo que ocurre en los años treinta y
cuarenta, caracterizados principalmente por la asimilación; los
años cincuenta y parte de los sesenta, signados por el indigenismo, y;
fines de los sesenta y comienzo del setenta, marcados por la Reforma Agraria y
los cambios estructurales a que se vio sometido el conjunto de la sociedad
chilena y del que no fueron ajenos los Pueblos Indígenas. Finalmente,
incorporamos algunos elementos de la “historia
contemporánea”, esto es desde 1973 en adelante, período
caracterizado por diversas relaciones entre el Estado y los Pueblos
Indígenas. La cercanía de estos hechos históricos y su
carácter muchas veces confrontacional, nos ha conducido a no encerrar la
interpretación en un marco interpretativo excluyente y ser extremadamente
prudentes con los juicios emitidos en este Informe, incorporando datos objetivos
y abriendo más preguntas hacia el futuro.