Portada Anterior Siguiente Índice | 7. La nueva legislación indígena durante los ’90

7. La nueva legislación indígena durante los ’90


Con la promulgación de la Ley orgánica Constitucional de Enseñanza LOCE N° 18.962, en la víspera de la asunción del gobierno democrático de Patricio Aylwin, se pone fin a las escuelas de concentración fronteriza[117].

“Los noventa enfrentan el cierre definitivo de muchos establecimientos por el despoblamiento de estancias y comunidades, producto de migraciones económicas severas, precisamente cuando como nunca antes las innovaciones curriculares son una oportunidad para la población andina regional”[118].

Las organizaciones aymaras reconocen que a partir de la promulgación de la Ley 19.253 se configura un escenario más democrático para las relaciones entre las “etnias indígenas” y el estado nacional. Si bien se rompe, a partir de ella, con las dinámicas de integración-asimilación que históricamente habían caracterizado la acción del Estado, al posibilitar la implementación de un conjunto de iniciativas tendientes al mejoramiento de la calidad de vida de los pueblos originarios, así como al fortalecimiento de su propia cultura e identidad, resulta claramente insuficiente en lo referido al reconocimiento del carácter pluriétnico del país, al no incorporar el concepto de “pueblos”, a la base territorial necesaria para el desarrollo indígena y a los grados de participación política de las comunidades indígenas en la toma de decisiones[119].

Pero en lo concreto, a partir de la ley indígena N° 19.253, se regularizó el derecho de constitución de al menos “82 comunidades en la macroregión norte de Chile, de las cuales 16 se reconocen para la comuna de Colchane, mientras que 6 corresponden a las inscritas por la comuna de Huara”[120].

7.1. La realidad actual y nuevas demandas

La población aymara del norte de Chile, es mayoritariamente urbana; es decir que reside en sectores urbanos, particularmente en las ciudades de la costa, de desierto y en localidades de la primera región[121] (Ver Mapa Nº 5). De acuerdo a la información proporcionada por el Censo de 1992, la población aymara se estima en 48 mil personas[122]. De esta cantidad de población, dos tercios habrían migrado desde su lugar de origen -las altiplanicies ubicadas en el sector fronterizo con Bolivia y Perú-, hacia las ciudades y pueblos del desierto -por ejemplo, Pozo Almonte- o a los puertos costeros más próximos -Arica e Iquique, principalmente-. El tercio restante, mantendría su carácter rural, campesino comunero o minifundista. La mitad de este último sector, seguía habitando la región altiplánica fronteriza y ocupándose principalmente de la ganadería de camélidos, en tanto que el resto se distribuye en pequeños valles y quebradas precordilleranas -bajo los 3.500 m sobre el nivel del mar-, dedicándose al cultivo agrícola dependiente del riego[123]. Lo anterior es fundamental para comprender que los aymaras ya no son ni serán presumiblemente una minoría rural; en contraparte y como segmento de población urbana de la región de Tarapacá, no pueden sino entenderse como una realidad urbana[124].

Por otra parte, uno de los problemas más graves que afecta a las comunidades aymara del altiplano, es la privatización y pérdida de sus aguas ancestrales en virtud del Código de Aguas (DFL N° 1.222) dictado por el régimen militar en el año 1981. La aplicación de este Código en la zona durante esos años, permitió el desarrollo de un proceso de apropiación de las aguas ancestrales de los aymaras por parte de compañías mineras, privando a sus comunidades de este recurso vital para el desarrollo de sus actividades agrícolas, provocando impactos ecológicos en el desecamiento de bofedales y acentuando la migración de sus habitantes[125].

Las sucesivas políticas de chilenización que ignoraron el reconocimiento étnico, han afectado profundamente a la sociedad aymara, tanto en el ámbito cultural como económico. En la actualidad, producto de este proceso es posible distinguir dos segmentos diferenciados entre los aymaras que aún habitan las zonas rurales:

a) Pastores agricultores del altiplano que trabajan en forma independiente y cuyo vínculo con el mercado regional es muy débil o prácticamente inexistente. Ellos tienen un arraigo a su identidad cultural e instituciones tradicionales; se encuentran asentados en pequeños caseríos y poblados dispersos, y conservan algunas funciones económicas y sociales comunitarias.

b) Campesinos, pequeños propietarios agrícolas, parceleros de valles: su producción agrícola está más vinculada a los mercados regionales y entre ellos se relacionan por lazos parentales. Se encuentran localizados en poblados, con una interacción de vecindad y con acceso a mayores ingresos monetarios[126]. Estos agropastores andinos, tienen parcelas bajo riego y terrenos de secano en propiedad individual, mientras que en uso comunal comparten los pastizales pertenecientes a cada una de las comunidades y de usufructo de todas las familias[127].

Finalmente y en palabras del Pueblo Aymara,

“El proceso de desarrollo del Estado de Chile, se basa en ideas como el crecimiento, la competencia, la acumulación de capital, la incorporación de tecnologías y el manejo de información. Si bien algunos hermanos han logrado incorporar algunas de estas ideas, la mayoría de ellos que se mantienen en sus comunidades de origen, son personas de edad vinculadas a prácticas tradicionales de cultivo de la Pachamama. Para nosotros el concepto de desarrollo occidental, con cualquier apellido que quiera ponérsele no refleja nuestro pensamiento como Pueblo Aymara. Preferimos hablar de la “Suma Qamaña”, el “vivir bien” en armonía. Esta idea es igual a la sumatoria crecimiento material, más crecimiento espiritual, más gobierno de los ecosistemas[128].”


[117] Gonzáles, Sergio. “La escuela chilena... Op. cit.: 112.
[118] Ibíd.: 113.
[119] Subgrupo de Trabajo Pueblo Aymara. “Informe Final Preliminar” Op. cit. Arica. 2003.
[120] Ibíd.
[121] Según los estudios de los investigadores González, Gundermann y Kessel. (González, Héctor y Hans Gundermann. “Campesinos y aymaras en el norte de Chile”. Serie Documentos de Trabajo. Taller de Estudios Andinos. Arica. 1989. Y Kessel van, Johannes. Holcausto al progreso. Los aymaras de Tarapacá. Hisbol. La Paz. 1992).
[122] Aylwin, José. “Pueblos Indígenas de Chile. Antecedentes Históricos y Situación Actual”. Instituto de Estudios Indígenas. Universidad de La Frontera. Serie Documentos N° 1. Temuco. 1997. p. 7.
[123] Dominique Hervé y Antonia Urrejola, “La Legislación Indígena ...” Op. cit.: 10.
[124] Gundermann, Hans. “Sociedad Aymara y procesos...” Op. cit.: 11.
[125] Dominique Hervé y Antonia Urrejola, “La Legislación Indígena ...” Op. cit.: 9.
[126] Ibíd.: 11.
[127] Ibíd.: 10.
[128] Subgrupo de Trabajo Pueblo Aymara. “Informe Final Preliminar” Op. cit.: 24.